Vivimos en un mundo muy especial, pero ha sido siempre así, porque así han sido y son sus habitantes. Si damos un paseo por el mundo de las religiones vemos que es diverso y complejo, basadas todas en lo desconocido, con horrorosos infiernos que no se apagaban nunca (no sabemos el combustible empleado), y esponjosas glorias de querubines y arpistas melodiosos en unas, y jardines donde la leche y la miel corrían a raudales, mientras bellas mujeres satisfacían los instintos más primitivos de los usuarios, en otras. El premio y el castigo. De ahí la fiereza de los guerreros árabes de la tribu “asassin”, de la ruta de la seda, a los que no les importaba morir a sabiendas donde iban a ir después, ya que su jefe los había narcotizado y despertado en señalado paraíso, para que supieran como era el Edén después, y servir fielmente a su señor. A los cristianos les ofrecían algo más algodonado y una silla a la diestra del Padre, en la gloria, y llamas y crueldad en el horno de fuego de Lucas, aunque ahora parece que el Jefe de Roma ha dicho que de infierno nada.
Pedro Antonio de Trevilla
Por eso en el chascarrillo el usuario del infierno, reclama contestación del Jefe o sea el Demonio; -Sr. Demonio ayer fue el día del cuba libre, estos no se agotaron nunca, y cuando en los carteles anunciadores de los actos del infierno, hablaban de día de playa, ésta estaba llena de cientos de mujeres hermosas y desnudas pero ¿por qué sin genitales? Y el Demonio solicito le responde –Porque si los tuvieran esto sería la Gloria y no el Infierno. De todas formas cuando el Marqués de Comillas, en su ciudad del marquesado, temió por el más allá, conocedor de las barbaridades que había realizado con el tráfico de esclavos, sintió miedo a la muerte preguntó y le respondieron; -Si nos construyes una Universidad, te pondremos tus iniciales en la entrada, rezaremos y te recomendaremos para que vayas a la Gloria. Y la construyó aunque no totalmente como estaba proyectada pero la pagó. Esta religión perdona todo pero es "presuntamente" interesada.
Escalera noble del Palacio Episcopal
Pero nosotros no vamos a entrar en grandes disquisiciones filosóficas, siempre sin final feliz, y nos vamos a quedar en la glosa de un personaje, puede que polémico en su tiempo, pero personaje en suma de notoria categoría, a pesar de que ahora muchos años después de su paso por nuestra ciudad, levante en algunos “yihadistas” cofrades (de yihad mayor, que es la que significa el esfuerzo de todo creyente para ser mejor persona, en evitación de que, los sin otra cosa que hacer mejor, “abogados cristianos” nos pongan una denuncia) algún que otro sarpullido. Nos referimos a Pedro Antonio de Trevilla, Obispo de Córdoba, fue un personaje eclesiástico que aunque pueda parecer muy singular, daba perfectamente el perfil camaleónico que distingue a esta profesión en sus relaciones con el poder. Lo que en el púlpito se dice -cuando se dice-, a favor de las capas inferiores, salvo honrosas excepciones, siempre se dice teniendo en cuenta a las capas superiores. Estas cosas las hemos visto en el acompañamiento y participación plena con el golpe de estado fascista de 1936, por muchos eufemismos con los que lo adornen, e incluso en el silencio que mantuvieron durante el golpe de estado del 23 de febrero de 1981, posiblemente esperando acontecimientos.
Galería del patio principal del Palacio Episcopal
Pues bien este Sr. Obispo, bastante ilustrado, era vizcaíno, de Karrantza Harana, vamos que no era del mismo Bilbao, se sentó en la silla de Osio (que literario queda esto de la silla) otro personaje, entre los años 1805 y 1832, es decir 27 años, siendo el último el año de su mandato y el de su fallecimiento, óbito que le sobreviene con setenta y siete años. Fue considerado de carácter despótico. Pero en verdad lo que nos interesan son algunas cuestiones importantes de su mandato. La construcción del sillón de las Ermitas, la prohibición de las procesiones de Semana Santa y la salvación del Mihrab de la Mezquita de Córdoba, que era la sacristía de la capilla de San Pedro y estaba en la ruina.
