Fachada oeste de la iglesia
Visitar el Desierto de San Juan Bautista era una asignatura pendiente. Había hecho varias aproximaciones, y preguntado a amigos que habían estado allí, para conocer como poder hacerlo. Incluso sopesé la posibilidad de pedir el oportuno permiso, cuestión que realicé en cierta ocasión a un empleado de la casa, pero resultó infructuoso. Al final pudimos visitarlo. Es una premisa indispensable personal no tener que incidir en ninguna medida de prohibición expresa, como vallas o puertas, y afortunadamente encontramos Pepe Serrano y yo, una entrada de franco paso, una puerta abierta de par en par.
Plano IGN de curvas de nivel con coordenadas
Vuelo de 1956
Vuelo de 1977
Aérea de Apple desde la esquina sureste
El lugar que es simplemente maravilloso por su emplazamiento y riqueza ecológica, fue catalogado como enfermizo por sus habitantes en un tiempo. Doña Beatriz de Haro Portocarrero, hija de Luis Méndez de Haro, IX Señor del Carpio, Doña Beatriz Portocarrero, que fue la octava hija de los nueve que tuvo el matrimonio, se casó con Pedro de Benegas VIII Señor de Luque, lo propuso en 1598. Comprometió 4000 ducados en año y medio para la construcción, señalando la construcción de un pequeño aposento para sus visitas al lugar.
Aérea de Apple desde oeste
Aérea de Apple desde la esquina noroeste
Aérea de Apple desde el oeste
En principio se llamó Ntra. Sra. del Monte Carmelo. Doña Beatriz, dama de "acendrada piedad" calificada así en escritos carmelitas donde corroboraba por su devoción por San Álvaro de Córdoba, parece o se decía, que varios de los milagros referidos en el proceso de beatificación del fundador de Santo Domingo de Scala Coeli, le ocurrieron a doña Beatriz. Hay que reconocer que todas estas historias proceden del s. XVI, época muy necesitada de estos sucesos. Fue viuda del Señor de Luque y no tuvieron hijos. La viudedad y falta de descendencia, eran elementos fundamentales para la dedicación a la "piedad", que normalmente consistía en financiar obras de la iglesia.
Fachada sur, principal
Puerta principal
Doña Beatriz, por tanto, funda el convento de carmelitas descalzos en vida eremítica, en una finca de su propiedad sita en el pago del Cañuelo, término de Santa María de Trassierra, con el nombre mencionado de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Las escrituras fueron otorgadas por doña Beatriz ante el escribano público de Córdoba D. Rodrigo de Molina, con fecha 2 de enero de 1598, hace hoy 417 años, además prohibía taxativamente la enajenación o venta del sitio y convento, en todo tiempo. También proveyó los ornamentos necesarios para la iglesia y sacristía "En la larga relación de objetos y ornamentos para el culto que se compromete a dar, sólo merecen destacarse un sagrario de madera dorada, un relicario de plata, tres cálices de plata con sus patenas, "las imágenes que a la señora pareciese poner, así en el altar mayor como en los colaterales", y una arqueta para el Santísimo Sacramento "el Jueves Santo". En las vestiduras, el número mayor es el de doce albas, amitos y cíngulos, cantidad que está en estrecha relación con la densidad de la comunidad establecida."
Fachada principal lado este
Fachada principal puerta
Al mismo tiempo que funda un patronato en la iglesia, lo reserva para sí, con las "rentas que producían 7 yugadas de tierra en el cortijo de Villaverde. "Al vender doña Beatriz el cortijo de Villaverde, pasa al patronato por expreso deseo de la fundadora un juro de 130.000 mrs. sobre las alcabalas de Córdoba, que había adquirido en la transacción de dicha venta (5 de febrero de 1604" y un juro de 46.750 mrs. sobre las alcabalas de Córdoba —ambos bienes de su propiedad—, comprometiéndose a dejar 2.000 ducados al final de sus días, con ciertos gravámenes de misas."
Puerta principal
Nave de la iglesia
Don Francisco de Reinoso, obispo de Córdoba, el 11 de febrero de 1598, otorga licencia, y el pontífice Clemente VIII reformador, da el beneplácito, cuya bula la cita Luis María Ramirez de las Casas-Deza, en su "Indicador cordobés o sea manual histórico-topográfico de la ciudad de Córdoba," 1867, Pero, fray Elías de San Martín, General de los Carmelitas Descalzos, hasta el 19 de febrero de 1600, no refrenda la fundación. Este lapsus de dos años sirvió para la construcción del convento. Los constructores fueron los moriscos Luis y Pedro Fernández.
