domingo, 29 de julio de 2018

POZOS DE AGUA DE LA ELECTROMECÁNICAS

Los pozos

Abrimos el plano catastral y nos encontramos, al oeste de la ciudad, dos parcelas, la 19 y 20, en el Polígono 100, de 76.620 m2 y 24.555 m2 respectivamente, que pertenecieron, o pertenecen aún no lo sé, a la Electromecánicas.  Lindan por el sur con la carretera de Palma del Río, la A-431, y la entrada al polígono industrial donde están ubicadas, superficies comerciales como Leroy Merlin y Decathlon. Por el oeste con la finca llamada La Huerta, por el norte con el canal del Guadalmellato y la finca de los Nogales. Entre ambas parcelas las mencionadas 19 y 20, discurre un canal de riego. Y por el este el Colegio Palma, hoy Centros de Menores Medina Azahara y Sierra Morena. Este colegio, cuando mi padre me llevaba por esa carretera en su bicicleta, me decía era un correccional de menores, una cárcel de muchachos, que a mí un niño, me recordaba los siniestros orfanatos de las novelas de Charles Dickens. 

Parcelas 20 y 19 del Polígono 100 del catastro

Esquina noroeste de la parcela 20 (Foto MAPEA)
 
Un vista aérea actual (Foto GoolZoom)

La parcela 20 sería casi rectangular, a no ser por una entrada que se introduce en la finca La Huerta, por su esquina noroeste. En ese lugar mis amigos José Ramírez y Paco Pozuelo, trabajadores jubilados de la Electromecánicas, me señalaron que existían unos riquísimos pozos de agua que surtían a la añorada fábrica. Allí me dirigí a ver que quedaba o podía ver de estos pozos. De la casilla que me dijeron había no queda nada, algún murete derribado y escombros. Y de los pozos sólo los brocales tapados con unas enormes tapaderas de hormigón. Hay dos pozos, el mayor de aproximadamente, 3,5 m. de diámetro, la enorme tapadera de este pozo, tiene seis asas de hierro para poderla manejar. Ignoro la profundidad y el caudal que daría este pozo, pero según mis amigos era inagotable.

Muro derruido

Los pozos y escombros

Pozo mayor

El pozo pequeño tiene un diámetro aproximado de unos 2 m., en este caso la tapadera tiene sólo un asa central, y el brocal a diferencia del mayor que será de unos 0,30 m. de altura, este tendrá unos 0,60 m. Como en el mayor, desconozco también su profundidad y caudal. Si parece ser tenían unas potentes bombas para dirigir el agua a la fábrica por tuberías. Este no era sólo el servicio de alimentación de agua a la fábrica, había otros pozos e incluso la posibilidad en algunos momentos de hacerlo del río. Hoy, que parece está alimentándose la posibilidad de luchar por la recuperación del patrimonio industrial, o su memoria, de esta ciudad, no deja de ser éste, otro elemento a tener en cuenta.

Pozo menor

Perspectiva de los dos pozos

Una vista de Medina Azahra y San Jerónimo al fondo

Fotografías del autor, GoolZoom y MAPEA
Bibliografía oral

lunes, 23 de julio de 2018

Y AL FINAL LA COLECISTECTOMÍA


Hoy hacen siete días de la intervención quirúrgica sufrida por mí, colecistectomía, llevada a efecto por el sistema novedoso y poco invasivo llamado laparoscópica. Para no perder la costumbre, dos mujeres, dos cirujanas, las doctoras Eloísa Ruiz López e Irene Gómez Luque, han sido las que la han llevado a efecto, dentro de la Sanidad Pública. No recuerdo el nombre de la anestesista pero también es mujer. Se confirma con ello que el porcentaje de mujeres en la sanidad pública es abrumador.


Los momentos previos a la intervención, son los más complicados para el estado anímico en el que te encuentras. Cuando te llevan al quirófano y dejas de ver a tus familiares presentes, no puedes evitar el pensar si los volverás a ver, si entrarás en ese mínimo porcentaje negativo de la anestesia general. Es lógico. Luego una vez dentro, el pase de la cama a la camilla, yo lo hice de forma personal, sin el uno dos tres. Después la visión de una mascarilla plástica, que después de una serie de aspiraciones te deja dormido profundamente. 


A partir de ahí, si hay un  tránsito fatal, no te darás cuenta de nada, eso es lo bueno. Si la cosa se desarrolla normalmente, te despertaras en una amplia sala, que a mí me resultó caótica. En mi caso lo primero que oí fueron reclamaciones laborales del personal que estaba en la sala de recuperación. Lógicas por las reducciones de personal que llevan a la plantilla de profesionales a duplicar esfuerzos, para contrarrestar las carencias derivadas de la política de gestión de la sanidad, en este caso andaluza. 


