Cardenal Herrero a principios del siglo XX
Siempre son interesantes las fotografías antiguas, y lo son más si lo son del barrio donde naciste. Son como digo siempre esa máquina del tiempo que ha congelado para siempre un momento de la vida de uno pasado. Que lo hemos conocido algunos después de la fotografía pero mucho antes que el actual, porque si así no fuese no se sentiría eso que se llama nostalgia y que según la RAE es: “Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.”
Las cinco fotografías son dos primarias y cuatro ampliaciones de detalle. Creo que por el formato son del archivo de Lolo Córdoba, aunque como es lógico al estar datadas, aproximadamente a principios del siglo XX, no pueden ser de su propiedad, pero si se debe premiar la búsqueda de las mismas y el detalle de publicarlas para los demás. La de la calle Cardenal Herrero nos presenta la perspectiva de la Puerta del Perdón en el centro y el Arca del Agua, de distribución de la que venía de la Alcubilla de la Puerta de Almodóvar, con una parada previa en el Hospital de Agudos.
Columnas, farol, niño y el borrico guía.
Unos niños ataviados al uso de la época mirando al fotógrafo, unos transeúntes por la acera, en el que uno señala con su bastón, al del exterior la torre, pareciendo que le explica algo. Ambos van tocados de bombín, mientras que el de detrás que aparenta ir solo lleva un jipi por sombrero. Las fachadas de esa acera no tienen nada que ver con las fachadas actuales, ni las ventanas. Las columnas que marcaban el territorio sagrado de asilo, delante de la Puerta del Perdón están intactas las cuatro aún y debemos entender que son las que cita Cumplido y se instalaron poco después de la conquista, en el siglo XIV.
Lo habitual para el transporte de materiales de construcción, una recua de borricos en la que esta llevan arena en los serones, con el guía algo separado de los demás, y el arriero con su vara cruzada a la espalda, metida en la correa o guita que hiciera las veces, dándole ordenes al primero, que además tiene memorizado el recorrido. Llamativo el deplorable estado de la fachada norte de la Mezquita. Un Arca de Agua con chorreones en su fachada que denotan el rebosamiento de distribuidor superior, sin higuera todavía, con el detalle que tenía puerta con un candado. Nosotros la hemos conocido siempre sin ella.
También a la altura de la calle Céspedes, cardo romano que se prolongaba hasta casi el río, por debajo del actual Altar Mayor -dotado de suelo radiante cuya caldera se ubica fuera del recinto catedralicio-, calle romana que hacía frontera con la ampliación de Almanzor, allí vemos un farol en la pared, de los que iluminaban el entorno del monumento. Unos cables cruzan la calle hasta el soporte fijado en la pared norte del Arca. Precioso balcón de madera del que luego fue Colegio de San Eulogio. Y el pavimento de canto rodado. Cinco adultos y tres niños -pues uno está en la sombra de la fachada- y cinco nobles jumentos.
La otra de la calle Magistral González Francés, el erudito religioso, con un primer plano de la puerta de la Grada Redonda, sin andén actual, con acera, así como restos de enlucido en la fachada este y de reparaciones del muro rellenado los grandes tramos deteriorados con ladrillos. Diez siluetas humanas se ven en esta fotografía, tres niños y siete adultos. Una mujer por la acera con un bolso, no podemos decir bolsa de plástico, y un niño con lo que parece una talega, además del adulto que va delante. Y un cartel de lo que fue Curtidos Varo, aunque no se puede precisar. En fin todo lleno de nostalgia.
Fotografías del archivo de Lolo Córdoba
Bibliografia de la memoria personal