PIZARRA ORNAMENTADA
Espiel.-Huerta del Caño.-Colección Carbonell
Son de admirar los amplios conocimientos que el ingeniero de
minas Antonio Carbonell Trillo-Figueroa atesoró, lamentablemente en su corta
vida, pues murió en 1947 sin haber cumplido los 62 años. En el BRAC nº 1 de
1922, cuando tenía 37 años publicó este artículo sobre la placa neolítica de
Espiel, que transcribo íntegro porque merece la pena leerlo. Hago la siguiente reflexión; que gran valía, la de estos intelectuales, que sin apenas medios, con un gran trabajo
de campo nos han permitido conocer las maravillas de nuestro territorio.
A. Carbonell T-F
“La casualidad, gran auxiliar de las investigaciones
prehistóricas, hizo caer en mis manos una placa ornamentada, un hacha y el
cráneo de un mamífero, recogidos por el Sr. Samaniego en una caverna, que al
realizar arranques de piedra caliza para el suministro de un horno inmediato,
se encontró en el serrijón llamado Castillo de Espiel y en el paraje conocido
por Huerta del Caño, próximamente a un kilómetro y medio al Sur de aquel
pueblo y a menor distancia de la estación de Espiel en la vía férrea de Córdoba
a Belmez.
Fue sensible que la explotación avanzara y quedase arrasada
la cavidad de la roca en que estos elementos y otros que no pude recopilar
yacían. De todas formas, creo que hay posibilidad de encontrar nuevos vestigios
de esas edades prehistóricas en aquellos contornos, donde el accidente
topográfico más interesante que rompe la simetría del valle del Guadiato, está
definido por las crestas de calizas blanquecinas, de tonalidades algo azuladas,
que irrumpen en agreste lomo. En esas rocas es donde la investigación se lleva
a efecto.
Portada del BRAC nº 1(1922)
La placa encontrada en Espiel pertenece al período
eneolítico; mide 19 por 13 cm., su grosor es de 5 mm. y está formada por una
laja de roca serpentínica verde oscura, de tonalidades muy subidas, en la que
aparecen algunas zonas cloritosas más claras. Como se ve en el grabado, va
provista de dos orificios y dividida por ranuras horizontales con tendencia al
paralelismo, toscas como todas las practicadas en ella, que en número de seis y
de un solo trazo dividen en siete fajas la superficie del objeto. La superior a
poco más de un centímetro del borde deja entre ella y aquél los dos orificios
de la placa, y a la vez dos fajas inclinadas de derecha a izquierda y,
finamente reticuladas, forman un adorno disimétrico.
Los otros seis espacios horizontales están divididos
independientemente en triángulos, cuyos vértices, cuando corresponden a los que
alternativamente quedan reticulados, quedan siempre hacia los ojales de la
placa. El hacha es de una especie de fibrolita muy oscura con algún reflejo
morado, finamente pulimentada en toda su longitud de 13 cm. por 5 cm. en la
boca de anchura y 1 cm. de grosor en el bisel, que es de media luna y
cuidadosamente terminado. En cualquier sección que se considere, el abombamiento
es muy reducido, no llega a 1,5 cm. en el eje menor ni pasa de los 5 cm. el
mayor; el cabo, donde se conservan lob vestigios de ciertas muescas, tiene 2
cm. de dimensión mayor. Un bisel normal al plano medio se observa en las
terminaciones de la parte alta y baja del útil.
HACHA ENEOLÍTICA
Espiel.-Huerta del Caño.-Colección Carbonell.
La perfección del hacha nos hace incluir el hallazgo en
pleno eneolítico. Es este el primer ídolo dolménico de esta naturaleza que se
señala en esta provincia; pero aparte de ello, aún es mayor su valor
representativo, porque define un avance hacia el Este de la civilización de las
placas de pizarra ornamentadas del Algarbe y de Encinasola, avance hacia el
valle del Guadalquivir, que no se sospechó que pudiera ser tan tierra adentro.