Enrique Romero de Torres
Un buen amigo de mi hermana Loli y Pepe su marido, Pedro Pablo Herrera Mesa realizó el trabajo “El episcopado cordobés de Pedro Antonio de Trevilla en el primer tercio del siglo XIX (1805-1832)” y dice al respecto: “Aunque no existe una biografía dedicada a este obispo, conocemos que Pedro Antonio de Trevilla Bollaín nació el 29 de octubre de 1755 en Ranero de Carranza (Vizcaya). Por la extensa obra que Eubel dedicó a la Jerarquía Católica tenemos conocimiento de que alcanzó el doctorado en Derecho Canónico, fue canónigo de Toledo y vicario de Orán. El 26 de junio de 1805 fue presentado por el rey Carlos IV y un mes después preconizado en Roma, siendo consagrado obispo el 6 de octubre del mismo año en Madrid por el cardenal Luis de Borbón. Y muy pronto, el 1 de diciembre de 1805, firmaba su primer edicto dirigido a los fieles de la diócesis cordobesa, que fue la única que rigió hasta su fallecimiento el 15 de diciembre de 1832.”
Capilla de San Pedro
"Su sólida formación, sus relaciones con el mundo intelectual y la naturaleza de sus múltiples opiniones y decisiones tomadas durante su dilatado episcopado en nuestra diócesis fueron reveladoras de su mentalidad ilustrada". Bien es verdad que fue muy polémico. Lo que le venía bien a los ocupantes franceses, no le venía bien a la resistencia interna, y viceversa, por ello tuvo que echar mano de mucha mano izquierda. A tí te canto un Tedeum y a tí te doy una dosis de vaselina, porque de todas maneras me vais a cuestionar. Una cosa similar la hemos visto con uno que gobernaba la diócesis bonaerense y luego ha sido Papa. Vamos que no son nuevas estas actuaciones, aunque se puedan justificar como se hace en la película bastante blanqueadora de la historia; “Dos papas”, ficción pero de una interpretación magistral.
Plano de la capilla de San Pedro
En la entrada de Blog Notas Cordobesas
“Pedro Antonio de Trevilla obispo” se dice:
“Pues bien, en enero de 1810, las tropas francesas del general Victor Perrin entran en Córdoba. Antes, unos dieciocho meses, se había saqueado la ciudad por el mismo ejército. La ocupación efectiva duró hasta el 1812. El 26 de enero del citado año 1810, José Bonaparte visita la ciudad de Córdoba. ¿Qué hace el obispo? ¿Coger el fusil y hacer barricadas en su palacio, antiguo alcázar califal? No, todo el clero vestido de gala le recibe en la Mezquita... Catedral. Arjona el penitenciario en la fecha, le declama una oda, y se le canta un "Te Deum" (a ti Dios), además se le entregan las insignias que el ejército francés había perdido en la batalla de Bailén, por el propio Obispo Trevilla.” Ojo, Manuel María de Arjona, canónigo, fue luego el primer presidente de la Real Academia que la fundan los franceses. No fue todo jardines y medidas higiénicas como cementerios fuera, también redujeron las órdenes religiosas que había demasiadas. Eran desde luego la modernidad, a pesar de que expoliaron lo suyo.
Surco en el suelo del Mihrab
Cuando aún estaban los ermitaños en las Ermitas, D. Pedro Antonio de Trevilla, mandó construir el llamado "Sillón del Obispo", posiblemente emulando el de Felipe II en el Escorial -no sé si hubo otro parecido en Cuelgamuros- y poder disfrutar de las hermosas vistas del valle del Guadalquivir, campiña y sierras limítrofes. Ah, una cosa, lo del agujero del mismo es un desagüe, no por meter el dedo allí se casa uno, pero si se puede quedar encajado el apéndice. Lo que sí se convirtió es en una atracción más de ese lugar de paz, sosiego y silencio musical, como son las Ermitas de Córdoba. ¿Quién no se ha sentado en ese sillón alguna vez, o metido el dedo? ¿Quién no ha disfrutado con el entorno serrano del Cerro de la Cárcel dentro del Desierto de Belén? Da igual la creencia, pero el disfrute y marco de “las casitas blancas como palomas…” que cantó el poeta amante real Grilo, es simplemente maravilloso.
