Dolores Carreras Jurado, 1919
En mi casa el Viernes de Dolores era el día de mi madre y mi hermana. Nunca sabíamos cuando era porque es una fiesta religiosa movible en el calendario pareja con la Cuaresma. Había que mirarlo en el almanaque. El Domingo de Resurrección es el siguiente domingo a la primera luna llena de primavera, la primera luna llena este año el día 25 de marzo, luego el siguiente domingo es el 31, por lo tanto dos viernes atrás, es el Viernes de Dolores. Siempre he dicho que a mí, mi madre, Dolores Carreras, la menor de las hijas de Rafael y Antonia, me parecía más joven que las madres de otros amigos.
La abuela Antonia, Cándido su nieto y Loles
Sin ser una mujer excesivamente guapa, resultaba. Era alta, morena y delgada (pesaba 56 kilos cuando se casó), con buen tipo y bastante elegante, todo ello daba un conjunto agradable, y lo más importante es que era mi madre. Mi madre era peluquera de señoras y trabajaba de soltera en una peluquería de la calle Jesús y María. Este hecho concreto le hacía tener que arreglarse, y era el diferencial con las otras mujeres de su edad, que no lo hacían y por eso parecían mayores. Las uñas de mi madre llamaban la atención, cuando estuvo ingresada en el hospital las enfermeras iban a verle las manos.
De soltera 1939
Mis padres se casaron el 20 de mayo de 1945 (26 años mi madre y 28 mi padre), ella dejó el trabajo de la peluquería y se dedicó a peinar por las casas, a diario, a mujeres pudientes del barrio. Todavía me queda el fuerte olor como a amoniaco (tioclicolato de amonio), de los saquitos con los que les hacía la permanente, fijados con bigudíes. Casi todas estas señoras eran muy religiosas y alguna se pasaban al siguiente estado, la beatería, alguna hasta llegó al extremo de donarle a la iglesia sus propiedades. Como yo iba con mi madre me enteraba de todas las conversaciones con las señoras. Llegar la peluquera era un poco como recibir en tu casa las noticias del exterior y evadirse de los problemas personales contándolos.
Su boda mayo de1945
A mí me sentaban en una silla y me daban alguna revista para distraerme, Blanco y Negro era la más conocida, algunas veces curioseaba la casa, distinta de la nuestra, en tamaño y contenido, además de pisar el rabo de algún gato curioso, parando la investigación cuando la señora decía: -¡Lola el niño!. La casa que más me llamaba la atención era la que llamábamos de la Condesa, en Céspedes, escaleras de mármol, distintas a las nuestras de ladrillo con filo de madera. Doña Maria Borsa, esta señora justificaba la excepción de la regla “casi todas eran muy religiosas”. Fue artista circense y tanto la familia de los Cañete de las Torres como la iglesia y otros estrechos de la sociedad, los tenía en contra.
Lola recién casada
Don Antonio Velasco López-Zapata fue el
cuarto Conde de Cañete de las Torres hasta su fallecimiento en 1954, que recuerdo perfectamente.
D. Antonio, que era un verdadero dandi, había estado casado con
Doña María de los Ángeles López de Alvear, la hija del magnate
D. Pedro López, y emparentada por parte de madre con la familia
Alvear. Al
Sr. López, banquero, con un monte con su nombre, le fallaron sus deseos de emparentarse con la
“nobleza” pues el matrimonio fracasó.
De madrina en la boda de una amiga
Creo que
D. Antonio se casó al final con
Doña María Borsa, la artista. Pero esto va de mi madre no de ecos de sociedad. Antes de nacer yo en 1947, mi madre tuvo una niña que nació muerta a principios del 46, después nació mi hermana cinco años después, en el 1952, fecha que coincide con la primera vez que me enseño mi padre por donde salía el sol y
yo vi mi primer amanecer. Espectacular. Nos habían echado fuera de la vivienda y mi padre me subió a la cocina en la última planta. Hay más clientas de mi madre que rompían la regla de las religiosas, una serie de mujeres que la sociedad hipócrita llamaba
“mantenidas”, y que eran las
“queridas” siempre de hombres con un notable poder económico, los pobres para ver a sus amantes se disfrazaban de fantasmas. La institución subsistía a sabiendas de sus mujeres legítimas y familia. Vivian varias en el barrio. Ya he mencionado la más importante, la
"condesa", aunque ya he dicho que creo que se casó el
Conde con ella y reconoció sus hijos.
En casa de mi tía Antonia 1948
Luego estaba la "querida" pero mal "mantenida" de Rafael Castejón y Martínez de Arizala, esta señora me caía muy bien porque era muy cariñosa. Le contaba a mi madre todas las penas que tenía que soportar por ser "mantenida" y más cosas, aunque algunas no las entendía del todo, las entendía después. Al final no le dejó nada el mal “mantenedor”, a su fallecimiento en 1986, con 93 años. Partiendo de los setenta que conozco, y aunque afortunadamente no soy de los peores, hasta los 93, esta señora mucho más joven que él como era lógico, seguro sólo le limpió la baba y posiblemente el culo, a ese anciano Sr., pero así era esa sociedad pacata e hipócrita.
En Cádiz 1948
La familia
Aparicio dueños de la finca
La Palomera, era la propietaria de la casa número 34 de
Cardenal Herrero, que junto con la nuestra el 32, formaban un alto bloque respecto a las casas circundantes más bajas. Una pared de más de tres metros las separaba de ellas, por lo que los gatos de mi madre, angora de medio pelo, sólo podían andar por nuestra azotea y por la de los
Aparicio, nunca bajar a las otras casas, aunque sus necesidades las hacían, para molestar, en la azotea de la casa de al lado.
A mi madre en el barrio la llamaban Loles. Una criada de la casa de los Aparicio, se quejaba a su señora y le decía: -Señora estoy harta de que los gatos de Sofia Loren se caguen en la azotea, dígale algo a la vecina. –¿Quién es Sofia Loren? le preguntó. -Pues la señora de la casa de al lado esa morena alta. Claro eso arrancó unas risas. La señora criada había interpretado que Loles era Loren y ella de su parte le puso de nombre Sofia.
El gato de Sofia Loren, no es este pero es muy parecido
Del nombre de
Lola o
Dolores: “Hace referencia al sufrimiento de la Virgen María por la muerte de su hijo, así que se presta a ser cambiado por hipocorísticos debido a razones eufemísticas. Al suprimir su sílaba inicial y sustituir la erre por una ele, algo que ayuda a la pronunciación por la repetición de letras, se llegó a la forma Loles. Desde esta variación, también muy usada en español, surgió Lola poniendo una a al final para caracterizar el femenino. Hoy parece que Lola se ha independizado de Dolores siendo nombre propio.”
En Madrid 1945 con Luis Bueno
Bueno estas cosas tienen que, a estas alturas te acuerdes de un olor de hace lo menos setenta años, el de las permanentes que hasta echaban humo. O el de los tintes. El olor de las casas que siempre eran especiales, en muchas era olor a los muebles antiguos o a cerrado, otras sin embargo eran agradables y si el servicio era a la hora de comer, era un olor sugestivo.
Aquí faltan 7 bisnietos posteriores
Después de la última sinusitis yo huelo cada vez menos, por lo que los olores no los puedo comparar sólo recordarlos. Luego felicitaré a mi hermana la primera y a unas cuantas Lolas que conozco y aprecio. A mi madre en el recuerdo, que está en la gloria de mi memoria. Y otro Viernes de Dolores más, que cada vez parece se aproximan más entre ellos. Felicidades a todas las Lolas.
Fotografías de la familia
Bibliografía del recuerdo