Hasta llegar a nuestros días aunque nos quedamos algo antes, a finales del siglo XX, las vicisitudes de la protección a los niños abandonados o huérfanos han sido muchas. Es verdad que el índice de natalidad era de acuerdo con el de mortalidad, equilibrado para que la especie seleccionara al más fuerte y así poder continuar la vida, pero no lo es menos que había que proteger de alguna manera a los más débiles. Según el trabajo sobre la sanidad cordobesa del Dr. Germán Saldaña ha habido en Córdoba siete Hospitales-Asilos para Niños, en el siglo XIV señala los Hospitales de S. José y la Magdalena, y Nuestra Señora de la Consolación. En el siglo XVI el Hospital de S. Juan y San Jacinto. Y en el siglo XIX la Casa Central de Expósitos y el Hospicio. Hay otro dudoso de fecha que fue Hospital del Niño Perdido. En el siglo XX en periodo democrático esto lo atienden las respectivas Comunidades Autonómicas, en nuestro caso la Andaluza y desaparecen la Casa Cuna y otras instituciones como Auxilio Social y Hospicio.
San José y la Magdalena (foto G.Saldaña)
San José actual (Google)
Una de las primeras referencias, siempre basadas en el trabajo del Dr. Saldaña, de 1934, fue la de San José la Magdalena y de Niños Perdidos, que tenía cuatro camas para niños extraviados en la ciudad, hasta que los recogieran sus padres, si los recogían. Hay que precisar que el sentido de Hospital que había en la antigüedad es muy distinto al actual que conocemos, una casa que acogiera un determinado tipo de enfermos con una serie de camas, normalmente pocas, era considerado Hospital. Todos dependían normalmente de cofradías u órdenes religiosas y su mantenimiento de la caridad de sus organizadores, normalmente personas de poder económico que de forma altruista o interesado para ir al “cielo”, pero sea el motivo que sea, la realidad es que se protegían en este caso a los niños.
Ermita Ntra. Sra. de la Consolación (Foto G.Saldaña)
Ermita de la Consolación
En la calle Armas esquina a la actual de Tornillo, en la Ermita de la Consolación, estaba el Hospital de Nuestra Señora de la Consolación, para el que un hacendado dejó doscientos maravedíes para los pobres que en la Ermita y sus dependencias acogían. Este Hospital o asilo fue luego Colegio del Obispo, en tiempos de Pérez Muñoz. Nunca fue un hospital propiamente dicho, o por lo menos de importancia, pero si se puso en marcha según el testamento de Rodrigo Alfón, que llevó a efecto su viuda María García allá por 1410. Posteriormente se instituyó la Casa de Expósitos y el Obispo Pacheco decidió se estableciera allí “por ser lugar acomodado para ello —dice Gómez Bravo— y no tener el dicho Hospital dotación particular para hospitalería”.
Se dio la circunstancia de que estuvo allí implantada la Casa de Expósitos. Haciendo un alto, “Expósito” viene del latín y significa expuesto, abandonado a una institución benéfica y, normalmente a los que se desconocía su apellido por no ser huérfanos, los apellidaban Expósito, aunque luego utilizaron otros apellidos, pero generalmente fue ese. En ese lugar estuvieron por primera vez los niños cordobeses abandonados, hasta el año 1599, que se decidió su traslado al Hospital de San Juan y San Jacinto cuando estaba en la calle de la Pierna, actual Barroso. En el siglo XVII el Obispo Pimentel decidió volver con los niños al del Ntra. Sra. de la Consolación.
Postigo de la Leche (Foto G. Saldaña)
El torno elemento esencial en este tipo de instituciones, que daba a la calle, era donde depositaban a sus hijos las madres que no podían mantenerlos, para mantener el anonimato. El de este Hospital se colocó en la calle Tornillo y de ahí el nombre que le quedó a dicha calle. El Hospital de Nuestra Sra. de la Consolación fue Casa de Expósitos hasta que dejó de usarse el Hospital de San Sebastián actual Palacio de Congresos en la calle Torrijos, allá por 1820. Este había sido trasladado de Magistral González Francés donde se ubicaba, en los terrenos de la que después fue la Posada del Sol y parte de la Alcaicería. En 1816 trasladaron sus enfermos al Hospital del Cardenal (Agudos). Ya estamos en el siglo XIX y esta es la Casa Cuna que algunos hemos conocido, y por la estancia en el mencionado Hospital de San Jacinto de la calle de la Pierna en la casa que se llamó de Adriano, se le quedó el nombre de San Jacinto, cuando pasó a la calle Torrijos.
