Ha cambiado bastante la Plaza de Santa Teresa, de aquella que un 22 de mayo de 1575, vio a Doña Teresa de Cepeda y Ahumada, cuando paró para oír misa en la Ermita entonces de San José y Espíritu Santo. Le comenté a Conchi la odisea de la todavía no santa, aunque seguro la breve estancia en Córdoba en el siglo XVI, le dio muchos puntos. El corregidor no le dio permiso para pasar el puente, y cuando se lo dio no cogían los carros por el arco de la Calahorra, y hubo que serrarles los ejes. Se le quitó hasta la fiebre que tenía Doña Teresa. Y cómo no llevaban ya horas dentro del carro, además del miedo a la Inquisición esta si Santa. Luego la iglesia y la gente como en la boda de la hija de Lola Flores (dije en otro sitio): ¡¡Si me queréis irse!! Pero ni con flit.
Decía la luego Santa: “Yo os digo, hijas, que aunque esto no os parecerá quizá nada, que fue para mí uno de los malos ratos que he pasado, porque el alboroto de la gente era como si entraran toros. Así no vi la hora que salir de allí de aquel lugar; aunque no le había para pasar la siesta cerca, tuvímosla debajo de un puente.” Vamos que no venía más a Córdoba, Pues cuando volvió a pasar camino de La Mancha al año siguiente, el 6 de junio de 1576, no se enteró nadie y al llegar a Alcolea sierra arriba. Y eso que Juan de la Cruz, también santo después, estuvo un tiempo viviendo aquí. En una palabra, que Santa Teresa no se olvidó nunca de su paso por Córdoba un mes de mayo de 1575.
En el primer párrafo mencioné la poca asistencia al acto. Conté unas cincuenta personas, de entre las cuales cinco hombres y el resto mujeres, y jóvenes muy pocas. Eso es lo que tenemos y como estábamos en la acera delante del ciclópeo Fray Albino, obispo sentado, y era paso obligado para la feria, los “feriantes”, nos miraban como después mirarían a las atracciones de feria, y pasaban entre nosotros sin interesarse por lo que significaba aquel grupo de personas, y más lo que ha significado de siempre en la lucha contra esa mácula en nuestra sociedad del asesinato de mujeres simplemente por ser mujeres. Es verdad que antes se suavizaba y tenía atenuante como crimen pasional en El Caso, pero no lo es menos que la sociedad patriarcal no vivía en el siglo XXI como vivimos nosotros.
Estábamos delante del monumento al creador del CATECISMO PATRIÓTICO ESPAÑOL: EL LIBRO DE LECTURA OBLIGATORIA EN LAS ESCUELAS FRANQUISTAS. González Menéndez-Reigada, Albino, con el Fray delante. Delante también de lo que fue el pequeño cementerio parroquial, luego viviendas. Circunscrito a los habitantes de esa pequeña barriada, en la que mirando los libros de la época había una gran mortalidad infantil, preocupación política en la II República por mejorar la vida de las personas. Y no está la fuente delante, en medio de la plaza, cruce de caminos; A Sevilla y a Granada decían los indicadores. Eso si en un pequeño lugar tres espacios religiosos, San José y Espíritu Santo, la Ermita de la “bajá del puente” desacralizada y San Julián que no existe, un poco más al este.
En ese lugar seguro implantó Wingaerde su caballete, ocho años antes, para dejar constancia de los que era la panorámica de la ciudad en ese siglo XVI, creo que 1567 era el año en que firmó su dibujo. Por lo tanto, lo que desde allí vio el pintor, lo vio Teresa de Cepeda ocho años después y luego otra vez más a la vuelta un año más tarde 1576. En el que pasó de puntillas como la Pantera Rosa salía de los sitios complicados, escarmentada no se enteró nadie de su retorno de Sevilla. Todas esas cosas me pasaban por la cabeza sin trasladarme a mi juventud, en la que trabajé en las espaldas del Santo Cristo, con Julio Galisteo, En Tenerife 73, con Rafael Rodríguez, y en Espíritu Santo 20, con Joaquin Rodriguez, en este caso de socios. Por lo tanto soy conocedor del barrio muchos años. Incluso recordando la parte de la coplilla: “Si quieres buscar novia de tipo fino, vete a la barriada de Fray Albino…”
Fin de las lecturas de manifiestos y poesías. El pensar que los asesinatos se van a acabar como preconiza el cartel; “Ni una agresión, ni una muerte más”, pero la cruda realidad es la que es. Nuevo año, las y los menos, asistentes, un año mayores. Siempre con ausencias que no son provisionales sino perpetuas, por razones fisiológicas. Y vuelta a empezar con esperanza de que las cosas sean mejores y las estadísticas negras lo sean menos. Pero bueno nos hemos acordado de que hace 450 años, Teresa de Cepeda y Ahumada, una mujer valiente, que luego fue Santa, las paso canutas en la Iglesia, vio este lugar y la verdad es que muchas cosas han cambiado. Pero ojo el día nueve hay que votar a opciones políticas que no deroguen los logros de tantos años, y quien más sabe de esto fue ministra perseguida y muy vilipendiada de Igualdad.
San José y Espíritu Santo en la Plaza
Transverberación de Santa Teresa
La Capilla de Santa Teresa o del Cardenal
Bibliografía señalada de Notas Cordobesas