Grabado de la Capilla del "Zancarrón"
Enrique Romero de Torres, nos dice en un artículo sobre la Mezquita referido a la rehabilitación del Mihrab “La famosa capilla del Mihrab, que amenazaba hundirse en la segunda mitad del siglo XVIII, fue restaurada por el arquitecto francés, don Baltasar Dreveton”, lo que sigue: “Tampoco se menciona en los apéndices del «Catálogo de los Obispos de Córdoba» de Gómez Bravo, que tantos datos curiosos suministra de la Iglesia Mayor, al reseñar los últimos años del episcopado de don Martín de Barcia; y es extraño, porque precisamente en aquel tiempo, estaba hundiéndose la mencionada capilla. Tan importante noticia, fue así mismo desconocida del ilustre orientalista don Rodrigo Amador de los Ríos, pues en su libro «Inscripciones Árabes de Córdoba», solo refiere la torpe restauración hecha en 1816, por el organero templador de órganos dé la Catedral don Patricio Furriel, en la bellísima fachada del vestíbulo del Mihrab recubierta con el rico mosaico de «foseifesa», regalo del emperador bizantino a Al-Haken II, y que el improvisado restaurador realizó con más voluntad que acierto, al aparecer mutilados algunos trozos de tan fastuosa ornamentación, cuando en buen hora se quitó el retablo que la cubría, gracias a la feliz iniciativa del ilustrado Obispo don Pedro de Trevilla, para que pudiera ser mejor admirada esta joya arquitectónica del Arte califal que medio siglo antes, había estado próxima a hundirse.”
Sillón de Trevilla
Esta capilla de San Pedro, llamada también del “Zancarrón”. La palabra según la R.A.E. viene de zanca y significa en su segunda acepción, coloquialmente: “Hueso grande y alargado, especialmente de las extremidades despojado de carne”, de cierta manera se referían mofándose, a una reliquia corporal de Mahoma que, dicen las leyendas, allí había. También en el Mihrab existe una hendidura en el mármol del suelo, que rodea casi circular el lugar sagrado de los musulmanes, y que se achaca al roce de la pisadas de los fieles, que daban la vuelta a un objeto que había en el centro sin pararse, para permitir la entrada continuada de otros, y que se supone pudiera ser el famoso Corán de Osman, libro sagrado que parece los almohades se llevaron a Túnez y el barco en el que iba naufragó en el Mediterráneo perdiéndose para siempre. La cristiandad achaca la hendidura a lo mismo, pero de pies cristianos. Todo leyendas posiblemente.
Las Ermitas de Ripoll
Dice el Blog
Notas Cordobesas en su entrada
“El cerramiento a la vista del Mihrab”:
“Afortunadamente debe la humanidad y el patrimonio mundial, a Pedro Antonio de Trevilla, obispo de Córdoba durante los años 1805 a 1832, que se recuperara a la vista, esa obra universal que fue y es, el Mihrab de la Mezquita Aljama de Córdoba, que había estado tapado a la vista 458 años de los 1052 que tiene de vida. Antes se utilizaba la pica o un muro y ahora se utilizan otras artes más sutiles, para tapar la historia. Medios de comunicación, escritos, folletos, y mentiras continuadas, constantes, para con la lentitud de quien tiene de su parte el tiempo, acomodar la memoria colectiva. Aunque la historia debe conocer que el mérito es del obispo católico Pedro Antonio de Trevilla.”
Requetés en el sillón de Trevilla y Cruz de Ayestarán 1936.
