Ruta de Wikiloc
Mañana de julio como ayer, sin el famoso “estrés térmico” del norte. Hoy no he contado con mi amigo y compañero de estos días, tenía asuntos que resolver, por lo que he hecho el camino solo. La ruta comprende el sendero PR-A-342, y la pretensión era llegar al Pozo de las Cruces, pero no todas las veces se cumplen los deseos. El trazado no es la primera vez que lo hago, la última vez desde Valdejetas, llegué hasta el cruce del cortijo Lo Vaca dirección el Salado, y en otra ocasión cruzamos por la finca la Jarosa con la pertinente autorización, después de habernos metido en el camino por error, evitando la vuelta al cerro desde el cruce del Guadarromán.
La ruta en el raster del IGN
Perfil
Entrada del camino
La satisfacción hoy ha sido volver a ver la Alcubilla de la Marquesa, que está en el comienzo del camino en el cruce que se dirige al de Mesoneros, pero bien tapada por el matorral. No podía haber se cambiado de sitio desde luego. Dice la información de la ficha del Sendero: “Fuente de La Marquesa, cuyas aguas proceden del acueducto de Valdepuentes, de origen romano, que llevaba el agua desde la Fuente del Elefante y del Arroyo Bejarano hasta Córdoba. Posteriormente fue utilizado para abastecer de agua a la ciudad de Medina Azahara.” Dice sobre sus aguas que: “proceden del acueducto de Valdepuentes”, creo debería decir, aceptando la teoría del Sr. Ventura, se dirigen al acueducto de Valdepuentes, y proceden del arroyo del Bejarano y la Fuente del Elefante.
Paso canadiense tapado a la entrada del camino
El camino primeros metros
Paso canadiense al sendero de Mesoneros
Sin embargo está por comprobar ese salto de la Fuente del Elefante a la de la Teja, punto de partida de la teoría del Prof. Recio. Hasta la Fuente del Elefante está comprobado el recorrido desde el Bejarano, incluso con acueducto, que limpiamos de maleza antaño, en el arroyo del Coronel. Dificultades técnicas no tenían los romanos para nada, y no les costaba mucho, sabiendo cómo estaba la mano de obra, que poco más o menos no se diferenciaba mucho de la esclavista actual. La cota de la Fuente del Elefante es 390 m.s.n.m. similar a la de la Marquesa, y la Teja, con alguna altura superior intermedia, pero no han sido medidas precisas sino en el plano raster.
Alcubilla de la Marquesa entre el matorral
Entrada a la alcubilla
Interior de la alcubilla de La Marquesa
La realidad es que debe ser una asignatura pendiente de algún/a estudioso/a en la materia, que encuentre el eslabón perdido y se diluciden las distintas teorías. Es verdad que los romanos no eran tontos, pero no lo es menos que no tenían dificultades para las grandes obras y la cuestión era un caudal constante. De todas formas en el siglo III se abandonó la obra y sólo se utilizó el caudal de la fuente de la Teja, para Medina Azahara y la ciudad, mil años después, reforzado el de la ciudad luego con el ramal de Vallehermoso. Problemas hidráulicos aparte, ya que doctores tiene la iglesia para su resolución, decir que siempre me asaltan dudas en cuanto al arroyo de Guadarromán.
Vistas del camino
El embalse de la Jarosa está alimentado por este aprendiz de río, de nombre árabe, que nace en terrenos del Rosal de las Escuelas, sin embargo por delante de la presa señalan los mapas otro arroyo al que le llaman lo mismo, que viene de Trassierra, o son dos ramales del mismo arroyo o uno de los dos títulos es erróneo. Otra cosa, a la hora de hacer la presa con solo desplazarla unos metros más abajo se hubiera podido contar con los dos caudales. Digo lo mismo de los doctores de la Teja y el Bejarano. El embalse tiene sus colas secas pero aún conserva algo de agua en el centro. Agua que es riqueza de la zona de su influencia, por los hermosos prados verdes que genera entre alcornoques de la dehesa, para satisfacción del ganado.
Un cruce
Señalética caída
Señalética puesta
A la izquierda la explotación ganadera, con una serie de ejemplares en cercado, en lo que señalan como 'zona de seguridad'. Me imagino que domicilio de algún semental y algunas crias. A la derecha el cerro del Alcornocal de 473 m. y más arriba con vistas al Cerro de las Cruces, el valle de Guadarromán dirección Guadalquivir y la parte norte de los Baldíos de Pedrajas. Una casilla construida de muros de piedra, pero en ruinas, otea desde la loma, con la puerta, o lo que queda de ella, al mediodía.