En efecto: se ha supuesto que las placas de esta clase corresponden a una
cultura dolménica esencialmente costera (1); a su vez, la hipótesis de que el
área de dispersión pasara al interior siguiendo el cauce de los grandes ríos
(2), queda muy debilitada después del hallazgo de Espiel. Las dos zonas en que
elementos de esa cultura eneolítica se habían señalado, la del S. O de la
Península Ibérica y la de los Millares de Almería, tienden a unirse según este
paleógrifo cordobés; hasta la presencia de tres orificios en las placas de
Levante, la de dos en las de San Vicente de Alcántara (3), Encinasola (4),
Garrobillas de Alcántara y Aceña de la Borrega (5) y en la de Espiel, parecen
como marcar una variedad, una perfección tipológica de O a E, y éste pudiera
ser un argumento en apoyo de que tal debió ser el sentido del área de
dispersión al extenderse. En ese caso se llegaría a la conclusión de un foco
original en el S. O de la Península o a una influencia Atlántida. Lo que
resulta innegable es que el ídolo de las postrimerías del neolítico, cada vez
que se investiga un nuevo descubrimiento muestra un área de dispersión más
extensa. En pocos años, ese tipo dolménico se extiende considerablemente por
los reconocimientos de localidades españolas; el nuevo hallazgo de Espiel
permite pensar en límites no soñados.
Hasta el momento, las hachas pulimentadas, los martillos de
piedra de nuestras minas, eran insuficientes para arrumbar una vía de comunicación
prehistórica; el hallazgo de emplazamientos ibéricos bajo el ya antiguamente
reconocido como romano en Cerro Muriano, nos hicieron sospechar que este fuera
un jalón del paso; el descubrimiento que nos ocupa, nos aferra más a dicha
hipótesis. Según las opiniones más autorizadas, las explotaciones del Cerro
Muriano debieron comenzar en los tiempos de El Argar (6); no obstante, por allí
está el único paso fácil de Espiel al Valle del Guadalquivir, que siempre debió
ser por el collado, y esto unido al hallazgo de algunas hachas de que hemos de
ocuparnos en otra ocasión, son nuevas razones no despreciables. Finalmente:
teniendo presente el hallazgo de algunos sílex pulimentados en la Sierra de la
Orana, se llega a la conclusión de que la vía romana de Córdoba a Fuente
Obejuna fue vía ibérica y vía prehistórica.
El alto valle del Guadiato, enlazado sin solución de
continuidad por llanadas feraces, de ondulaciones suaves a la Sierra de Barros,
presenta para el estudio de la prehistoria cordobesa un aliciente especial; al
mismo tiempo; la provincia etnográfica
del eneolítico aumenta extraordinariamente con el descubrimiento de Espiel y
queda reducida a media distancia la que antes separaba la zona del S. O. de la
almeriense. El paso de una vía prehistórica eneolítica por el centro de la
provincia cordobesa aparece como una deducción lógica.
A. CARBONELL TRILLO-FIGUEROA.
(1) Obermaier.— E1 dolmen de Matarrubilla (Sevilla).—Mem. 26 de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. Madrid 1919.
(2) Conde.-Asociación Española para el Progreso de las Ciencias.-Cong ■ eso de Oporto 1921.-Sección de Ciencias Naturales.-Área geográfica del Ídolo neolítico o placa de pizarra ornamentada.
(3) Hernández Pacheco. (Real Soc. Esp. de Hist. Nat. Boletín nº 2, T. XVI, Febrero 1916.)
(4) Conde. (Real Soc. Esp. de Hist Nat. Boletín n.º 1, T. XV, Enero 1915).
(5) Conde. Asociación Esp. para Pro. Cien. ya citado.
(6) Bosch Gimpera. La Arqueología Prerromana Ibérica. Apéndice a Hispania del Dr. A. Schulten. Barcelona 1920, pág. 171. "
Fotografías del artículo e Internet
Bibliografía del Boletín de la Real Academia de Córdoba (BRAC)
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