El domingo pasado dimos un paseo por la zona de Santo Domingo, recorrimos la gruta de San Álvaro en primer lugar y luego bajamos por la antigua explotación al arroyo sin llegar a la gran cantera para bajar por su lado sur. Hacía mucho frío, la sensación térmica era superior a lo que mercaba el termómetro. El valle del arroyo Barrionuevo estaba de color gris, aderezado de ruidos de motores de explosión. Con lo fácil que es que la patrulla de la Guardia Civil localice a los eternos infractores, porque no llevan silenciador. Nos pasaron tres sin importarles que éramos dos indefensos senderistas. Cuando pasan por tu lado debes de protegerte porque los brutales neumáticos expulsan piedras del camino y te pueden dar con alguna en la cara. Los domingos no son los días más recomendables para dar un paseo por el campo.
Recordamos “gestas” que habíamos hecho años atrás, que ahora serían imposibles. A la vista, en el horizonte noreste siempre presente Torreárboles. Una pista que parte de la casilla de los Porras marcaba una tenue línea que nos hizo recordar cuando bajamos desde la pista del Infoca, a la casilla de los Porras, y luego al valle de Barrionuevo, nos asustamos de un camuflado cazador entre la jara que nos dio un buen susto, luego la bajada por el surco de las motocicletas rematado por el agua, era la forma más segura de bajar al feudo del cortijo de Barrionuevo, el surco nos llegada hasta las rodillas. Otra vez, subimos por el sendero que desde arriba, recién llegados del arroyo de Santo Domingo a la pista, baja violentamente al arroyo de Barrionuevo. Cuando subimos me asusté bastante porque no podía bajar a ayudar a Conchi, que venía detrás ya que el riesgo de caerme y arrastrarla era muy alto, decidí animarla hasta que nos juntamos casi arriba. Subir es mejor siempre que bajar.
Recordé como mi Práctika (cámara analógica) recién "arreglada" por el inglés de la Plaza de Colón, y al intentar fotografiar la gruta de San Álvaro comprobé que no se había arreglado adecuadamente y desde entonces está en su funda. O cuando en la loma instalamos una tienda de campaña recién estrenada, para practicar. En ese mismo camino, hace cuatro años, recibí el aviso de que estaba al nacer, en Montilla Enara, la mayor de nuestro hijo Gabriel, había que volver y desplazarnos luego los cincuenta Km. En ese mismo lugar, que frecuenté solitario muchas veces, me dio una arritmia más exagerada de lo normal y perdí un poco los papeles, hasta que conseguí estabilizarme con ejercicios respiratorios (el dichoso bloqueo lateral y porque no vino por derecho, sino ni ejercicios respiratorios ni nada), y lo logré, sin tirar de la farmacopea que normalmente llevo.
O los recuerdos cuando subí desde el Caserío del Jesús (Jesús, María y José), por lo que los ciclistas de montaña llaman el Gran Kan, ya en la zona de los Porras, una zona muy solitaria. Otro día en el patio derruido del cortijo de Barrionuevo freímos unos chorizos que llevábamos en la mochila en una pequeña sartén, desde entonces llamábamos a Barrionuevo el "Cortijo de los Chorizos". Es increíble la capacidad que tiene nuestra memoria, mientras se posee, puedes hacer un “vídeo” de unas fechas lejanas, muchos años atrás incluyendo determinadas situaciones que se daban en ese momento, y las conversaciones. Son muchas las veces que he recorrido esos lugares solo y puedo acordarme incluso de lo que pensaba en algunos momentos del recorrido. Rememorar hasta los pensamientos adicionales es un lujo, bien es verdad que la mayoría de las veces quedaba constancia inmediata en una entrada del blog.
Otro día, por el citado caserío del Jesús (cortijo de Jesús, María y José), nos salieron unos perros bastante agresivos (no serían plantilla) y Conchi se negó en redondo pasar por delante de ellos, lo que nos hizo subir hasta encontrar el camino campo a través. Una odisea desde luego llegar a través de la abandonada huerta y su barrizal. Los perros, por muy fieros que sean, huelen el miedo pero ponen reparos cuando le enseñas el palo con punta metálica, normalmente, porque hay excepciones que confirman la regla siempre. Luego fotografíe el cortijo abandonado, cuando pude en otra ocasión, sin perros. Arriba la estación de control del oleoducto, al final de lo que parece un cortafuego y es simplemente la cicatriz de su paso. El arroyo de Santo Domingo corría a partir de la hoy tímida laguna, no había llovido lo suficiente para llenarla y corría de la balsa para abajo, porque por arriba no corría. Por lo que deducimos que se estaba vaciando ligeramente la laguna al no tener reposición.
Son la mayoría terrenos de Orive. Antaño sólo estaba en ese valle, a orillas del arroyo del mismo nombre, el citado cortijo Jesús, María y José, y el de Barrionuevo, otro cortijo estaba en el margen izquierdo del Pedroches unos kilómetros abajo. La mayoría de las vertientes están destrozadas por las ruedas de las motocicletas, unos inmensos surcos que el agua se encarga de acabar y de enviar la débilla capa fértil al arroyo. La bajada desde la pista de la cresta de la gruta de San Álvaro al cortijo Barrionuevo, está impracticable, destrozada para los caminantes, es la tónica normal. Pero bueno algo es algo, es una preciosa zona cercana y tranquila, con múltiples caminos y destinos, pero los días entre semana no los domingos, y pensar que los frailes se bajaron al Convento de los Mártires, abandonando Santo Domingo de Sacala Celi, diciendo que la zona era insalubre (¿?).
Fotografías del autor
Bibliografía de la memoria y del Blog
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