Hacía algún tiempo que no subía a Torreárboles, desde mi pasada crisis de salud. Nuestra Tiñosa local, el techo del término municipal, precioso y cómodo de subir, sólo son 690 m.s.n.m., una visión de 360º desde la cima, Sierra Mágina, Ahillo, Sierra Nevada, la Subbética, la de Antequera, Estepa, las Nieves, algunas días Grazalema, y por el norte las alturas del Sordo, y Chimorra por citar un par de ellas. Superpoblado Torreárboles de sistemas de comunicaciones, telefónicos y radioeléctricos. Pero hoy me he llevado un gran disgusto, en el último tercio de la subida, una vez pasado el collado, han metido una máquina y arrasado la colonia de arbustos de labiérnago junto con otros tipos de arbustos, era la más grande que he visto en Córdoba. Una salvajada desde luego.
Antes cuando subías lo podías hacer en verano a cualquier hora del día, porque el sol no te castigaba nada más que en contados lugares, en los demás lo hacías en galería entre el labiérnago, jara, bastante espliego, alguna coscoja y hasta un tímido madroño de notable altura, en una palabra a la sombra. Los arbustos de labiérnago superaban, algunos, los dos metros de altura y creo que me quedo corto. Todo el desaguisado lo han amontonado, junto con piedras arrasadas estableciendo un pasillo de unos diez metros de anchura desde la cerca de Villa Alicia, de material combustible, arbustos secos que habrá que vigilar en verano por los fuegos.
Estimo que ese destrozo lo han hecho para que algunos practiquen el “ecológico” deporte de la caza. Digo ecológico porque como podremos ver en la fotografía, los cientos de cartuchos en el suelo lo denotan. No basta con el plomo que supones esparcen las postas, sino también dejan tirados en el suelo los cartuchos de plástico y metal. Yo conozco a dos cazadores y no son así. Recuerdo que en mi juventud fui cazador, entonces se guardaban los cartuchos porque se recargaban después y eso que entonces no había conciencia ecológica, si había carencia económica.
Aquel episodio de la caza, alentado por amigos, fue de triste recuerdo para mí. Tenía una escopeta del doce, de un solo cañón, un día me llevaron a cazar tórtolas y le di un tiro a una, nada más llegar al paso, cuando me acerqué al animal estaba aún vivo, y me miraba ensangrentado, como preguntándome el porqué. Me resultó horroroso, el haberle quitado la vida a un animal por capricho, no por necesidad de comer, o por defenderte, sino por placer. Eso no era lo mío y se acabó. Vendí los trastes, escopeta, cartucheras y demás útiles y hasta hoy.
Pero historias para no recordar aparte, han destrozado la subida a Torreárboles por su vertiente este. Han hecho un pasillo de diez metros de anchura con un gran montón de combustibles seco en uno de los lados, de toda la masa vegetal que han arrancado y a todo lo largo del pasillo creado. Ya no existe la poblada colonia, la mayor que he conocido, de labiérnago, amén de otras especies citadas. Ya no puedes subir por los pasillos galería que formaban los arbustos, alegrándote del frescor que te regalaban, ahora hay que hacerlo a pleno sol.
Llegando a la peña de la cumbre
Vértice geodésico y valle del Pedroches
Valle del Pedroches, Huertas de Cabra, y la ciudad al fondo
El labiérnago, la “Phillyrea angustifolia” –no soy un experto, lo he mirado en Wikipedia-, arbusto de hoja perenne, muy parecida a la del olivo, es de la familia de las oleáceas, se cría en vecindad con encinas, coscojas y alcornoques. Su corteza es rica en taninos por lo que se puede utilizar para el curtido de pieles, y sus hojas eran utilizadas para el teñido del cabello. De propiedades astringentes, ayuda a la reducción de úlceras y otras dolencias bucales. Es diurético y sus flores se pueden usar como cataplasmas para los dolores de cabeza. Los frutos son simples con una sola semilla, del tamaño de un guisante, sus flores son muy apreciadas por su alto contenido en néctar, por las abejas.
Pues los miles de arbustos que había en la subida este de Torreárboles ya no están, ahora son un peligro, porque son combustible amontonado al margen del pasillo, como he citado antes. Esperemos que ningún desalmado o la propia naturaleza no deje listo el sector definitivamente. Es lo que faltaba. Ignoro si las administraciones están enteradas de estas actuaciones, me temo que no, y me estoy acordando de lo ocurrido en los terrenos del arroyo Bejarano hace unos meses.
De esto último se enteró la administración, por la denuncia de unos amigos ecologistas. Es cierto que el terreno es su propiedad pero ésta no le da derecho a dañar a la sociedad con sus actuaciones. La administración debe velar por la protección adecuada de algo que nos es necesario, la flora de nuestro territorio, eso sí controlada por expertos, que determinen que se puede y que no se puede cortar.
Jara en flor
Labiérnago y Lavanda
De esto último se enteró la administración, por la denuncia de unos amigos ecologistas. Es cierto que el terreno es su propiedad pero ésta no le da derecho a dañar a la sociedad con sus actuaciones. La administración debe velar por la protección adecuada de algo que nos es necesario, la flora de nuestro territorio, eso sí controlada por expertos, que determinen que se puede y que no se puede cortar.
Pero pienso que somos una sociedad, la española, de impunidades y a las pruebas me remito, la lasitud de la administración es una evidencia. Sin embargo, por el contrario se abusa de la prisión preventiva, en casos que todos conocemos y se mira para otro sitio en otros. Los ladrones de guante blanco tienen, presuntamente, patente de corso y además curiosamente casi todo prescribe antes de que los cojan. Sin embargo las cárceles están llenas de desgraciados, que han cometido un desliz contra la ley, que podría tener otro tipo de tratamiento que no sea la del ingreso en la cárcel.
Pero volviendo a lo ocurrido del arrasamiento de la vegetación indiscriminadamente en la cuerda de subida a Torreárboles, decir que como la constancia no es una virtud en esta sociedad, como podemos ver en la vegetación del río Guadalquivir, espero que en este lugar la naturaleza haga de las suyas, aunque eso lleva tiempo y algunos no lo veremos, y vuelva a poblarse de labiérnagos, de coscojas, madroños, jaras y toda la vegetación menor, y haya que abrirse paso de nuevo entre los matorrales. Las aulagas están insultantes con su amarillo floral, la jara pringosa a tope de floración, las flores del espliego, que parecen conejos asomados entre el matorral -por lo menos a mi me lo parecen-, dando la nota de color y olor, y todas las especies justificando la potencial primavera.
Fotografías del autor
Bibliografía de Wikipedia