Desde la nave de la iglesia al oeste
Interior
Los datos del edificio no se conocen, y por lo que queda de él puede deducirse que era modesto. Algunos escritos lo citan como pequeño, de una capacidad para diez o doce carmelitas. Como respetando el pensamiento de la fundadora que se expresaba así: "...por amor os pido, hermanas y padres míos, que nunca dejéis de ir muy moderados en esto de casas grandes y suntuosas". El primer periodo de la vida del Desierto comienza a principio del siglo XVI, pero seis años después es cambiado el nombre, por no crear confusión con otro existente en Bolarque, Guadalajara, por el de San Juan Bautista, durante la visita del General de la Orden, Fray Francisco de la Madre de Dios.
Habitación entrada
Iglesia altar mayor
Las leyes sobre desiertos carmelitas aún no estaban elaboradas, por lo que esta fundación puede considerarse como un ensayo previo. El aspecto económico es, como en casi todas las facetas de la vida, determinante, y en la historia de San Juan Bautista no iba a ser menos. Se van comprando pequeñas fincas que se unen en una sola que se vino a llamar "sitio del Desierto" (en el plano del IGN está equivocado el toponímico). Los posibles para ello fueron donaciones y compras. El contenido de las fincas viñas y pinares. Las rentas fueron importantes. "El desierto obtiene el rango de priorato, siendo el primer prior fray Domingo de San Ángelo; en 1606 lo era fray Pedro de la Asunción, natural de Guadalcázar; en 1615, fray Alonso de la Concepción, natural de Jaén; y en 1617, fray Cristóbal de San Alberto. Testimonio de la consideración de la Orden hacia el eremitorio es el hecho de celebrar en el mismo el Capítulo para decidir la unificación de las dos Provincias de Andalucía, el 12 de mayo de 1612."
Interior iglesia pared oeste
Interior iglesia pared oeste
"Proceso de formación patrimonial del Desierto
Año Concepto Modo adquisición
1598 1 lagar con viñas, árboles y pinar Donación de Pedro de Angulo
1601 1 lagar con 4 pedazos de viña Compra
1602 1 lagar Donación de Juan B. de Baena
1603 1 lagar con casas «caidas», 2 Donación de doña Leonor, viñas y pinar
1606 3 lagares «del rey» Compra
1606 1 lagar con 3 pedazos de viña Compra
1710 1 haza de pinar y monte Donación de don Pedro de Orbaneja"
Interior iglesia
Nave iglesia
En las órdenes religiosas, clubes, asociaciones, etc. funcionan por quienes mueven esas instituciones, cuando faltan estas personas, normalmente caen las mismas o desaparecen. Los frailes carmelitas, en número de ocho, con fray Cristóbal de San Alberto, como prior, y fray Luis de la Concepción, como subprior, abandonan el convento en 1617 (primer abandono), y alegan que: "su sitio es enfermo e incómodo para la habitación de los religiosos y en él no se puede vivir ni guardar la vida regular como conviene". Coincide con algo parecido un siglo antes en Santo Domingo, y llama la atención que estos frailes dominicos dijeron lo mismo "insalubridad", cuando ya quisiéramos los cordobeses vivir en esos lugares "insalubres". Los de Santo Domingo se bajaron al Convento de los Mártires en la orilla del Río, junto al Molino de Martos. Había cosas en la ciudad que no las tenían los frailes en los desiertos.
Aljibe en el patio
Patio
La realidad era que en la ciudad había otras formas de vida menos duras, y la voluntad parece no era muy firme para llevar a cabo el retiro en la serranía. A estos frailes los trasladan a Antequera con los mismos cargos directivos, razón por la cual no había mucho interés por la vida en los llamados desiertos. Es el comienzo de las diferentes soluciones que dan al lugar y que influyen notablemente en su existencia. Cuando se produce el abandono la fundadora decide que su patronato se traslade al Convento de San José, en marco de 1617. "Reservándose doña Beatriz la propiedad del sitio y convento de San Juan Bautista, obligándose de nuevo a entregar 1.500 ducados en el plazo de seis meses como aumento de la dotación de dicho patronato. Una de las cláusulas establece, sin embargo, que si dicha señora no hiciera efectiva dicha cantidad en el plazo fijado, la propiedad revertiría automáticamente en el convento de San José; circunstancia que ocurrió, quedando el sitio y desierto integrados como fincas del patronato, establecido ahora en San José."
