viernes, 28 de junio de 2024

LAS DEPRIMIDAS CALLEJAS DEL TORIL

Desde la plazuela del Juramento

La realidad es que ha cambiado mucho el entorno de estas callejas.  Si entramos por la zona de la Plazuela AlmagraArco Bajo o Ermita del Socorro, ya no están los establecimientos de cambio de novelas de Corín Tellado o Marcial Lafuente Estefanía, o tebeos de toda índole. Tampoco está la confitería California, en cuyo obrador trabajaban los dos Vicentes, y donde se compraban recortes. Luego en la propia calle Toril, Casa Leal, una especial dependienta y un hermano empalagoso por su excesiva familiaridad. También era industria del cambio de tebeos y novelas. La plazuela con varios comercios de frutas y tejidos y la Taberna el Juramento de Luis. Solo queda el comercio entrando por la Corredera de labores de esparto. El Camarín de la Virgen sobre el arco de la calle y una higuera que nace en un solar que nadie obliga a desmontarla, que está tapando la calle y pronto llegaran sus ramas hasta el suelo impidiendo el paso. Podrían llamar a algún argentino con cara de loco y en un momento con la motosierra lo dejaba limpio, como está dejando los bolsillos de los argentinos. El Mercado de la Corredera era el imán de la zona, y alrededor estaban todos los comercios accesorios, que complementaban a los de la plaza. La realidad es una zona deprimida, en ocasiones sucia, sin ningún vestigio comercial en la barra superior de la "te" de su geografía, salvo el comercio de esparto citado. Si no talan la higuera pronto no se podrá pasar de un lado a otro de la misma.

Vista aérea del solar de la higuera

Una leyenda de las muchas que nos presenta D. Teodomiro, por ellas es la razón que un cronista de la ciudad me dijo un día que era muy novelesca la obra “Paseos por Córdoba”: “Las dos había dado el reloj de la ciudad cuando una noche, al llegar don Clemente en su regreso a la calleja del Toril por la plazuela de los Cedaceros, oyó un silbido extraño, presagio de alguna funesta aventura. Los hombres de su temple no se arredran ante el peligro, y primero sucumben que dar una muestra de cobardía. El tiempo estaba sereno, la luna dejaba divisar los bultos y bien pronto vio dos hombres a su espalda y otros dos que entraban por el lado opuesto; dio la vuelta hacia la Corredera y otros cuatro hombres cerraban la salida. Eran ocho los que acechaban al valiente joven, que sacando su espada se dispuso a vender su vida lo más caro posible; ocho aceros se preparaban a hundir sus puntas en su pecho. Entonces apoyó su espalda en una puerta que caía a la ermita de los Ángeles, y viendo su muerte segura, gritó, acordándose de la imagen: "Madre mía, ven en mi socorro". En esto, cayó desmayado dentro de la iglesia, cerrándose la portezuela, en la que se clavaron las ocho espadas de sus contrarios. El libertino joven don Clemente de Cáceres cambió su licenciosa vida por la del hombre honrado, y a poco lo vemos aparecer como uno de los más fervorosos cofrades de la hermandad de Nuestra Señora del Socorro y Benditas Ánimas, de que se cree ser uno de los fundadores.”   

Desde la Corredera

Y esta la parte histórica referida a las callejas del Toril de Paseos por Córdoba: “Ya indicamos las callejas del Toril, y por ellas seguiremos nuestro paseo. Son dos, formando dos ángulos opuestos, y con tres entradas por las plazuelas del Socorro y Cedaceros y por la plaza de la Corredera: toma su nombre, de que cuando en esta había funciones de toros, se formaba allí al toril para encerrarlos. Así mismo le han llamado callejas de los Toros. Frente a la que va á la plaza, hubo hasta 1841, un nicho, y en él colocada la imagen de San Rafael, escultura de ningún mérito. Siguen las pequeñas plazuela y calle de Cedaceros o de los Tahoneros; desemboca en la de Almonas, en cuya esquina y mirando a la parte alta, hubo hasta el año 1841 un gran lienzo, de escaso mérito, con Jesús a la Columna: llamase de aquel modo por ser el punto destinado antiguamente á la venta de cedazos para las tahonas y otros oficios. Desde la plazuela continúa otra calle, corta y tortuosa, llamada del Juramento, por el que tenía en la mano un San Rafael que hubo en una de sus paredes, y desemboca en la plazuela del Tambor, que da paso a la calle de Carreteras, y que dieron en llamarla de aquel modo, por la hechura que tenía una de sus casas, si bien otros aseguran que por haber morado allí uno de los tamborileros que antiguamente tenía la Ciudad. En este trayecto hubo hasta 1841, dos Concepciones en lienzo, una de tamaño natural y la otra más pequeña.” Y nos quejamos alguno de la proliferación de referencias religiosas fuera de los templos. D. Teodomiro siempre los cita. Antes la iluminación de esos seudoaltares servía para iluminar las calles donde estaban, hoy no es necesario. 

La higuera

Un artículo quejándose del deplorable estado de la calle en Cordopolis y un trabajo del Blog Bajo la Mirada de Córdoba sobre la leyenda de Paseos por Córdoba.


Fotografías del autor y Google
Bibliografía Paseos por Córdoba, Cordópolis y el blog citado.

4 comentarios :

Juan dijo...

