Portada del libro-catálogo
El maldito virus COVID-19 nos tiene acojonados a muchos, sobre todo a los que somos personas de riesgo por ser enfermos de cáncer, además de viejos, y convivimos con personas de riesgo y enfermas de cáncer también, por lo que hay que guardar la máxima cautela. Empiezo con esto que parece una justificación y lo es de facto, porque es lo que me impide ir a actos multitudinarios que antes no me perdía, ahora prefiero la soledad de una exposición sin publico, o no asistir a otros. Aunque te toque una señora pesada que te pregunte por todas y cada una de las obras expuestas, cuando tienen todas ellas su pie. Dos personas en la exposición, una con prisa y necesitada de abstracción, y otra un poco plomo.
Antes de entrar a la exposición tuve que guardar una corta espera, hasta su apertura, estuve sentado en un banco del Gran Capitán, con un querido amigo que hacía tiempo que no veía, y que siempre es un placer hablar con él. Había terminado de llamar a otro amigo, enfermo de cáncer también, al que después de cinco largos años de padecimientos e incertidumbres le han dado definitivamente el alta, cuestión que es una verdadera alegría, vamos un lujo. Puede parecer que la enfermedad impera en nuestra cercanía, y es así relativamente, las maquinarías físicas a nuestras edades ya tienen fallos, pero afortunadamente la Sanidad Pública que algunos están esquilmando para derivar a otros lares los beneficios, funciona aún y podemos contarlo. Otra cosa es llegar a las altas definitivas, ya que esto es una carrera de fondo.
Pero es que el artista titular de esta exposición, también está en observancia periódica por un problema de salud que afortunadamente se resolvió con una intervención quirúrgica y del que tuve noticias cuando él me visitó a raíz de un control que tuvo en el hospital para su problema, y yo estaba ingresado con una pancreatitis por culpa de un cálculo biliar. Eso si fue un grave riesgo, más si cabe que el cáncer. La enseñanza -todo lo tiene- es que algunos "amigos" me ignoraron lo mismo que el problema de Conchi. Una curiosidad, Rikardo el amigo editor de Utopía me llevó al hospital un par de libros de regalo, tres años hace ya. El panorama nos puede parecer aterrador pero no es así, es la realidad y lo bueno es que se puede contar.
Pero a lo que vamos, después de un paseo por la realidad, la exposición ARTE DE IDA Y VUELTA: DE CÓRDOBA A LA HABANA, de Rikardo González, en la sala Cajasol de Avda. de los Tejares 38, es una verdadera joya. Son muchos los años que conozco a Rikardo puede que mas de tres décadas, muchas cosas las que compartimos, estamos en el mismo sitio que estábamos, y conozco su categoría artística. Sé también que, como el Ave Fénix, ha resurgido de la crisis maldita en la que nos metieron los codiciosos bancos, o por lo menos es un superviviente. Un mundo empresarial agresivo y una sociedad que no lee lo que debiera (otro gallo cantaría), y a pesar de ello, mantiene viva la llama de la Editorial Utopía, que como tal no deja de serlo, es un éxito a admirar.
Lamenté que lo que era una floreciente empresa puntera, que destacaba a pasos agigantados, que era muy llamativa para mí, dejara de existir, pero alegrarme que, dentro del romanticismo que no hay que abandonar, la Editorial Utopía, sigue su camino. Rikardo es un excelente acuarelista y un no menos artístico diseñador gráfico, pero se me va a ver el plumero por la amistad y admiración que tengo por su trabajo, por la persona y por sus convicciones, por lo que trataré de ser comedido.
Decir que si todo sonido agradable al oído es música, toda obra pictórica o arquitectónica agradable a la vista es arte. Claro y si eso lo sumamos al sentir personal que tenemos muchos españoles con el pueblo cubano y su formas que, aunque con calor caribeño, son muy parecidas a las de los andaluces, en muchas cosas, el coctel está servido. Por ejemplo el título de la exposición viene de los cantes flamencos, que se llevaban a Cuba los marineros y volvían a España con nuevos sones, quedándose después entre nosotros, con otra impronta y ritmo.
