Cartel
En primer lugar mi felicitación a la Casa de las Cabezas, por esta iniciativa que se repite este año con mucha categoría organizativa. Mucha información, una funcional página Web, planos y pasaportes que luego se traducirán en un diploma, que yo no pediré. Sabido es por mí lo emprendedor de su propietario que, sin obviar los posibles recursos económicos que vengan de las instituciones -ojalá- y el apoyo organizativo de las mismas. Lo cierto es que el Festival de las Callejas de Córdoba II - 2018, apunta este año maneras y si el tiempo no lo impide será un verdadero éxito.
Anverso y reverso del pasaporte
Interior del pasaporte
Ayer fui el receptor del primer pasaporte, abrieron el paquete de pasaportes delante mía, y la señora me dijo: -Tome es usted el primero. Un detalle. La mañana amenazaba lluvia, como así fue a lo largo de la misma con algunos chaparrones. Cuando salía de casa me dijo Conchi: -Llévate el paraguas. Pero por ser un estorbo más lo dejé en casa y luego me acordé de la recomendación. Afortunadamente no llegó el agua a los barandales de la Ribera.
De las Cabezas
Primer recorrido las de la la ruta A-MEZQUITA-CATEDRAL, mi barrio, independientemente que otras de allende, tienen también para mí connotaciones nostálgicas y afectivas. La primera la de los Arquillos, que yo llamaba, la de Los Siete Infantes de Lara, por la leyenda. Cuando iba con mi madre que peinaba a las señoras de esa calle, que se podían permitir una peluquera a domicilio, me resultaba lóbrega y medieval. Me daba un cierto repelús.
De los Ahumada y de Santa Clara
Luego la de Santa Clara, muy arqueológica hoy, en la famosa manzana de la Reina. Enorme convento de mujeres, primero mezquita y antes posiblemente iglesia visigoda. Luego la de los Ahumada, al lado de casa de mi tía Encarna, que veías si te asomabas desde sus ventanas. En ella vive hoy una amiga mía, de las que de niños algunos estábamos enamorados. En la casa de enfrente, como es lógico en Córdoba, una platería.
De los Rincones de Oro
Después la de los Rincones de Oro, irónicamente por la suciedad que propagaron los románticos había entonces en Córdoba, porque era verdad. La Córdoba de esos tiempos era sucia y maloliente en algunos de sus rincones. Hoy es una joya turística a pesar de que hay algunas más estrechas. Pedro Ximénez, del Pañuelo, pero para nosotros era la callejita de la Plaza de la Concha, cuando aún no era reclamo turístico.
De Zapatería Vieja
Zapatería Vieja, era mi camino con mi silla de enea, a la amiga de la calle Badanillas, señoritas María y Carmela. Ahora es un bar. La casa regionalista la embellece. Y alegría porque se está obrando la ermita. Esa casa era, no lo sé si aún, propiedad de un amigo que pasó las de Caín para sacar adelante su proyecto. Entre los "tisquis miquis" de la Gerencia y los problemas económicos era un drama. Lástima que no estuviera ya la emparedada torcía con aceite, que hacía milagros curativos, para curarle del espanto.
De la Imprenta y Pimentera
La de la Imprenta, con salida a la Ronda de Isasa, o Ribera, desde que esta vía se hizo, pero para nosotros siempre será la calle de Serrano, un compañero de mi padre que allí vivía. Pasear por esas bonitas calles interiores, ver el abandono de los baños, el Hospital de la Lámpara sin cuadro y algunos establecimientos cerrados. Pimentera, dónde nació mi amigo Pepe Ortega, de la que siempre me habla. Antes no pude si no mirar hacía la "casa de trato", como decía mi madre, pensado en que me iba a parar Carmen, como lo hacía cuando yo era niño, para enseñarles a las otras señoras de dentro, mis ojos.
Pan y Conejo
Lo de los gatos
Luego Pan y Conejo, que no deja de ser una barrera de la enorme casa noble. El cartel de los gatos en una puerta, están "de mala ostia" los redactores "y al acecho". Esa encrucijada es el último residuo de la prostitución de esa zona de Córdoba, prostitución de tercera división. Aún te ofrecen la mercancía, a poco que mires a las señoras "apoyadas en el quicio" de los zaguanes. De ahí nuevamente pasar por la Casa de las Cabezas. Miré pero no estaba el propietario, aunque debí preguntarlo.