Interior del aljibe
Patio principal
Ahora se sucede que, por los motivos económicos y la decisión de fomentar San José, se vende San Juan Bautista y sus propiedades, "en el año 1623 haciendo caso omiso de la cláusula prohibitiva de la fundación, lo vendieron al doctor don Jerónimo de Leiva, tesorero y provisor general de Sevilla, que había decidido retirarse a la vida solitaria y encontraba el desierto idóneo a sus propósitos al tener iglesia y habitación en perfecto estado." El prior de San José trata de justificar la venta de la forma siguiente: "por una parte, impelido de su necesidad, y, por otra, persuadido a que se conservaría aquel santuario con mayor decencia en poder de un sacerdote asistente en él, y empleado en devotos ejercicios, que en el de otro cualquier seglar, aunque fuese dependiente del convento..."
Naves interiores al patio
Nave interior
El doctor es el propietario durante un periodo de dos años, donándolo luego al Colegio de la Asunción, que lo vende unos años después a D. Fernando de Argote. Más de treinta años lo tiene esta familia en su propiedad y se lo arriendan a Lázaro Pérez, que no lo habita sino que lo emplea para el ganado. Primer gran deterioro, que se incrementa por el incendio de 1645, del que sólo quedan en buen estado la iglesia y el refectorio. A partir de aquí y en 1640, se producen unos misteriosos hechos: "prodigiosos y milagrosos, que son interpretados como manifestación divina que expresa el deseo de que sea poblado de nuevo el convento y restablecido el culto en su iglesia.". Estas cuestiones levantan el ánimo en recuperar el monasterio por los carmelitas.
Vista desde el exterior, esquina noreste
Relación de los sucesos prodigiosos de 1640: "Estos se reducen a visiones de frailes carmelitas en las ventanas y luces extrañas, estando el desierto deshabitado; los animales que encierran en su interior son expulsados del mismo con extraordinaria violencia, como declara, entre otros, Gonzalo de Herrera, que vio «saltar a los marranos porzima de las tapias [...] que tendrían como dos o tres varas de alto»; algunos de los hombres que entraron a profanar el convento salieron «asombrados», muriendo unos y perdiendo el juicio otros, como el propio arrendatario, Lázaro Pérez; otros testigos oyeron, en días de festividades religiosas como el Corpus, Natividad, etc., música de órgano y cánticos de frailes «al modo como guando en San Agustín desta ciudad sus religiosos celebran una grande fiesta», según declara Catalina de Clavijo; por último, varios testigos oyeron, igualmente, voces extraordinarias en el interior del convento desaprobando la profanación del mismo."
Rincón con arcos colmatados, posiblemente el de abajo de la bodega
Cualquiera discutía a las autoridades religiosas que podían ser inventados los sucesos. El día 14 del mismo mes, el corregidor de Córdoba concluye las diligencias, dando la posesión jurídica al prior de los carmelitas "del sitio que fue convento de San Juan Bautista", con todas las heredades que le son anejas, ante el escribano público de Córdoba Antonio Álvaro de Soto. No hay datos de este tiempo, que justifiquen la dilatada vuelta, se estima que puede ser por: "la indecisión de los superiores, o bien por las discusiones en pro y en contra de San Juan Bautista suscitadas en el seno de la Orden, las obras de restauración se dilataron y el desierto no es ocupado hasta el año 1709". A partir de ahí se habita, y aunque fue corto el tiempo, ya no fue desierto sino hospicio.
Muro
Pared
Nuevos informes en 1688 sobre los casos extraños, o prodigiosos como se les llamaba. En 1690 nueva licencia otorgada por Francisco de Zehejín y Godínez, vicario general de Córdoba, permite una nueva reedificación. En 1692 ya está ocupado habitacionalmente y, aunque se continua su rehabilitación, fray Andrés de Jesús María (alma mater de la recuperación hasta su muerte en 1715), y seis frailes más: fray Alonso de San Elías, fray Matías de San José, fray Francisco de Jesús María, fray Martín de San Francisco, fray Manuel de San Elías y fray Andrés de San Juan Bautista, son los ocupantes.
Patio de atrás
Muro este
Los hospicios no tenían una observancia rigurosa de las reglas, y se tenían como lugares de reposo o recuperación de los religiosos. Y esa lasitud de las normas permiten a fray Andrés de Jesús María, volver a la vida eremita carmelita en la sierra cordobesa. Nuevamente surge la controversia, es o no conveniente continuar con esa vida eremítica en el Hospicio ahora de San Juan Bautista. Nuevamente que el lugar es enfermizo y está falto de agua son las razones que se esgrimen. Fray Andrés de Jesús María vuelva a la defensa de sus criterio de continuar.
