Sala de los "otros encargos"
Ahora toca la Sala V, ésta estaba dedicada, y así volverá cuando acabe la muestra de Antonio del Castillo, al Arte cordobés de los siglos XVIII y XIX, desde el Barroco del XVIII, al realismo del acabar del siglo XIX. Aquí teníamos a Palomino, el biógrafo de Castillo y otros artistas. José Cobo, Duque Cornejo, Verdiguier y Antonio Fernández. Esta es la sala que contenía la obra del XIX, con trabajos de: Romero Barros, Rafael Romero de Torres, y otros muchos. Está dividida, además de por sus arcadas centrales, este oeste, una mampara separa la última parte de esta visita; La huella de Antonio del Castillo. Estamos como es lógico en la planta baja, entrando a la derecha. Y la recomendación, visiten la muestra y verán como es mucho mejor que lo que verán aquí.
Una foto de hace más de diez años del patio del museo
"El taller de Antonio del Castillo no solo acometió grandes encargos, sino que también realizó obras de pequeño formato para otras dependencias, como oratorios privados o residencias de la nobleza civil y eclesiástica. Se muestran aquí diversos ejemplos de obras de estas características. Algunas de ellas son de mediano tamaño, como el Cristo muerto con tres ángeles docentes que estuvo en la desaparecida parroquia de San Nicolás de la Axerquía, o el retablo ejecutado para la capilla de los condes del Menado en la iglesia del convento de la Trinidad Calzada.
La pared de la Capilla de la Caridad por el patio
El rincón noreste y la misma fuente actual
La fachada del museo de Julio Romero y casa familiar... y la fuente
Otras obras, de diversa procedencia, han llegado al Museo por la desamortización eclesiástica de 1836 o por adquisiciones posteriores, como la tabla en que se representa la Coronación de la Virgen. Mención especial requieren las obras de pequeño formato que narran historias bíblicas, a las que el pintor y tratadista Antonio Palomino denominó 'historiejas'. Fueron precisamente estas obras las que proyectaron la figura de Castillo fuera de los límites de la ciudad, especialmente en Granada, donde recibió importantes encargos de este formato.
Retablo de los Condes del Menado, 1645, A. del Castillo
(Iglesia de Santa Marina de Aguas Santas)
La familia Pineda de las Infantas financió para su capilla del convento de la Trinidad Calzada un retablo en honor de san Juan Bautista. Antonio del Castillo realizó, hacia 1645, los seis lienzos que lo componen: San Juan Bautista, San Antonio de Padua y el Niño Jesús, San Blas, San José y el Niño Jesús, San Francisco y una Inmaculada Concepción.
San Blas, 1645, A. del Castillo
Aunque se trata de una de sus primeras intervenciones, ya se aprecian algunas de las fórmulas compositivas que repetirá a lo largo de su carrera, como la pierna ligeramente adelantada con la rodilla flexionada y el manto arrugado tapando los pies.
San Antonio de Padua y el Niño Jesús, 1645, A. del Castillo
Tras la desamortización eclesiástica, el retablo fue trasladado a la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas. Algunos de los lienzos fueron vendidos y se sustituyeron por copias de los pintores José Saló Junquet y su hijo Nicolás Saló Prieto. El San Blas y el San Antonio del Padua y el Niño Jesús originales fueron adquiridos para el Museo de Bellas Artes de Córdoba en 1877, y el San Juan Bautista se conserva en el Museo Nacional del Prado.
Coronación de la Virgen, 1660, A. del Castillo
ENTRE EL SENTIMIENTO Y LA DEVOCIÓN
En estas obras de pequeño formato, Antonio del Castillo se expresa con un lenguaje más libre y con mayor capacidad emotiva que la manifestada en los grandes encargos.
Crucifijo, 1655-1665, A. del Castillo
Así, se puede encontrar un Castillo más intimista en las obras Crucifijo y Jesús Nazareno. En ellas, los valores de lo humano y lo divino se encuentran representados en las mortecinas figuras de Cristo de ambas composiciones.
Jesús Nazareno, 1655, A. del Castillo
En la Coronación de la Virgen, su interés se ha centrado en la ornamentación escultórica y en representar con gran calidad la escena, casi en miniatura. Igualmente ocurre en la Inmaculada Concepción, donde ha mantenido sus características iconográficas propias, representando a una Virgen de edad madura, de rosadas mejillas y carnosos labios, vestida de azul y rosa.
Inmaculada Concepción, 1645, A. del Castillo
Entre sus obras más conmovedoras destaca Cristo muerto con tres ángeles dolientes, donde se aúnan el movimiento dramático y el sentimiento trágico. En esta composición ha utilizado una pincelada suelta y con una gran cantidad de materia, con la que ha creado texturas, mostrando a un artista menos centrado en el dibujo y más en la cualidad pictórica."
Cristo muerto con tres ángeles dolientes, 1660, A. del Castillo
"Tuvo varios discípulos, y especialmente Pedro Antonio, y Manuel Francisco, pero ninguno que llegase a la eminencia de su maestro.
Acisclo Antonio Palomino."
Información logística de la muestra
Los distintos espacios expositivos
Fotos del autor y de los documentos de la exposición
Bibliografía de los textos expositivos
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