Horno de Guiral y de la Marquesa
Ahora dos juntas, Horno de Guiral y de la Marquesa, del Carpio, para ser más exactos. Eran calles distintas a las nuestras, sin niños, encaladas y de casa de postín. Después paso por el Renacimiento de la parte de atrás del palacio, esquina con la Casa de Góngora cuyo mensajero de petición de subvención, en dos ministerios en Madrid, para su construcción, fui yo. El Portillo y la tienda del soriano donde comprábamos los bocadillos cuando el trabajo plateresco en la casa de Monroy, el guía, finca que era de los hijos de Julio Romero.
Enfrente, una cuidada y bonita calle, llamada de los Mascarones, que yo siempre asociaba con las máscaras del teatro romano. Está frente la casa que cité en el párrafo anterior, que hoy es peña flamenca. Después Junio Galión, rincón de achuchones y besos de novios, que parece fueron ayer, pero hace cincuenta y cinco años por la parte más corta. Siempre, desde la calle de la Feria, me parecía el pasaje moderno el Arco de Cuchilleros de la Plaza Mayor de Madrid.
Luego el compás de San Francisco, la Bandera de la II República, que siempre me emociona, en el balcón de mi estimada amiga Carmen. en el de al lado, otra constitucional, mixta. Y una de las joyas una estrecha reja -por la que, a pesar de mi pérdida de peso por los males, no pasaría seguro-, calleja o barrera, entre las casas y la parroquia que asumió lo sagrado del cierre de San Nicolás de la Axerquía, para diferenciarla del otro San Nicolás. Aquí se acababa la ruta A.
Ahora la B-SANTIAGO/AXERQUIA, la primera, Gragea, donde trabajé de platero y casa de la prima de mi madre, a cuya hija pretendí hasta saber que era familia. Una calle que pudo salir a la de Armas y se quedó sin salida. Muy adornada y bonita. Después la de los Vinagreros, paso obligado para el pelado de la pava, que duró diez años. La de la Candelaria, frente de la Ermita. Después el diurético de la tensión me obligó a abrir la casa de Conchi para aliviar la vejiga.
Después la que llaman Barrera, en Mucho Trigo, de una sola casa de vecinos, ahora es un bloque de viviendas con nombre moderno, pero que en el 1970, íbamos a alquilar una de las viviendas antiguas, con traspaso incluido, para casarnos. Un traspaso para un alquiler. No lo hicimos y al final compramos un piso, el que habitamos ya cuarenta y cinco años. A pesar de que se corrió la voz de las chismosas calumniadoras de mi barrio, que teníamos un piso que nos había regalado una empresa de telefonía.
Luego la del Posadero que llaman, de religiosas familias gitanas de misa de doce en San Pedro, larga y de bastante población. Enfrente, la casa de la Cruz, hoy de vecinos también, casa de pulidoras conocidas y endulzamiento de altramuces, de los que me daba coraje su nombre vulgar, no porque no se parecieran, sino porque no me gustaba el nombre. Aceptaba el de "salaillos", en ella se veían en la pilas y en barreños, en los patios y pasillos tomando el agua y la sal.
Después la callejita con reja, de al lado de casa de Conchi, que se casó con mi amigo Juani Martínez, en la calle Valderrama, la calle de nuestro primer beso de novios. Los besos había que darlos como dice el bolero de Manzanero:"/como todos/ procuramos el momento más oscuro./Para hablarnos, para darnos/ el más dulce de los besos/ recordar de qué color/ son los cerezos,/sin hacer más comentarios/ somos novios./".
Guadamacilero Juan Carrillo, preciosa, con tramos para vivir, muy cuidada a pesar de que aún tiene algunas islas de solares. Muy bonita y espero que tranquila, pues como tal parece. Esta sale a la antigua Plazuela del Peso, pero ya no está el mural de Anís la Cordobesa en el frontal de la taberna. Ni la bajada a Pelambres, antes del Molino de Martos, hoy Museo. Cuánto han ganado esas vías urbanas con el tiempo, y sobre todo esa que fue y soportó todo el tráfico de la meseta central hasta el sur.