Ruinas traseras
Muros
En 1693 redacta un documento dirigido al Capítulo General, en el que demanda justicia en favor del Desierto de San Juan Bautista. "suplica y demanda justicia, atendiendo a las razones de derecho, en favor de dicho Santo Desierto de San Juan Bautista, y su saludable temperamento". Señala que el lugar estaba libre de humedades, "bañado de todos los vientos", y pondera las virtudes según él del lugar diciendo que: "la moderación climática del lugar durante la estación estival", estableciendo gráficamente las diferencias respecto a Córdoba: "... las frutas de dicho sitio y sus cercanías tardan en nacer y madurar, quinze días más que en Córdoba"
Arcos de ladrillo colmatados
Muro lateral oeste
Remarca que el lugar permite una vida saludable. Cita la experiencia de los múltiples lugares eremíticos de la sierra cordobesa reforzando su tesis. Y alega además que: "por el hecho de llevar con algunos religiosos más de cuatro años en el desierto, dedicados a la restauración de su fábrica, sin quebranto de la salud. Desautoriza, a continuación, la veracidad y rectitud de los que consiguieron el abandono del desierto por insalubre —haciendo alusión a la analogía con Santo Domingo— ya que estas determinaciones no se basaron en la experiencia, "sino por informes, que aviéndolos hechos algunos sujetos poco afectos a dichos santuarios, no salieron mui conformes a la verdad". Y lo refuerza con los gastos que supondrían otra mudanza.
Patio trasero
Arcos
Y respecto al agua añade que el maestro mayor de las aguas de Córdoba dice que el agua del desierto es permanente y de buena calidad, y que además se han construido dos aljibes en el patio para la casa. Claro la construcción de los aljibes fue debida al escaso caudal de la fuente, a la lejanía de la misma y su difícil acceso. La fuente no sabemos si estaba a la vera del Arroyo de San Juan o en la otra vertiente. Lo cierto es que en las alturas no hay ninguna. Con lo fácil que sería hoy en día dotar de agua al lugar. Y no olvida los sucesos prodigiosos ocurridos, añadiendo que "corre por cuenta de dios este desierto y lo hará saludable, aunque de sí no lo fuera".
Entre la vegetación muros
Más ruinas
Aumentaron las limosnas de los cordobeses, extremo que alude fray Andrés, pero a pesar de eso se paralizan las obras y se abandona el convento nuevamente. No obstante el combativo fraile siguió luchando por abrir nuevamente San Juan Bautista. Uno de los cargos que ocupó fray Andrés de Jesús y María, después del abandono del desierto, el del prior del convento de San José de Córdoba, le permite retomar el anhelo de abrirlo. En 1709 el Consejo de Córdoba pide al Consejo de Castilla, licencia nuevamente para el desierto. Dice el fraile "el consuelo de los fieles que por allí moran que tendrán quien les administre los sacramentos y exorten con su doctrina, así como el servicio de Dios que significaría por los singulares prodigios que se han visto en este sitio, en que manifiestamente se ve quan de su agrado será se vuelva a restablecer dicho monasterio".
Ruinas y vegetación.
Una ventana
En los "Anales" de la Colección Vázquez Venegas, existe un texto correspondiente a 1709, que dice: "... los religiosos carmelitas descalzos, determinaron poblar su combento de San Juan Baptista, que llaman el Desierto, dos leguas desta ciudad. Para lograrlo pidieron el fabor del Obispo y Cabildo eclesiástico de ella con cartas a el Presidente y Consejo de Castilla por ser de mucha utilidad espiritual para los fieles que habitan las haciendas de la Sierra, y así a 3 de agosto deste año dio sus cartas el cabildo y el obispo los protegió, y sin embarazo bolbió a poblar el combento el Be. Pe. fr. Andrés de Jesús, y bibió en él con ejemplar vida y probecho de las almas. Después de su muerte se a buelto a despoblar, por ser sitio enfermo".
Ventanas
Otra ventana
Nuevo periodo, fray Juan de San Alberto, es nombrado presidente del Hospicio de San Juan Bautista, el 22 de junio de 1710. Estos años son de un cierto prestigio y se consigue elevar la categoría a Hospicio eclesiástico en 1712, cuestión que permite que existe en el Hospicio el Santísimo Sacramento. La muerte de fray Juan de San Alberto trae de presidente a Fray Andrés de Jesús María nuevamente, y parece que vuelven los problemas. Ahora son los económicos, que parece perjudican a los de San José. La presidencia de fray Andrés y su interés hace que se rebele la comunidad de Córdoba, lo que demuestra el autor que "fray Andrés fue mejor valedor desde la atalaya del priorato de San José que desde la presidencia del propio desierto."
Pared trasera de la iglesia
Otro acceso a la posible bodega
Estos intereses económicos no eran suficientemente fuertes para anular los motivos piadosos y de situaciones de casos excepcionales. Pero se mantiene la lucha desde la ciudad contar los religiosos del desierto. Se trata de contrarrestar esa lucha y los argumentos son los mismos que esgrimió fray Andrés 1693. la presencia divina en el lugar, y que el lugar es saludable. Se vuelven a sacra los sucesos de 1653, con nuevas declaraciones de los testigos, y sobre el agua que no solo es bastante si no que además es medicinal.