Luego está lo más polémico que forma parte del título de este trabajo, y que a los doscientos años del episcopado del obispo Trevilla, está levantando ampollas aún, pues parece que no le perdonan algunos su Reglamento sobre la Semana Santa. Más que nada sobre las celebraciones de la Semana Santa. Hay que partir que la prohibición de la celebración, parece que sobrevenía de problemas surgidos en Castilla en los que algunos desfiles procesionales acabaron como el
Rosario de la Aurora. En una palabra el Reglamento de Trevilla de mayo de 1820 procedía en gran parte de lo aprobado para Madrid en 18 de febrero de 1820, por la Secretaría de Gobierno del Real y Supremo Consejo de Castilla por los problemas el país en los reinados de Carlos IV y Fernando VII, vamos como lo del
Rosario de la Aurora, y luego fue autorizado cuando lo redacto, por las mismas autoridades.
Cruz y sillón de la Ermitas
En líneas generales, el Reglamento reducía todas las procesiones de Córdoba a una sola para la tarde del Viernes Santo. Saldría de la Iglesia del Salvador y Santo Domingo de Silos, cuyo personal tendría que asistir a dicha procesión. Prohibía el uso del palio. Las imágenes debían llevar vestidos acordes con lo que representaban cada una y que no llevasen ningún tipo de alhaja. Estableció un recorrido por la ciudad hasta la Mezquita y el retorno. Que cada Hermandad debía retornar a sus templos con la mayor decencia decoro y respeto. “No se permitirán en adelante túnicas, caperuzas, morriones, soldadesca, ni distinción alguna que pueda llamar la atención.” Y los acompañantes vestidos de calle normal. Cosa curiosa, hubo una especie de rebelión en los pueblos de la provincia de mayor tradición revolucionaria, y se negaron a cumplir las órdenes del obispado; Cabra, Baena Castro del Río o Fernán Núñez. Previo acuerdo con sus respectivos ayuntamientos, salvo Montemayor que salieron sin ponerse de acuerdo con nadie. Castro del Río, Fernán Núñez y Montemayor son poblaciones en las que desde la democracia ha gobernado la izquierda, PCA e IU. En otros, la mayoría, si fue cumplida la orden. Esta prohibición duró treinta años, hasta después de la guerra civil. Luego se desarrolló una afición muy interesante, primero los costaleros cobraban, eran los faeneros de la Lonja, y los pasos llevaban ruedas. Después pagan por ir debajo y posiblemente para parecerse a Sevilla le quitaron las ruedas.
Procesión del Santo Sepulcro (Foto ABC)
Cuando eras joven te gustaba la Semana Santa por varias razones; lejos de la religiosidad, por lo menos en mí; podías estar en la calle más tarde de lo normal; te permitías ciertos escarceos amorosos y el olor a azahar te recordaba que estabas en la primavera. También me llamaba la atención esa representación multicolor de cuatro o cinco nazarenos con estardante incluido, que iban detrás del Santo Entierro, representando a las diferentes hermandades. Luego comprendí que era el germen que quedaba del reglamento de Trevilla, y de la única procesión autorizada en su tiempo. A lo mejor es una pena, que 27 años de mandato del obispo, y eso puede ser injusto, los condensemos en unas anécdotas, más o menos llamativas. Nos imaginamos que tendría sus luces y sombras porque casi tres décadas dan para mucho. Un amigo sacerdote en momentos de confidencias, me dijo que la Semana Santa es como el Carnaval, que él no está de acuerdo en tanta parafernalia, se han transformado unos días de celebración, pena, recogimiento y rezo en folklore, en una fiesta más. Claro por nuestra parte opinar de estas cosas es inmiscuirse en cuestiones que no son de nuestro ámbito, pero tratamos de comprender a un Obispo Ilustrado de hace doscientos años, cuyas razones en el fondo no son tan de criticar.
Documentos para consultar:
Fotos del autor de ABC y de Internet desconociendo sus autores
Bibliografía citada en el texto y de Cordobapedia.