He tratado de encontrar referencias a uno de los grandes incendios que parece ocurrieron en la Corredera, el que dio lugar posteriormente a que se rompiera la estética de arcadas y balcones en su rincón suroeste, parece ser con la construcción de la Casa de Doña Jacinta, pero esto sólo lo cita Ricardo de Montis en uno de sus cuatrocientos artículos y pico fechado en diciembre de 1919, y data el incendio el mismo, ochenta años antes, lo que nos llevaría a 1839. Creo que es justo reflejar lo que Ricardo de Montis refleja en su artículo y que cada lector se haga su composición.
“Y al fijar la vista en el frente contiguo a la antigua calle de Odreros, hoy de Sánchez Peña, distinto de los demás, pues carece de arcos y portales y tiene ventanas en lugar de balcones, recordamos el incendio formidable que, hace unos ochenta años, destruyó gran parte de dicho frente, el cual, ignoramos por qué causa, modificóse al ser reconstruído, perdiendo desde entonces la plaza de la Corredera la igualdad que se notaba en sus cuatro lados, exceptuando la parte ocupada por la cárcel y el pósito, igualdad que contribuía poderosamente a aumentar su belleza.
¿Cómo ocurrió aquel incendio? ¿Dónde tuvo su origen? No hay documento que lo consigne y, por este motivo, creemos oportuno y curioso hacerlo constar ya que merced a una feliz casualidad nos enteramos, hace tiempo, de los antecedentes y detalles del siniestro por un testigo presencial del mismo. Habitaba en una de las casas que fueron destruidas por el fuego un individuo llamado José Prieto, tambor mayor de los milicianos nacionales. Las hijas de Prieto, que eran cuatro, todas jóvenes y no mal parecidas, se dedicaban a confeccionar buñuelos en un puesto que establecían delante de su domicilio.
A causa de las revueltas políticas, muy frecuentes en aquella época, vino a Córdoba un numeroso contingente de tropas; entre ellas figuraban algunas baterías de Artillería que instalaron sus cañones en la Corredera. Como este era el sitio más céntrico de la población, al que acudían las mujeres para aprovisionarse de viandas, convirtiéronlo en punto de reunión los soldados, siempre deseosos de requebrar a las mozas. José Prieto, al ver que la plaza estaba tomada militarmente, ordenó a sus hijas que quitaran el puesto y se marcharan a la casa de unos tíos suyos domiciliados en la calle del Crucifijo, a fin de evitar cualquier riesgo que pudieran correr.
Las muchachas obedecieron el mandato de su padre; encerraron en el portal de su habitación los lebrillos, el caldero y el anafe, colocando sobre este un montón de virutas de las que le servían para encender la candela y fueron a refugiarse en la morada de sus parientes, donde no las amenazaría peligro alguno. No había transcurrido media hora cuando de la casa del tambor mayor de los milicianos nacionales empezó a salir una densa columna de humo. Una chispa desprendida del hogar del anafe prendió a las virutas y la llama de estas incendió la techumbre. El fuego se avivó y extendió con rapidez aterradoras y en pocos momentos cuatro casas hallábanse convertidas en una hoguera enorme. En una de ellas un modesto industrial conocido por Tobalillo almacenaba una gran cantidad de cenachos de palma que sirvieron de admirable pasto para alimentar aquel jigantesco [sic] hornillo.
Hubo momentos en que se creyó que toda la plaza quedaría convertida en un montón de escombros. Los artilleros colocaron los cañones frente a los edificios donde se desarrollaba el incendio para derrumbarlos, por la imposibilidad de dominar el fuego, pero se desistió de tal propósito ante la consideración de que, probablemente, se causarían daños mayores. Los soldados que desde hacía algunas horas eran nuestros huéspedes, en unión de muchos paisanos, trabajaron sin cesar, denodadamente, y al fin consiguieron, cerca de media noche, extinguir uno de los incendios más voraces ocurridos en Córdoba, el cual estuvo a punto de destruir gran parte de la histórica plaza de la Corredera.”
Puntualización: Las Casas de Doña Jacinta en otras publicaciones están fechadas en el siglo XVI, por lo que difícilmente podrían ser la causa de su construcción del incendio que cita Ricardo de Montis, al fecharlo él a principios del siglo XIX. Nos quedamos con la anécdota sin precisar el lugar exacto. También D. Teodomiro cita estas casas en el siglo XVI como las de la pared blanca donde ponían gradas para los actos, antes de que los Sres. Angulo las construyeran.
Fotografías variadas de Internet, algunas desconozco los
autores y otras están extraídas de un trabajo sobre la Corredera de Dolores García Ramos.
Bibliografía de Notas Cordobesas de Montis, Volumen IV Biblioteca Central.
Bibliografía de Notas Cordobesas de Montis, Volumen IV Biblioteca Central.
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