domingo, 31 de enero de 2016

HUERTA DE LOS MORALES O LA FAVORITA

Una vista aerea del caserío

Seguimos por el incomparable marco que fue, de la Huerta de los Morales, -los alrededores del sanatorio, de la Huerta y el propio huerto de la misma no son sino un triste reflejo-. Días atrás vimos el estanque y hoy nos detendremos en la casa principal de la huerta, con un gran porcentaje de su extensión en la más absoluta ruina. En esta propiedad, observamos la huella de distintas reparaciones, tratando de continuar con su esplendor pero sin conseguirlo, hasta el casi total abandono.

 Vuelo de 1956 caserío de Los Morales

                                                Vuelo de 1977 caserío de Los Morales

Si en la máquina del tiempo nos trasladamos al siglo XVI, comprobamos que la familia Díaz de Morales, procede de Soria, y se emparentan con los Muñiz de Godoy, por el casamiento de Pedro Venegas de Morales y Catalina Muñiz. Habitarían el Palacio de los Muñíces, y la casa de los Morales en la calle del mismo nombre, hasta bien entrado el siglo XIX, en el que la dinastía la ostentaba D. Rafael Díaz de Morales, que fue suegro de Teodomiro Ramírez de Arellano. Venegas, Muñiz, Morales, son apellidos de los conquistadores de Castilla. 

 Vista aérea desde el sureste, abajo torreta del transformador

Vista aérea desde el noreste, parte más deteriorada

Cuando finalizaba el siglo XIX, ya era evidente la decadencia de muchos apellidos y sobre todo su fortuna. Los Díaz de Morales eran los propietarios de muchas explotaciones agrarias, entre las que destacaba la llamada La Favorita, posterior Huerta de Los Morales. La burguesía de esos años, incluida la intelectualidad, utilizaban esos rincones de la sierra para el asueto y librarse de los rigores del escalón más bajo de Guadalquivir. Esta finca como hemos dicho en otras entradas era frecuentada por la familia Romero.

 Dibujo a grafito de Romero Barros 1875

Óleo de Romero de Torres, Huerta de los Morales, finales del siglo XIX, su primer lienzo

D. Rafael Romero Barros, padre de Julio Romero de Torres, punto de partida de una generación de famosos pintores, la frecuentaba con su familia. Uno de los primeros dibujos que hizo del caserío, fue allí en la Huerta, una tapia con un enorme portón, con un tejadillo, una gran tinaja, y un fondo de patio, y un arco de ladrillo como de boca de horno, además de la vegetación que rodea al conjunto, así como un enorme árbol. En las fotos aéreas he tratado de buscar el lugar exacto, pero se ve que las sucesivas modificaciones han cambiado el entorno.

Óleo de Romero Barros, Huerta de los Morales 1875

Puerta de la finca

Luego con una perspectiva similar, su hijo Julio Romero de Torres, pintó en óleo la que parece fue su primera obra. El portón y una de las tinajas, ya no se ve el arco de lo que pudo ser el horno, y en la fachada de la derecha  pinta una ventana parecida a la de la casa del Indiano, que restauró su padre Romero Barros y Mateo Inurria, y una figura de mujer en el centro.

Vista aérea desde el oeste, desde la huerta

                              Vista aérea desde el oeste, podemos ver los balcones y la galería

Rafael Romero Barros, pintó otra obra, desde la que se ven unas casas, que pudiera ser la de Huerta Santa o Antas, y arriba de la sierra la Casilla de Buenavista. El cuadro deja ver en la altura lo que pudiera ser la carretera, y toda la vegetación del cercano Arroyo de San Cristóbal. Tiene el caserío otra curiosidad que la cita Teodomiro Ramírez de Arellano en su obra Paseos por Córdoba, el balcón principal de la fachada sur de la casa. D. Teodomiro tiene mucho escrito sobre la que fue la familia de su esposa. 

