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Cinco Pollos, Santa María, El Carmen, Los Arcos, Matalmilanos, Segovia, Quitapesares, Huertas Unidas, El Poderoso, Segovia, Mayoral, San Antonio, Ntra. Sra. del Rosario, Antas, Carmen de la Aduana, Huerta de la Aduana, Buena vista, El Cerrillo, El Algibe, Los Morales, Patriarca, Arruzafa, Ballesteros, Torrebermeja, Hierro, Olías, Saldaña, El Duende, Melero, etc. etc. Nombres de fincas de recreo de un pasado rancio de aristocracia cordobesa, venida a menos y que no supo hacerse burguesía a su debido tiempo, de engominados propietarios, de bigotito de hormigas (era la moda).
Referencia del Castastro
Aérea
Cochera
Media ladera cordobesa, de fresco estío, naranjales, rosales y frutales de todo tipo, y agua, bastante agua, para regar los bancales y la decadencia familiar. Ese entorno histórico en el que subsisten aún algunas propiedades, mientras que el resto son una ruina o han sido destruidas por la piqueta criminal, que queda en un rincón de la carretera de Villaviciosa, a orillas del Arroyo del Moro. Una que seguro lo fue, hermosa propiedad, San Carlos. No es un modelo de antigüedad, y se puede datar por los albores del siglo XX, por los elementos de su construcción.
Escalera romántica
Rincón
Bajada al jardín
Tiene un romántico jardín, desaparecido por la maleza, una escalera hermosa y un porche no menos majestuoso, de anchas arcadas de medio punto, que dan acceso a un amplio hall y a su vez al cuerpo principal y de servicios. Una cochera de puerta desvencijada. La instalación eléctrica es de tubo Bergman, novísima instalación en su tiempo, que sustituyó el trenzado de algodón con aislador cerámico. Claro el que lo tenía, porque no todo el mundo se beneficiaba aún del invento de Edison. Esta referencia nos determina en algo aproximado la fecha cuando menos de alguna reforma.
Puerta principal
Porche
Arco principal
El catastro nos habla de seis mil quinientos metros. Todo este territorio parece correspondía a la finca de la Aduana, que se supone regentaban los frailes de San Jerónimo, eso claro en la antigüedad más antigua. Esos que, a pesar de mirar las copas de los celestiales cipreses, no dejaban de hacerlo al firme suelo, vamos para no perder la costumbre. Es una de las zonas de la media ladera, más bonitas de nuestra sierra, de rosales y soleadas huertas, desaparecidas más bien. Ricas y abancaladas, de minas de agua profundas en horizontalidad, desde siempre.
Otra vista de los arcos
El porche
Desde el jardín
La Santa María ha dado agua desde muchos años, y sus atarjeas centenarias están ahora destruidas, esas que dirigían el agua hacia la Huerta de Hierro para luego bajar a la Puerta Osario, según los grabados de la época. Y que hablar de Huertas Unidas. La ruina impera. Incluso no impide nada el acceso, puertas destrozadas que hay que cerrar en evitación de accesos menos críticos y curiosos. Abandono que permite lamentar lo que serían esas fincas en su día. El arroyo del Moro afortunadamente no trae agua, si no daría buena cuenta de muchos lugares, a pesar también de su profundo cauce.
Interior
Zona del jardín lateral
Servicios
Un fuerte aguacero y la falta de limpieza del mismo podrían generar un embalsamiento complicado. Qué pena de lugares. Un poco más arriba Ntra. Sra. del Rosario espera un temporal, para terminar de caerse sobre sí misma. Quien la ha visto y quién la ve. O los vecinos de enfrente, el Carmen, totalmente arrasado, hogar de garcillas bueyeras, que blanquean los eucaliptus, llamando la atención la latitud de los lares de estos pájaros. Un romanticismo decadente, pero que cumplía su misión patrimonial, ahora ni eso. Se llaman planes parciales.
Interior
Ruina
Cochera desde dentro
Fotos del autor
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