Muro
Habitación en alberca
"A 24 de enero de 1713, fray Juan Velloso, religioso enfermero de San Pedro el Real y don Francisco de Herrera, médico de Córdoba, hacen su declaración jurada. Estos relatan que cuando se dirigían al desierto, acompañados de un mozo, para asistir a fray Andrés que se encontraba muy grave, el repique de la campana del convento y una gran luz que salía de un gran ventanal hizo posible que se orientaran y aceleraran la marcha en medio de la oscuridad de la noche, con lo que pudieron llegar a tiempo de salvar la vida de fray Andrés, siendo en realidad que la campana no tocó ni existía tal ventanal y luz en el convento. Ya en él, una larga serie de hechos casuísticos son interpretados también como intervención divina. Por último, el médico certifica que hizo un reconocimiento al convento y alrededores, "según todas las reglas de la medizina", del que deduce "ser todo correspondiente a poderse avitar con gran seguridad de la salud, sin encontrar ...ningún ynconveniente para que aquel sitio sea havitado..."
Muro
Muros
"A 27 de abril de aquel mismo año, fray Andrés de Jesús María, fray Alonso de la Madre de Dios y fray Luis de San José, presidente y profesos de San Juan Bautista, exponen todas las circunstancias complementarias y aclaratorias que corroboraban la categoría de "maravillas" de los hechos narrados por el médico y el enfermero, concluyendo con cierto laconismo y aire de intencionada mmimización: "... Así pareze el caso todo sobrenatural y, como an suzedido otros así deste (en este) venerable Santuario, no causan novedad".
Pared exterior norte de la iglesia
Ruina
"Durante ese año y el siguiente, 1714, se suceden las certificaciones médicas de "lo buena y medicinal" que es el agua del desierto. En este sentido, destacan las testificaciones de Miguel Gerónimo de Cisneros, vecino de Torrefranca, oficial mayor de la cantaduría del conde de Santofimia, y de don Lorenzo de los Cobos Camacho, vecino de Córdoba, dadas a 8 de julio y 26 de agosto de 1714 respectivamente. El primero declara su curación de "grandes ansias, dolores de cuerpo, cabeza y calentura, y recelos de un fuerte tabardillo" con el agua del desierto que le dieron los padres fray Andrés de San Antonio y fray Diego de Jesús María. El segundo relata ante el escribano público de Córdoba, Francisco de Pineda, su curación de unas tercianas al cabo de los tres días de beber dicha agua."
Fachada oeste
Ventana de la fachada oeste
Muere fray Andrés en agosto de 1715, y el declive se anuncia de nuevo. Se suceden otros presidentes de San Juan Bautista, y en 1720 se les obliga a abandonar nuevamente el Desierto, lo que se convierte en el tercer abandono "Los motivos son los ya conocidos: el lugar era enfermo, falto de agua, y poco a propósito para la vida de observancia. Pero el decreto ofrecía una particularidad. En él se ordenaba al prior de San José que vendiese el desierto con todos sus bienes muebles y raíces, y el producto de dicha venta lo remitiese al Desierto del Cuervo (Medina Sidonia), que en aquellos momentos se estaba construyendo."
Ventana fachada oeste
Detalle del mampuesto de diferente época
El interés de San José parece iba destinado a conseguir las rentas del desierto, pero no se cumplen. Y sobre todo destinarlas a la construcción de otro convento en Cádiz. Se cierra San Juan Bautista y el mobiliario se muda a Cádiz, pero el sitio no se vende alegando la prohibición de su enajenación de las clausulas primitivas de su fundación. Se suceden luchas judiciales, entre el letrado sevillano Alonso Bejines de los Ríos, y el Licenciado D. Félix Gimbert y Espinosa que rebate lo alegado por el primero. El argumento es que no es la provincia la propietaria sino el convento de San José, cuando Santa Clara le restituye la propiedad.
Dintel
Fachada iglesia, esquina suroeste
En este caso no se produce la ruina del lugar, la iglesia es utilizada los días de culto, un religioso iba des de Córdoba allí y una o dos personas cuidaron el lugar conservándolo adecuadamente. 34 años después, en 1754, nuevamente sale a la palestra de la restauración por fray Sebastián de San Ángelo. Nuevamente los "sucesos prodigiosos" y un acondicionamiento del lugar, sirven para reactivar la nueva ocupación. Un certificado de los médico José Cobos y Francisco Rodríguez dice: "el sitio que llaman Desierto de San Juan Bautista... es sitio sano y bueno para conservar entera y perfecta salud, respecto de estar al presente desahogado de los árboles y espesa breña, que antes le estorbaban la saludable ventilación, y descubiertos los orizontes (que hazen alegre la vivienda y havitación) y simula estar en una altura proporcionada para la purificación de vapores, y que el sol la acalora".