El trabajo en el interior ha sido: cuatro puertas de entrada, se han encontrado un hígado esteatosico, es decir con grasa, la colelitiasis y obesidad. Después han diseccionado el triángulo de Callot, donde está la arteria y conducto cístico, tras realización de una visión crítica de seguridad. Clipaje de los mismos y sección. Después la colecistectomía. Una revisión de hemostasia y la extracción de pieza mediante endo-bag, artilugio por medio del cual se saca el material por el puerto umbilical, con su cierre posterior. Por eso la zona umbilical es la que más duele, por ser mayor y además por ser una cicatriz antigua, la mía de 71 años.


Luego estás ajeno de lo que hablan las cirujanas o cirujanos con la familia, aún no te tienen en cuenta. A ellos los han tranquilizado que todo ha salido bien, pero tú, todavía no sabes de cómo ha ido la cosa. No recuerdo si después hubo una visita de la cirujana a la habitación, sí, por el contrario, la hubo al día siguiente, cuando te llevaron las pautas a seguir para la recuperación que, en líneas generales son: Deambulación precoz, o lo que es lo mismo moverse, evitar la ingesta de fritos y grasas, curas diarias con betadine de las heridas, y tratamiento con analgésicos si lo necesitas. Y retirada a los doce días de los agrafes en el Centro de Salud. Falta la revisión al mes más o menos de la intervención que cierra el capítulo.


Luego está lo de siempre, lo que nunca falla, la cercanía de la familia y la de los amigos, a los que no puedes agradecer bastante su apoyo y ánimo. A unos más que otros desde luego. Están los que se han olvidado de pequeñas tonterías -aquello que Alberto Cortés cantaba: "A los amigos les adeudo la paciencia, de tolerarme mis espinas más agudas, los arrebatos del humor, la negligencia, las vanidades los temores y las dudas"- y te han demostrado su cariño por encima de todo. También están aquellos que se les ha visto el plumero, no los que no se han enterado, sino los que lo sabían pero han llevado su rencor personal al extremo de ignorarte exprofeso. Estos últimos con su pan se lo coman, a los primeros muchas gracias, que nunca podrán ser bastantes. 


Es posible que alguien piense que le esté dando mucha importancia a unos hechos, la intervención, nada comparables a las muchas que se suceden y de notable gravedad, pero en mi descargo he de decir que, es la primera vez que estoy en una situación similar. Aunque no hay que olvidar que una pancreatitis derivada de una miserable piedra de la vesícula es una cuestión de notable gravedad. Ahora recuperar el tono muscular perdido con la inactividad, que te desaparezca el color de chocho de mona de la falta de sol, y sobre todo adquirir confianza.

Fotografías y vídeo de Internet

martes, 10 de julio de 2018

CATORCE DÍAS DE ODISEA UNA PANCREATITIS AGUDA LITIÁSICA


El pasado día 27 de junio, cuando me disponía al paseo serrano matinal, seis de la mañana, se me presentó un dolor abdominal intenso, extraño, tipo cinturón, partiendo del epigastrio, extraño por no haberlo sentido nunca de esa índole, que me hizo pensar o que se debía a un proceso digestivo serio o a otro de índole cardíaca. Como no cedía, después de haber intentado un remedio de una tisana de manzanilla, e incluso la administración de un vasodilatador de urgencia (Cafinitrina), desperté a Conchi y le dije que pensaba que debíamos ir a Urgencias de la Ciudad Sanitaria. No la consideraba una urgencia de las Setas, esa que utilizamos para colaborar en el desbloqueo de las otras.

Cogimos el coche (mal hecho por el posible riesgo personal en el que no pensé) y nos presentamos en Urgencias, poco personal por lo intempestivo de la hora, mucha amabilidad, radiografía, análisis de sangre y primer diagnostico, Cólico biliar. Le dije a la doctora (muy joven), es la primera vez que vengo a una urgencia médica, y ella me dijo y yo también es la primera vez que trabajo en el turno de urgencias. O sea dos novatos. Como estaba el cambio de turno, la confirmación del diagnóstico la hizo la doctora del entrante, que con una disminución del dolor, nos mandó a casa. 

Vuelta a primera hora de la tarde a Urgencias porque el dolor se incrementaba y no cedía a los analgésicos, tipo Buscapina. Otra doctora, lo primero fue calmar el dolor, que lo consiguió, en este caso con un conglomerado opiáceo (Tramadol) pero no le interesaron nada los análisis anteriores, en una palabra los hizo todos de nuevo y al final, cuando el dolor había remitido, el diagnóstico real, una pancreatitis producía por un cálculo cabrón escapado de la vesícula, que tapa el conducto pancreático. Inmediatamente el ingreso y lo primero la visita de otra doctora, en este caso de Digestivo que nos comunica el alcance y la gravedad de la crisis. 

Solución, dejar descansar al páncreas, por lo que procede acoplarte los sueros, para mantener mínimamente alimentado e hidratado y no beber ni agua. Así dos o tres días, hasta comprobar el alcance del daño que podría haberse producido en el esencial órgano. Un TAC para comprobar esos extremos, que afortunadamente eran aceptables. Una ecografía para confirmar la "cantera", o el yacer con albañiles como el chiste, que era mi vesícula biliar y catorce días de hospitalización con una dieta de tolerancia, durante la que he probado pescados rarísimos, como tilapa, fogonero y otros allende los mares y carnes como el pollo.

