Farmacia García Góngora y droguería Mezquita Torrijos 2
Raro es el día que no te llevas una satisfacción personal con los trabajos del Blog. A ello se suma la sensibilidad por tratarse de aspectos relacionados con el terruño que le vio a uno nacer y dónde asimiló las primeras penas, alegrías y contrariedades, en una palabra donde se formó la imagen primigenia de la vida, en un cerebro limpio de datos como cuando han pasado ya más de siete décadas de almacenaje y borrado de datos en el “disco duro”. No me canso de decir lo que aprendo de los comentarios de los lectores del blog, lo que incentivan mi memoria y lo que me aportan.
Cardenal Herrero puesto de Melones
Yo he nacido en el Barrio de la Judería, otros llaman de la Catedral y los más de la Mezquita, por orden de importancia monumental. Es verdad que existe una lucha actual por cambiar la historia a golpes, y la historia es la que es, terca como ella sola y si se lo propone, no habrá obispo ni político que la cambie por muy grande que sea su poder. Lo que diga el obispo, dirigido a sus fieles -yo no lo soy-, a mí no me afecta, lo que diga el político que puede cambiar las normas si y eso lo puedo combatir si no estoy de acuerdo con ello. Pero afortunadamente esto no va de debate religioso ni político, sino de recuerdos y conocimiento histórico de las cosas que te rodean o han rodeado el lugar donde has nacido.
Cardenal Herrero, al fondo Torrijos 2
Tuve la suerte de que un lector amigo Miguel Navas, me envió un correo relativo a una casa de mi barrio, basado en su inquietud por conocer cosas relativas a ella, porque una figura indiscutible de su vida había vivido y sufrido en ese lugar, su abuela. Es maravilloso ver como los nietos valoran a sus abuelos, que incluso algunos llegan a eclipsar la personalidad más cercana que es la de los padres. También es verdad que la figura de la “grand-mére”, que es cómo define el idioma vecino a la abuela, una madre más grande, lo es también porque, salvo excepciones, los abuelos miman más a los nietos que los padres, por muchas razones.
Cardenal Herrero otro día distinto de la foto anterior
El barro de la Judería, del que tengo mis recuerdos personales, posiblemente distorsionados por mi propia realidad, está acotado en el tiempo, mi uso de razón, el entorno, las cosas que te contaban u oías, y tus propias vivencias, incluso el despertar al amor que se graba indeleblemente y queda como un recuerdo eterno, grato e idealizado. Pero el barrio no trasciende por detrás de tu memoria y del tiempo que has vivido, aunque luego de mayor vas viendo en documentos e historias como antes eran otras familias las que habitaron esos lugares y vivieron en ellos. Por circunscribirme al entorno más cercano no voy a salir del rincón que configuran las calles Judería, Cardenal Herrero (Antes de la Puerta del Perdón) y Torrijos (Antes del Obispo).
Las casas en cuestión desde la torre
Dos farmacias casi juntas, apenas separadas unos quince metros, la del Licenciado Alcalá, en Cardenal Herrero 34, que luego marchó a la Universidad Laboral creo, regentada por un sabio mancebo, D. Rafael le llamábamos, ya mayor que vivía en una callejita escalonada de la calle Alfonso XIII, y la del Licenciado Pérez Herrero llamada de La Catedral, en Torrijos 2, que tenía un mancebo más joven, Manolo que por su envergadura le llamaban “Manolón de la Farmacia”. Vivía Manolo en el Campo de la Verdad. Esas casas citadas estaban habitadas, el 32 de Cardenal Herrero por mi familia, mis abuelos Rafael y Antonia, mi tía Rafaela (hermana de mi madre) su marido el tío Pepe y mis primos Cándido y Paco. Mis padres mi hermana y yo. Debajo había una barbería de mi abuelo y tío Fernando y un puesto de pan del horno de la Puerta Almodóvar de Enrique Fernández que regentaba Juana Benegas, luego suegra de mi tío Fernando.
La fachada de Torrijos 2 ya es casi actual
EL 34 era de la familia Aparicio, un empleado municipal que la compró durante la guerra civil y, a su vez era el propietario de la finca la Palomera. El Sr. Aparicio, Doña Concha Manolin y Conchi eran toda la familia en su momento, Luego estaba la de la esquina de la Judería que era la de Juana la Jeringuera, y sus dos hijos. Y después la número 2 de Torrijos que contenía la Farmacia citada de la Catedral. En parte de la planta baja y primera vivían Doña Paca, una agradable señora, muy educada y su marido un señor que había sido Guardia Civil, con prominente bigote, bastón y muy poca gracia, que cuando entraba a la casa después de su paseo y estábamos sentados en la gradilla nos decía si nosotros éramos los niños del “sipote”. Nunca entendí la tontería.