 Puerta tapiada de la huerta

Puerta fachada noreste y nave en ruinas

Cita que, con motivo de una visita del embajador de Marruecos, Sidi-Amara Ben Muza a Córdoba en 1766, y que se hospedó en el palacio de los Muñíces, le obsequiaron el Marqués de Escalonias y ayuntamiento con una corrida de toros en la Corredera, que disfrutaron desde un balcón que tenía el edificio de la cárcel, después sombrerería de Sánchez Peña, luego Mercado y actualmente Centro Cívico, que compró Díaz de Morales y se lo llevó a su finca llamada entonces La Favorita, y hoy de los Morales. En su lugar pusieron uno largo, y hoy en día tiene dos similares al que citamos.

 Tapial en semiruina

Fachada de la huerta al fondo la torre

Respecto a la Huertas serranas dice D. Teodomiro: "En la parte de las huertas de la sierra –visitada principalmente en primavera por los cordobeses y forasteros- debemos citar como las más notables las de Morales; Segovia, antes de Valero; Celina, antes de Baena; Vega Armijo, antes de los Arcos; el Cerrillo, Santa María, Quitapesares y Olías, siendo la primera y última las de mayor producto, a causa de su extensión y arbolado." En una palabra  Morales y Olías, son las huertas más importantes por su producción extensión y arbolado. 

 Tapia norte

 Contrafuertes de la tapia norte

Fachada noreste

Todavía quedan residuos claros de esa categoría. Seis enormes patios interiores, muchos derruidos, salvo la nave principal, que en su lado oeste tiene una galería acristalada de un precioso sabor. Una torre cubierta, y tres puertas al exterior, estando la de la huerta tapiada por dentro a pesar de conservar sus hojas. Ya hablamos del estanque de la huerta, y estos días he tenido la ocasión de comprobar la intrincada e importante red de atarjeas y canales descubiertos, que traen el agua desde la fuente del Arroyo de San Cristóbal. Alimentan estas arterias líquidas, el abrevadero, el estanque y creo que también, la Alcubilla de los Morales.

 Dependencias en mejor estado

Ruina y buen estado

Una pequeña espadaña sin campana, corona la puerta del primer patio a otros interiores, posiblemente de servicios. La Vereda del Villar besa ligeramente la fachada este de la finca buscando, las alturas serranas, del poblado de los Villares, o minería de Berlanga, uniéndose al camino del Cambrón. En esta fachada una puerta moderna, metálica de color verde, destaca vigente, custodiando las altas ruinas de una nave de dos plantas sin techo. Muchas ventanas en esa fachada este, algunas tapiadas, y un arco de ladrillo cegado. En la esquina sur de esa fachada hay adosada una caseta trasformador.

 Galería acristalada

Balcón central citado y los laterales de la fachada principal

La casa de la Huerta de los Morales o la antigua Favorita, de la familia Díaz de Morales, está situada entre las cotas de los 320 y 330 m.s.n.m. en Alicante (Sicilia), perdón (Valencia), en los 37º55'53" N y 4º48'19" O, a unos doscientos metros más arriba que la meseta de la ciudad, ya que la estación de ferrocarril antigua que me parece tenía 123,7 m.s.n.m. según aparecía reflejado en la placa geodésica de una de sus paredes. Una lástima la ruina del caserío, de su historia cercana, de su patrimonio, los balcones del siglo XVII, la Alcubilla a la vera del camino y toda una infraestructura que no debía desaparecer. 

Fotos del autor, Apple y GoolZoom
Bibliografía de Paseos por Córdoba, Teodomiro Ramírez de Arellano

sábado, 30 de enero de 2016

ALBERCA DE ANTAS

Rincón interior

Nuestra sierra es un pozo de historia, de patrimonio olvidado y de sorpresas. El jueves 28 estuvimos mi buen amigo Pepe Serrano y yo, en la Alberca de Antas, yo le enseñé una nueva ruta y él a mí la alberca, que se la enseño otro amigo, José Antonio Fernández Enríquez, el mejor especialista en torres vigías de Córdoba, entre otros elementos patrimoniales. Siempre aprende uno de todo el mundo, si tenemos intención de aprender, y claro más de aquel que le gusta enseñar. Son muchas las veces que he estado allí y nunca la había visto, bien es verdad que hay que ir a tiro fijo por la vegetación pero está.

