Estanque de la Huerta de los Morales (R. Romero Barros, 1875)
Siglo XIX, 1875, Romero Barros ese paisano de Juan Ramón Jiménez, onubense pero enamorado de Córdoba, hasta los extremos de luchar por su patrimonio de una forma denodada, y muchas veces estéril, el padre de Julio Romero de Torres, y muchas cosas más, era pintor, y sobre todo un excelente paisajista, disciplina que seguramente empezó a cultivar en Sevilla.
Aérea de la zona de los Morales
Aérea del estanque, visto desde el sur
El estanque reformado
La Huerta de los Morales era un lugar de visita de las familias acomodadas de Córdoba, huyendo de la canícula del valle. Subían a la media ladera de la sierra, que estaba repleta de huertas y lagares, con el frescor característico de esas semialturas. Rafael Romero Barros además de otros lugares, pintó dos lienzos y un dibujo en esta Huerta, los llamados Huerta de Morales en la Sierra, y Estanque de la Huerta de Morales (1875).
Otra vista del estanque desde su lado este
La bucólica explanada
El depósito previo
Sin entrar en el sistema de alimentación del estanque y, como quien tuvo retuvo, aún puede imaginarse uno la belleza que tuvo que tener la huerta. Abancalada, para aprovechar la gravedad del agua desde el estanque, herencia del regadío que trajeron los árabes. Huertas, lagares, rosales, aprovechaban todos los recursos hidráulicos de la sierra. Y también había espacio para el ocio. Eran épocas de romanticismo, de decadencia aristocrática, de cambios en la sociedad, de cultivo de grandes revoluciones, la última la francesa, la próxima en el tiempo la rusa.
Un rincón, el este, con su banco corrido
Y el rincón oeste
La esquina este del estanque
Y allí estuvimos ayer dando un paseo, Pepe Serrano y quien suscribe, y comparamos el lugar con el lienzo de Romero Barros. Una explanada de unos setenta u ochenta metros cuadrados, con el depósito decantador, posiblemente, en el centro y una amplia bancada a lo largo de toda la pared que sujeta el terreno. Una profundidad de un metro y medio aproximadamente, por 15,5 m de largo por 5,5 m. de ancho, que nos dan en su nivel máximo una capacidad de unos 128.000 m3.
El rincón noreste
El estanque y la explanada
Pilón de salida
La salida a las canalizaciones que, a modo de capilares, riegan todos los bancales. Frutales, naranjos y todo tipo de productos de huerta, poblaban y debieron crecer en los escalones. Luego, el agua de nuevo al arroyo de San Cristóbal -para pasar por la usurpación de su cauce por el gimnasio del Molinillo Sansueña, y más abajo por la empresa de ascensores, ambas usurpaciones impunes- cuando había servido para regar los frutos. La pena es el abandono en que se encuentra, salvo el estanque, que está reformado. El resto de la obra tiene un abandono evidente, ya que la huerta está desaprovechada.
Rebosadero
Distribución
Canales destruidos
Un bucólico lugar, de nuestra historia, reflejado en una de las primeras obras de Romero barros, cordobés de pro, aunque no lo fuese de nacimiento, como hemos dicho arriba. Que el tiempo parece está dando cuenta de él, como con todo. Otra cuestión es el caserío, y la alcubilla de la Vereda del Villar, y las conducciones, y el Abrevadero y fuente de los Morales. Y arroyo arriba desde su nacimiento.
Bancales
Fotografías del autor, lienzo de Romero Barros
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