Plano Hospital de San Sebastián (Foto G.Saldaña)
El Cronista Rey Díaz y el Dr. Gómez Aguado, en los años veinte del siglo XX, dejaron escritas una serie de vicisitudes históricas sobre la Casa de Expósitos que fueron muchas, y a saber si algunas formaban parte de las leyendas. Parece ser que a los niños los exponían primitivamente en cunas en la galería oeste del Patio de los Naranjos, donde acudían familias que tuviesen interés en adoptarlos. Del mismo modo las amas de cría iban a que los médicos analizaran la calidad de su leche para contratarlas, y como entraban por la puerta esquina Torrijos con Cardenal Herrero, entonces de la Puerta del Perdón, se le llamó a aquella entrada Postigo de la Leche.
Portadas Hospital de San Sebastián (fotos G.Saldaña)
En el libro de los “Casos Raros” cuenta el autor que tres niños fueron devorados por perros o marranos, al carecer de vigilancia las cunas. Esto hay que tomarlo como del título del libro citado, pero la realidad es que cuentan que en algunos lugares, que compartían los niños pequeños con animales, se habían dado casos de descuidos y ataques a los menores. Mi madre nos contaba este hecho como sucedido realmente, aunque mi madre nació en ese lugar casi cien años después, en 1919. Pero permitamos el beneficio de la duda, al citado autor. Yo tengo ejemplares de la primera edición moderna de los “Casos Raros” que me regaló mi amigo Paco Baena, su editor.
Entrada San Jacinto (Google)
A raíz del suceso trágico de los niños devorados, el Deán Juan de Córdoba, se afectó por ello y recogió a los niños en el siglo XVI, en unas casas cercanas, del barrio de la Mezquita. Fallecido el Deán se enfrió este asunto, ellos dicen se entibió, sin embargo, otro eclesiástico, Gonzalo de Flores y Carvajal fomentó una Cofradía que bajo el nombre de Nuestra Sra. del Amparo pretendió se encargase de este menester de atender los niños. Provisionalmente los admitieron en el Hospital de San Sebastián. Puede que no casen determinadas exposiciones, que aclara el autor del trabajo sobre hospitales de Córdoba de la siguiente manera:
Portada Maternidad c/ Medina y Corella (foto G.Saldaña)
Portada Filmoteca Andaluza
“…los datos tomados del Archivo de Obras Pías y Hospitales de la Diputación del Cabildo Catedral. Ella difiere algún tanto de las que dan Ramírez de las Casas Deza y Rey Díaz. Estos dos autores están contestes (sic, que dicen lo mismo el uno que el otro) en no mencionar su instalación primera en San Sebastián. Difieren entre sí en que Ramírez de las Casas Deza afirma que desde 1400, estuvieron los niños expósitos en un hospital fundado por la nobleza de Córdoba, próximos a San Juan de los Caballeros, del que nada dice don José María Rey Díaz (Hay que reconocer que la calle de la Pierna está cerca de San Juan). Los dos afirman, con otros autores, que dichos niños estuvieron por dos veces en el Hospital de la Consolación, y por ello, haciéndonos eco de tan respetables opiniones, así lo hemos consignado al hablar de ese hospital; pero, no obstante, hemos de hacer constar que en los aludidos documentos de “Obras Pías” no aparece tal cosa; y sí únicamente que en la Consolación estuvieron una sola vez, a partir del 9 de Diciembre de 1642.”
Lo que sí está datado es que en 1816 ya están los niños en lo que fue el Hospital de San Sebastián, con unos presupuestos lamentables, y un miserable pago a las amas de cría, que al final se traducía en una enorme mortandad de las criaturas. Ahora todos los esfuerzos según las peticiones es dotar adecuadamente la Casa Cuna de un presupuesto adecuado a los tiempos, para evitar en la medida de lo posible males a los menores. De todas formas hay un escrito cruel en el que criminalizan a las madres por encima de todo, sin precisar cómo fueron esas criaturas concebidas. Recuerdo una película basada en una casa de acogida de mujeres madres solteras, de la super católica Irlanda, en la que es tremenda la culpabilidad dirigida siempre a la mujer, y la hipocresía y cinismo de algunos padres con sus hijas incluso violadas.
