Cauce del arroyo de Barrionuevo
Siempre me ha fascinado este arroyo, fue uno de los que frecuenté bastante cuando me aficioné al campo y dejé de ser un niño de ciudad, torpe y débil. El territorio que recorre este arroyo, tributario de nuestro aprendiz de río, el Pedroches, forma parte del estribor de ese barco inmenso que se asemeja la mole calcárea de la Meseta Blanca y en su quilla imaginada, donde desagua. Antes ha partido de las estribaciones de la antigua pista del aeródromo de Los Villares, por algo más de los quinientos metros de altitud, dejándose caer por un roquedal enorme solo sobrevolado por rapaces en cuyas paredes anidan.
Perfil altimétrico del arroyo
Desde esa altitud hasta la de los doscientos metros -siempre aproximadamente- inicio del hermoso valle donde está emplazado el cortijo de Barrionuevo, o lo que queda de él, ya pierde lo abrupto de su bajada. A partir del valle ya va allanando su cauce. Antes ha recorrido unos mil y algo metros de longitud, ha pasado creo, el único puentecillo que lo cruza, en el inicio del camino que Pedro, un esforzado de las dos ruedas, le puso el nombre de Dragón Kan, por su similitud con la gran montaña rusa de Port Aventura. Yo subí esa enorme cuesta un día en solitario, como siempre, y me maravilló, todavía no sé el porqué estaba allí un rodal de terreno pequeño sembrado en el erial de la sierra, de girasoles.
Otra foto de Antonio Galisteo Luque, de la parte alta
El Cortijo de Barrionuevo está emplazado en el centro del valle de su mismo nombre (Nosotros lo llamamos el cortijo de los chorizos por los que freímos al infierno en uno de sus patios una vez). Tuvo que ser muy importante en la zona. En esta vertiente serrana sólo existen dos cortijos, el de "Jesús, María y José" y este. Estando más alejado del cauce del arroyo el primero. Junto al cortijo de Barrionuevo existe una especie de baluarte sobre el arroyo que llama la atención su fábrica. Al lado del arroyo hay un venero que nunca se agota, creo recordar que tenía una alcubilla también. Los restos de la cerca (que puede verse en los diversos vuelos señalada) están desparramados en el entorno, y las laderas del valle destrozadas materialmente por las motocicletas que, criminalmente, rompen la capa fértil que después el agua se encarga de todo lo demás para dejar un erial. Es la única contaminación de esos lugares, la de la gasolina quemada y la acústica que para los usuarios será música pero para mí es horroroso ruido.
Lado sur del mismo puente citado
Está prohibida la circulación de estos vehículos, con carteles anunciadores, incluso reflejado en ellos el articulado de la Ley que se infringe, pero la coercitividad de los agentes encargados de ella, no se ejerce adecuadamente, máxime teniendo en cuenta que estos ciudadanos no se tapan y son perfectamente localizables por su “música”. Se me olvidaba que antes de llegar al valle hay un sendero casi vertical que nos lleva a la pista que entre otros lugares, sube desde el arroyo de Santo Domingo a la gruta de San Álvaro, para después por la dorsal rodear la cantera de Orive y bajar a la cuenca del Pedroches o la del citado Arroyo de Santo Domingo nuevamente.
El Sr. Pozuelo en el pretil del puente
En cierta ocasión que paseaba por el arroyo con Conchi, la subimos (habíamos bajado por el sendero natural de bajada al valle), pues no es aconsejable bajarla aunque arriesgados la bajan. A lo que voy, cuando estaba casi arriba en la ocasión que cuento, vi como Conchi iba por la mitad con muchas dificultades, pero no podía bajar hasta donde estaba por riesgo a caerme y, posiblemente, a arrastrarla a ella también. Por lo que decidí animarla a que subiera con la máxima precaución hasta que llegó arriba. El sábado pasado que recorrí la dorsal hasta la cantera con Paco Pozuelo, la subieron unos corredores que dijeron habían subido desde el Puente de Pedroches y ahora iban por el Anker (un cortafuegos llamado así por los ciclistas) a Los Villares, para bajar después por el cerro Muriano, unos treinta Km. de recorrido.
