Manifestación Pro Sanidad Pública
Vaya por delante que somos en casa unos convencidos de la calidad de nuestra Sanidad Pública y de la categoría de la mayoría de los trabajadores que forman parte de ella y perciben su salario con cargo a la contribución económica de todos los trabajadores y los que dejamos de serlo hace años. Hemos participado en todas las manifestaciones pro Sanidad Pública que nuestro compromiso con la salud nos ha permitido. Con la conciencia clara de que se pretende por las derechas desmontar la Sanidad Pública en pro de la Privada cuyos intereses son ganar dinero. Raro es un mes en el que no tenemos algún tipo de controles, bien del cáncer que padecemos, de oftalmología, de tensión arterial, etc. siempre con un trato agradable. Lo último que me ha tocado ha sido una intervención de cataratas en el Hospital de los Morales el pasado día 23. Después de un seguimiento de más de cuatro o cinco años, 77 años son muchos y es lógico, me tocaba la intervención. No se puede exigir desde luego amabilidad en todos los facultativos, que es lo menos que deseamos encontrar cuando con nuestras dudas vamos a la ITV correspondiente, pues puede que alguno se haya levantado con otro pie, aunque la profesionalidad debería dejar los problemas personales fuera del ámbito laboral, pero se comprende que no es del todo así.
Un colirio no te lo recetan, son 20 euros
Día 23 de julio, cita en el Hospital de los Morales para la intervención, habíamos retrasado la fecha de primeros de mes, a petición de un cirujano que de motu propio me había dicho que dijese en Secretaria que deseaba operarme él. Luego, por razones que no acabamos de comprender, me operó otro. Sin lugar a dudas partiendo de la estimación de que las capacidades de todos los profesionales que prestan allí sus servicios son muy similares, sobre todo por la experiencia y el elevado número de pacientes que atienden diariamente. En una palabra no hay buenos ni malos. Las enfermeras que te preparan, a pesar de que tenían un debate intenso relativo a una promoción laboral son; unas extremadamente amables y humanas, con unos viejos –la mayoría- torpes y asustados, y otras menos comprensivas con las torpezas o reflejos condicionados del ojo del paciente, a la hora de tratar de depositar dentro una gota de los colirios correspondientes.
Desde luego los fumadores están en retirada
Luego te acompañan al quirófano y allí te dejan en manos de otras, para la instalación de; una vía en el brazo, las pegatinas del electrocardiograma, manguito de la presión y postura reglamentaria, te tapan y ya después ves que parece están abriendo un acceso en la sabana con la que te han cubierto exclusivo para el ojo a intervenir. A partir de ahí sientes como te introducen un fino alambre separador de los párpados y ya sólo oyes la voz del cirujano que explica los pormenores a otro, otra en este caso, una señora, que estaba de prácticas. Ambos pendientes de una maquina dotada de los máximos adelantos técnicos sin duda, que permite esa microcirugía. –Va ahora usted a notar que manipulo en su ojo. Me decía el “operador”, pero la realidad es que sentías poco. –Esta catarata es mayor de lo que estimábamos –le decía a la compañera en prácticas. -Hay que procurar sacarla bien y que no queden residuos. Ahora hay que introducir la lente y procurar que quede bien instalada. Una series de términos médicos relativos y en unos veinte minutos o quizás menos, el -Puede usted levantarse con cuidado… Pues pasar de una posición horizontal a otra vertical te puede generar una diferencia de presión y mareo circunstancial.
Conté a la cuatro de la tarde 18 personas
Con mucha amabilidad, un auxiliar en este caso te sienta en una silla y te lleva al vestuario donde habías dejado tu ropa y pertenencias. El cirujano ya había hablado con tus familiares cercanos, en este caso mi mujer y mis hijos, y les habían dado las instrucciones para las primeras veinticuatro horas, y facilitado las novedades de la intervención. –Todo ha salido bien, pero posiblemente no consiga un cien por cien de visión en este ojo por la lesión macular que tiene. Es una lesión que no sabemos de qué, vengo arrastrando desde hace más de treinta años, bien es verdad que no se ha modificado con el tiempo, lo que aleja de momento la degeneración. En la serie de papeles te dan la cita para la revisión de veinticuatro horas del post operatorio, en plena hora de calor a una hora casi taurina, las cuatro de la tarde, que había sido modificada, pues antes estaba a las tres.
