Cuadro de Romero Barros con las barcas en el río
Hubo un tiempo que vivíamos de espaldas al río, pero hubo mucho más el río siempre formó parte importante de nuestra ciudad, de toda la vida. Hay que reconocer que muchas civilizaciones subieron por el río para conquistar y asentarse en estos lugares. Durante la época romana fue vía de salida de ánforas de aceite a Roma, que después formaron parte del Monte Testaccio. Esa colina artificial que se formó durante los siglos I y III d. C. en la ciudad de Roma, que se alza hasta los 35 metros, 50 metros sobre el nivel del mar, si bien se supone fue más alta.
Troncos en la orilla (Baldi)
Córdoba (Guesdon)
Wyngaerde barcas en el Guadalquivir 1567
Fue transporte de madera de los bosques de la sierra del Segura y otras para la marina real como vimos en algunos dibujos. Fue fuente de alimentación y hasta una puerta de la muralla romana se llamó Puerta Piscatoria. Su fuerza almacenada sirvió para mover las ruedas de molino y moler el grano. Limpió las pieles en el islote de Pelambres. Su agua refrescó los veranos de la ciudad y de las cordobesas en el Tablazo de las Damas. Se cabreó en ocasiones y sus riadas fueron de antología, cuyas marcas figuraban no sé si lo están aún en el Santuario de la Fuensanta. Alimentó la electricidad de la ciudad y lo sigue haciendo. Hubo sagas de espléndidos nadadores y saltadores incluso desde los barandales. Tuvo hasta playa.
Areneros o graveros una profesión desaparecida
Barcas en la calle de la Feria y pasando por la calle Lineros y Cinco Calles. Hubo que hacer un muro primero en la margen derecha, que duró una eternidad y luego otro para proteger la izquierda, este se derribó y se optó por otra solución inundable, pero más bucólica. Su grava sirvió para construir parte de la ciudad y reconstruir otra parte, incluso tuvo hasta su tesoro misterioso enterrado en sus arenas. Tuvo un único puente casi durante dos mil años, aunque algunos eruditos hablaban de dos. Ahora tiene siete a cual más variado. Siempre se habló de su canalización, recuerdo que cuando se hizo una exposición en la Calahorra estaban los planos de ella expuestos.
Una considerable riada
Pero lo que más nos identifica con el río eran sus barcas y sus barqueros, había familias de barqueros, otras de pescadores antes y de areneros después, ahora son deportistas. Pasearon a la Virgen en la festividad religiosa del Carmen, actividad lúdica religiosa que recuperó Paco Gallego Carreras, y volvió a desaparecer después. Y lo que ahora mismo nos interesa es el paso entre embarcaderos, en la muralla de la Ribera se construyó uno muy importante, esto lo reguló en su momento la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir autoridad más importante del río, con el proyecto del paso del mismo por una barca.
Plano del recorrido de la barca CHG
El planillo del proyecto que fue realidad, nos representa el murallón de la margen derecha y el embarcadero, y el itinerario a seguir por la barca. Hay una gran isla en la margen izquierda y una orilla pelada en ella, con las cotas de su pendiente, y el embarcadero en aquel lado. La isla luego desapareció cuando se acabaron de volar las piedras del azud del Molino de Martos y el meandro modificó el cauce taponó por aluvión el canal del Molino y barrio todo lo que se le ponía por delante. Hubo otros pasos de barca, por la desaparecida Madrileña, como ha estudiado Rafael Pulido un enamorado de las barcas y el río. Y otra al final del meandro del Arenal para pasar a la campiña.
Pasando la barca
Última generación de barqueros
Playa en el Guadalquivir
Yo crucé la barca cuando niño costaba 0,50 ctms de peseta, y he de decir que algunas veces cuando su aforo era tal, en partidos de fútbol importantes, llevaba la línea de flotación a extremos de miedo. Nunca he oído que hubiera accidente alguno en el paso. No solamente se pasaba el río para el fútbol, sino para ir a la plaza Grande, a la Corredera que era el centro del comercio entonces, cuando los habitantes del Campo de la Verdad venían “a Córdoba” como decían. El ahorro de la vuelta por el único puente el Romano, era considerable. Claro que en invierno pasar luego el barrizal de Villacachonda era otra odisea. Un plano perdido en un archivo nos ha permitido recordar una estampa y unos hechos no tan lejanos.
Fotografías del archivo, de los grabadores reseñados, de Ladis
Bibliografia de la memoria
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