El Cine Andalucía era el cine de verano del barrio de San Pedro, frente a la plazuela del Vizconde de Miranda, en cuyo renacentista palacio se compraban los recortes de las hostias, que los monaguillos y sacristanes se habían llevado ya. En la otra acera de la calle el edificio del antiguo Hospital de San Andrés, que era un colegio y cuya portera vendía los jazmines del patio, en el alfeizar de las ventanas de una clase (hoy Círculo Juan XXIII) detrás de las rejas, que yo le compraba a mi novia cuando lo era, porque anteriormente en el prenoviazgo no había posibilidades.
Cuando iba al cine Andalucía veía por encima de la pared norte la casa en la que habían vivido mis padres de recién casados, en la calle San Eloy, dedicada al patrón de los plateros, porque ellos me hablaron mucho de esa casa y de unos amigos que hicieron en ella, amistad que le duró hasta que la verdad biológica llegó para todos. Estos amigos se fueron a Oviedo y en una ocasión los visitaron allí. Fueron hasta sus padrinos de boda.
Aparte de las veces que me contaba mi padre que se veía el cine desde su casa, yo, ya con uso de razón -es una frase hecha aunque no sea verdad lo de la razón- pero nada más, lo conocí cuando pretendía a mi novia después, allá por el 1960. Pretender era una especie de martirologio de la atracción o incluso amor, sin que la elegida supiera a lo mejor que existías, salvo que valorara las veces en las que coincidías o si miraba para atrás en su camino.
Espacio de mesas de merienda
Una pretensión que significaba ‘ir detrás de’, que era lo normal en los pretendientes de ese tiempo pasado, que no fue mejor sin duda que este, por aquello que ningún tiempo pasado lo fue, posiblemente nos lo parezca, mirado desde la nostalgia de que no volverá y a pesar de algunos malos recuerdos y carencias son los nuestros.
Se daba la paradoja, que la mayoría de las veces cuando Conchi entraba al cine Andalucía con un familiar, mí capacidad económica que era menos que cero, me impedía continuar con el seguimiento, ya que no disponía de los seis reales que costaba la entrada. Su equivalente en euros ahora es de 0,0090 €, que se las trae. Un día que tenía posibles, las 1,50 ptas. pude entrar, sentarme cerca y disfrutar de su perfil, que era para mí precioso, como de princesa de aquellos tebeos infantiles.
Luego aquella pretensión acabó sin saber el motivo, y nos volvimos a ver tiempo después en una boda de un común en la entrada de la Iglesia de Cañero. Ella no se acordaba del niño seguidor anterior. Después una nochevieja y el salir una vez solos en enero de 1963, vino la formalización de unas relaciones que duraron diez años, del 63 al 73 del siglo XX, que se han prolongado 47 años más hasta nuestros días, con dos hijos estupendos y cuatro nietos (dos niñas Claudia y Enara, y dos niños Alejandro y Noah) maravillosos. En total 57 años sin contar la "pretensión" previa que los subiría a 60.
Más calle San Eloy y parte de la esquina de la plaza
Por esa razón la introducción de cuestiones familiares y de amoríos infantiles, ya que ambas tenían una relación muy directa con este cine de verano, el cine Andalucía. Con el declive de los cines de verano, este cerró también, estuvo unos años en el limbo de los cines de verano, e incluso conocimos por razones de vecindad a una persona que vivió allí, pero que mejor hubiera sido no conocer porque vaya tela marinera el apéndice lingual que tiene, y la mala leche, por ser fino. Durante un tiempo como he dicho estuvo en el limbo o purgatorio de los cines de verano, hasta pensar que se iba a hacer con el solar.
Se hizo una excavación de la que pude sacar unas fotografías, los clásicos muros de anteriores construcciones, un empedrado que no sé si era patio o calle, todo ello porque no he tenido acceso al estudio arqueológico. Luego distintos proyectos propuestos, que si hacerlo aparcamiento, que si para los vecinos, y al final se ha optado por hacer un patio lúdico para mayores y pequeñitos, como decía Pepe Iglesias el Zorro. Tiene grandes espacios, dos pistas de petanca, un espacio entoldado con algunos bancos para merienda, pocos, dos para la petanca, uno cerca de donde estaba la pantalla y otros como de picnic en la zona entoldada.
Lo importante es que los vecinos tienen un lugar de esparcimiento en un barrio envejecido, y sin apenas servicios. Una parte está usada por la empresa Sadeco como punto de recogida de basura y el resto como he comentado. En el solar actual, la mayor parte de albero y pequeña zahorra en otra, he querido situar la pantalla, que estaba en su lado este, pero parece que se ha incorporado también otro solar que lindaba con la Plaza de San Eloy. Cuando ejercía como cine tenía un callejón de entrada, con vivienda en él y puertas de salida a la estrecha calle de San Eloy y la pantalla llena de rápidas salamanquesas (Tarentola mauritanica) buscándose la cena, en el lugar cardinal citado. Bienvenido sea este nuevo espacio vecinal.
Fotografías del autor
Yo solo conocí de niño el Cine Maxi. Jamás he conocido otro salvo ya de mayor. Y ninguno era como el Maxi donde los vecinos veían gratis las películas desde el balcón, donde la gente que no quería pagar se subía a las azoteas de bloques de enfrente...eso no lo he visto en otra parte o en otros cines, pero tampoco he conocido muchos. Lo que más echo de menos era que en el cine Maxi podías beber agua fresca de los botijos de la barra (gratis!), comprar chufas y altramuces del puesto frente a la taquilla....ay, las chufas, es lo que más echo de menos! Por supuesto hoy no queda ni puesto ni cine ni rastro de todo aquello. No he encontrado ni una mísera foto del cine Maxi. Un saludo, Paco.
ResponderEliminarMuchas gracias. Agua gratis no era normal. Debe haber por ahí fotos. Y las chicas riquísimas. Un abrazo
ResponderEliminarInteresantes todas tus entradas, tus comentarios y tu proverbial memoria.
ResponderEliminarSólo una pequeña precisión ; no eran lagartijas los animalitos de la pantalla, sino salamanquesas que aprovechaban la luz para atrapar los insectos.
Aún se pueden ver en nuestras calles,y en los pocos cines que nos han quedado de verano.
Un abrazo, Paco.
Una precisión imperdonable, llevas toda la razón salamanquesa. Había una leyenda urbana que decía que si te escupían te quedabas calvo. El caso es que todos los nenes lo creíamos. De las muchas cosas que no tienen sentido. Muchas gracias por tus palabras y aclaración que rectifico enseguida.un abrazo
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