Campamento Radio Córdoba EAJ24
Hoy vamos de curiosidades. A lo largo de mi vida decir que yo he sido retenido policialmente ocho veces, sin llegar a detención formal, esposado y trasladado a dependencias policiales, por lo que podemos definirlo como retención o amago de detención. En otros tiempos no tan lejanos te podían detener por cualquier causa, hasta por la denuncia de un miserable y borrachín falangista de a pie en una taberna de la calle Almonas, o de un miembro de la Guardia de Franco aquella organización de municipales y cocheros, eso sí armados. Cito varios amagos, fueron: Dos por la Policía Armada; una por la Brigada Político Social; dos por la Guardia Civil; dos de la Guardia Municipal y otra en una redada policial. Cinco de niño y tres de adulto.
Puerta de Santa Catalina de Lestrange
Sospechoso de robar una Vespa en Plaza de Santa Catalina.
Llegamos en una Vespa a la Plaza de Santa Catalina, Carlos la aparcó allí al lado de la fuente, entonces seca. Él fue a la casa del mayorista en Martínez Rücker, frente a la casa donde vivía mi tía Encarna, y yo me quedé en la moto, a esperar su vuelta, unas veces me subía en ella y otras me sentaba en los marmolillos de la acera que suplían los actuales andenes. Sin esperarlo se acercó un Policía Armada y me cogió fuertemente del brazo. Yo no ofrecí resistencia, primero porque no podía y segundo era un policía. Me dijo que era sospechoso de querer robar la moto. -Llevas un rato alrededor de esta motocicleta, así que explícame que haces aquí. -Pues mire usted-le dije-, he venido con mi jefe Carlos Onieva, del taller de platería donde trabajo, él ha entrado en la casa del mayorista, y yo me he quedado vigilando la moto. Puede usted entrar en aquella casa y preguntar por el dueño de la motocicleta. Este señor uniformado no me creyó nada. Un guía turístico clandestino -supuesto confidente según mi padre-, intercedió viendo lo que estaba sucediendo, fue como mi aval, se acercó y le dijo al guardia que yo era del barrio, que vivía en la casa de la barbería de Cardenal Herrero y trabajaba en Medina y Corella de platero. El “inspector Maigret” se dio por enterado y me soltó el brazo. Yo tenía entonces doce años. Al poco rato salió Carlos arrancó la moto y nos fuimos de allí, después de que le explicara el episodio.
Detención de un niño de ocho años
El niño de doce años que fue confundido con un guía de turistas y por lo moreno con hermano del “Negri”.
Con la misma edad doce años. Estaba en la puerta de mi casa y fui acusado de ser guía turístico clandestino. Un policía me agarró del brazo lo mismo que el anterior y me dijo: -¡Tú vas a decir que no eres, pero nosotros sabemos que eres tú! -¿Qué soy yo qué? señor.-le contesté- -Que eres hermano del Negri y acompañas turistas. –añadió- -¿Qué yo acompaño turistas? yo vivo aquí, y este señor es mi tío. Se dirigió a mi tío a preguntarle y él respondió con una tontería de las suyas. Por un enfado con mi padre, dijo que yo había dejado de ser su sobrino en una fecha determinada. Creo que no tenía conciencia de que un Policía Armada estaba tratando de detener a un niño, hijo de su hermana, y aunque dijera las tonterías que dijera no había negado que fuese su sobrino, le dijo al policía que había dejado de serlo, como si eso pudiera hacerse a voluntad. Otro “guía” clandestino (a algunos los toleraban y nunca los detenían eso lo decía mi padre tachándolos de confidentes policiales, el Majara, el Cojito, el Negri, el Intrepi, entraban y salían de la cárcel por la Ley de Vagos y Maleantes o Peligrosidad social, pero Castejón no entró nunca) le dijo al guardia que yo decía la verdad y vivía en el nº 32 de Cardenal Herrero en la barbería y el barbero era efectivamente mi tío. Remató el alegato de la defensa, la “Loles”, mi madre, cuando bajó de mi casa a mis gritos de: -¡¡Mamá baja!! por poco se come a los guardias detiene niños. -¡¡Suélte usted el brazo a mi hijo ahora mismo!!. Le dijo al guardia que no se esperaba el ataque, cogiéndome y tirando a la vez del mío libre. El tirón que me dio para pasarme a su terreno fue mucho más violento que el que me estaba ocasionando el guardia. Le tuvieron que decir a mi madre varias veces que bajara el tono y no lo bajó. Al final me metió en la casa, terminó con la detención, retención o intento y se acabó el episodio a pesar de haber corrido el riesgo de que la detuvieran a ella también. Pero no creo se hubiera atrevido el Guardia.