Boceto del conjunto

 Plano del Catastro

Centro de la alberca: 37º55'53.2"N, -4º48'34.1"O

Pues bien antes de llegar a la Alcubilla de Antas, está la alberca, en el margen derecho del arroyo de San Cristóbal, entre una espesa vegetación y totalmente abandonada. No he podido precisar su antigüedad pero podemos pensar que podrá ser de la misma época de la alcubilla. No parece opus signinum el revestimiento, ni las rinconeras son media caña. Sus medidas aproximadas, a ojo por ciento, son unos siete u ocho metros de larga, por unos cuatro de ancha y dos de profundidad. Descartando en plan profano el imperio romano nos quedamos con la presencia árabe. 

 Maraña de vegetación en la alberca

 Escalera de bajada, ojo es peligrosa

Otra vista de la escalera y restos de un árbol caido dentro

Está orientado el rectángulo dirección norte sur, teniendo la alimentación por el norte, donde está ubicada la alcubilla. El rebosadero lo tiene por el lado sur. En ese mismo lado tiene una escalera de cinco peldaños, enquistada en el muro por el interior, para operaciones de mantenimiento. Por fuera está el desagüe en ese mismo lugar, también tiene un registro colmatado cerca del muro este. Estimamos que cuando dejó de usarse, estuvo bastantes años obstruido el desagüe, y en la esquina sureste tiene muchas formaciones de carbonato cálcico, suponemos de haber estado rebosando muchos años. El rebosadero parece que se ha rehecho a posteriori con una tubería. A la misma altura de la alberca, en el arroyo hay una importante salida de agua que pudiera ser de la que alimentaba la misma.

 Vista del rincón suroeste

 Rincón noreste

Las zarzas hacen imposible moverse dentro

Una curiosidad sobre la marcha, en arquitectura una pilastra adosada a un muro, a los lados de la puerta se llama Antas, claro en la arquitectura griega y romana sustituye a columnas, no sé si podrían los contrafuertes inclinados de la alcubilla ser este elemento arquitectónico y de ahí el nombre. Por otro lado en arqueología, Antas es una de las denominaciones de los dólmenes prehistóricos. Pero para no acabar nunca con los topónimos, en el plano la Huerta actual de Antas, preciosa construcción que lo fue orientalista, la señalan como Huerta Santa. Quitando la S a la Santa se queda en Anta, a lo mejor... 

 El muro sur y oeste

 Tubo rebosadero moderno

Pilón de desagüe

Luego ya que estamos con el plano del Catastro de 1950, hoja 63 que es la que tenemos, está señalado el estanque que yo llamo de Antas, y la alcubilla de Antas. Hay otro estanque por debajo de la casa principal, que no nos interesa de momento. No está la Mina de Antas, que alimenta a la alcubilla. Por otra parte tampoco está reflejada la Alcubilla de los Morales, al margen de la Vereda del Villar o de los Morales, y desde ese punto parte una senda que se llama Camino de la Fuente, que sube hasta unos metros antes de la cantera del arroyo de San Cristóbal, donde termina y en el plano pone Fuente en ese lugar. 

 Otra vista del pilón de desagüe

 Registro muro este

Esquina sureste con los restos de carbonato cálcico

Ese camino tiene tanto la altimetría descendente, como los visos de haberse formado con la introducción de la tubería que aflora en algunos puntos del mismo. Pasa por el abrevadero y creo, esto es muy particular, que alimentaba la alcubilla de los Morales y por otro ramal el estanque de la Huerta de ídem, que tampoco la refleja el plano. A lo mejor es mucho suponer, pero hay queda la suposición. No hablamos de la conducción subterránea que se puede ver en lo que llamamos registro. a una profundidad de unos cuatro metros desde la línea del camino, por el margen izquierdo del arroyo dirección sur, desde el puente de la Alcubilla. Vamos lo que se dice un verdadero "tinglado" hidráulico. 

Más detalle de los precipitados por rebosamiento

 Árboles y enormes ejemplares de unas plantas

Muro de contención del camino

Curioso pero en el plano del Catastro, figura la torre depósito de lo que hoy son las instalaciones del Proyecto Hombre. Carencias, errores de bulto... lo de siempre de los planos. A nosotros lo que nos interesa, de momento en esta entrada, dejar constancia del estanque o alberca mencionada. Entrando por la calle que parte de la Cuesta de la Traición, pasando el Depósito de Emacsa, antes de llegar a la hermosa casa de Antas, hay un sendero que rodea la casa por detrás, y busca, o bien la alcubilla, o a la izquierda el camino de subida al depósito superior de Emacsa, en desuso, y la casilla de Buenavista -ésta tenía un sendero desde la misma Cuesta de la Traición pero está muy deteriorado por las bicicletas-, siguiéndolo al norte la alberca, la alcubilla y la mina.