Aérea del Cortijo Barrionuevo
A los 3,2 Km. de su nacimiento se le une al arroyo de Barrionuevo, casi frente al cortijo, el arroyo de Los Porras, por su margen izquierdo. Unos metros más abajo, a los 3,34 km. también por su margen izquierda vierte su caudal el arroyo de Los Villares, que tiene incorporado el de la Ventilla, o viceversa. Está unión con el Barrionuevo se efectúa en la esquina de la Meseta Blanca -llamada así por el color de su piedra caliza-, que he comparado antes con un gran barco, con la quilla al sur. Unos metros después hay una bonita cascada que cuando trae agua el arroyo es muy llamativa. A partir de ahí delimita la Meseta, por el "estribor del barco" y nos podemos deleitar con sus cornisas 80 mts. más arriba, de una pared casi vertical que lo acompaña hasta la desembocadura en el Pedroches, en terrenos del cortijo de Orive Bajo, junto a un eucaliptal que antes estaba adornado de piedras de molino.
Lo que llamo baluarte abajo del cortijo
Y este es el somero recorrido del Arroyo Barrionuevo –que da nombre el cortijo- de más de 4 kilometros por un hermoso territorio, hoy prácticamente abandonado y destrozado, desde los altos roquedales de los Villares hasta el casi río Arroyo de Pedroches. De gran riqueza geológica como nos deleitó en su día en una conferencia el catedrático José Manuel Recio. Un arroyo que comienza a los 548 mts. de altitud en las coordenadas 37,960 N, y -4.805 O, y acaba en los 186 mts. de altitud y coordenadas 37,938 N, y -4,773 O que afortunadamente después de estas tímidas lluvias corre y con alegría.
Fotografías de la Web de J.Palero de Antonio Galisteo Luque y del autor.
Interesantísima entrada como siempre. Y buena memoria tienes
ResponderEliminarLo mejor del blog son los comentarios de los lectores, y con lo que más aprendo, pero tengo una duda, el dragón kan es desde la pista del infoca hasta Santo Domingo, y el Anker desde el arroyo Barrionuevo en dirección a los Porras. Me parece que eso es lo correcto,¿No?
ResponderEliminarBonito reportaje. Me ha hecho gracia lo de niño de ciudad reconvertido al campo porque mis abuelos, que venían del campo (La Carolina, Jaén, mi abuela y Peñarroya mi abuelo) se vinieron a la ciudad huyendo del campo, entonces sinónimo de miseria hambre y caciquismo. Mi abuelo guardaba cabras de niño en un cortijo y le esperaba la mina, mi abuela, trabajó en una cantera cargando piedras! También les tocó vivir la guerra y la posguerra y cuando por fin se instalaron en la calle Doctor Gómez Aguado esa era la gloria para ellos. Jamás volvieron al campo. Mi abuela, que nunca aprendió a leer, se maravillaba con los adelantos de hoy en día y le sorprendía que la gente se quejara tanto habiendo ella dormido en el suelo, como se dormía en los cortijos antes, sobre todo en las familias numerosas. MI abuelo acabó trabajando en Asland y ahí aprendió a leer y se hizo jefe de equipo. Mucho mejor que guardar cabras en el monte. Mis abuelos analfabetos y de campo abrazaron la ciudad sin complejos. Mi abuela adoraba la lavadora, después de haber lavado tanto en un arroyo! Era muy típico que la gente de la generación de mis abuelos en el barrio, Levante, tuvieran su piso y además una parcela en el campo (normalmente en las Quemadillas) y así tener su huerto y su dosis de campo para los fines de semana. Eso estaba bien. Mi abuelo nunca se compró una parcela. Íbamos a los Villares de perol de vez en cuando y eso era todo el campo que podía soportar...jeje. Perdona que me enrolle pero la historia de mis abuelos es la historia de por qué tanta gente se fue del campo para vivir en la ciudad. Muchos echaron de menos luego el campo, otros no tanto. No es lo mismo el campo para pasear y disfrutarlo que el campo para cultivarlo y vivir de él. Hoy las cosas se ven de otra manera, pero para la generación de mis abuelos el campo era el hambre, la explotación, la guerra, los caciques y trabajar como un esclavo por un plato de lentejas. En fin, gran reportaje. Un saludo
