Ficha bautismal de mi bisabuela Antonia Carreras en la Iglesia de Santa Marina
Llevo varios semanas enfrascado con los padrones domiciliarios, gracias a un enlace facilitado por un profesional del Archivo Municipal, para poder entrar en línea y en la soledad de tu casa, consultar nombres y más nombres, conjuntos familiares, fichas de matrimonio, bautismo y defunción. De esas consultas se derivan cuestiones como aprender cómo era la sociedad del siglo XIX, que es la más consultada o de los primeros años del XX, ya que a partir de los primeros años del siglo pasado, no es legal poder consultarlo en línea, para ello hay dos opciones, o consultar en el Archivo Municipal, o en una entidad religiosa colaboradora que es la que ha digitalizado los libros.
Familia Carreras 1921, en Judería 15
Independientemente de la mecánica que se siga, la realidad es que se abre un mundo apasionante que nos traslada a un tiempo pasado, como con una máquina de tiempo y podemos ver o imaginar los intrincados aspectos familiares de nuestros paisanos o familiares. En mi familia ha corroborado la presencia de Acisclo Jurado Villaviciosa, un tío abuelo con su mujer, casado con Francisca Sáez Prieto de Montoro, empadronado en la finca de Cabriñana, que confirma la presencia anterior de Acisclo Jurado Arribas mi bisabuelo, a pesar de que a él no lo he podido encontrar. Que otro tío abuelo José Jurado Villaviciosa, se casó con una señora procedente de Huelva, Bella Viana Cruz, y vivieron también en Cabriñana con su hijo Fernando. A Dª Bella ya la tenía almacenada en los inicios de mi memoria, por recordar conversaciones familiares en la que la citaban.
Mi tío abuelo Acisclo censado en la Hacienda Cabriñana, 1910
José Jurado Villaviciosa, mi otro tío abuelo, también domiciliado en Cabriñana, 1910
Esto era por línea de mi abuela materna, ya que por parte de mi abuelo materno, Rafael -el barbero de la Mezquita-, aunque antes lo fue de la Espartería, solo tenía una historia aparentemente rocambolesca, pero muy normal en esos tiempos -y en estos-, y un único punto de partida, mi bisabuela Antonia Carreras. Pero después de la consulta descubro que efectivamente tenía más hermanos, y encuentro a los padres, mis tatarabuelos, Juan Carreras Enríquez y Josefa Bellerín Obrero, aunque el primer apellido en algunos sitios lo ponen con uve. Y sus abuelos, en este caso mis tastatarabuelos, Juan Carreras y Rafaela Enríquez y José Bellerín y María Obrero.
Mis tatarabuelos y una tía bisabuela, agosto de 1855
No he dicho que estas personas vivían a principios y mediados del siglo XIX. Que Juan Carreras Enriquez, mi tatarabuelo, acabó asilado en el Convento de la Merced, a principios del siglo XX, con 71 años. He seguido la línea de los posibles encuentros de mi abuela Antonia y mi abuelo Rafael, encontrando coincidencias de vecindad, en ambas familias, lo que me hace suponer que de ahí vinieron las relaciones amorosas. Visitar a su hermano mi abuela Antonia, en la zona de Costanillas y conocer al apuesto Rafael. Luego vinieron los pinceles de Julio Romero a la vuelta a Cabriñana con sus padres. Y muchos etc., sobre todo los saltos domiciliarios, la facilidad con la que se mudaban de domicilio entonces.
Abultada familia del insigne músico D. Cipriano Martínez Rücker
A raíz de estas cuestiones he descubierto, con notable alegría, que una persona a la que me unían notables afinidades ideológicas, conocía de tiempo y apreciaba, sin saberlo (no tenía nada que ver eso del tirón de la sangre), ha resultado ser un familiar consanguíneo en 7º grado. No es mucho pero existe el parentesco. Al común que hay que subir es a su tatarabuelo que es mi bisabuelo. Luego otras cuestiones de familias conocidas como los padres de mi admirado maestro D. Enrique Rodríguez Castro, que fueron D. Antonio Rodríguez Llorente, decano de los Maestros Privados en Córdoba y Doña Salud Castro Baena, a la que conocí ya muy viejecita con casi 90 años. Descubrí que D. Antonio se casó con Doña Salud siendo viudo con dos hijos y que su padre, D. Antonio Rodríguez Carretero de Castro del Río, había sido chocolatero. Increíbles historias familiares. O la de la lista de ermitaños en 1905.
17 ermitaños en 1905 en las Ermitas y Telesforo Carmona de jefe
Y más cercana, por referirse a mi mujer, la adopción de una niña, por unas buenas personas, solidarias donde las haya, que procedía de la entrega por sus padres, unos mineros luchadores de la cuenca de Río Tinto, que se les morían sus hijos de hambre, al mantenerse firmes en la Huelga del 1920, contra la explotación y antes asesinatos en "el año de los tiros" de los trabajadores vendidos al negrero inglés, que era quien sacaba la riqueza de la tierra española. Autorizados por la familia Borbón, esos "patriotas de pacotilla" que vendieron todo lo que podían. Un tren lleno de niños fueron entregados a familias solidarias de toda España y nunca más vieron a sus padres.
Familia Pastor, San Francisco, 25, 1929
En este caso las personas a las que me refiero eran el matrimonio formado por D. Antonio Pastor Sánchez y Concepción Martínez Salgado, el primero tabernero -antes había sido barbero-, con taberna primero en la calleja Munda y luego en la Sociedad Plateros de San Francisco, que acogieron a Juana Concepción Cuaresma Garrido, mi suegra, cuando tenía cinco años. Le dieron educación y la casaron. Luego, con el tiempo, una hermana suya, que vivió en la meseta castellana, la buscó y se conocieron, pero aquella relación no continuó. Es o no apasionante mirar en los padrones y fichas correspondientes. Interesante los habitantes de la torre de la Mezquita, la familia del campanero Sr. Soriano. Y para terminar algo también importante, en cada parroquia una zona rural, las fincas, cortijos y huertas de los alrededores y la despoblación actual comparada con sus muchos pobladores de antaño.
La familia Soriano en la torre de la Mezquita, Cardenal Herrero, 1, en 1901
Mi agradecimiento al personal del Archivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debido a la proliferación de comentarios anónimos ofensivos, se moderará la entrada para evitar la publicación de estos. El resto, una vez se compruebe que no es un anónimo se publicará automáticamente. El debate enriquece, el insulto no, y mucho menos anónimo. Por lo que pido disculpas a quienes puedan sentirse molestos con esta medida.
Por otro lado si entra como anónimo el sistema no me lo comunica (y debo buscarlo periódicamente en una página interna), tampoco al comentarista le dice nada, ni lo mantiene al día de las novedades que haya en la entrada en la que ha hecho comentario, ni de lo que comenten otros usuarios. Gracias