Al salir de la exposición llamé a Rikardo y hablamos de ella, le dije que me había gustado mucho. Los cuadros de tinte modernista impactan, porque llegan muy profundo. Le pregunté por la técnica empleada, que me explicó detalladamente. Luego le comenté que no había catálogos, me dijeron que en la conferencia del viernes se habían acabado todos. El catálogo es otra joya en el que están todas las obras expuestas y una ampliación literaria de cada una de ellas y bastante poesía. Me facilitó uno vía Internet que es el que al final se puede descargar. Voy a transcribir el texto que el artista dedica a explicar la exposición, el motivo de la misma y su futuro. Quien mejor que él puede detallar lo profundo del coctel artístico:
"LA EXPOSICIÓN INCONCLUSA
ESTE LIBRO es más que un catálogo que recoge las obras de la exposición Arte de ida y vuelta: De Córdoba a La Habana; las páginas que nos aguardan más adelante; atesoran la historia de un sueño hasta ahora postergado, el camino de ida y vuelta más poético, más ligero, «machadiano», que nos introduce a través de sus grafismos y textos en un mundo maravilloso donde el tiempo perdido regresa para mostrarnos dos ciudades hermanas: la «Luz de Occidente» y la «Perla del Caribe» -Córdoba y La Habana-, ambas distinguidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Esta era una exposición inconclusa -que no inacabada- al habérsele privado de ver la luz de La Habana aquel 30 de abril de 2020 que terminaría de cerrar nuestro abrazo con la capital cubana en el 500º aniversario de su nacimiento. Así como nuestros antepasados que solían navegar rumbo a Cuba vieron en 1898 interrumpidas las rutas, el 2020 y su pandemia imposibilitaron que esta muestra se expusiera en el palacio del Lombillo, en la popular plaza de la Catedral -centro histórico de La Habana-.
Arte de ida y vuelta no es fruto sino de la insistencia y el apoyo mostrado por el Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, durante aquellos dos viajes que sirvieron para la elaboración del libro De la Ribera al Malecón que editó el Ayuntamiento de Córdoba -con el anterior Teniente de Alcalde, Pedro García-, en colaboración con otras instituciones Diputación de Córdoba, Fundación Cajasur y FAMSl conmemorando el 500 aniversario de la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana, y el momento histórico que supuso para los cordobeses ver cómo su ciudad se convertía en la primera en alcanzar cuatro distinciones como Patrimonio de la Humanidad. Un acto que se celebraría en ambas ciudades durante la primavera de 2019.
Sería precisamente en la presentación que tuvo lugar en el Centro de Recepción de Visitantes de Córdoba el 1 de abril de aquel año, cuando, frente a numerosas: autoridades, medios de comunicación, representantes de la cultura y público en general, Eusebio Leal Spengler improvisó aquellas palabras que inspirarían este diálogo entre parejas de ilustraciones:
“El hermanamiento es algo lindo en este mundo de crisis y guerras, de bloqueos y aislamientos. Nada, absolutamente nada, se puede aislar cuando se trata del corazón y del sentimiento humano.”
Desgraciadamente, el gran Historiador de La Habana fallecería el 31 de julio de 2020 sin haber podido ver realizada la exposición ni sostener este catálogo en sus manos, pero es nuestra responsabilidad cumplir con su ilusión de ver hermanadas ambas ciudades. Y así precisamente es como se van a mostrar Córdoba y La Habana: unidas -más allá de su idioma y su cultura- por su protagonismo en la historia y un inigualable Patrimonio Arquitectónico que trasciende a esta exposición.
La Fundación Cajasol acoge en su sede de Córdoba la primera de las muestras que ha de llevar al fin esta obra por Madrid y Barcelona -así como cualquier lugar que tenga a bien recibirla- en un viaje cuyo destino será el corazón de Cuba, La Habana, donde habrá de habitar para siempre.
Rikardo"
No se la pueden perder, siempre la realidad física es mejor que todo un libro-catálogo, o unas frases juntas en un modesto blog, por mucho pegamento emocional que se les quiera untar para cohesionarlas. Lo mejor es el contacto real y la visión de conjunto. Hasta el 24 de julio está la exposición abierta en horario de Lunes a Sábados de 11,00 a 14,00 h. y de 18,00 a 21,00 h., en la Fundación Cajasol, Ronda de los Tejares 32. Ah, y si quieren se dan una vuelta por la Web de la Editorial Utopía que siempre hay algo que merece la pena
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