Palacio del Bailío
Esta mañana convidaba al paseo, la bajada de las temperaturas aunque sean dos o tres grados se agradecen. Calle Sagunto, antiguo cuartel de Lepanto, 20 meses de cautividad desde el mayo del 68 a diciembre del 69. Mayo francés, caída del general De Gaulle, cambio esperanzador en el mundo, y al siguiente subida a la Luna de los americanos. Ya habían orbitado los: Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova, Adrián Nikolayev, Alekséi Leónov y otros. Antes los bip del Sputnik I, y no sé si los ladridos de Laika. Monolito delante del que había que estar sin moverse media hora, que se hacía eterna. Fui arrestado por un desagradable y chulo teniente, por moverme.
Patio de casa de calle Montero
Fotografía de una casa de la calle Montero, del patio, que lleva en ruinas muchos años. La antigua capilla de la Virgen de las Montañas de febril actividad carpintera, antes el portal de las patatas de mi tía Mercedes, de las mejores hermanas de mi padre (siendo todas buenas), por lo menos a mí me lo parecía. San Agustín, la casa de Pepi y Práxedes Murillo solar aún. La editorial y librería de Ricardo en Las Beatillas. Los trató muy mal la crisis cuando despegaban fuerte en el mundo del diseño innovador y editorial. Nunca lo he entendido, por qué siempre los mejores.
Casa de Pepi y Práxedes Murillo
Rejas de D. Gome, supermercado de la hija de la prima de mi madre, o de su marido, o de los dos más bien. La calle Zarco con el cine de verano al fondo. Muñoz Capilla recuerdo de mi primo Emilio, que se marchó muy joven. Juan Rufo siempre presente la novia de mi primo Paco, una morena muy guapa que era muy cariñosa con mi hermana y conmigo. Tenían una bodeguilla frente a la casa de ella. No he podido precisar si era la que actualmente se llama la Casa del Reloj y es un patio de los del concurso. Aquel noviazgo no cuajó, pero a pesar de eso y haber pasado el tiempo siempre me encontraba con un beso cuando coincidía con ella.
Calleja escalonada de San Agustin
Fuenseca y cine cerrado también. De arreglos en el centro de la plazoleta, ya sin jeringos, negocio que fue de la mujer de Rafael “romances” del Campo de la Verdad. Puerta del Rincón o Alfaros según para dónde mires. Tienda de ropa de trabajo. Escaleras que por la longitud de los escalones siempre decía mi padre que al subirlas parecíamos cojos. No corría el agua de la fuente. Foto a la Casa del Bailío, a la puerta de la carpintería, y a la fachada de la casa de mi bisabuela Antonia. Decía Rafael, el primo de mi madre, que cuando se proclamó la II República él estaba en el regazo de su abuela Antonia, mi bisabuela, y se bajó a la calle Alfonso XIII a ver la alegría de la gente por el nuevo y esperanzador régimen y haber echado otra vez a los Borbones.
El rótulo
Ya no llega Carbonell y Morand hasta el Bailío, ahora es Arquitecto José Rebollo ese tramo. La fuente seca de botón, y aparcamiento reservado para el hotel del Bailío. Arco del hotel, cartel del restaurante Aberquina, en Ramírez de las Casa Deza. Casa de los hermanos Vergara en Cardenal Toledo, me acordé de Rogelio Luque, pues vivía en esa calle y cuando le arreglé la recepción de la TV recomendado por su buen amigo y mío, Leandro Jimena. Rogelio de tal palo tal astilla. Otro obispo, Fitero. Ventanas del taller de Juan Vergara, dónde trabajé un tiempo, un semisótano. Juan, era justo, siempre subía el precio de las hechuras. Frente la Bodega, en la puerta el puestecillo de una señora que llamaban “Sierrita”.
La Casa de los Relojes
El Kursal y casa de Doña Lola, frente el portalón que podía haber sido una calle pues tenía acerado interior. El punto más alto de la Medina, dos metros más abajo, el rincón siempre aderezado de orines de borrachos o de próstatas exigentes. Un trozo de la calle de un Conde, el de Torres Cabrera y San Zoilo, con las curiosidades de su pozo, bueno habrá que respetar las tradiciones, pero estamos en el siglo XXI. San Miguel y Barqueros, el Pisto antes. La barbería, la librería, el hotel… los ibéricos de Covap se han mudado. Mármol de Bañuelos y la Plata, o Victoriano Rivera, ya no está el bar donde llevé cuando niño la talega con la pastas del tabaco de contrabando (como es lógico pasados 64 años ha prescrito el delito).