Ventana de la iglesia
Árbol
En aquel tiempo que no era muy positivo para las órdenes religiosas, y con el asesoramiento jurídico de D. Félix Gimbert, se optó por no airear la puesta en marcha con nuevos permisos, tratando de usar o esgrimir los que ya se tenían. Fray Francisco de la Virgen que vivía en el hospicio fue su nuevo presidente. Cuarta andadura de San Juan Bautista. Unos inventarios de 1764/65 estudiados por el autor del artículo, D Luis Enrique Sánchez García determinan los enseres del convento, y ellos permiten conocer los hábitos de vida de la comunidad, y como son amplios solo describe la iglesia:
Ventana sur de la iglesia
Fachada principal, sur
"De una sola nave y reducida superficie, los inventarios expresan gráficamente la pobreza de su exorno; a pesar de lo cual, debía ser de una belleza singular debido a la altura de sus muros —como hoy todavía se puede apreciar en sus ruinas—, estableciendo con ello una proporción arquitectónica inusual en las construcciones cordobesas de los siglos XVII y XVIII. El altar mayor, cuyo retablo sería sólo de hornacinas para imágenes, estaba presidido por la imagen de la Virgen del Carmen; en un estrato inferior, las imágenes de los santos reformadores de la Orden, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, completando el esquema iconográfico el titular del convento, San Juan Bautista, una imagen de "Nuestra Señora pequeña con su vestido y corona de plata" y "otra pequeña de Nuestro Padre San Joseph". Había además en el altar mayor, dos relicarios en forma de cruz, "un crucifijo con su peana de jaspe, y otra cruz embutida en nácar"."
"Los altares colaterales estaban dedicados, uno a la Virgen de los Dolores, y otro a San José, cuyas imágenes estaban vestidas. En el altar de San José, la imagen del titular estaba flanqueada, a su vez, por "dos imágenes pequeñas: una de Nuestra Señora de los Dolores con su corona de plata, otra de Jesús en la columna, ambas en sus urnitas de madera". "El resto del inventario de la iglesia se reduce a tres bancas y "una banquetica para abrir el sagrario", seis frontales, cuatro atriles y doce candeleros, esterados de juncos y esparto, una campanilla ordinaria, una alcuza, veinte ramos de seda y dos relicarios bordados. Sólo cabe destacar, igualmente, las piezas de orfebrería —tres cálices de plata, las coronas de plata de la Virgen del Carmen y de Nuestra Señora de los Dolores, el copón de plata del Santísimo, y el vaso, también de plata, del Santo Oleo— que recoge el inventario de la sacristía."
Este cuarto intento de puesta en valor del desierto no consigue consolidarse. Tres presidentes más y el tercero fray Pedro de la Encarnación es el que apagó la luz después de salir en 1766. Los motivos los mismos de siempre, la comunidad de abajo que ve su renta más baja, los derechos del patronazgo, y otras cuestiones de menor interés. Lo cierto es que todo fueron trabas desde su creación. En una memoria de 1768 del prior de San José se ve calara la animadversión sobre el desierto de San Juan, en el que cita que fue despojado de bienes que le correspondían, hasta señalar que incluso el presidente del hospicio le había puesto trabas al arriero que pretendía sacar cargas de leña de allí.
Dice el autor sobre la versión oficial: "Queda, pues, bien patente cuál fue la causa concluyente de la frustración de esta última tentativa de San Juan Bautista. Con fecha 17 de febrero de 1766, fray Gregorio del Carmelo, general del Carmen Descalzo, comunica la resolución del Definitorio, en sus sesiones 14 y 17 del mismo mes, sobre el abandono del hospicio de la Sierra de Córdoba. Las razones oficiales alegadas son, en principio, la clásica de falta de salud, añadiendo las exiguas rentas, las dificultades para enviar religiosos debido a sus negativas, y una última muy a tono con el creciente intervencionismo político en las órdenes religiosas: "...no estar fundado el dicho Hospizio con las lizencias del Consejo, ni de las Ciudades que tienen voto en Cortes, por lo que está expuesto a una deserzión pronta, con la ninguna esperanza que se puede formar de que el nominado Hospizio pueda en lo futuro pasar a ser Convento o Desierto..."
