Su construcción e inauguración data de 1901, fecha que aparece en un lateral de la espadaña. En España no hay construcción, sobre todo en esas fechas siglos XIX y XX, y no decir de siglos anteriores que todas las grandes construcciones no tuvieran una capilla católica. Hoy aún a pesar de que ninguna confesión tiene carácter estatal según el: “Artículo 16 de la Constitución Española: 1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley. 2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias. 3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.” (1), sigue ocurriendo.
Como dudarlo en 1901, primeros del siglo XX y siendo los propietarios del Gran Hotel eminentemente católicos, pero ya no son sólo los propietarios de este establecimiento, Sres. Velarde, era todo el país. Dice Santiago Rodero en su bien desarrollada e interesante Tesis Doctoral: “La importancia de los oficios religiosos para la propiedad y para la sociedad de la época hace que la capilla no sólo sirviera a los dueños y a los trabajadores del balneario, sino que se hiciera extensible a la clientela y la población cercana que ocupaba los caseríos dispersos de sus alrededores que tenía cierto grado de dependencia espiritual y económica con el balneario. La importancia dada por parte de la propiedad a la capilla y a los oficios religiosos determinó que esta tuviese una localización independiente de las estancias del edificio principal.”
Ya vemos la nomenclatura de diversas fuentes, del hotel y fonda. Santa Elisa, El Carmen, Angelitos, San Rafael, el Santo, el Cura, Sagrado Corazón de Jesús todo ronda alrededor de lo católico. Está ubicada al norte del Gran Hotel, a la derecha de lo que llamamos Casa de Baños norte. Hoy rodeada de enormes eucaliptus y a la que se accedía por un paseo arbolado. El desarrollo ajardinado lo podemos observar en las distintas representaciones gráficas.
La capilla como podemos ver en las fotografías es sencilla, rectangular de 36 m2 de superficie, orientada norte-sur de tejado a dos aguas, y con una cierta similitud a las diferentes ermitas serranas. Una espadaña con una pequeña campana coronada por una veleta. Una puerta en el sur con arco de medio punto y pequeñas ventanas en los laterales que miran a poniente y levante.
Describe textualmente la capilla el Sr. Rodero en la Tesis citada: “Al interior, el testero Norte, acogía el altar y un pequeño retablo o sagrario profusamente decorado. Este presenta en la zona de la sagrario un gran arco a todo punto presidiendo el conjunto con dos hornacinas laterales donde se encontraban dos figuras, bajo coronas doradas, que se corresponden con la advocación de la Iglesia; delante, el Altar que se encontraba sobre tres gradas de madera, de tal forma que quedaba sobre elevado sobre los congregantes. Una sencilla cancela separaba este ámbito sagrado del resto de la estancia. Unos juegos de cornisas apaineladas, unos cuadros y varias lámparas completaban el interior de la capilla.” Una curiosidad entre el Gran Hotel y la capilla está todo el terreno tapizado de cagarrutas de ovinos, en unos niveles como no los he visto nunca.
Todo se puede corroborar perfectamente en las distintas imágenes, tanto exteriores como interiores, para hacernos una idea de su desarrollo a lo largo de la vida del Balneario. Ocurrió en ella un hecho luctuoso con el fallecimiento del Obispo de Salamanca que veraneaba aquí por el año 1905, el Padre Cámara, que se sintió enfermo oficiando una misa, y falleció poco después. Este hecho concreto significó un palo para la imagen exterior del Gran Hotel que hubo de contrarrestarse con la campaña publicitaria adecuada.
Hoy lo que queda de capilla 120 años después, con ochenta de abandono, es bastante dentro de lo que cabe, lo que determina la solidez de su fábrica. La realidad es que da todo una lastimosa sensación de abandono, que hace preguntarse cómo pueden ocurrir estas cosas. Es verdad que es lenta la destrucción, una vez pasado el expolio fundamental parece que es la naturaleza la que hace los estragos y no el 'homo sapiens'. Yo he visitado el lugar en un intervalo de once años y no he notado grandes diferencias.
(1) Me ha parecido importante incluir, aunque no venga a cuento, el articulado respecto a la religión que recoge la Constitución de 1978 porque creo que mucha gente lo ignora.
Bibliografía de la Tesis Doctoral de S. Rodero
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