Nodrizas (foto ABC)
«Por otra parte, siendo, como es, de vastante extensión el edificio que hoy ocupan los niños, podría aumentarse un departamento que hace notabilísima falta en este pueblo, y que seguramente coronaba la obra, produciendo un bien inapreciable. Tal es el del acogimiento de mujeres que, por una debilidad a que las condujo un amor desenfrenado e insensato, se dejaron arrastrar de su criminal deseo, y en semejante estado se hallan en el más inminente peligro de perder su reputación y su honor; a éstas, pues, es un deber cristiano el socorrerlas, dándoles acogida y asistencia en esta Casa de piedad hasta que llegue el término destinado por la naturaleza para salir de su cuidado. Sin este tan útil establecimiento, se desgracian muchos niños, bien porque las madres procuran el aborto por los medios más violentos, o bien porque los sofocan y oprimen con fajas, causando la muerte o deformidad de ellos antes de su nacimiento, con notable exposición de ellas mismas».
Sala Casa Cuna (Foto G. Saldaña)
Pero bueno así es el género humano, desde la historieta de la manzana y la serpiente, y no cambia. Puedo contar un caso familiar que aconteció en época cercana, en la que estuvo involucrado mi abuelo Rafael que era barbero de algunos Canónigos del Cabildo cordobés y que después de tener dos niñas deseaba un varón que no venía, y se lo ofrecieron de la Casa Cuna, el niño era hijo de una señorita de familia acaudalada de Priego de Córdoba, cristiana de misa de doce y rosario diario por la tarde, pero que los padres querían desprenderse de la forma más discreta posible, del cuerpo del delito, a pesar de su cristianismo hipócrita y volver a dejar a la niña en situación de casadera, en espera de una unión económica familiar que interesara. El tema de la virginidad ya se resolvería. Así se presentó mi abuelo en su casa con mi tío Rafalito en 1913. Luego se pudieron averiguar los nombres de la familia y quien fue su madre, pero como D. Alonso Quijano, estaba la pared de la Iglesia enfrente. Después nació mi madre seis años después, 1919, y mira por donde mi tío Fernando vino oficialmente en 1921.
Pared donde estaba al torno calle Torrijos
Después se estableció el servicio de Maternidad en el mismo hospital pero tenía acceso por la calle Medina y Corella, antes de la Convalecencia. Por lo que ahora son las instalaciones de la Filmoteca Andaluza. Yo de pequeño he frecuentado mucho la Casa Cuna por mi amistad con Paco un hijo de los porteros Juan Prieto y Paquita Hernández. Paco tenía el apodo de “Paco el de San Jacinto”, yo el de “Paco el de la barbería” y hemos jugado hasta con el aparato de rayos X de la consulta de Maternidad de la planta baja, encendiéndolo y poniendo detrás la mano para visualizar los huesos de la misma. Muchas veces hemos escuchado la novela de las ocho en el comedor de la portería que era la ventana con reja del primer piso, que estaba anexa a la portada gótica del Hospital de San Sebastián, encima de la puerta de San Jacinto. Y otras veces hemos girado el torno para dejar a los niños, que estaba en la fachada más al sur, que funcionaba aún en los años cincuenta pero no es una cosa de la que esté seguro.
Torno de San Jacinto
En la puerta ponía Catalina, la abuela de Paco de San Jacinto, un puestecillo de arropías, similar al que tenía la Sra. Amalia en la puerta del bar de la Mezquita, carrillo con ruedas que encerraba en el horno de Tomás Conde, donde vivía. Una hija suya había sido atropellada por el pelotón ciclista, en una carrera al cruzar la Victoria a la altura de la Cruz Roja, quedando malherida. Otro puestecillo lo subían todos los días a la puerta de la cochera de Carbonell, Salva o Paquito, hermanos de Isabelita de la calleja de la Judería. Y otro negocio de la misma índole estaba en la esquina de Magistral González Francés con Cardenal González en un rincón que hacia la casa que después compró Antón el gitano, marido de Victoria y vecino de Medina y Corella 4, al lado de la puerta de Maternidad. Para terminar con los negocios de arropías cercanos. Otro asunto de niño nacido y entregado por la madre, con firmas auténticas de la matrona a la madre adoptiva se sucedió en esa casa número 4, que además todo el mundo conocía.