En Madrid, pero muchos seguro han votado Ayuso
Nadie por las calles, es un riesgo para la salud salir a ellas con estas temperatura de cuarenta y cuatro grados. Un taxi, pues una avería del coche nos impidió usarlo y mi hijo Paco y yo, el protagonista, nos trasladamos al centro Carlos Castilla del Pino, en el lado oeste de la ciudad. Planta segunda, A, consulta 1202, aunque en el papel ponía 1206, de la que sale un señor diciendo en voz alta: -¡Los operados de cataratas de ayer¡ Una señora que estaba allí y yo dijimos -Nosotros. Yo me acerque y me dijo el señor, que me llamaría de acuerdo con la lista por riguroso orden. La señora entró sin comprobación del riguroso orden. Al rato volvió a salir el señor diciendo: -Hay más operados de cataratas. No había riguroso orden. Volví a decirle: –Yo señor. –Pues pase. ¿Cómo se llama? –le di mi nombre y apellidos y lo comprobó en una lista. Sin mirarme siquiera, me dijo: -Ponga la barbilla en el soporte y la frente en el otro. De higiene previa de estar manchada la máquina por el sudor del paciente anterior nada de nada. Pero bueno ya actuaria yo después. Se levantó y sin decirme nada me echó un colirio que no entró en el ojo, por aquello del acto reflejo, derramándose en mí cara y tuvo que echarlo otra vez. Volvió a levantarse y posiblemente por vergüenza me restregó la cara con una gasa tratando de secarme el derrame.
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Después dijo –Mire a esta luz y abra bien los ojos. Y teniendo en cuenta que si el colirio era para dilatar la pupila, seguro que no es instantáneo, luego dudo de que la observación fuese adecuada. Entonces dijo:-Bueno esto está bien y a medida que pasen los días irá viendo mejor. –¿Doctor quisiera por favor preguntarle…? Contestación del facultativo: -Si tiene algún problema médico se va a Urgencias, yo estoy solamente para comprobar el estado de la operación de ayer. –Si dejara terminar a mi padre –le interpeló mi hijo- se dará cuenta que la pregunta no va en el sentido que usted cree de las urgencias. En el momento que se planteaba un conflicto personal, la actuación desconsiderada bajó de grados. –Dígame. –Muchas gracias por atenderme –aunque el cuerpo pedía recriminarle el grado de desconsideración que estaba teniendo, que trasladaba su cabrero personal a una persona casi octogenaria, asustada, de los que le pagan el sueldo, que solo pretendía aclarar sus dudas, e inmediatamente ir a poner una Hoja de Reclamaciones por el trato que rayaba la mala educación de la que estaba siendo objeto.
El sarcasmo no vale
-Mire yo tengo de hace muchos años un problema macular, Y no sé si esto afecta positivamente al mismo. Miró en uno de mis papeles, donde no figuraba referencia al citado problema, y me contestó posiblemente con un estándar. -No eso no tiene nada que ver con la operación y es otra cuestión. Volví a preguntarle: –Oiga por favor, a partir de ahora que debo empezar el tratamiento escrito en el planing y suspender el del post operatorio? –Eso lo tiene escrito en los papeles. O sea no contestó. –De los tres colirios que figuran en el tratamiento sólo me han cargado uno en la tarjeta de medicación. -le dije. –Sí, porque no los receta la Seguridad Social –contestó devolviéndome los papeles, y prácticamente invitándonos a marcharnos. Era inasumible el trato y el comportamiento del facultativo, carente de la mínima empatía con el enfermo, mayor y asustado. Así no se defiende la Sanidad Pública, en el supuesto que se la quiera defender.
Pérdida de pacientes
El resumen es que, cuando vas a la Sanidad Pública con un problema, a una hora peligrosa para la salud, con cuarenta y cuatro grados a la sombra, con serias dudas sobre qué hacer y qué te pasa, asustado en suma porque no ves bien y desconoces el recorrido del postoperatorio, te encuentras un señor, aparentemente cabreado por lo que sea, al que reitero, le pagas alícuotamente el sueldo, sin considerar si es poco o mucho, que te trata sin ninguna empatía como si te estuviera haciendo un favor, desconsiderado y descortés, que merecía un poner firme de sus superiores sobre todo en cuestiones básicas, cuando menos de educación y trato. Son personas, en este caso mayores, con las que trata, que se merecen cuando menos, un mínimo respeto y consideración. Es verdad que normalmente son la excepción de la regla pero te dan el día. Aún a pesar de este tipo de individuos, seguirémos defendiendo la Sanidad Pública y considerando que sus reivindicaciones son justas, porque son más los profesionales abnegados, que ejercen adecuadamente su profesión que está relacionada con la vida y salud de las personas.
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