Sin embargo en otras versiones dicen que San Juan Bautista fue abandonado: "por la contradición que siempre ha padecido por la Comunidad de nuestro convento de Córdoba". A partir de este momento el convento de San José recupera el control del sitio y sus rentas, pero nunca más volvió a ser ocupado por religiosos, aunque hubo un nuevo intento a finales de 1790. En 1840, dice Luis María Ramírez de las Casas Deza, se arruinó el convento definitivamente. el convento de San José dijo sobre el desierto en un informe: "Una hacienda de pinar, algunas encinas y olivos, término de Santa María de Trassierra, llamada el Desierto, cuyo producto (anual) es de 1.100 reales de vellón". Su ubicación puede verse en los distintos planos y la cota del plano IGN raster es la de 460 m.s.n.m. y coordenadas 37º56'34"N -4º51'37"O. Un lugar hermoso vigilado por la cota 506 m.s.n.m. donde está la otra ermita, la de Cristo Crucificado, pero requiere otra entrada exclusiva.
Entre la vegetación San Juan
Dice sobre lo que queda del Desierto de San Juan Bautista, el autor D. Luis E. Sánchez García:
"De estructura perfectamente cuadrangular, la superficie del convento ocupa una extensión de 1.072,5 m2, aunque si tenemos en cuenta la cerca que bordea los lados norte y oeste del mismo, dentro de la cual quedan también ruinas indeterminadas, todo el conjunto superaba los 2.500 m2. En la construcción se utilizó de modo irregular la piedra mampuesta, alternando a veces con hiladas de ladrillo y tapial. La disposición de todo el edificio gira en torno al patio cuadrangular, recorrido paralelamente por una galería —aunque interrumpida a veces— a modo de claustro que accede al mismo mediante la alternancia de puertas y ventanas adinteladas.
Tras dicha galería se ordenan las cuatro alas o naves que albergaban las distintas dependencias, destacando la iglesia en el extremo suroriental, en las cuales se aprecia, especialmente en el ala norte y mitad de la oriental, una segunda planta que estaría dedicada a celdas, evitando con ello la humedad del suelo. También se observa, en la planta del ala norte, una bóveda hundida de rosca de ladrillo que daría cobijo a la bodega, aprovechando el desnivel del terreno. El edificio se encuentra en alberca, excepto la nave sur, correspondiente a la fachada principal, que conserva sus techumbres aunque en estado ruinoso al haber sido habilitada, en algunos momentos del presente siglo, para habitación de los temporeros del cortijo de la Alhondiguilla, al que actualmente pertenece el sitio del desierto."
Plano de planta
Joaquin Reina algo más joven y al fondo San Juan Bautista (Foto Joaquín Reina)
Ampliación de San Juan de la fotografía anterior, aún con cubiertas
Joaquín Reina ha frecuentado muchas veces San Juan Bautista. Seguramente aún no era de los actuales propietarios (cortijo de la Alhondiguilla), hacía un seguimiento de una especie de pájaro. Conoce al dedillo como era y sabe como está ahora, nos habló de un pilón tallado de una sola pieza que ahora no está. Aún tenía cubiertas en algunos aposentos. Entonces el acceso era muy fácil, no había valla cinegética, los caminos te llevaban sin problema arriba, desde el arroyo de San Juan, al que da su nombre el Desierto. Bartolomé Olivares es otra de las personas que han frecuentado en ese tiempo las ruinas, y conocen mucho de ellas. Es sin lugar a dudas un lugar maravilloso.
Fotografías del autor, de Apple, Google y Brac.
Bibliografía del excelente trabajo publicado en el BRAC: "El desierto de San Juan Bautista: Un eremitorio de Carmelitas Descalzos en la Sierra de Córdoba (siglos XVI-XVIII)", de Luis Enrique Sánchez García. Licenciado en Filosofía y Letras, especialidad de Historia y Geografía.
16 comentarios :
Paco Enhorabuena !!una entrada muy completa en lo grafico y detalladisima en lo historico como es costumbre en ti,pera esta si cabe con las ganas que le tenias aun mas si cabe,estupendo regalo de reyes y comienzo de temporada,esta la pongo en mi archivo serrano con letras de oro..un saludo y desde aqui Feliz Año..
Muchas gracais Emilio y Feliz año. Me ha resultado compleja por buscar el artículo de este autor que cito y que es aún más amplio, por lo que está recortado. Un fuerte abrazo.
Te dejo un extracto de la entrevista que le hizo el Abc a Luis Enrique Sanchez autor de libro espectros en Trasierra en donde quizás quede claro ,el porque existían las cubiertas en la época de la fotografía de Joaquín Reina: " La nave principal de la fachada es la que está un poco más entera porque se dedicó a alojar a los temporeros que iban a la saca del corcho, hasta los años 60. El resto está cada vez peor: la primera vez que fui se veía una bóveda preciosa de rosca de ladrillo, que era la bodega, debajo del refectorio. Ahora está invadido de zarzas y malezas. Se identifica que fue un edificio conventual, con las naves de la iglesia más alta y restos de las hornacinas y retablos".
