El jardín con los restos romanos del templo de Claudio Marcelo
Tenemos unos buenos amigos Juan y Pepi, de esos que se cuentan con los dedos de la mano. Existe normalmente con ese título, espacio más que suficiente en las dos manos para ese tipo de amigos. Juan sufrió el éxodo en el vientre de su madre, desde Posadas, con su hermana pequeña y su tío mayor, participando y sufriendo la criminal “desbandá” de Málaga, y los bombardeos fascistas, primero hasta Valencia, y luego hasta Montsan (Gerona), dónde vino al mundo, para después sufrir un campo de concentración en Francia, y después volver a Córdoba, como represaliados. La mayoría del camino andando pasando privaciones y penas. Buscaban a su padre que era un soldado que había participado y murió en la Batalla del Ebro. Pues bien cuando volvieron a Córdoba, donde los conocían los justos, se alojaron en una habitación de una casa de vecinos, al lado de la calleja que había junto al Palacio de Valdeflores que fue o es ahora, la Fundación Miguel Castillejo. En esta calleja tiene el taller un artista el imaginero cordobés Antonio Bernal.
Plano de 1811, de los franceses
Plano de 1851, aún no está la apertura
Plano de 1884, ya llega Torres Cabrera a la Merced
Plano actual del catastro parcelario
Don Teodomiro Ramírez de Arellano en uno de sus Paseos, concretamente el del Barrio de San Miguel, a cuya parroquia pertenecen esas casas, nos habla de las curiosidades urbanísticas que acaecían en esos barrios, que nos permiten hacernos una idea de cómo se vivía en esos tiempos del siglo XIX, cuando estaba terminando sus libros sobre la ciudad. Tenemos que situarnos en la Córdoba que dibuja D. Teodomiro para poder comprender la mayoría de aquello que nos cuenta. La calle del Silencio, actual Torres Cabrera, no tenía salida al Campo de la Merced, ésta se hizo posteriormente cuando se construyó la estación de Ferrocarril y así permitir una cómoda salida real, directa desde su hospedaje habitual, palacio de los Condes de Torres Cabrera, a la Ronda de los Tejares y no tener que callejear por Julio Burell, que se llamó Doblas y la Puerta de Osario. La calle del Silencio acababa según el historiador en la Casa de Baños del Sr. Sánchez Peña, que daba también al Campo de la Merced por su lado norte. Él nos dice:
El actual hotel, antes la Confitería la Purísima
En el centro la casa que fue el Reñidero de Gallos
“Al terminar la calle del Silencio toma este barrio la casa de baños del Sr. Sánchez Peña, en la de Capuchinos, y tomando á la izquierda salimos á la plazuela de las Doblas: muchas conjeturas se hacen acerca de este título; unos lo toman como oriundo de las monedas así denominadas, y otros por un apellido ilustre, cuyos representantes debían tener allí sus casas; los primeros se equivocan por completo; los segundos se acercan á la verdad, mas no en lo de ilustres; en efecto, registrados por nosotros los padrones antiguos, vemos que allí vivieron los Doblas durante siglos; pero estos eran unos aladreros muy acreditados, que á fuerza de años perpetuaron allí su nombre. En esta plazuela, creemos que en la esquina de la calle del mismo título que la dá salida á la puerta del Osario, estuvo el beaterío de Ntra. Sra. de la Piedad, fundado por D.ª Beatriz de Córdoba, por su testamento otorgado en 15 de Julio de 1564 ante Juan de Estava, sin que hayamos podido averiguar cuándo lo suprimieron, si bien colegimos su agregación al hospital de Anton Cabrera.”