El cauce seco del Guadarromán
El camino
El cauce con agua del Guadarromán
La fotografié habiéndome separado del camino, para llegar a ella, por una loma bien abonada del vacuno. Unos metros más arriba sentí en la lejanía unos chillidos, de congénere, humano, pero ininteligibles, en una palabra no decían nada, eran sólo gritos, pero al momento, como respondiendo, de la zona del Alcornocal, se dejó caer una manada de vacas a tropel, e intuí que era la llamada al desayuno del mayoral.
Más señales y un paso canadiense
Llegando al embalse
Un paso de animales y el arroyo nuevamente seco
Claro el idioma vacuno lo desconozco, aunque el ganado lo entiende bien, en función de cómo bajaban de la zona alta y cruzaban el camino. Menos mal que aún no había llegado yo a ese lugar, sino hubiera tenido que quitarme del medio para no tener problemas con ellas. Como el cuenta kilómetros marcaba los previstos para volver sin forzar, decidí cambiar el sentido de la marcha y en otra ocasión iría al Pozo de las Cruces exclusivamente, del que me separa en ese momento no más de un kilómetro. Ahora el pensamiento estaba puesto en una hidratación adecuada, pues se notaba ya algo la sed, y pensar en dosificar la vuelta. Nuevamente abajo el caserío de la Jarosa, junto al embalse.
Entrada al embalse
Colas secas
Más camino
Eso significaba más o menos la mitad del camino. Del lado derecho del camino, muy flamenca y altiva, salió una liebre, con sus largas orejas y puntas manchadas de negro, andó tranquila –no corrió palabra- delante de mí, el camino en mi misma dirección, se paró, me miró y comprendiendo seguramente que no era un individuo peligroso para su integridad física, se salió del camino tranquilamente y subió para el cerro de la izquierda.
Aquí si hay agua en el embalse
Cruce al cortijo
La ruta es a la derecha arriba
Se volvió a parar arriba, me echó una nueva mirada y se perdió entre el matorral. No pude precisar si era macho o hembra porque no me hizo el corte de mangas del chiste, no tenía tampoco porque. Por lo menos era el primer animal salvaje con el que me cruzaba, la manada de toros fue a lo lejos. Luego nuevamente el cauce del arroyo Guadarromán o como se llame, a mi derecha, pero con agua, seguro por algún venero.
Abajo el caserío, el aparentemente noble
Otro cruce
Doradas lomas
Dos ejemplares de vacuno, uno fuera del camino y otro en el cauce de arroyo, dentro del agua. Los dos me miraron extrañados, pero yo no me paré mucho en comprobar el motivo de su extrañeza, tampoco llevaba los útiles de torear. Bromas aparte, la realidad es que no molestándolos, ellos están en lo suyo, además estimo serán conscientes de su ventaja.
Camino y dehesa
El horizonte sur descrito en el texto
La casilla de piedra en ruinas
Fotos para los dos sin hacer aspavientos y continué el camino, pensando en o bien subir para Mesoneros y quitarme la carretera, unos setecientos metros de arcén, o coger ésta. Me decidí por lo segundo y la verdad es que el arcén está practicable el margen izquierdo dirección Córdoba, porque el de la ida fue bastante molesto.
La fachada al mediodía
La abonada loma
La zona del supuesto semental
Eso sí, renegué durante el recorrido de tanto desalmado que tira los botes de cerveza y refrescos al arcén por la ventanilla, se los podían tirar al…, mejor dejarlo en puntos suspensivos, porque la realidad es que siempre pierden las madres, sin tener culpa. Más de sesenta latas diversas llevaba, cuando paré de contar, en un corto espacio de terreno. No tenemos arreglo.
Este ejemplar en el agua
Este fuera de ella
Con la debida precaución por circular por el arcén, llegué a mi destino temporal, el antiguamente llamado Bar de Los Monos, que parece está en proceso de pronta apertura, si no está ya abierto, esta mañana por lo menos no lo estaba. Aviso a mis hijos, que me controlan la ubicación por el GPS, de que ahora el peligro era la carretera y el coche, y para Córdoba.
Fotografías del autor, planos de wikiloc e IGN
Bibliografía citada
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