Farmacia de Alcalá y Cardenal Herrero 34, antes 40
Tenían varios hijos, creo dos hembras y un varón, del que no recuerdo sus nombres salvo de Reyes la más joven, que era aficionada a la opera. Luego en el tiempo un nieto de Doña Paca fue compañero de trabajo en mi misma empresa el Ministerio de Defensa. Arriba de Doña Paca, María su marido y sus hijos Juani y Jose Mari, el gordo, que se mudaron Sevilla a la calle Castillo de Triana. Juani un día se hizo una brecha en la cabeza al caerse de las Columnas de la Puerta del Puente, que le curó “Manolón de la Farmacia”. Afortunadamente todo quedó en lo aparatoso.
Farmacia de la Catedral y niños en la gradilla
Pues bien Miguel, sin embargo conocía por su estudio, y memoria de sus mayores, la casa núm. 34 de Cardenal Herrero y la núm. 2 de Torrijos, por haber vivido en ellas sus abuelos y bisabuelos. Ya vemos, desaparecen unas personas, unos habitantes y antes había otros y antes otros. Y dentro de nuestra extensa relación epistolar me dijo: “Para situarle mejor con respecto a mi familia, le cuento brevemente la historia del momento en que llegan al barrio de la judería: En el año 1.902 se casan en la parroquia del Salvador mis bisabuelos, Manuel García Góngora y María Blancas Laforet. Él era hijo de Cristóbal García González, médico de la Beneficencia Cordobesa, y ella era hija de Mariano Blancas Villalobos y hermana de Obdulio Blancas Laforet, conocidos marmolistas en la Córdoba de la época. Tras la boda en 1.902, deciden abrir una farmacia en el Barrio de la Judería y compran la casa, número 40 (calle Cardenal Herrero) en aquella época y número 34 en la actual, inaugurando su farmacia pocos meses después tras reformar los bajos de la casa. En esa casa nacen sus cinco hijos de los cuales sólo sobreviven dos, María y Carmen García Blancas (mi abuela). En 1.908 se pone en venta la casa de delante, la casa nº 2 de la calle Torrijos, la cual deciden comprar tras vender la anterior."
Detalle de niños en la gradilla, los del "sipote"
"En 1.913, tras unos extraños hechos fallece el joven farmacéutico Manuel, a los 32 años. Pocos años después la aún joven viuda María se vuelve a casar, en 1.918. Se hace cargo de la farmacia Juan López de la Rosa, "Juanillo", para todo el barrio. Deciden poner en el portal una droguería, viendo la gran demanda que había en el vecindario de este tipo de comercio, y que no había ninguna droguería cerca. Hacia 1.935 compran una finca en el Brillante llamada "Santa Emilia". Una huerta grande con bastantes hectáreas de olivares. Hacia 1.940, ya casadas mi abuela y su hermana, deciden vender la casa de Córdoba y quedarse con la de la sierra. Años después, al fallecer su madre se van las dos hermanas, mi abuela y su hermana, a vivir a Málaga. Todo esto lo puede comprobar en los Registros de la época, tanto censos como registros civiles y demás.” Esto concretado en dos párrafos, a los que solo he añadido una aclaración tres palabras (calle Cardenal Herrero) y sin quitar una coma es el relato de Miguel y su historia familiar. Puede parecer poco pero es la sucinta historia de una familia de principios de siglo XX y dos farmacias del Barrio de la Judería.
Cardenal Herrero y Farmacia de García Solano
Continuaba Miguel: “Mi abuela, entre las muchas cosas que contaba, decía que en la casa en la que Ud. nació, vivía una amiga suya con su familia, la familia Laparte. No sé si tendrían esa casa en propiedad o alquilada, puesto que Ud. me dice que en esa época pertenecía la propiedad a la familia Alcalá. Esto me hace suponer que la familia Laparte la tendría alquilada, como era muy habitual en esa época. De esa casa, la familia Laparte se fue a vivir a las Tendillas, donde actualmente vive un sobrino. Mi abuela contaba que esa casa tenía la farmacia con su trastienda o almacén, tenía el portal que daba acceso al patio, todo de mármol con fuente típica también en mármol. Detrás del patio estaba el comedor, detrás otro patio con una montera de cristal, que era la cocina, y detrás había otra habitación, a la cual se subía por una escalera, y que llamaban la "habitación de las plantas" porque era donde se guardaban todas las plantas que se utilizaban en la farmacia. Por tanto, la casa debía tener bastante fondo."
Doña Carmen García Blancas, abuela de Miguel Navas.