Buenas noches.
Para empezar presentarme como un seguidor de su blog del cual hace años descubrí por casualidad, y en el que he podido aprender multitud de historias y curiosidades sobre esta ciudad. Cuando he visto esta última entrada sobre la calleja del Toril, lo primero que pensé era que seguramente se mencionaría el negocio que durante tantos años regentó mi fallecido tío Antonio Leal.
Efectivamente se hacía mención al mismo pero con un comentario cuanto más desafortunado por su parte, bajo mi punto de vista, pues esta persona ha podido quedar retratada poco menos como una especie de abusador de menores sin que haya, que yo sepa, ninguna denuncia o similar por esos hechos en ningún estamento oficial .
Se podría haber hecho mención sobre su negocio de muchas maneras, como la tienda de venta de artículo de bromas y tebeos que fue tan conocida, y por la que media Córdoba pasó alguna vez a comprar algo, pero en cambio la opción elegida ha sido la más negativa. Mi tío fue una persona bastante querida y conocida en la zona , él ya hace bastante tiempo que falleció y no puede defenderse de tales acusaciones, pero yo y en nombre de sus muchos sobrinos sí podemos pedirle que no mencione a nuestro tío de la forma en la que lo ha hecho.
No pretendo que publique esto en los comentarios, mi intención era únicamente comunicarne con usted y hacerle saber nuestro más profundo malestar.

Paco Muñoz dijo...

Juan en primer lugar muchas gracias por sus amables palabras de referencia al Blog. Como podrá ver sí se ha publicado su opinión, por considerarla razonable, respetable y educada. Dice que su señor tío ha podido quedar retratado como abusador de menores, es posible, simplemente porque usted se ha sentido ofendido por ello. Pero si yo hubiera querido decir concretamente eso hubiera empleado como puede considerar otras palabras y no hubiese empleado la palabra "un poco".

La Real Academia de la Lengua (R.A.E.) dice sobre la palabra sobón: 1ª Definición, coloquial; “Muy aficionado a sobar (ll manosear).” Usado también como sustantivo.” 2ª Definición, coloquial; “Que por su excesiva familiaridad, caricias y halagos se hace fastidioso. Usado también como sustantivo.” En ningún lugar habla de abusador de menores. Podría considerar usted que ese “poco” que señalo es referido a la segunda definición que se refiere a empalagoso por su excesiva familiaridad.

Y en cuanto a denuncias, claro que no había denuncias en esa época, nadie le hubiera hecho caso al comentario de una niña o niño, respecto a un adulto. Sólo tengo el testimonio de unas niñas entonces, que siempre que se hablaba de ese comercio sacaban lo de “empalagoso” de su señor tío, ninguna comentó en su recuerdo llegar al abuso que usted ha señalado, sólo al “fastidio”. No obstante como no puedo probarle el sentido de mi observación, reitero basada en el testimonio de unas niñas, y considero que usted está en su derecho de ofenderse y manifestarlo, procedo a rectificar la frase “poco sobón”, por la de “empalagoso por su excesiva familiaridad”, además de lamentar su incomodidad y pedirle disculpas por ello.

Reciba un cordial saludo.

Rafael Arjona dijo...

Yo entré muchas veces en aquel comercio, de hecho, vivía a espaldas de aquella casa, en la calle Almonas. Fue durante bastante tiempo sólo una papelería en la que los niños de la zona nos surtíamos de materiales escolares. La familia que regentaba la tienda y que vivía en la planta alta era un tanto rara. La madre, era seria de tirar para atrás y con un gesto siempre bastante desabrido. Cuando era ella la que atendía causaba cierto temor. Eran cuatro hermanos, dos hombres y dos mujeres. Uno de los hombres era alto y era un muy buen pelotero, jugaba, creo, en el Santiago, gran equipo de entonces. Este no estaba nunca en la tienda. El otro hijo, era bajito y dicharachero, como yo era un niño, nunca le noté que fuera "empalagoso", pero a mi hermana no le gustaba ir a la tienda, aunque nunca dijo por qué, al menos yo no lo supe, lo que ella necesitaba lo compraba yo. De las dos hijas, la mayor, una mujer bastante guapetona, se casó con el dueño de Muebles Redondo, que estaba en la calle Nueva, un señor muy mayor y las malas lenguas del barrio hablaban, más que de amor, de interés. La otra hija, voy a tratar de emplear los términos más precisos para no herir susceptibilidades, pero, desde los ojos y los oídos de un adolescente, estaba más bien salida, muchas veces estaba sola en la tienda y los chavales del barrio ya con trece o catorce años, con la temperatura propia de la edad, íbamos a la tienda a comprar cualquier pego sólo para insinuarnos, a veces, muy claramente y ella, bastante mayor que nosotros, no rechazaba la insinuación, al contrario, se contoneaba, al tiempo que soltaba unas carcajadas que nos ponían como motos. Mas de una vez, ante el estruendo de las carcajadas, bajaba la madre y entonces ella se ponía seria de inmediato y nosotros nos escabullíamos a toda velocidad. No recuerdo los nombres de ninguno, pero es que me refiero a hechos de hace unos sesenta años.

Paco Muñoz dijo...

Muchas gracias por tu aporte de memoria. La mayoria de las veces las cosas que recordamos tienen marcos distintos, yo recuerdo lugares que después cuando los he visitado son distintos del recuerdo, parece que almacenamos las cosas con cosecha personal. Un fuerte abrazo.