Pareja de la Guardia Civil a caballo
Pareja de Guardia Civil a caballo una noche en la Palomera
Tenía diez años u once, habíamos ido con el taller de perol a la Palomera. Se estaba haciendo de noche, el perol estaba instalado arriba en la meseta. Le decían los almendros, pero yo he visto pocos almendros por allí. –Nene baja a la fuente a por agua con el botijo. –me dijeron-. Me había tocado a mí, la noche era cerrada, baje llene el botijo y volví a subir, pero cuál fue mi sorpresa que al llegar al lugar del perol no había nadie del mismo ni los útiles, nada. Comprendí que me habían dejado solo para asustarme y decidí entonces bajar nuevamente a la fuente donde estaba la motocicleta de un hermano del jefe una MV 500. Pensé, tienen que venir a por la moto, más tarde o más temprano seguro. Pues esperaré. De pronto dos enormes sombras a caballo bajo unos capotes y debajo de unos tricornios de charol, bajaron por el camino de la fuente. –¡Alto a la Guardia Civil! Qué haces aquí chaval a estas horas. Me dijeron sin bajarse de los caballos. Eso impresionaba. –Pues mire usted, estamos de perol arriba, he bajado a por agua y cuando he subido se conoce que se han quitado de enmedio, no había nadie. Es seguro que es para asustarme y darme una broma, pero como aquí está la moto de uno de los jefes pues aquí estoy esperando que decidan bajar a por ella.–contesté- -Nosotros hemos pasado por ahí arriba y no hemos visto a nadie.-dijeron- –Se habrán escondido- contesté. –Esto es muy raro… -apuntó el guardia, el único que hablaba-. En ese momento se oyeron voces desde arriba en la meseta -¡¡Nene cuando vas a subir el agua!! –Lo ve usted, es una broma. Menos mal pues yo me veía ya en el cuartel de la Guardia Civil, y escuchando la pregunta, qué quieres "gallo" o "gallina" como nos contaba Antonio habitante del cuartel. –Venga pues recoger bien y cuidado con el fuego. Te puedes ir. –Adiós buenas noches. Respiré, el fantasma de no poder justificar mi presencia allí desapareció.
Bajando a los Arenales, Germán Ramírez y yo.
Ciclistas de Educación y Descanso
Diez años, 1957, todavía faltaban dos años para ganar el Tour de Francia Federico Martín Bahamontes el “Aguila de Toledo”. Íbamos ya de noche, dos ciclistas perfectamente pertrechados por la calle Barroso a la altura de la calle de la Pierna cuando nos dieron el alto con los brazos extendidos en cruz una pareja de guardias municipales. Yo me paré pues no tenía otra alternativa y esperé el procedimiento. El otro compañero más vivo quizás, le dio la vuelta a la bicicleta y huyó. El municipal que parecía llevar la voz cantante, me dijo: -¿Usted que es de Educación y Descanso? Yo contesté: -Sí señor. -sin pensarlo y sin serlo. –¿Qué vienen de los entrenamientos? –añadió el hombre para demostrar que estaba enterado de la mecánica del sistema. -Sí señor. –Bueno pues tengan cuidado y continúe con precaución pues no llevan luz, claro la bicicleta es de competición. Luego dirigiéndose a su compañero le dijo: -Al que había que haber cogido es al otro, que seguro no era de Educación y Descanso por eso ha huido y no se ha parado. Me salve de la denuncia por haber sido según el municipal que era buena persona, de Educación y Descanso y la mentirijilla de mi filiación.
