Placa de la entrada al recinto del horno de cal
A la vuelta de la visita a la Fuente de la Boca del Infierno, me salí de la ruta porque me llamó la atención un vallado tipo parque. Cuando llegué al Camino de los Pañeros volví unos metros hasta una significativa puerta, con dos cancelas una para vehículos y una peatonal abierta, pone Horno de Cal la Moheda. Una vez dentro lo primero fue ir a ver los paneles informativos. Dicen los mismos: “La función de este horno era la obtención de cal a partir de la piedra caliza. Antiguamente la cal era un elemento imprescindible para la vida de las personas, se utilizaba para hacer argamasa en la construcción de las viviendas de los pueblos (se mezclaba cal con arena y se obtenía el mortero). Otro de los usos más cotidianos era para encalar o blanquear las paredes de las casas, con lo que se conseguía un gran aislante al calor.”
Montículo que contiene el horno
Roquedal del horno
“También era utilizada como desinfectante. El horno de cal, llamado popularmente “calerín”, se realizaba en una excavación en el terreno, formando un hoyo de unas dimensiones aproximadas de 3 metros de profundidad y 2 metros de ancho y abierto por su parte superior. Sus paredes se cubrían de ladrillos de barro, adobe o piedra. En la parte inferior se construía un pequeño túnel abovedado para acceder al fondo del hoyo.”
Pasillo al horno
Horno
“El calero era la persona que trabajaba en esta labor, previamente tenía que traer las piedras de caliza de las canteras, cortar y amontonar grandes cantidades de leña o carbón para la cocción. Existían dos técnicas para hornear la materia: recubrir con las piedras las paredes del horno hasta formar una bóveda con pequeños agujeros para dejar pasar el humo y las llamas, o alternar capas de piedra con capas de carbón que se iban consumiendo. Una vez encendido el horno, el calero debía alimentarlo de leña empujándola con las horcas por el túnel inferior para que no se apagase el fuego.”
Desde abajo
Brocal desde arriba
“Para realizar una hornada de cal se necesitaba alcanzar unos 1000 ºC de temperatura. El tiempo de duración de la quema era de varios días. Ya calcinadas las rocas, se tenía que esperar para que se enfriaran y se obtenía la “cal viva”. Para su uso cotidiano, las personas tenían que realizar un proceso más que era el de “apagar la cal”. Consistía en mezclar la “cal viva” con agua y removerla, con lo que se producía una reacción química inmediata, alcanzando grandes temperaturas (unos 90 ºC), después se dejaba reposar y ya estaba lista para su uso.”
Paneles informativos
UNA ACLARACIÓN NECESARIA
Rafael Rodríguez Haro, fue el propietario de la finca La Moheda. La adquirió según me dijo porque pensó en un proyecto de explotación de ganado caprino. Cierto día buscando espárragos en su propiedad dió con los restos de calerín, entonces pensó regalarle al Ayuntamiento de Villaharta unos metros de terreno y que éste reformara el horno y lo hiciera visitable, y así fue. Se efectuó el regalo y el ayuntamiento cumplió con su parte.
Rafael Rodríguez Haro
Dice él con muy buen criterio que su finca no se iba a ver mutilada con la cesión de ese trozo de terreno, pero si se abandonaba esa parte del patrimonio lo perdería el municipio que es lo mismo que todos, por eso gracias a su generosidad y ciudadanía podemos disfrutar de ese espacio patrimonial. En ningún sitio figura su nombre, y como yo considero que hay que dar “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, estimo hay que decirlo. Este espacio del Horno de Cal de la Moheda se lo debe la ciudadanía a Rafael Rodríguez Haro y al Ayuntamiento de Villaharta.
Cielo de verano
Pensé que a la vista del lugar y la extensión del terreno del Calerín podría usarse también como espacio de observación del cielo, que por estas latitudes, alejadas de las grandes contaminaciones lumínicas de las ciudades, permiten observar un limpio cielo e incluso se puede ver la Vía Láctea, que normalmente no la vemos nunca en la ciudad. Júpiter, Neptuno y Saturno están estos días en línea haciendo su recorrido habitual por la eclíptica. El triángulo estival encima de nuestras cabezas, las estrellas; Altair, Deneb y Vega, de las constelaciones: Águila, Cisne y Lira, nos señalan el techo veraniego. Andrómeda y los dos carros, el cuadrado de Pegaso y muchas constelaciones más que podemos disfrutar. Con unos simples gemelos podemos ver hasta la hermosa nebulosa espiral de Andrómeda, por encima del cuadrado de Pegasola M31 a una distancia de 22.357 millones de años luz, con un billón de estrellas y es el objeto estelar más lejano que puede verse desde la tierra. Una verdadera maravilla.
Fotografías del autor e Internet
Bibliografía de los paneles.
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