El castillo de Zuheros
Esta mañana hemos disfrutado otra vez de Zuheros y su
gastronomía variada, la lactea es muy significativa, el fin de semana
próximo es la feria del queso. Antes hicimos un recorrido por La Victoria y sus
esculturas de arte contemporáneo, y tuvimos la fortuna y alegría de encontrarnos con
nuestra amiga Virginia y su marido por un camino de la población. Curioso,
aunque lo hubiese sido más encontrarlos en un fiordo noruego, la razón es que son ciudadanos de La Victoria. Hemos recordado anteriores
visitas, a Zuheros, y a personas que ya no están entre nosotros, como mi
amigo Pablo Fernández, y su padre el panadero.
La Oreja de Mula
También el aciago recorrido
que hicimos por el Bailón desde la Nava, organizado por la UNED de Córdoba.
La impresión que me causo ver la Fuenfria, que ya estaba citada en el Libro de
la Montería que le escribieron los "negros" a Alfonso XI y que se
inició con los datos de Alfonso X, de sus "negros", no ha sido sólo la Ana Rosa Quintana y su ex cuñado David Rojo. He vuelto a leer
un sensible comentario que hizo en esa entrada al Blog mi amiga Lisistrata. Recordado
otra visita, a un entierro, concretamente la madre del mencionado Pablo, la
Sra. Varo, cuando me llamó la atención el cementerio del pueblo, que llamo
"de los Poyatos", en el que hay más Poyatos por metro cuadrado, que
en ningún lugar de España.
El cementerio "de los Poyatos"
"La siguiente vez que fui fue al sepelio de la madre de
Pablo. Esa visita fue muy corta, Iglesia y cementerio. Pero no por ello menos
curiosa. Observé que el apellido por excelencia en las lápidas era Poyato. Se
daban las circunstancias de que en mausoleos existían generaciones enteras con
los dos apellidos Poyato, además de muchas con uno sólo. Se me vino a la cabeza
el chiste fácil, pensé, después de conquistar los cristianos la villa, seguro
se la darían en pago, como botín de guerra, a un tal Poyato, pero por la
descendencia y la proliferación de su apellido, más que Poyato seguro que se
debería haber llamado “Polla tó” con doble ele en lugar de y griega."
Torre Morana
Pero hoy, releyendo esos datos he encontrado que, a finales
del siglo XVIII, había un cura que se llamaba Poyato de apellido ¿no me digan
qué no es chiste fácil también el pensar que este Sr. pudiera ser el primer
eslabón?. Desde la plaza y con el zoom, he fotografiado Torre Morana,
claro la torre medieval, que ya la tiene en su archivo mi amigo Emilio "Vértice",
así como el asentamiento íbero del lugar. Emilio tiene el más completo archivo fotográfico
de patrimonio de la provincia, ciudad y parte del extranjero. La distancia es
de 12,6 Km. en línea recta. Y la Oreja de Mula, en su vertiente este, que da
sombra al amanecer a otro precioso pueblo, Doña Mencía, que es el de mi amigo Juan Guijarro, un
extraordinario fotógrafo, y mejor persona.
Las cenefas o zócalos de Zuheros
Se me olvidaba, una curiosidad, en el limpio y pintoresco pueblo, las cenefas o zócalos que son una línea fina, de distinto color, que es la frontera de la pared y el suelo, porque aceras no existen. Lo más doloroso es que todo lo comentado, salvo lo de hoy, sucedió en 2009, y hace ya la
friolera de siete años, entonces te das cuenta como corre el inexorable
tiempo en las hojas de almanaque. Siete años ya, no sabemos si siete más son posibles.
Fotos del autor
Bibliografía de Notas Cordobesas y la memoria.
Buenos dias Paco. Como ya sabes, yo soy luqueño y como es lógico, siempre que voy a Luque, Zuheros para mi es de visita obligada. Yo ya visitaba la cueva de los murcielagos cuando para verla habia que pedir la llave del candado en una casa del pueblo y la podias visitar a oscuras, sin guia y sin nádie que te fiscalizara. Siempre que voy me quedo maravillado de su naturaleza, que en algunos rincones no tiene nada que envidiar a mi Pirineo tan querido. Es un pueblo donde la ginnasia se ejercita de una manera natural, dando lo escarpado de sus calles. Bellisimo pueblo de la Subbetica que siempre recomiendo a algun amigo que se escapa por la zona. Ah, en Luque, tambien creo que hay una buena cosecha de Poyatos.
ResponderEliminarSalud y Republica.
Buenos días, amigos. Paco, hay un tanguillo que dice: “siete años no son nada” Me ha gustado mucho este viaje que haces al pasado desde le presente y mirando al futuro. Lo de los apellidos es muy curioso. Tenía un amigo de pueblo de Castilla, que nos contaba: “En mi pueblo todos somos Pérez o García, o las dos cosas, yo por ejemplo, continuaba, tengo en mi árbol genealógico un centenar, o más de Pérez y García, por eso nos conocemos por los motes. En los últimos años ya hay algunos que no son ni Pérez ni García. A esos los llamamos los mulos”
ResponderEliminarLe pregunté ¿Mulos por qué? ¡Joder! Porque no son de pura cepa.
Un abrazo, salud y República
Si querido amigo Juan, sé de tu procedencia luqueña, precioso también. Y recuerdo eso de pedir la llave, pero nunca he entrado. Y cualquier día entre semana cojo el coche y me llego. Sin duda que calle arriba calle abajo se las trae, pero así son muchos: Espejo, Almodóvar, Iznájar, este último me parece que gana a todos. No sabía lo de los poyatos de Luque, tengo que pensar si el cura iba a Luque también.
ResponderEliminarSalud y República.
Buenos días y gracias amigo Patxi. Siete años no dice la copla, veinte años no es nada:
ResponderEliminar"Sentir…/que es un soplo la vida,/que veinte años no es nada,/que febril la mirada,/
errante en las sombras,/te busca y te nombra." Pero es igual el número de años. Y en cuanto a lo de los apellidos tiene que tener un principio claro, tiene que haber un primer tronco (vale también la metáfora) y luego los demás. Curiosa la anécdota.
Un abrazo Salud y forza al canut porque va de eso.
Un abrazo, salud y República
ResponderEliminarPaco, ahí va la de los siete años. Un abrazo.
¿COMPARTIMOS LA POESÍA?
Siete años no es nada
(tanguito)
Primero fue un año
me contó el abuelo
yo andaba en pañales
gateándole el suelo.
Después vino un diente
me subí a mis pies
de pronto di un paso
me caí a los diez.
Soplé tres velitas
empezó el Jardín:
cambié mi chupete
por un chupetín.
A los cuatro años
aprendí a nadar
conocí la arena
la espuma y el mar.
Dibujé mi nombre
por primera vez
lo escribí a los cinco
lo leí después.
A los seis mi foto
con un delantal,
mochila y recreo
no está nada mal.
Siete años no es nada
y en estas crecientes
ganando en alturas
perdí algunos dientes.
Silvia SCHUJER