Más arriba la de Nacimiento, de la que fue vecino un compañero de trabajo, poeta de nacimiento como la calle, mejor persona, como es Manuel Mateo. Siempre hablaba de su calle adoptiva porque él vino del norte de la sierra. Al fondo cuando hace plazuela deprimida, hay en la pared encalada fotos de guadamecíes y cordobanes, de la Casa Museo del Guadamecí Omeya, de la Cuesta de Blanco Belmonte, hoy plaza de las Cofradías, de recuerdos que se arrastran toda la vida. Al fondo dos solares más era o fue, el enlace con la del Portichuelo, Góngora, hoy Aceite y su salida a la Ribera.
La casa bonita de los amigos y la portada de Santiago
Calle del Viento o Ronquillo Briceño, de vecinos familia de mi abuela Antonia, de mi padrino en la radio, Rafael González, de fachada encerrada del pórtico y rosetón, de la antigua mezquita. Parroquia fernandina después de Santiago, para ir al otro lado, hacia el oeste, a la calle del Aceite, antes, como he dicho del Portichuelo. Bonita casa del rincón, que exponen siempre en el festival de los patios. Intrincada con un amplio jardín, pero bonita, propiedad de unos amigos.
Siete Revueltas y de entrada la Casa de las Campanas, inigualable. La calle Siete Revueltas, la del abuelo de mi compañero de colegio, que hacia caballitos de cartón y los vendía en la Verbena de la Virgen de los Faroles. Verbena que reactivó mi primo Paco, nunca reconocida su labor en la Federación de Peñas, pero es muy natural el desagradecimiento de esta ciudad y sus mediocres. Mi padre me llevaba en su bicicleta por esta calle y yo siempre le decía después de contar la revueltas, que había más de siete, y las hay. Unos gallos sueltos andaban por una de sus callejas.
Ahora C-SAN PEDRO. Empieza en la calleja del Conde de Gavia. Siempre la nobleza, con sus grandes posesiones. Fortunas procedentes del reparto del botín de guerra de la conquista. Nadie se hace riquísimo de la noche a la mañana, a no ser que robe, expolie, o estafe, o le toque el Euromillón, el día tiene sólo 24 horas. Frente, un aparcamiento en superficie, teniendo en cuenta que todos los nuevos bloques cuentan con él en sus sótanos. San Bartolomé y el kiosco donde compraba los tebeos de Supermán, de Editorial Novaro de México. La señora del kiosco, contaban que cuando murió era un banco el colchón, sería una historieta.
La del Soldado, en ella vivió una nena muy guapetona, a la que le echamos el ojo, para aquello que se llamaba pretender, que duró un par de días. Creo que se llamaba Loli y trabajaba en la Espartería en una tienda. Esta calleja está muy deprimida siempre. Plazuela del Vizconde de Miranda, donde cuando era convento comprábamos recortes de hostias. Cine Andalucía. Jazmines de novias en las ventanas del colegio antes Hospital de San Andrés. Por la calle de la Palma la barrera galería de acceso al patio y después colegio, hoy Círculo Cultural Juan XXIII, con sus capiteles de avispero en su columnas del patio.
Vuelta atrás a la calle de Alcolea, hoy Alfonso XII, frente de la Palma, la calleja de los Herradores, con pequeña plazuela al fondo. San Pedro, el colegio de las Francesas de niñas uniformadas, con el Triunfo de la Plaza de Los Aguayos, otra familia pudiente. La Calleja del Corral del Obispo, un corral de vecinos que fue, hoy hermosa casa de varios patios y destacados arcos en la entrada. Florida porque los vecinos así la quieren.
Ahora por la calle de la Rosa, que ocupa parte el frutero del barrio. El piso que fue de mi hermana y cuñado, y que afortunadamente salieron de él. Y la del Baño, otro de los baños árabes, antes seguro que romanos, de solo una casa. La casa de al lado era conocida en los tiempos de la joyería por haber en ella un marchante de piedras preciosas. Salida a la Plaza de Almagra, bonita farmacia modernista y no menos bonitos frescos. Bar de la esquina que no está. Confitería de los Vicentes, que se llamaba California.