"Sé que tenía una escalera de mármol en el patio, pero no sé si estaba al fondo del patio o en el lado derecho. Tenía también en la primera planta otros dos balcones que daban a la Judería y en la segunda planta, si se mira la casa de frente, en el balcón derecho de la segunda planta, estaba la habitación de la escalera que subía a la azotea. En la primera planta tenía los dormitorios. Me gustaría saber si Ud. me confirma estos recuerdos que mi abuela me transmitió o hay alguno equivocado. De todas formas, ya le digo que nosotros no teníamos ni idea que la casa hubiera sido dividida en plantas posteriormente, por lo que puede que hubiera cambiado algo cuando Ud. la conoció.”
Aérea de Torrijos 2
Y de entre las muchas cosas que nos hemos intercambiado Miguel continuó: “Yo, como me atrae bastante el tema familiar, realicé mis investigaciones en censos de la época, en registros civiles, en parroquias, registros de la propiedad, etc. en los cuales pude comprobar la veracidad de la gran mayoría de hechos que mi abuela me contaba. Las historias locales son más difíciles de comprobar. Hay más historias curiosas de la época, pero no quiero extenderme ya más. Lo que, si me interesa bastante, como le he dicho antes, es cualquier detalle sobre la casa de la Farmacia de Torrijos. Distribución o cualquier otro detalle que recuerde, todo ayuda a conocer mejor esa casa."
Todos los curas de antaño(Foto diario Córdoba)
"Mi abuela contaba que cuando abrieron la farmacia en Cardenal Herrero 40, hoy Cardenal Herrero 34, el abuelo Mariano, marmolista, les hizo un escalón (dos escalones) de entrada en un mármol azulado con las letras en rojo que ponía "FARMACIA". Sé también que hubo otra farmacia frente a la Virgen de los Faroles, que hacía esquina, y que era incluso más antigua que la de mi bisabuelo. Cuando mis bisabuelos se mudan de Cardenal Herrero a Torrijos, en la casa de Cardenal Herrero ponen una taberna. No sé en qué momento vuelven a poner otra farmacia.”
Paquita y Antonia en el balcón (según Marileo), Juanín Soriano, Sacristán Mayor y marido de mi madrina Mari Rosa, Fray Albino y el Nuncio Hildebrando Antoniutti.
Es cierto lo de los mármoles, tenía dos puertas y esos escalones de caliza micrítica seguro que de la cantera del Rodadero de los Lobos, en Piquín, que surtió de las columnas todas uniformes, de la ampliación de Almanzor de la Mezquita. La farmacia del Licenciado Alcalá desapareció. La de la familia de mi amigo Miguel la regentó después el Licenciado Pérez Herrero, y luego el boom turístico hizo que toda esa manzana se convirtiera en un hotel, anexionándose todas esas casas, que es lo que existe hoy en día. Había efectivamente otra de otro prócer del barrio D. Agustín García Solano frente a la Virgen de los Faroles, que a su fallecimiento creo intentó regentarla su hijo, pero al final se convirtió en una heladería.
Antes y ahora calle Judería
Luego de tres farmacias a ninguna, las más cercanas en Santa Ana, por el norte, Lucano por el este, y Campo Santo de los Mártires por el Sur, puede que me olvide alguna más pues en la Puerta de Almodóvar siempre hubo otra. Después en el transcurso de nuestros intercambios de fotografías he podido disfrutar gracias a los envíos gráficos de Miguel de perspectivas desconocidas de mi casa de su casa, conocer cuestiones arquitectónicas que no conocía, y en suma revivir tiempos que no fueron mejores ni peores, pero que aderezados de la nostalgia e idealizados, los recuerdas entrañablemente.
D. Manuel García Góngora y Doña María Blancas Laforet
Doña Carmen y Doña María García Blancas sus hijas.
Una serie de fotografías familiares de los propietarios de la farmacia García Góngora: D. Manuel García Góngora, de joven y su esposa doña María Blancas Laforet. D. Manuel antes de su fallecimiento, Doña María García Blancas y Doña Carmen García Blancas de jóvenes, hijas de matrimonio formado por D. Manuel y Doña María y la esquela del fallecimiento del farmacéutico de la antigua farmacia García Góngora. Como lamento que las cosas se muevan así en la vida, unas personas que convivieron en el barrio con mis abuelos, mi madre nació unos años después de este suceso, en 1919, pero mis Abuelos, tía Antonia y Rafaela ya vivían allí, que seguro se conocerían y serán clientes recíprocos. Cortesía de Miguel Navas.
Fotografías facilitadas la mayoría por Miguel Navas Palma, al que agradezco su deferencia en la autorización de publicación de fotos y texto, otras de Diario Córdoba
Bibliografía texto en cursiva de Miguel Navas.