Bicicleta, puente de los Arenales
Requisa de bicicleta por la Guardia Municipal
Otro día, también de 1957, los mismos diez años. Me paró el Guardia Municipal que regulaba la circulación en la esquina de Medina Azahara con la Republica Argentina. Me pidió la chapa de la bicicleta, con el consiguiente plomillo, la matricula etc. vamos toda la cuestión administrativa y menos mal que no me pidió la cartera para aplicarme lo del chiste de aquello de juntando para una pistola. Claro yo no llevaba nada de eso porque normalmente las bicicletas de carreras llevamos lo justo a pesar de estar reglamentado. Pero lo que le interesaba más era el DNI que tampoco llevaba, eso sí era un fallo. A este señor no le cuadró el que le dijera aquello de que estaba entrenando y de pasada lo de Educación y Descanso. Me requisó la bicicleta y la dejó junto al puesto de prensa de la esquina. Y claro me obligó a ir a mi casa de la Judería con las zapatillas de ciclista con escalas de aluminio a por la documentación, con lo dificultoso que es andar por el adoquinado con el resalte de las zapatillas. Así que tuve que ir a casa a riesgo de caerme, vestido de ciclista, que no era normal un ciclista sin bicicleta, en ocasiones descalzo, cambiarme de ropa, ponerme la de calle y un calzado adecuado para volver a la esquina de República Argentina con Medina Azahara. Cuando llegué y le presenté el DNI no me denunció, me dijo: -La próxima vez vas documentado, lleva siempre el DNI. Ya te puedes ir. Te llevas la bicicleta pero te vas desmontado pues no tienes luz.
Estación de Córdoba
Brigada político social en la estación de ferrocarril
Un día cualquiera de copas, estábamos Bernardo, un compañero de trabajo y yo, en la Judería, se nos arrimó un conocido de mi compañero. Al final cerró el bar, y decidimos ir en mi coche, en lugar de coger los tres coches, al bar de la Estación del Ferrocarril que era lo que único que quedaba abierto. Aparcamos en la glorieta y entramos en el andén buscando el bar. Se nos acercó un señor con tapaba con un raido abrigo, bufanda y sombrero, secundado de dos agentes uniformados. Era el característico policía de la Brigada Político Social. Nos pidió la documentación. Yo se la facilité. No hubo problemas. Me dijo espere ahí, señalándome el sitio de espera. Bernardo y el otro, que no recuerdo su nombre, no llevaban la documentación encima, se la habían dejado en sus respectivos coches en la Judería. Se generó de momento un problema. Al ver la situación y observar que parece que yo no tenía problemas con el policía le dije al mismo que me ofrecía a ir a por la documentación de los dos y traerla aquí. Nos preguntó: -¿Qué venían a hacer en la estación? -Tomar un café. -le dijimos-. -No hace falta, se lo toman y se van, y la próxima vez no olviden la documentación. -De acuerdo, muchas gracias. -le dije- Pero no nos lo tomamos volvimos a mi coche y de nuevo en la Judería. A mí me salvó ir documentado y llevar el carnet de personal civil del Ministerio de Defensa, al lado del DNI. Cualquier tontería en esos tiempos era un aval. Y no tenerlo era sinónimo de problemas. Pero si hubiera ido a por la documentación hubieran comprobado que el amigo de mi compañero de trabajo era un delincuente fichado (yo desconocía el currículo de este prenda) y seguro hubiéramos tenido problemas. Me lo comentó Bernardo después a toro pasado. Dijo que era un especialista en robos de radios de los coches.