ResponderEliminarOscar precioso y emocionante, debías escribir esas historias llenas de ternura. No sé si me dijistes que tenías un blog, no recuerdo, pero te haces uno y dejas escitas esas cosas para que la historia no se pierda. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHola, Paco. Estoy preparando una novela ambientada en el barrio de Levante de los años 80's, es lo que te comenté hace poco. Y aunque es una novela y no un documento de investigación ahí irán muchas de las historias de este tipo. Precisamente el objetivo es ese que me comentas, dejar por escrito muchas historias del barrio y de la época que se han perdido, de las que no queda ni el recuerdo. Supongo que nadie se acordará de aquel hombre entrañable, el del mechón blanco en el flequillo, que recogía cartones por el barrio (luego supe que estaba separado y tenía una hija, no supe mucho más de su historia, pero de niño recuerdo haberle visto con su carrito bajo la lluvia recogiendo cartones recorriendo mi calle, ya de mayor vi al hombre aún por el barrio pero con su hija, ya no parecía recoger cartones). ¿Quién se acuerda de él? Creo que llegué a saber de su nombre, pero como todo se olvida y se pierde...y a propósito de arroyos, mucha gente, entre ella mi abuelo, iba al arroyo Pedroches a lavar el coche, junto al puente. Yo fui muchas veces a lavar el coche con él. Precisamente este fin de semana revisaba fotos familiares, tengo unas cuantas de 1985 donde salgo yo con diez años y mi prima, tomadas por mi tío con mi abuelo y sale la calle Doctor Gómez Aguado desde casi todos los ángulos! Así he podido confirmar que en esa época la comercial Maypa ya estaba ahí y que la esquina con la calle Gibraltar era aún un solar y sería uno de los últimos bloques de pisos que se construyeron en el barrio. Ah, y aún estaba abierta la mercería de la Juanita que supongo cerraría ante la competencia de la Nenunca...jeje. Un saludo!
ResponderEliminarNo puedo contestarte a todo porque estoy con el móvil pero si decirte una cosa el de los cartones es Antonio y es vecino de mi bloque, pero es soltero. Ahora lo que hace es mandados a vecinos. Tengo que marchar al hospital y no puedo extenderme, recibe un abrazo.
ResponderEliminarAh, gracias por el dato, Paco. Y espero que no sea nada lo del hospital. Ya ves que cuando uno es niño solo conoce las cosas por rumores y cotilleos, y en mi memoria tenía esa historia de Antonio y años después de mayor lo vi haciendo la compra llevando a una niña de la mano y di por hecho que sería la hija. Pero ya digo, esto es por guardar en el recuerdo lo que eran solo cotilleos de barrio. Por cierto, que de las historias del barrio de mis abuelos decían que había un hombre mayor que a pesar de tener tierras y dinero era tan avaro que salía con su bicicleta los domingos a recoger cartones! No tengo ni idea de si es cierto o no, pero escuché esa historia varias veces y me pareció muy divertida. Ayer volví a mis paseos por el barrio de Levante ahora que hace buen tiempo porque tuve que interrumpirlos por el mal tiempo (no tenía ganas de dar un paseo con la cara helada por el aire) y refrescar más la memoria. Ah, y he leído tu entrada sobre el MOlino de Martos, me ha servido para resolver un pequeño misterio de mi infancia: aquella extraña estructura de hierro que asomaba por un lado del molino era el trampolín! O lo que quedaba de él, o sea el esqueleto de metal. Yo de niño en los 80 jugaba con amigos dentro del Molino de Martos! QUe entonces eran unas ruinas dejadas de la mano de Dios....un abrazo, Paco.
ResponderEliminarLo del hospital es serio, pero ahí estamos. Me alegro de estimular tu memoria. Muchas gracias por las historias personales. Un abrazo.
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