Acompañado de un caldo con apio y poco más. Me lo he comido todo, porque tanto que hablan de la dieta de los hospitales, a mí no me ha parecido mala. Manifestar también que, el personal, tanto auxiliar, como ATS, incluido el de la limpieza, están trabajando al límite de sus posibilidades profesionales, por mor de una cosa que llaman productividad los directivos, pero que no me coge en la cabeza como tienen la poca vergüenza, con esos grandes sueldos  que tienen, jugar con la salud de los contribuyentes y someter a profesionales a una presión insostenible.


La mayoría mujeres, que se multiplicaban para solucionar el más mínimo problema, y que las enormes carencias de los recortes, especialmente en personal, no se hicieran visibles en los pacientes, eso sí duplicándose e incluso no pudiendo parar para tomarse un respiro, y eso veinticuatro horas ininterrumpidas. Luego está el equipo médico, todo atenciones y estando informado en todo momento de los pasos dados, en este caso comandado por un joven doctor José Manuel Benítez (pero no tiene nada que ver con el torero). Visita del equipo de cirujanos; otra señora, que me informó que había que quitar la vesícula para tratar de evitar nuevos episodios. La anestesista, otra señora, que hizo el estudio previo para que todo estuviera controlado.

Como se habrá podido comprobar, es enorme el porcentaje de mujeres que cuidan de nuestra salud en la sanidad pública andaluza (con parámetros de productividad que, en la medicina de familia, consiste en enviar al menor personal posible a los especialistas, o pruebas diagnosticas para que el médico de cabecera cobre un plus, y en los hospitales cerrar camas y recortar personal y medios), por lo tanto en mi estadística personal, la plantilla del Hospital General del complejo Reina Sofía, en un noventa y tantos por ciento son mujeres, en todos los escalones. Y un diez en la categoría profesional y humana de todas ellas.

Una resonancia magnética, a petición de los cirujanos para comprobar que no había ninguna piedra dentro del conducto biliar, fue la última de las pruebas diagnósticas. No la había afortunadamente, por lo que una cosa menos de que preocuparse. Pero los días, inexorablemente largos, seguían pasando porque los marcadores de la inflamación, no bajaban en la medida deseada. Y si eran los días largos, son por cuestiones como la movilidad, amarrado a una columna de sueros, que te impedía realizarte una higiene adecuada, como en tu casa, y muchas molestias añadidas más. Luego está la falta de intimidad, pero está uno en un hospital.

Un episodio febril retrasó más el alta. 38º en una toma, dispara alarmas y genera un protocolo de cultivos para ver qué pasa. Todo aderezado de Heparina para evitar problemas circulatorios derivados de la quietud. Diurético para que los riñones, trabajen y tomas de tensión y temperatura, constantes. La fiebre cedió, afortunadamente. Nueva visita de los cirujanos que nos llevaron los papeles de autorización, eso sí papeles firmas para todo. Y al final de la mañana del día 10 el Dr. Benítez tan amable como siempre nos llevó el informe de alta y las recomendaciones finales. El agradecimiento y las despedidas.



Despedida con lágrimas al compañero de habitación y a su madre que, desgraciadamente, y posiblemente por hábitos personales que yo no tengo, tiene su pancreatitis una gravedad que espero supere, porque tiene una cosa que a mí me falta y es juventud. Luego está el capítulo más importante, porque sin él la cosa se hubiera complicado. La ayuda inestimable de la familia, de mi mujer en primer lugar, con problemas de espalda durmiendo catorce días en una silla, tan molesta como yo o más, mal comiendo y a la vez llevando nuestra casa. Y nuestros hijos siempre al pie del cañón que, hasta una noche estuvieron desde las doce de la noche a las cinco y media de la madrugada con su madre, en urgencias con lo que fue afortunadamente una crisis de ansiedad, o las visitas diarias de la única hermana que tengo.

Hay otro capítulo importante que es el de los amigos, la presencia de algunos en cortas visitas, como debe ser, o la diaria de uno que ha faltado muy pocos días. Otros, la llamada, o el mensaje de WhatsApp, que te hacía sentir su solidaridad y buenos deseos. Estas situaciones te hacen ver quienes te aprecian de verdad y quienes te aprecian menos, o nada, y aunque no creo que nadie se alegre del mal de nadie, si estoy seguro cabe un 'que le den'. A todos, a los que más y a los que menos, a los que lo han sentido de corazón, o a los que sólo han cubierto el expediente, incluso a los que nos se han enterado que ha habido muchos, porque no se ha publicitado, a todos, muchas gracias. Y cierre de este capítulo, ya en tu casa, de la que nuca sabe el valor de tu inodoro, hasta que obligatoriamente estás fuera de ella, a esperar la colecistectomía que esperemos sea como comentan la mayoría, la picada de una avispa, y que se desarrolle igual que la crisis. 

Fotografías de Internet.