La nueva calle al Campo de la Merced
La plaza, fuente y restos romanos
Y ahora nos describe la calleja hoy cerrada con una reja, al lado de la casa donde se crío mi querido amigo, donde vivió siempre, de allí pasó al casamiento, ya que para no tener que salir del barrio se ennovió, con Pepi Murillo, una guapísima “hechicera cordobesa nacida en el barrio de Santa Agustín”, como diría D. Ramón, que era dependienta del horno de la Purísima. El horno de la Purísima hoy es un hotel, Capuchinos se llama. Mi padre que no era beato, siempre visitaba los viernes a la Virgen de los Dolores, yo nunca le pregunté porque lo hacía, me limitaba a ir con él, ya que esos paseos me permitían conocer la ciudad. De esta manera supe y entré al Reñidero de Gallos, de Capuchinos. Conocí lo que quedaba de la Casa de Baños que cita D. Teodomiro, entonces oficina de aguas de la ciudad y algo muy importante, siempre compraba mi padre, a la vuelta, tortas de la Purísima y, por las vueltas que da la vida, conocí a Pepi de joven, aunque entonces no sabía que íbamos a ser vecinos muchos años después, y que lo son desde hace -y que siga corriendo el calendario- más de cuarenta y seis años.
En el rincón la calleja
Calleja cerrada con la reja
“Tiene una barrera ó calleja sin salida, y cerca de ella tuvo otra que en 1697, por acuerdo de la Ciudad, se incorporó á la hoy casa del Sr. Conde de Torres-Cabrera. El pavimento de esta plazuela estaba mucho mas bajo, y para que no se alagunase, le pusieron en el centro una losa con agujeros por donde iba el agua á un gran sumidero ó pozo que aun existe en el campo de la Merced delante de las casas construidas contra la muralla: no era bastante esta alcantarilla, porque la broza la obstruía, formándose tal lago que era imposible pasar de un estremo á otro, viéndose los vecinos aislados sin poder salir á sus quehaceres; con este motivo se hicieron varios estudios, y por último, en 1865 se subió el piso, y bajando el de la calle de Capuchinos, se le dio corriente hacia la cuesta del Bailío.”
Palacio del Marques de Valdeflores
Plaza de las Doblas hoy
Soslayando los supuestos orígenes del nombre de Doblas, la presencia de un beaterio, y otra serie de cosas más referidas a la plaza que entonces no tenía restos romanos, ya que proceden todos del templo de Claudio Marcelo, porque una lumbrera municipal se permitió distribuir estos por todas las plazas que los admitían, podemos conocer de dos callejas, la actual y otra que se anexionó por acuerdo, de ellos mismos, que eran la Ciudad citada, a la Casa del Conde de Torres Cabrera, que llegaba hasta ahí. Pero lo más curioso es el problema que lo llama, “alagunamiento” del agua, que le hicieron un agujero a una losa para que desaguara al gran sumidero del Campo de la Merced, que en esa fecha existía delante de las casas construidas adosadas a la muralla, pero que al final se decidió subir de nivel el piso de la calleja de las Doblas, bajando el de Capuchinos para darle salida directamente a la Cuesta del Bailío.
Calle Julio Burell que se llamó Doblas
Salida a la puerta Osario de Julio Burell
Aprendemos la toponimia de la plazuela; de que había en ella un beaterio, que se inundaba la calleja, que había un pozo que llevaba el agua al gran sumidero del Campo de la Merced, que por obstrucción “de broza” se formaba la laguna citada que impedía que los vecinos pudieran “salir a sus quehaceres”. Claro a la madre hermana y tío de mi amigo Juan Lozano, no le afectó eso porque ellos se mudaron allí en los años 40 del siglo XX y D. Teodomiro nos refiere los 60 del siglo XIX, pero bueno, ello me ha permitido recordar a una pareja de buenas personas y mejores amigos, Juan Lozano y Pepi Murillo, vecinos de la Plaza de las Doblas y de San Agustín antaño, actualmente del barrio de Levante o Belén según se mire, y nuestros, y esperemos que por muchos años.
Mis queridos amigos y Conchi
Fotografías del autor y planos diversos
Bibliografía Paseos por Córdoba.
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