Portada
Sé que es meterme en camisas de once varas, como recuerda la leyenda de adopción germánica. Sé que el mundo de la poesía no deja de ser una utopía en tiempos poco románticos, más materialistas. Sé que muchas veces la poesía que representa un momento triste o alegre del poeta, es él quien debe explicar las dudas que tengas. Sé que con un prologuista como José Luis Rey, con ese currículo que tiene, cualquier letra que juntes una detrás de otra se verán descarriadas si comparas.
El autor
Por eso me voy a limitar a felicitar al amigo por este su nuevo libro de poesía. Si ya es una aventura ser editor en este tiempo, que además amenazan negros nubarrones gamados, ser poeta y no morir en el intento es un éxito. Las pocas veces que nos hemos visto hemos, por lo menos yo con él, coincidido en muchas reflexiones. La penúltima subiendo al techo de nuestro término municipal, mientras los biólogos Tamajón y Miguel Ángel se entretenían por el camino.
La dedicatoria
Lamenté no haber asistido a la presentación. La verdad es que me prodigo poco de un tiempo acá. De las presentaciones surgen preguntas y respuestas que te hacen comprender más y mejor la profundidad del poeta. El primer poema que conocí de Ramón no lo leí, lo escuché, y pensé, cómo son los funcionarios por dentro, cuánto encierran algunos, que dominio del lenguaje y que facilidad tienen algunos para expresar situaciones de ánimo.
Contraportada
Luego la dedicatoria. Lo busqué en su trabajo, en un hueco después de que acabará de atender a otro amigo, en una situación difícil. Le pedí que incluyera a Conchi en la dedicatoria porque el primer poema que escuche de Ramón lo escuchamos juntos a requerimiento mío y nos gustó mucho a ambos. Por lo tanto para no errar más, pondré asequible la pieza literaria del prólogo de un erudito en la materia como es José Luis Rey y así salvo los muebles.
Breve currículo
PRÓLOGO
"El poeta cordobés Ramón Rodríguez ha publicado varios poemarios, notables e interesantes, antes que éste, pero es La casa del padre su mejor libro hasta ahora, un verdadero punto de partida de una poesía originalísima, llena de hallazgos y voz propia. Dotado de un oído excepcional, completa Rodríguez este don con el de la imaginación y ya sabemos que imaginación y oído son las dos virtudes esenciales de un poeta. Ramón Rodríguez lo es. Éste es un libro ambicioso, auténtico y, sobre todo, un testimonio moral. Sí, porque si un libro de poesía es solo música e imágenes (siendo ello ya un logro y este libro lo consigue plenamente) no pasará de ser un hermoso juego vanguardista. Aquí, además de la belleza que invade nuestro oído y nuestra mirada, hay un mensaje. Y esto es esencial en poesía. El libro nos habla del paso del tiempo, del sentimiento de orfandad que antes o después nos alcanza a todos, pues todos somos los hijos adoptados por la vida que vagan esperando el reencuentro con la madre primera y final.
Con Ramón y Miguel Ángel casi en el cielo
Claro es que La casa del padre, libro formalmente impecable, se sitúa en primera línea de la poesía más avanzada de hoy, la que tiene como maestros a Pere Gimferrer o Antonio Gamoneda. Pero en La casa del padre Ramón Rodríguez se convierte, de pronto, en su propio maestro, creando un libro doliente y lúcido, esplendoroso, lleno del fulgor que dan la memoria y las visiones. ¿Poesía irracionalista? Sí, tal vez lo parezca a algún lector. Pero no es el caso de este libro, que golpea como un boxeador letraherido nuestra conciencia. Las hermosas imágenes están sujetas a algo mayor que el poema mismo. Esta poesía trasciende cualquier tipo de etiqueta que le podamos poner, porque es poesía y es verdad, como en Goethe. Al fin y al cabo, ¿qué nos queda tras leer un buen poema? Es como despertar de un sueño. La casa del padre hace soñar, una función primordial de la poesía que tan pocas veces se destaca. No, la vida no es sueño, pero la poesía sí lo es. Y estos poemas son ensoñaciones justas, rasguños en la piel de la memoria, en la fe que ve, según dijo Wordsworth, a través de la muerte.
...yo también.
La madre, el padre, los hermanos, el mundo exterior e interior... Y no es extraño que una cita del gran Trakl abra el poemario, o que encontremos a Mallarmé. Rodríguez es un poeta culto y, sin embargo, no nos deja una emoción fría, sino que transmite una profunda humanidad. Innovador y humano, Rodríguez crea sus conjuros, su vuelo y su dolor, sometiendo a la memoria al único examen que es capaz de crear una revelación: el análisis de la poesía. Y no olvidemos la intuición, pues es uno de los pilares del libro y otro rasgo, aquí presente, que distingue al verdadero poeta. No me extenderé sobre otras virtudes formales, como la estructura y la innegable unidad que hay aquí. Dijo T. S. Eliot en una carta a otro amigo escritor que debía escribir solo para cien lectores, con la condición de que fueran los cien mejores lectores del país. Ramón Rodríguez ha escrito este libro bajo esa exigencia. Porque La casa del padre es un libro llamado a perdurar en la mejor poesía cordobesa y, por tanto, en la española.
JOSÉ LUIS REY Córdoba, julio de 2018"
Fotografías del libro
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