El Palacio del Bailío
Tendillas, calle Málaga, la antigua tienda de Fernández el socio que fue de Campanero que ya no está, y el disgusto que se llevó cuando me negué a volver a trabajarle al dueño del cortijo El Álamo. Me dijo el susodicho que me enviaba el chofer con el coche y que me enterraba en pesetas, y yo le contesté que sí pero que no tenía las suficientes para que yo fuese al cortijo a arreglarle el televisor y sin embargo al guarda del cortijo iba gratis. Se subía por las paredes. No fui, algo de orgullo debemos tener los trabajadores. Lamenté darle el disgusto a Fernández, pues no era mala persona, por lo menos yo lo estimaba así. Aparcamiento de la calle Sevilla. Farmacia con sabor a botica del XIX. Plaza del Dr. Emilio Luque y la de San Juan.
La puerta de la carpinteria
Calle Leopoldo de Austria, primer objetivo de hoy para documentar la reparación de la lápida en el pasillo del coro al altar mayor de la Catedral (antes Mezquita). De pequeño cuando pasaba por esa calle con mi padre, me señalaba un Juzgado de Menores que allí había que, junto con el correccional de la Carretera de Almodóvar cerraba mi percepción de la justicia para los jóvenes, y si a eso le sumábamos alguna que otra película, o lectura de Dickens sobre los internados ingleses, se tornaba en terror. Plaza de los Pinedas, frente la lechería y el carpintero. Había antes muchas lecherías, el negocio del bautizo de la leche daba. Plaza del Indiano, para mí de las Gaseosas.
La fachada de la casa de mi bisabuela Antonia
Asilo de las Hermanitas de los Pobres, sólo entré allí a ver a la fresca de mi tía política Maruja, fue donde me dijo que no renovaba la tumba de mi tío Fernando y que lo echaran a la fosa común, que no pasaba nada. La amenacé en ese mismo momento de llamar a la monja y decirle lo que pretendía, muchos rosarios y misas pero de humanidad poca, le dije también que estaba seguro que al revés él no lo hubiera hecho con ella. Le dije que me autorizara y correría yo con los gastos, no me contestó. A partir de ese día dejé de preocuparme de ella. Resolví el asunto con uno de sus sobrinos carnales que consiguió la autorización para incinerar los restos.
El taller semisótano de Juan Vergara
Calle del Buen Pastor, y luego Deanes sin gente aún. Judería y foto clásica con torre incluida. Cardenal Herrero y mi casa. Puerta del Perdón, saqué la entrada en la máquina y me dispuse a esperar a las diez para entrar a la Mezquita y fotografiar la lápida de Leopoldo de Austria segundo objetivo. Entre Austrias y Borbones se lo llevaron todo de este país. Éste era bastardo de Maximiliano I, “tiastro” de Carlos V y I de aquí, hermanastro de Felipe el Hermoso y “cuñadastro” de Juana, que decían estaba mal de la cabeza para seguramente quitársela de en medio La Católica.
Portalón de la Bodega
Me senté en el pasillo del Aljibe, frente se sentó una pareja y de golpe el joven se echó a llorar desconsoladamente. No supe reaccionar, estuvo tentado de ofrecerles mi ayuda, ella trataba de consolarlo sin conseguirlo, no iba un extraño a solucionar nada. Pensé que estando de vacaciones habría recibido una mala noticia. No paraba de llorar. Tenía el asunto apariencia de ser grave. Era la hora. Entrada directo al altar mayor, fotografías, también de los Cinco Obispos, salida por Santa Catalina y subida por Céspedes. Me encontré a Domingo el cura, un luchador. Ya tiene ochenta años. Nos abrazamos. Llegó Humanes y lo abrazó también.
Casa Doña Lola y el Kursal
Hablamos de política, de la situación vivida que, de momento se ha podido salvar. Pasaron una pareja de muchachos cogidos de la mano, pensé y le dije a Domingo, con la otra perspectiva, eso sería perseguido de nuevo. Es horroroso. Cada uno es libre de enamorarse de quien quiera. Pero la intransigencia, el odio al distinto, la incultura en suma imperarían. Le conté a Domingo una historia de la puerta donde estábamos parados, antes le había dicho que lo veía más delgado, y si en el “seminario”, residencia de curas jubilados, le daban bien de comer, dijo que sí. Nos dimos un nuevo abrazo y nos despedimos. En Santa Ana (ayer fue su día) cambié la primitiva.
Cota más elevada de la Medina
Sigue la obra del antiguo Simago. Tendillas, antigua Málaga, Cruz Conde, Foro Romano y nuevamente Cruz Conde, con jugada gramatical, que no les hace falta pues siempre hay un juez cercano. El golpista que no vio el triunfo del golpe en el que colaboró ampliamente. Lo que nos costó a algunos, por parte incluso de sus propios, el amago de peatonalización de la entonces Cruz Conde, y luego llegan otros la peatonalizan junto con Tendillas y otras, y todo son bendiciones, sobre todo de los comerciantes, muchos de ellos tenderos, que iban a ver cerrados sus negocios. Sólo el presidente de la “CEOE” Local del centro lo vio y reconoció públicamente años después en un artículo de prensa. Por los tuyos incluso amenazas de “excomunión” y todo. Bus y casa.
Fotografías del autor
Bibliografía de la memoria durante el paseo