Cada día tengo más certeza de la calidad de muchas de las personas que trabajan en los medios de comunicación de nuestra ciudad, sean directores de Blogs, bien de divulgación o turismo, la hornada de personas que se dedican a la difusión del Patrimonio, es muy interesante. Estoy pensando en dos mujeres guías turísticas, una con empresa propia y otra por cuenta ajena, ambas Licenciadas en Historia, que tienen una calidad considerable, que ya la hubieran querido los guías de los cincuenta y sesenta, oficiales y “clandestinos”. Mis amigas son: Son Marta y Gloria, sin desmerecer a otras desde luego.
Todo esto viene al hilo de un extraordinario trabajo sin firma en el medio digital “Córdoba Hoy”, que recomiendo tanto su lectura como direccionamiento interior, que nos lleva a páginas como Artencordoba.com, rinconalia.es y eventourcordoba.es a las que debemos entrar para comparar textos y criterios. Hace ocho años escribí una entrada en el Blog Notas Cordobesas, que se llama “Leyendas urbanas de la Mezquita: la columna que al frotarla olía a azufre, la medicinal y otras.”, una serie de trabajos dedicada a curiosidades relativas a nuestro monumento Universal aunque la propiedad en el registro gracias a los manejos de "Ansar" y la desidia de otros gobernantes, no sea nuestra.
No hay que olvidar al malogrado profesor Souto, incansable investigador de todas estas cuestiones de la Mezquita, firmas de canteros, capiteles y cimacios, y otros autores con notables medios y material de investigación. Añadir que las columnas de la Mezquita, como ha ocurrido en todas las civilizaciones procedían de acarreo, vamos material de derribo de otros palacios más antiguos, cuyos materiales eran aprovechados por su baratura y comodidad, a pesar de que su utilización conllevaba calzos por arriba o por abajo, para nivelar la altura de los techos, ya que al ser de distinta longitud había de equilibrarse la misma.
Las distintas marcas que contienen los soportes marmóreos, son en sí una historia en sí misma; económica (marcas de canteros), o leyendas urbanas (cautivo), o aspectos medicinales (se comían los pedazos de una), o asustaban al personal con el olor a azufre de otras al frotarla. Incluso se enlazaban las leyendas con el acarreo del buey (símbolo de un evangelista) o el número redondo de unidades. Almanzor sin embargo optó por la uniformidad y parece que la cantera del Rodadero de los Lobos, hoy cada vez más colonizado vegetalmente su despeñadero con el fin de la producción, surtió de columnas a su ampliación, lo que supuso que estas no tuvieran más historia que la marcas de cantero.
Fotografías del autor.
Bibliografía de Córdoba Hoy y de Notas Cordobesas
Excelente trabajo Paco, como siempre. Conocía la columna del azufre y la del cautivo, pero no tenía noticias de esa de la que se comían los pedazos. No sé si tendrás algo escrito sobre ella, pero si es así me gustaría leerlo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias RafaHell, miraré pero creo que no tengo nada , esta columna tendría en su composición algún producto químico que alguno le iría bien para la salud y ya está. Lo mismo que las gallinas picando en la cal de la pared, para el calcio, y los elefantes andando muchos kilómetros para algunos minerales o la sal. No varía mucho. Un abrazo.
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