Piedras que miran al norte

Y una insultante y extraña primavera en pleno invierno

Fotografías y boceto del autor, plano del Catastro 1950

viernes, 29 de enero de 2016

ESTANQUE DE LA HUERTA DE LOS MORALES

Estanque de la Huerta de los Morales (R. Romero Barros, 1875)

Estanque actual

Siglo XIX, 1875, Romero Barros ese paisano de Juan Ramón Jiménez, onubense pero enamorado de Córdoba, hasta los extremos de luchar por su patrimonio de una forma denodada, y muchas veces estéril, el padre de Julio Romero de Torres, y muchas cosas más, era pintor, y sobre todo un excelente paisajista, disciplina que seguramente empezó a cultivar en Sevilla.

Aérea de la zona de los Morales

 Aérea del estanque, visto desde el sur

El estanque reformado

La Huerta de los Morales era un lugar de visita de las familias acomodadas de Córdoba, huyendo de la canícula del valle. Subían a la media ladera de la sierra, que estaba repleta de huertas y lagares, con el frescor característico de esas semialturas. Rafael Romero Barros además de otros lugares, pintó dos lienzos y un dibujo en esta Huerta, los llamados Huerta de Morales en la Sierra, y Estanque de la Huerta de Morales (1875).

 Otra vista del estanque desde su lado este

 La bucólica explanada 

El depósito previo

Sin entrar en el sistema de alimentación del estanque y, como quien tuvo retuvo, aún puede imaginarse uno la belleza que tuvo que tener la huerta. Abancalada, para aprovechar la gravedad del agua desde el estanque, herencia del regadío que trajeron los árabes. Huertas, lagares, rosales, aprovechaban todos los recursos hidráulicos de la sierra.  Y también había espacio para el ocio. Eran épocas de romanticismo, de decadencia aristocrática, de cambios en la sociedad, de cultivo de grandes revoluciones, la última la francesa, la próxima en el tiempo la rusa.

 Un rincón, el este, con su banco corrido

 Y el rincón oeste

La esquina este del estanque

Y allí estuvimos ayer dando un paseo, Pepe Serrano y quien suscribe, y comparamos el lugar con el lienzo de Romero Barros. Una explanada de unos setenta u ochenta metros cuadrados, con el depósito decantador, posiblemente, en el centro y una amplia bancada a lo largo de toda la pared que sujeta el terreno. Una profundidad de un metro y medio aproximadamente, por 15,5 m de largo  por 5,5 m. de ancho, que nos dan en su nivel máximo una capacidad de unos 128.000 m3.

 El rincón noreste

 El estanque y la explanada

Pilón de salida

La salida a las canalizaciones que, a modo de capilares, riegan todos los bancales. Frutales, naranjos y todo tipo de productos de huerta, poblaban y debieron crecer en los escalones. Luego, el agua de nuevo al arroyo de San Cristóbal -para pasar por la usurpación de su cauce por el gimnasio del Molinillo Sansueña, y más abajo por la empresa de ascensores, ambas usurpaciones impunes- cuando había servido para regar los frutos. La pena es el abandono en que se encuentra, salvo el estanque, que está reformado. El resto de la obra tiene un abandono evidente, ya que la huerta está desaprovechada. 

 Rebosadero

 Distribución

Canales destruidos

Un bucólico lugar, de nuestra historia, reflejado en una de las primeras obras de Romero barros, cordobés de pro, aunque no lo fuese de nacimiento, como hemos dicho arriba. Que el tiempo parece está dando cuenta de él, como con todo. Otra cuestión es el caserío, y la alcubilla de la Vereda del Villar, y las conducciones, y el Abrevadero y fuente de los Morales. Y arroyo arriba desde su nacimiento.

Bancales
Fotografías del autor, lienzo de Romero Barros