Del Toril y camarín de la Virgen del Socorro
El arco del Camarín y la espectacular salida a la Corredera
Calleja del Toril, de reminiscencias taurinas, estrecha, con el arco que sostiene el Camarín de la Virgen del Socorro que se puede ver por la ventana, todavía está el solar al lado, y aquella tienda de cambio de tebeos y novelas de Marcial Lafuente Estefanía y Corin Tellado, según el cambiante. Salida a la inmensa Plaza de la Corredera de autos de fe, que no eran como en el chiste el coche del obispo, eran algo más serio y caliente. Gracia Boix recoge en sus libros mucho sobre esa negra historia que, por las paradojas de la vida, el criminal se llamaba Lucero, de negra luz.
Calleja de la Cruz, donde vivan los odreros y que también se llamó Frente a la Cárcel. Estrecha y larga, al fondo una puerta, como secreta, pero creo da a la número 1 de Pedro Rey. Relacionada con el turismo. Luego la de los Apartados. En su entrada tienda del colesterol en su máxima expresión. Allí era donde apartaban a los ajusticiados, nunca me gusto la palabra hacer justicia matando a las personas, por muy de merecerlo que fueran. Y por lo visto también vivió allí el verdugo, entre sus trabajos, pocos echados a perder. Y con esta el fin de las callejas de San Pedro.
Ahora D - S.ANDRÉS / SANTA MARINA. Primero la Huerto de San Pablo, se llamó Primera porque había una Segunda. Sólo tiene una puerta y parece que falsa de la vivienda número cuatro. Después Los Especieros, como su nombre indica por vivir en ella comerciantes de especias. Pero lo afectivo es, pensar la de veces que mis abuelos Rafael y Antonia, mi tía Antonia y Rafaela pasaron por ella. Hubo también un asesinato famoso en ella. La pena es no poder preguntarles o tener una fotografía de ella en ese tiempo.
Ahora Mancera, que desemboca en Almonas, allí empezó a llover bastante, una señora sacó su paraguas y me acordé de la recomendación no aceptada de llevarme el mío. Su nombre viene del mango del arado, y como el vecino aró en el día de la Virgen, se le pegó a el la mano y no se despegó hasta que se arrepintió. Leyendas y curiosidades, pero el mensaje es que la religión católica perdona siempre, todo, y eso es lo malo.
La de La Almona de Paso, una almona o fábrica de jabón, que era casa de paso y se abrió en calle para facilitar el tránsito entre Fernán Pérez de Oliva y Almonas. En ella vivía un amigo de mi padre, y rara era la vez que no andábamos -en bicicleta- por esa zona, que mi padre no visitara a su amigo. Seguía lloviendo, que hacía pegarse a las paredes evitando el cielo abierto del centro de la calle, como si hubiera diferencias entre el centro y los laterales de esas estrechas callejas.
Bonita y actual calleja de La Torre de San Andrés, solución urbanística moderna. Fuente, arquito y ciprés ya junto a la pared del antiguo ábside y la torre, de leyendas trágicas también, antes de cambiar la orientación cristiana. Hermoso rincón. Salida al Realejo. Casas de Pedro López, miré al banco de la fachada principal de la iglesia, por si estaba (no sé si habrá muerto) el antiguo tabernero de la Venta de Vargas. Amigo desde que trabajaba de cobrador de autobús quien suscribe, era parada final del Tendillas-Brillante, cuando no subía a la Arruzafa.
Como su nombre indica, calleja de las Beatas, se refiere a las mujeres que se dedicaban, exageradamente a la oración y quehacer relacionados, que parece después, esos grupos eran germen de conventos. Comienza en la calle Cidros. De allí a Horno de las Imágenes, muy bonita pero privada, hay que fotografiarla a través de la reja. Su historia y leyenda la tiene en el panel informativo como todas.
Casa de la Pólvora, es una prolongación de Zamoranos, parece que su nombre viene por existir en ella una casa que se fabricaba la pólvora. D. Teodomiro lo relaciona con otra leyenda referida a un Horno que se llamó así. Hay que ayudarse de los Paseos por Córdoba siempre, a pesar de que las leyendas que nos cuenta D. Teodomiro hay que tomarlas con la natural cautela.
La de la Malpensada, en lo que fue la Plazuela del Rector, hoy Tafures, de certámenes de Patios Rejas y Balcones conocida y de premios. Y su nombre de los malos pensamientos de una señora. Con un bonito patio al final y florida a más no poder. Trasera de Santa Marina, de hermoso ábside que se ve por estar el solar sin edificar, y de plazuela de paseos de perros. Aquí acaba el paseo de D-S.Andrés /Santa Marina y comienza el E-SAN LORENZO.
