En la azotea hoy de lo que fue su casa
Ayer 29 de casualidad, un amigo me puso en una red social un aviso de la marcha de otro muy querido por mí. Tengo que agradecerle a Manuel Estévez su mensaje, habiendo pasado el sepelio, eche mano de la red y busqué en Secosan, pero aún no estaba, encontré una web (en Internet está todo el saber y lo necesario) en la que comunicaban las inhumaciones del día, la hora y el lugar. Era las cinco menos cuarto y la inhumación estaba prevista a las cinco y cuarto, una hora casi taurina, me planté en San Rafael, en el cuadro de San Virgilio y allí estaban un oficial y un peón con, creo le llaman el “torillo”, preparados en la calle.
Con el reportero de la Ser en la torre
Durante la espera el Jardín de los Aromas frente, sembrado de plantas aromáticas, una por urna de cenizas, aprendí muchas cosas y compartí las quejas de los profesionales por la dejada de flores de plástico dentro de la planta a la que destruyen. Para los que utilizan nuestra sierra como cementerio particular, pensado a lo mejor que por estar más cerca del cielo y la naturaleza es mejor, no saben que hay un lugar más cercano y que no altera el débil equilibrio del sistema enterrando urnas no degradables, de plástico y poniendo símbolos religioso y flores del mismo material que molestan visualmente.
Durante la entrevista
Manolín era mayor que yo un par de años, pero eso no fue óbice para que de niños formara parte de su grupo de amigos, amistad que se ha prolongado hasta la actualidad. Manolín cerraba de facto aunque no oficialmente, la saga de los campaneros de la torre de la Mezquita, cuatro generaciones de los Sorianos, incluido el de la botella. El último oficial fue su padre Manuel Soriano trabajador de la Electro a la vez. El primero creo recordar su bisabuelo, luego era hereditario el cargo, además de la vivienda en la propia torre. Si había que repicar repicaba toda la familia, incluso la cariñosa Elena su madre, menuda pero tremendamente activa, como la mayoría de las mujeres que han sacado adelante a su familia en tiempos tan difíciles como les tocó vivir, la he visto repicando.
En su "hábitat" de toda la vida
Los conocimientos por su inquietud estaban fuera de lo normal, no los ha dejado plasmados en ningún sitio, que yo sepa, pero hoy por hoy era la persona que conozco, que más sabía de cosas de campanas y del entorno de la Mezquita. Fue de profesión de siempre joyero, sacador de fuego, incluso la ejerció en casa en la propia torre en uno de sus recovecos. Sus hijos Manolo y Gabriel ya no siguen esa profesión ni la de campaneros. Con Manolo hijo me unen muchas cosas y disfruto cuando lo visito en el comercio que posee en la Plaza de Santa Catalina, es un calco de su padre en sabiduría natural. A Gabriel lo trato menos. Rosi, su hermana a la que queremos mucho, me explicó todo el fatal desenlace cuando volvíamos del acto familiar.
Con quien suscribe en lo que fue su casa de siempre
En la inhumación, también vi a personas que conoces desde su nacimiento, y que también forman parte de esa gran familia de las gentes de la Judería, a Rosa Mari hija de Juanín -el antiguo Sacristán Mayor y tío de mi amigo Manolin-, y Mari Rosa mi madrina, e íntima quizás única de mi madre, a la que no pude despedir en su marcha hace un tiempo. Pero con su hija las recordamos a ambas. D. Paco su abuelo fue el padrino y por ello yo me llamo así. Mari Rosa -no por ser mi madrina-, destacaba en un barrio de gente normal, era exquisita porque además de por su propia naturaleza, había tenido la suerte de poseer una educación adecuada, que las demás vecinas no habían podido tener. Su familia fue durante tiempo la propietaria de la finca La Calzada, cerca de la de La Gitana.
En la plaza de Santa Catalina
Lo cierto es que ver estas personas, que hacía muchos años no veía, dentro de la pena de la despedida de mi amigo “Manolín de la Torre” te equilibraban con algo de alegría. Nos vemos de año en año y en momentos difíciles. Gracias a ello yo, “Paquito de la Barbería” pude volver a recordar un tiempo que seguro no volverá, pero que está ahí todavía, en esas neuronas poco usadas por el apretujar de vivencias actuales que las empujan y apartan de la primera línea, pero que a poco que las muevas salen y te producen bienestar.
“Noviembre dichoso mes que empieza con los santos, media con San Martín y acaba con San Andrés”, no lo ha podido acabar “Manolin de la Torre”, para diferenciar del “Manolín de la Francisca” otro amigo y mejor persona, que era emulando las denominaciones antiguas como se determinaba la filiación de los nenes del barrio de la Judería y otros barrios. “Paquito de la Barbería” te desea “Manolín de la Torre”, de todo corazón lo debes de saber, que la tierra te sea leve, aunque esta no sea la de tu reposo eterno. Adiós amigo.
Una reseña de prensa
“Noviembre dichoso mes que empieza con los santos, media con San Martín y acaba con San Andrés”, no lo ha podido acabar “Manolin de la Torre”, para diferenciar del “Manolín de la Francisca” otro amigo y mejor persona, que era emulando las denominaciones antiguas como se determinaba la filiación de los nenes del barrio de la Judería y otros barrios. “Paquito de la Barbería” te desea “Manolín de la Torre”, de todo corazón lo debes de saber, que la tierra te sea leve, aunque esta no sea la de tu reposo eterno. Adiós amigo.
Fotografías y vídeo del autor
Bibliografía del corazón.
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