Recorrido realizado con Wikiloc
El domingo 27 teníamos Conchi y yo, un almuerzo familiar en Los Villares, mientras esperábamos a los hijos y nietos decidimos hacer un sendero del Parque, pero fuera de los habituales para los visitantes. Lo hemos hecho juntos un par de veces y para mí ha sido uno de mis paseos habituales. Abajo en la zona sur del Parque, junto al aparcamiento inferior, existe un camino cerrado con una cadena, es al este del Parque abierto, y a unos quinientos metros del restaurante. Esta pista baja al arroyo de Pedroches, por la linde de Valdegrillos, y luego sube por el límite noreste del Parque, paralelo al arroyo Pedroches, para girar al sur y continuar subiendo hasta encontrarse nuevamente con el de bajada.
Árboles caídos del temporal
Solo la ruedas de los vehículos del Parque
Partimos del aparcamiento del restaurante, frente a la pasarela. También podemos hacerlo desde el aparcamiento de abajo. La cota de salida, según el raster del IGN (hay diferencias) es la de 592 m.s.n.m., y bajaremos hasta la 430 m. junto al arroyo Pedroches. Subimos en dirección norte y cogemos el tramo que pasa por allí del GR48, que abandonamos a los 300 m de recorrido para girar al sur. En ese tramo nos encontramos un vehículo que conducía Joaquín Reina, que venía de abajo de fotografiar lepidópteros. Charlamos un rato y le pregunté si había visto al zorro que moraba por abajo. Este camino es muy querido de Joaquín. Seguimos la ruta después de despedirnos, a quinientos metros desde la partida nos encontramos a la izquierda la cadena y la pista forestal que no abandonaremos ya en ningún momento.
Bajada a la linde de Valdegrillos
En este tramo la primavera oculta las marcas de las ruedas
A 0,9 Km. desde la salida hay un cruce, dos caminos a la izquierda -uno un cortafuegos que nos puede llevar de nuevo al GR48 y el otro el que usaremos de retorno cuando bajemos al arroyo- y uno a la derecha, que es el que cogemos, precioso y más en esta primavera que está explosiva de flores y vida. Este tramo del camino va paralelo a la linde sureste del Parque, siguiendo el curso de dos arroyos que no se su nombre pero bajan del campo de tiro, cuyos desagradables ruidos, generados por los usuarios del mismo, es lo que rompe el musical silencio, claro para ellos amigos de las armas será música celestial, pues bueno.
Explosión de color
Se nota que no ha habido paso por el camino, ya que la hierba lo está ocupando casi en su totalidad. Vemos que los árboles caídos han sido troceados y el paso es cómodo ahora, durante bastante tiempo había uno cruzado en la pista que te obligaba a pasar por debajo suyo. Es verdad lo que nos dijo Joaquín, muchas mariposas de todo color, revoloteaban por doquier. Llegamos a la plazoleta de abajo, 2 km. recorridos, ahora iniciamos la subida que es 200 m. más corta luego el desnivel para llegar a la bifurcación es mayor. A la derecha la ladera oeste de Torreárboles y la N-432.
Otro que no ha podido aguantar
Ni este tampoco
Bosque de pinos canarios, mancha de plumeros, que me parece no son los invasores argentinos, según me dijo alguien que no recuerdo. En esa zona en la ladera, antes había ombligos de Venus, que no veo, a lo mejor son de otro tiempo. Una gran espesura de zarzal y parras silvestres tapiza el cauce del arroyo. Tengo pendiente con Joaquín una bajada, para que me enseñe lo que él dice son las fuentes del Pedroches. Seguimos subiendo, otras veces cuando he bajado no paraba el picapinos con su ametrallante picotear, ametrallante por la repetición, no por el sonido, que no es de proyectiles. El incansable 'cu, cu', se deja oír en series de vez en cuando. Hace una temperatura muy agradable.
Explanada o plazoleta de abajo como la llamo
La subida
Me decía mi malogrado amigo José Antonio González Junquito, enamorado de su trabajo y del Parque, que no se podían cuantificar económicamente, como al final se cuantifica todo en esta sociedad materialista, los beneficios del Parque en la población. Y es verdad, me contaba los beneficios de una oxigenación adecuada, del ejercicio, de la tranquilidad y, volvemos a lo material, del rendimiento a la hora de volver al trabajo al día siguiente.
Nuevamente la bifurcación
Y es cierto, los americanos del norte, que estudian todos los "pegos", habían cuantificado -le dije a Conchi-, los perjuicios que suponían para el resto de ciudadanos, el que un vehículo se parase en doble fila obstaculizando el tráfico: aumento de la contaminación, del stress, desgaste de materiales, tardar más en las distintas gestiones, etc. Eso se contrarrestaba con los beneficios del día en el Parque, con el control de los fuegos de los peroles (iba a decir barbacoas, pero no, son peroles). Entre elucubraciones filosóficas llegamos al cruce. Nuevamente la bifurcación y ahora repetíamos la misma pista después de haber completado el círculo.
La cadena de la pista
La familia nos estaba esperando, los cuatro nietos, distintos cada uno, dos niñas y dos niños, Claudia 11, ya en edad complicada, Alejandro 8, inquieto y perspicaz, ambos muy bien en sus estudios, Enara dos años, con notable personalidad, y Noah, siete meses con una simpatía arrolladora. En la simpatía de los nietos, le parecerán a su abuela presente, y si hay algún mal modo, al "malage" del abuelo -presente también-, es lo normal. Fin de una mañana que se cerró con el almuerzo familiar, del que no quedamos muy satisfechos.
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