Una despedida de soltero, la mía, octubre de 1973, habíamos quedado en Casa el Panza, o lo que es lo mismo que el Bar Montes, en la subida del viaducto del Brillante. Manuel Gavilán, su primo Paco, el hijo del lotero. Joaquin Ruiz, Rafalin Moyano “Martorell”, Antonio Blanco y Bernardo. Después de bebernos todo lo que procedía y comido lo que nos habían servido, haber escuchado el repertorio flamenco de los cantaores a porfía, Rafalin Moyano y Paco, se le ocurrió a uno decir -Vamos al Bar Piloto. El bar estaba en la cuesta de la carretera del aeropuerto por encima de la casilla de peones camineros, era una especie de “night club” cutre. Cuatro vejestorios y cuatro señoras aburridas, eran el público presente, luces rojas intermitentes, un bolero de gasolinera en la gramola, que interpretaba solo en la pista un “usuario”. No habíamos pedido todavía cuando a modo de redada de película, se abrió la puerta y violentamente entró una patrulla de policías con metralletas, y con fuerte vocerío se nos ordenó ponernos los asistentes de cara a la pared, y el que no tuviera pared mostrador. Nos identificaron alumbrándonos con las linternas, cachearon y una vez terminado el episodio sin proceder a ninguna detención, posiblemente por la poca enjundia policial de los personajes que componíamos el cuadro, y la poca categoría de los cantaores a lo peor, el que aparentaba ser el jefe dijo en voz alta: -Continúen. Y como entraron se marcharon. No habían encontrado lo que buscaban. Uno de los clientes posiblemente el más “listo”, dijo que buscaban al Lute. Ese año 1973 estuvo por toda España, pero lo detuvieron en junio y estábamos en octubre, luego el Lute seguro que no, salvo que se hubiera escapado nuevamente y no lo supiéramos nosotros aún. Eso sí, el susto nos lo llevamos bien, sobre todo yo con una boda pendiente en un par de días. Los cantaores con el repertorio agotado así que se acabó la despedida y cada mochuelo a su olivo.
Entrada emisora Radio Córdoba
Una noche de reflexión electoral en el Campamento de Radio Córdoba
En el Campamento Radio Córdoba de la sierra, carretera de las Ermitas el día de reflexión de unas elecciones cualquiera, habíamos subido Miguel Serrano, Manolo Palacios (que meses después falleció de copiloto en un rally) y yo, a reparar el repetidor de VHF de los radioaficionados que teníamos instalado en el chalet donde estaba el transmisor de la emisora y las antenas, de Radio Córdoba, EAJ24, en un cuartillo exterior en el porche. En un momento dado llegó un coche de la Guardia Civil. Habíamos dejado la puerta abierta de la carretera. Salimos del cuarto: -¿Qué hacen ustedes aquí? La documentación.–nos dijeron- Se la dimos a la vez que intentamos explicarles el porqué de nuestra presencia allí. -Somos miembros de una asociación de radioaficionados, el Radio Club Córdoba, y estamos reparando el repetidor de la banda de VHF. Los motivos parecían no importarle. Mientras el otro número nos apuntaba con una metralleta. En las primeras elecciones era normal habitual situar patrullas de policía y ejército para custodiar durante el proceso de votaciones las emisoras y lugares estratégicos, como puentes y centrales eléctricas, ahora la patrulla era volante a cada una le corresponderían varios puntos. Nos identificamos además de decirles, -Para más tranquilidad llamen a este teléfono que es el del propietario, Federico Algarra, que es quien nos ha dado la autorización para estar aquí. Llamaron a su cuartel y facilitaron el número. Al cabo del rato oímos decir por la emisora en el silencio de la noche: -Que dice este señor, Federico Algarra, que no conoce a esta gente. El director y propietario de la emisora, como era un guasón dijo que no nos conocía. Aquello cambiaba la cosa, observamos como los agentes acrecentaron las medidas de su actuación, se retiraron a una cierta distancia sin dejar de apuntarnos el segundo número. Luego después, inmediatamente, volvió a sonar la emisora y dijeron que Federico llamó diciendo que sí, que nos conocía, que se había equivocado. Esa aclaración cambió todo. Nos dijeron: -Todo resuelto, buenas noches. Y se fueron. Al día siguiente hablamos con Federico y le contamos el episodio y se partía de risa, lo que pasa es que consideró que podría meternos en un lío y por eso llamó nuevamente. Con esta patrulla no sirvió el carnet del Ministerio de Defensa a pesar de habérselo enseñado. Fuimos durante un tiempo sospechosos de terroristas.