Entrada antigua Gota de Leche c/ D. Rodrigo (Google)
Otro establecimiento maternal moderno. “Policlínica municipal de Maternidad y Enfermería Infantil, fue una clínica municipal orientada a ofrecer servicios de maternidad y de enfermería infantil que se encontraba sita en la calle Don Rodrigo, esquina con la calle Mucho Trigo. Inaugurada en una primera instancia el 17 de febrero de 1935, en el número 90 de la calle Don Rodrigo, de tal manera que se centralizaron muchos de los servicios que se encontraba desperdigados por la ciudad. Fue reinaugurada el 18 de julio de 1951 y se encontraban al cargo en su inauguración el ginecólogo Diego Canals, contando con 10 camas para las parturientas y Pedro Pablos Barbudo para enfermería infantil, ofreciendo servicios de suministro de leche, puericultura y hospitalización contando con 20 camas. El centro municipal contaba con quirófano, rayos X, comedor, dormitorio infantil, cuartos de baño y capilla. Durante los primeros años, la policlínica registraba unas 10.000 consultas anuales, 3.500 en la Maternidad y unos 25.000 suministros de la conocida como La Gota de Leche. (De Cordobapedia)” Aquí nació seguro mi amiga Patrocinio Pérez Carmona.
Centro acogida niños Beatriz Enriquez c/Alfonso XII (Google)
Luego por 1961 cerrado antes el sanatorio Antituberculoso de Puerta Nueva del Carmen por creación del de Los Morales, y desinfectado adecuadamente, trasladaron allí Maternidad, lo que no recuerdo es si también, la Casa Cuna, después asumió la Seguridad Social esa materia y las instituciones de la Junta de Andalucía el acogimiento de los niños huérfanos y abandonados, como el de Beatriz Enríquez en Alfonso XII, donde ha trabajado o lo hace aún Manoli, una amiga nuestra. Desapareció Auxilio Social y el Hospicio en el Palacio del Convento de la Merced, donde iban los “Expósitos” a aprender un oficio. Seis o siete siglos de vicisitudes de los niños abandonados y protección de las parturientas. Del siglo XIV en el que hemos empezado hasta el XXI en el que estamos. Esto es como lo de la Seguridad Social que se la apuntan al general bajito de voz atiplada, y la realidad es que sucede a lo largo de muchos años, en este caso siglos, para llegar a la situación actual de hoy en día y tanto las parturientas como los niños son hoy responsabilidad de instituciones, y no hemos hablado de las privadas que merecen otro trabajo.
Fotografías del autor, de Google, de ABC, del trabajo de Germán Saldaña, de Internet de autores desconocidos
Bibliografia de citado trabajo del Dr. Saldaña, de Cordobapedia, Wikipedia y de mi memoria personal
6 comentarios :
Gran trabajo Paco, te lo dice un "Expósito" jajaja. Como en el caso de los hospitales de San Bartolomé aquí aparece el número siete, curioso e inquietante.