Emilio muchas gracias por la aportación, el lunes buscaré la publicación para adquirir un ejemplar, se presenta muy interesante, ayer estuve buscando del autor y encontré esta entrevista que señalas y otras de otros medios. Un fuerte abrazo.
Buenos días, amigos. Paco, me faltan palabras para definir lo que he sentido leyendo tan magnífico trabajo. Paco, ¡Eres una enciclopedia con patas! Hay una cosa que me ha llamado poderosamente la atención: los arcos de descarga de los muros de mampostería. Bueno, a la espera del próximo. Un abrazo, salud y República.
Patxi muchas gracias, pero el mérito si existe alguno es buscar aquí y allí. El verdadero mérito son estas personas que investigan en archivos (no todo el mundo puede tener acceso a ellos) y luego elaboran estos artículos interesantes sobre la historia de nuestra ciudad. En este caso Luis Enrique Sánchez licenciado en historia. Me gustaría me hablaras de esos arcos que citas porque siempre me haces buscar los apuntes que das, para aclararme. Un abrazo.
No puedo más que aplaudir por el rigor histórico de la entrada. Iba buscando las historias sobrenaturales, que las hay hasta más recientes. La del médico me la habían contado porque viene en algún libro sobre leyendas de Córdoba.
Hay un libro Francis, que se llama Espectros en Trassierra, de Luis Enrique Sánchez, que está bastante interesante y trata sobre la utilización de esos epidodios sobrenaturales para conseguir volver a la ocupación del convento.
Muchas gracias y un abrazo
Es formidable que existan personas capaces de dedicar su tiempo a documentar el pasado de edificios que hoy, lamentablemente, son pura ruina. Pasé la década de los 50 por aquellas serranías y hoy es una delicia encontrar esta información.
Existe algo similar sobre la que fue la Finca Piquín, que también perteneció a los Carmelitas Descalzos?
Muchas gracias por tus palabras. No tengo conocimiento de lo de Piquin, pero puede haber algo seguro. A lo mejor en el archivo municipal. Un saludo.
Un artículo excepcional sobre este edificio, que me ha hecho conocer su formidable historia. Pasé mi niñez por ese lugar, mi familia tenía una parcela en el camino de la umbría (7 fincas ) y las visitas a ese lugar era algo más que habitual, entonces la alhondiguilla era una finca abierta que no estaba vallada, en aquel entonces aún existía la planta superior por la que se podía acceder por unas más que peligrosas escaleras.Lo único que sabía de aquellas ruinas es que había sido un monasterio, pero ni idea de los hechos que han acaecido allí ni de su historia.
En cuanto a las ruinas situadas en la cercana cota 506 desconocía que fueran de una ermita.
Paco, ¿cuando visitaste esos lugares fue por tu cuenta o tuviste que hablar con la propiedad?
Me gustaría algún día tener la oportunidad de volver a visitarlo.
Un saludo.
Muchas gracias Juan por tus palabras. Que curioso que lo conozcas antes de que fueran ruinas, y sí eso dicen algunos escritos de que era una ermita las ruinas más altas. Salté la cerca por el camino del la Alhondiguilla. Un abrazo.
Precioso que bonito y las fotografías preciosas. Muy buen reportaje
Muchas gracias anónimo (no pones si un nombre siquiera), a sabiendas que si lees el agradecimiento es porque vuelvas a entrar no porque el sistema te lo comunique, al entrar sin poner una dirección de correo. Saludos.
Muy buenas Paco Muñoz, soy un hermano Carmelita, español, residiendo en una comunidad en los Estados Unidos. Nuestra comunidad y yo estamos muy interesados en vistar lo que fue el Desierto de San Juan Bautista en Córdoba. Me gustaría contactarle para poder obtener más información acerca sobre cómo acceder y visitar este lo que fue tan emblemático Desierto Carmelita. ¿Sería posible ponernos en contacto? Un fuerte saludo y que Dios se lo pague Paco.
Hermano Carmelita, hace ocho años que estuve en lo que quedaba del Desierto, que era muy poco por la inmensa ruida en la que estaba todo. Tuve que saltar la cerca porque está en una propiedad privada y desconozco el propietario para poder dirigirnos a él. No obstante tengo amigos que viven en su cercanía que a lo mejor sabe algo, siempre es más positivo contar con el permiso necesario. Le paso un correo info@notascordobesas.com espero sus noticias y yo haré las gestiones con mi amgo. Un saludo.
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