Me fui por Zarco para ir directo a Rastrera, pero lo pensé mejor y como tenía de paso la del Peña la visité primero. -En la calle Zarco, donde estaba la piscina, una señora, joven, se afanaba con un cepillo agua y jabón en sacarle brillo a las losas de la acera. Le dije: -Eso no es normal, yo que soy mayor lo recuerdo pero de otros tiempos, y de mujeres mayores no jóvenes. Me dijo: -Aquí lo hacemos porque no pasa el servicio de limpieza. y le contesté diciendo: -A lo mejor no pasan porque la ven tan limpia.- Frente a la antigua calle Portería de Santa María de Gracia desaparecida, que ahora tiene el nombre de una Virgen, está ubicada la del Peña, con columna con capital en la esquina, todo pintado de albero.
De ahí a Polichinela, dónde vivieron Julio y Emilio, dos buenos amigos de muchos años y compañeros de fatigas. Ya estaba roto el sentido de la ruta, el numeral, pero para mi era mejor. Polichinela tiene dos paneles y es una calle que, en las fotografías antiguas de la ciudad, conserva una donde se ve el antiguo campanario del Convento de Santa María de Gracia, tomada desde Abéjar. Calle del Herrador, entre la de Abéjar, que tiene poco que aclarar. Unos policías ponían un papel rosa en los parabrisas de coches mal aparcados.
Calle Crucifijo, Ermita de S. José, Magdalena, donde instalaban un Punto de Información, y Rastrera. Desde 1609 tiene el nombre y dicen derivaba de una vecina que hizo muy buenos negocios en el Rastro. A saber. Un par de casas. Y ahora directo a San Lorenzo a visitar las calles de Roelas y Los Linzones. ya estaba nuevamente en ruta numérica. La de Roelas no tiene panel explicativo, Ahí también creo recordar hubo piscina, más bien alberca familiar con prohibición de varones, por aquello de proteger la moral cristiana.
Los Linzones o apellido, o una planta. Pero tuvo gente en grupo inevitable para la foto. La dedicada al padre Roelas, el amigo de San Rafael, después de comer el pan de centeno. Después a las Costanillas, por San Juan de Letrán, feudo 'sacristanil' de mi amigo Miguel Serrano, al que no oiré nunca cantar gregoriano, a pesar de haber sido considerado el Joselito de ese estilo sacro. Qué le vamos a hacer todo no se puede. Callejón de las Costanillas en San Juan de Palomares, pared con pared del convento de los Padres de Gracia.
Luego Los Buenos Vinos, en la que tienen a modo de la calle Imágenes, colgadas botellas de cristal, emulando los buenos caldos. Todas estas calles se quedaron muy bien después de las actuaciones de empedrado. Y de ahí al callejón de los Ciegos, espaldas del cine Delicias de verano, y no sé si nave bodega de la Sociedad de Plateros. Y aquí se acaba el recorrido del Festival de las Callejas con cientos de fotografías en la memoria de la cámara, y casi doce km. en el gps. a pesar de que la organización habla de ocho.
Aproximadamente tres horas de un tirón, y visitadas las 50 callejas del Festival. Creo que si he sido el primero en recibir el pasaporte seré el primero que no lo sellaré, porque me basta con haber disfrutado de una ciudad que merece ser paseada, pero no como yo lo he hecho, como una moto y en plan competición, sino recreándose en sus calles que tienen enjundia e historia para eso y para más. Enhorabuena nuevamente a la organización del evento, sobre todo por enseñar la historia de la ciudad, y obligar a los cordobeses que sean sedentarios, a moverse. Gracias.
Fotos del autor y folletos de la organización
Bibliografia de los texto y Paseos por Córdoba de D. Teodomiro Ramírez.
Fotos del autor y folletos de la organización
Bibliografia de los texto y Paseos por Córdoba de D. Teodomiro Ramírez.
Excelente reportaje Paco, menudo trabajo te has dado, gracias por compartir.
ResponderEliminarMuchas gracias Antonio, sí ha sido laborioso, pero merece la pena. Un abrazo.
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