Hoy Torreárboles, no sabía dónde iba a ir en el momento de repostar gasolina, y sobre la marcha decidí Torreárboles, por eso ayer cuando me preguntó un amigo –¿Y mañana dónde tienes previsto? Le dije: –No tengo nada previsto lo decido sobre la marcha. Terminé de soltar la manguera, que sujetaba con un papel, pues no había guantes, y al meter la llave en el coche ya había puesto el piloto automático para Cerro Muriano. No puedo evitar recordar la de veces que he subido en bicicleta, cuando con notable frecuencia íbamos a Villaharta, al Balneario que siempre me parecía un hospital del romanticismo.
Lo que quería decir es que cuando leíamos Las Malagueñas y se veía la casilla de Peones Camineros, sabías que ya era bajada y una llanura prolongada con otra bajada al final, la Cuesta de la Matanza, que nos llevaba al Balneario, la N-432 pasaba por medio. Ahora una espléndida carretera deja la Cuesta de la Matanza para los nostálgicos, y ver tanto a la subida como a la bajada, aquella casa de tan mal gusto arquitectónico que parecía del Conde Drácula, y que ahora la tienes que intuir. Luego a la vuelta había que subirla, nada más que al inicio, llanear por el Vacar y volver a subir hasta las Malagueñas. Una vez allí ya estabas en Córdoba porque todo era cuesta abajo.
La primera vez que subí a Torreárboles lo hicimos sin camino, a campo a través desde Villa Alicia, tenía once o doce años, fue cuando le picó la “víbora” (fue una avispa terrera) a Julio Galisteo, el jefe del taller. El corría diciendo que le había mordido una víbora, y nosotros nos reíamos. Cuando paró de correr, con un pie temblón, le miramos la picadura y solo tenía un punto. -Julio, la víbora estará mellada, pues las mordeduras de serpiente son dos puntos simétricos. Lo que entenderíamos de mordeduras de serpientes algunos, pero era lógico, además salían las avispas cabreadas de su agujero en el suelo. Subimos “esgalazados”, pero subimos. Ese día vimos también las instalaciones mineras y no se me olvidará nunca. Creo que corría el 1959.
Un grupo de señoras, bien pertrechadas y con notable educación -por lo de los saludos-, subían a la Ermita. Yo iba para el techo municipal, 690 m.s.n.m., no es un recorrido largo, no llega al kilómetro pero subes 149 metros en un kilómetro escaso, lo que da una media de un 14 y pico %. O algo más porque hay tramos de bajada. La alegría es que por mucho destrozo vegetal que hagan con la normativa contraincendios, la naturaleza manda por encima de todas las cosas. Lo que era un erial recién limpiado, ahora está inclusive haciendo en algunos lugares incipiente galería. Eso sí, ha ganado la jara pringosa al labiérnago. Se conoce que la adaptación de la jara es más rápida.
Algunos ejemplares de labiérnago tratan de destacar, e incluso un par de matas en el sendero, en la mitad del camino, se defienden. Si hubiera durado el confinamiento un par de meses más, hubieran crecido, pero en el lugar que están desarrollándose sería un éxito que llegaran a arbustos. Yo evidentemente los he respetado y si lo hicieran los demás se quedarían como isla en medio. Cuatro aulagas, alguna coscoja, y poco más, jara pringosa la mayoría de la cubierta vegetal de la subida a Torreárboles. No sé, pero me parece que el sendero es ahora hasta vistoso y perfectamente visible. Me ha parecido que hay una nueva torre de comunicaciones, parece que servicios de Internet.
Una vez en el punto geodésico hice un vídeo de 360º del horizonte que estaba aparentemente claro. Llegó un senderista que subió por el lado oeste, le pregunté cómo estaba el sendero y me dijo que regular, que el que estaba malo era el nuevo trazado del acuerdo con el cortijero, un estrecho sendero peligroso, con hierba alta que impide verlo bien cuando el verdadero era el de la Piedra Escrita, que es el que yo cojo cuando paso por ahí, la última vez llegué por el del acuerdo y volví por la Piedra Escrita aprovechando aberturas en la cerca.
Lo mismo que no tiene sentido que el G48 suba a Torreárboles, cuando su trazado es por Villa Alicia, finca que incluso ha hecho desaparecer una calle del callejero, como me comentó Canario, un amigo ciclista que de eso sabe. El senderista llevaba 25 Km. y quería bajar por la Loma de los Escalones a Córdoba. Más de treinta km seguro. Le ofrecí bajarlo en mi coche que no aceptó. Llegaron dos señoras, una de ellas bajó al borde del peñascal, al cortado, le dije -¡Señora cuidado!, me hizo un gesto con la mano que entendí como metete en tus cosas. No fue obsceno, pero aletear la mano abierta sin mirarme… en fin cada uno tiene derecho a caerse por donde quiera.
Bajé y no me adelantó nadie, por lo que no sé si volvió sobre sus pasos el senderista, o se quedó charlando con las señoras. Casi llegando al final me dejaron paso, amablemente, dos jóvenes que subían, a los que di los buenos días y agradecía el gesto. Una cosa, los tres de arriba sin mascarillas, estos de abajo con mascarillas. Otra, las mascarillas no son síntoma de desconfianza, sino todo lo contrario, Conchi y yo somos grupo de riesgo, Conchi más, por el deterioro inmunológico de la quimioterapia, ya no el Covid 19 que también, cualquier patógeno que en condiciones normales te lo pasas por el arco del triunfo, para ella puede resultar complicado, un simple catarro, que no deja de ser otro coronavirus pero menos hijo de puta. Por lo tanto la mascarilla frente a Conchi es símbolo de protegerla.
Un canario con mascarilla, está solo
La cuenca del Pedroches otra vez
El vídeo comienza en el este casi puro, un mar de nubes lo tapiza, luego Sierra del Segura y de Mágina, la Peña de Martos, el Ahillo de Alcaudete, cónico, Sierra Nevada brumosa. La Subbética y el techo de la provincia, la Tiñosa, con voluntad sospechamos de esos bonitos pueblos que tiene esta vertiente como Luque y Zuheros, y los más cercanos Espejo y Montilla. Después el fondo de la sierras de Antequera, la planicie mesetaria de La Carlota. Sierra de las Nieves y Ronda al fondo, la ciudad en el valle, Loma de los Escalones, el Pedroches, Barrionuevo, Santo Domingo. Las Ermitas no las vemos. el gasoducto enorme. El Lagar de la Cruz, Castri Picón, Pedro López, Campo de Golf y Villares, Riscos de Vera, la torre de vigilancia. Las minas de Berlanga. Una caseta de Protección Civil, la subió un helicóptero, una torreta a medias. Campamentos militares del euro ejército. Campo de Tiro. Cerro Muriano, las instalaciones de telefonía, Pantano de Guadalmellato y nuevamente el mar de nubes en el este puro.
Justo ayer subimos mi hijo y yo a disfrutar de una impresionante puesta de sol. Y si no viste los restos de una cena basura y una veintena de pañuelos de papel fue porque mi hijo y yo limpiamos y nos lo bajamos hasta los contenedores de Córdoba 😉
ResponderEliminarMuchas gracias Rafael, no podía ser de otra manera siendo vosotros, y es verdad que no había arriba nada, sólo he visto cartuchos viejos en puestos de cazadores, que no solo contaminan con el plomo que tiran y esparcen sino con los restos plásticos y metálicos de los cartuchos. Un abrazo a los dos.
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