Había unos tebeos en los que los egipcios bombardeaban el sol con helio, esperando que se apagase su brillo, para que las temperaturas bajaran en Egipto y el desierto se hiciera fértil. Más o menos actuar en la radiación solar con el mismo mecanismo natural, pero acelerado y reducir la misma para conseguir cambiar las temperaturas y así hacer el desierto habitable. Luego había películas como por ejemplo “Tierra de Faraones” en las que nos presentaban mecanismos secretos de cómo se sellaban las pirámides, para evitar que los piratas las expoliasen.
También yo hice de joven pinitos para tratar de descifrar los jeroglíficos de esa escritura enigmática y atrayente. Siempre la milenaria civilización egipcia ha sido al mismo tiempo que la china en el otro extremo de mundo, atractiva en sus formas de vida. Y sobre todo avanzadas comparadas con las embrutecidas de otros lugares sin ir más lejos la gris y oscura Edad Media.
Cuando ves objetos de esa milenaria civilización y símbolos de su cultura, del día a día y funeraria, acorde con lo que pensaban del más allá la admiras más. Importante que los nombres estuvieran bien escritos, como una dirección postal, para que quien los fuese a trasladar a la eternidad, no cometiese errores. Por eso cuando condenaban al olvido lo primero que hacían era borrar los nombres de todos sitios, para equivocar al mensajero.
Más o menos lo que han hecho en un partido político de derechas con su anterior Presidente, que no figura en ningún sitio, y en el fondo el hombre te da pena. Es una broma, pero es parecido al método, condenar al olvido a quien días antes aplaudían a rabiar y le decían ¡¡Presidente, Presidente!! Lo mismo le puede pasar al aclamado actual, así que lo de las barbas en remojo no está de más.
Dice Córdoba Hoy: “Esta exposición es una ambiciosa muestra mediante la cual el Museo Arqueológico de Córdoba saca a la luz la colección Blanco Caro. Dicha colección ingresó en el museo en 2013, en calidad de depósito de la Real Academia de Córdoba, formalizado en 2019. Los avatares de la colección pasan por María Martínez, viuda de Rafael Blanco Caro, quién cumpliendo la voluntad de su marido, donó la colección a la Real Academia.
Los fondos arqueológicos fueron catalogados en 1998 por egiptólogos de diferentes universidades españolas, bajo la coordinación de Esther Pons, conservadora del Museo Arqueológico Nacional. Ellos conforman un conjunto bastante heteróclito, que poseen cierta coherencia interna: todas las piezas proceden de tierras egipcias, sin que este extremo pueda asegurarse totalmente.”
Dice Diario Córdoba: “En la colección, compuesta por 158 piezas originales, destacan las anteriores a la época helenístico-romana, aunque están representadas todas las épocas, desde los tiempos predinásticos, con predominio de las pertenecientes a la Baja Época, entre el 712 y el 332 antes de Cristo. En concreto el visitante podrá contemplar 5 Paletas predinásticas, otras tantas Cabezas de maza, 2 Mesas de ofrendas, 17 Ushebtis de diferentes materiales, principalmente de fayenza, 10 Conos funerarios de arcilla,
85 Amuletos entre los que destaca un conjunto de 23 escarabeos, 7 Recipientes de fayenza, 14 Bronces, entre los que destaca un bisagra con jeroglíficos y un cuenco votivo con una inscripción en demótico, 11 Recipientes cerámicos, 7 Manos o piedras para alisar, 5 Piezas arquitectónicas y de piedra, 3 fragmentos de sarcófagos policromado, una caja de cáñamo para guardar papiros enrollados, 10 Objetos de adorno personal, así como 11 piezas más entre las que destacan 2 tablillas de madera inscritas, un óstracon, o un fragmento de reposacabezas inscrito.
En cuanto a las piezas de época helenístico-romana, destacan 24 Útiles líticos preneolíticos, 66 Terracotas, 19 Lucernas y 26 asas triangulares de estas. Se trata de una exposición de piezas originales, de muy diferentes materiales y funcionalidad, aunque en su mayoría son objetos de pequeño tamaño, que representan la milenaria cultura egipcia antigua, incluyendo los de época tolemaica. Las piezas constituyen un conjunto homogéneo, relacionado esencialmente con las creencias religiosas y en concreto con las prácticas funerarias en el Antiguo Egipto, aunque también con las actividades de la vida cotidiana.
El objetivo de la exposición es dar a conocer al público la "Colección Egipcia de la Academia”. La muestra se divide en varios bloques: una introducción; el faraón, la vida cotidiana (ajuar doméstico, cosmética y adorno personal y la escritura), la religión (panteón egipcio, culto, magia y supersticiones y la práctica funeraria).”
Lo cierto es que viendo esos objetos te trasladas en el tiempo a esa milenaria civilización muy importante como todas las civilizaciones que dejaron huella. A la vez ves el enorme expolio de tesoros arqueológicos que han salido de Egipto y figuran esparcidos por el mundo. Merece la pena la visita.
Fotografías de la Web del Museo (Cartel) y autor
Bibliografía de Córdoba Hoy y Diario Córdoba
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