Fotografías de Internet, ninguna tiene que ver con las historias.
Bibliografía de la memoria.
Bibliografía de la memoria.
2 comentarios :
He leído tu entrada por momentos riendo y por momentos indignado. Quien n vivió aquello no sabe lo fue y hoy muchos no quieren ni saberlo. Y, además, quieren resucitarlo. Yo hice la mili en el cuartel de Artillería, de pernocta, y todos los días que no tenía guardia, me iba a mi casa a mediodía. Uno de aquellos días, en los jardines de Victoria -yo vivía en la calle Almonas- me paró una pareja de la policía militar porque de las dos presillas que el uniforme tenía en el cuello llevaba una sin abrochar, por descuido de mi parte. Me tomaron los datos y aquella misma tarde se presentó otra pareja de la policía militar y me llevaron detenido al cuarte. Me cayó un mes de calabozo, que compartí con testigos de Jehová, que se negaban a hacer la mili. Todos los días, nos sacaban al patio una hora apuntados con metralletas. Mucho tiempo después, en 1974, tenía yo un grupo de teatro. Iba a actuar en Córdoba el Jotglar, pero lo prohibieron y, al parecer, actuaron en el chalet de Carlos Castilla. Como quiera que fuese, el caso es que se presentaron en mi casa y me detuvieron y conmigo a todos los componentes del grupo. Me llevaron a la comisaría, donde me interrogó el hijo de puta aquel de Anaya, el de los carteles de la feria y cuando se enteró que yo era hijo de mi padre, Narciso Arjona, que había hecho la guerra en la legión, me dijo, "nada, hombre, nada, sigue haciendo teatro, que eso está muy bien, puedes irte-" Pero había otros componentes del grupo cuyos padres habían estado incluso en prisión, por estar con la República y a a estos, el canalla aquel les metió el miedo en el cuerpo de tal modo que el grupo se fue al garete. En 1965 o 66, yo tenía una novia que vivía en el barrio del Naranjo. Cierto día estábamos en las Tendillas, esperando el autobús en el que ella se iba a su casa. Había un grupo de personas y a mí se me ocurrió darle a ella un castísimo beso en la frente. La que se armó. Había un policía y quería detenerme por escándalo público. Al final no lo hizo, porque también conocía a mi padre. Pero no veas la bronca que me metió. Etc. Etc. Un abrazo.
Rafael era verdaderamente horroroso, pero ahora le va a la zaga. Normalmente son miserables con algo de poder que lo ejercen a su manera. Anecdotas podemos contar muchas de esta gente. Pero los chavales de Alsasua no me quita nadie es un montaje y fue una pelea de borrachos con un provocador con novia. Luego está Hassel que lleva 900 dias por decir que los borbones son ladrones, y el ladrón jefe riendose de todos con sus miles de millones de euros. Un simple guarda forestal esos de la flor en el pecho correa y fusil, tenía autoridad para ejercerla a su albedrio. Por ejemplo no se puede entrar en la Mezquita con los hombros destapados las mujeres, y hay que taparlos según las normas de decoro que no están escritas y las establece el vigilante, y sé que hay veces que las estira, pero están el de por arriba que le puede joder el trabajo. Y así todo. Cuando los nazis tengan más poder y tienene demasiado ya, policias muchos, militares casi igual o más, y judicatura casi todos, nos vamos a enterar. Una pelicula de Costa Gravas, creo que Z, finaliza con una bota y fondo de música clásica y se acabaron las libertades en Grecia. Verdaderamente horroroso.
Publicar un comentario