Muchas gracias Rafahell, hombre no lo serás tú expresamente pero alguno de tus antepasados si. Creo que te lo dije, a nosotros en la familia nos persigue, mi padre el 7 del 17, yo un 17 del 47, mi hijo un 7 también. Es un número mágico. 7 sabios, siete maravillas, siete días la semana, y imagino que más cosas. Desde el campo tengo mala conexión. Un abrazo
Efectivamente, Paco, un trabajo completísimo. Un tío mío, el hermano mayor de mi madre, tuvo cinco hijos, se quedó viudo y los metió a los cinco en el hospicio, en la actual Diputación, y el a vivir, que son dos días. El caso es que los cinco niños, cuatro varones y una hembra, estuvieron allí hasta los 18 años y todos se labraron la vida consiguiendo una posición más que mediana parala época, tres de ellos en el ejército. Y lo más curioso, adoraban a su padre, que además era un putero de mucho cuidado. Vivió los últimos años de su vida en casa de su hija, haciendo vida marital (no había vuelto a casarse) con una madame y murió ya muy mayor sentado en el inodoro. Lola y yo aquí estamos, aguantando el tirón sin apenas salir de casa, ella muchos días bastante fastidiada con su espalda. Vosotros estáis viviendo mucho mejor el aislamiento, viviendo donde vivís ahora. Por cierto, en una d las fotografías que ponías el otro día vi que Conchi ya tiene su pelo. ¿Es así? Si lo es me alegro. Supongo que ha terminado ya con inyecciones y demás zarandajas, al menos de momento, ¿no? Un abrazo
Rafael muchas gracias, lamento lo de Lola, porque nosotros sabemos también lo que es eso, con lo que hay que convivir. Anteayer tuvo Conchi una crisis de esas gordas, porque las pequeñas se toma un analgésico se pone la manta eléctrica, reposa y pasa, pero con esta pensé incluso ir a urgencias a Córdoba, pero con el masaje, el Tramadol (tres pastillas) y el Diazepam (un par de ellas), pudo superarla.
Tremendo lo de tu tío y su familia, lo curioso es que esta gente tiene suerte con los hijos y algunos con la mujer también, cuando lo que merecían era otra cosa.
Si tiene pelo, en el momento que cesó la quimioterapia empezó a salirle y ahora dice que lo quiere así corto. Hoy, a pesar de la lluvia (chirimiri) hemos ido por el camino de Pedrique. Sin embargo el otro día tuve que ser sensato pues quería meterse por un terreno propio de jabalíes, pues queríamos llegar a lo que queda de la fuente de la Lastrilla, en la ladera norte de la serranía Loma del Parralejo, ocupado de ochenta años de monte, y con el terreno mojado. Tuve que pararle los pies. Días atrás nos cogió el Guarda saltando la valla por el camino de la Alhondiguilla. (https://www.notascordobesas.com/2021/01/y-nos-esperaba-el-senor-guarda-antes-de.html)
En cuanto al tratamiento, cada 21 días le ponen una inyección de Trastuzumab, un inhibidor de una proteína que parece ser la causante de la tumoración. De momento es durante un año que termina en octubre, son 17 inyecciones, pero no produce efectos secundarios como el coctel anterior. Aquí estamos solos, la pena es el dichoso Covid, sino os íbamos a invitar a que vinierais y os enseñáramos los alrededores, bueno incluyendo los honores de ordenanza manutención incluida. Espero algún día podamos despertar de este mal sueño y podamos volver a lo de siempre, aunque me parece que el mundo ha cambiado para largo. Cuando Obispos y generales no se fían unos de sus dioses y otros de sus armas, la cosa no es muy así que digamos.
Un fuerte abrazo para los dos y cuidaros en la medida de lo posible.
Ya veo las paseatas que os pegáis. Yo conozco Pedrique y, cuando trabajaba, he ido muchas veces a pozoblanco por la carretera de Villaharta, porque me gustaba mas que la que va por Espiel, pero los caminos que recorréis vosotros no. Y veo, con alegría, lo fuerte que está Conchi, como me alegra que esas inyecciones no le produzcan efectos secundarios. Os habéis buscado un buen sitio, más aún con la situación que estamos viviendo. Conchi es valiente, Lola no lo es tanto y no se atrevería a vivir en un sitio así. Pero sí que nos gustaría poder haceros una visita, porque desde luego los parajes que hay por ahí son preciosos. En fin, a ver si pasamos esa mal trago, aunque yo no lo veo para muy pronto, porque apenas si bajan los contagios un pelín y ya estamos abriendo la mano a toda máquina. En fin, paciencia y esperanza. Un abrazo.
Gracias Rafael, hacemos lo que podemos. No hemos entrado a Pedrique nunca, hay que pedir permiso y ahora es un problema. Esa carretera que dices la he recorrido hasta el río Cuzna, pero por el otro lado por el Calatraveño si he ido por otra infernal que comenzaba con una colección de tapacubos de ruedas de coches que se dejaban en el camino. Ojalá podamos pronto hacer esa reunión hay mucho por ver. Pero dudo que sea muy pronto como tú, salvo que la vacuna relegue esto a niveles de gripe. Pero bueno la oferta está en píe. Un abrazo.
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