Ilustración de Juan Muñoz (juanm.net)
En una entrada pasada dedicada a la Cueva del Negro de Hornachuelos, citaba una leyenda urbana que nos había comentado Curro Mesa (Juan Francisco Jiménez Perales), esa memoria viva de Hornachuelos. Esas leyendas siempre las tomo yo con cautela, porque es muy fácil sentirse atraído por lo misterioso. Curro era el contador de la misma, no se desmerece en absoluto, porque además nos lo contó como eso como una leyenda, y su esposa nos dijo, cuando a posteriori nos amplió la leyenda:
-Eso es "verídico", y se lo ha dicho a Curro una persona mayor.
Seguí sin creérmelo pies juntillas.
Un lugar de la cueva
La otra tarde le contaba los pormenores de la Cueva del Negro a un amigo, que además me prestaba la atención justa, es decir no me prestaba ninguna, eso me hizo pararme a pensar que porque contaba una cosa a quien no le interesaba, pero se me encendió la bombilla, estaba hablando de la leyenda y mezclé adecuadamente hechos y personajes, y la mezcla creo que fue la adecuada. Pero vamos a centrarnos racionalmente en tratar de autentificar una leyenda urbana, o por lo menos a buscarle una lógica explicación.
El tabique del dormitorio del Negro
Hace mucho, mucho tiempo, finales del siglo XIX, se presentaron unas personas en la cueva del Negro, llovía bastante, el Negro los alojó, con esa gran solidaridad del que menos tiene. Como éste tenía que marcharse a trabajar con su ganado, les dejó allí. Poco tenía y poco podrían llevarse, y cuando volvió vio que ya no estaban, también que habían escarbado en la cueva y se habían llevado un "tesoro". Ya está la leyenda en marcha ¿Pero quiénes eran esas personas y que se llevaron? El Negro dijo un "tesoro", es lo normal. Llevaban un plano de donde estaba la cueva y el lugar exacto donde escarbar en ella, nos dijo en la primera ocasión Curro, cuando días después amplió y corroboró la leyenda.
La boca de la cueva, Pepe Serrano y Curro Mesa
Cuál es mi tesis: Esas personas visitaron la cueva en noviembre de 1890, finales del siglo XIX, la memoria está cercana y una persona que ahora tenga 80 años, con una o dos generaciones más ya estamos en fecha. El abuelo de esa persona en cuestión, ya era coetáneo seguro del Negro, o incluso su padre, éste transfiere la leyenda, en suma dos o tres generaciones. No da tiempo a que se adultere mucho con el paso del boca a boca. Lo esencial está: dos o tres personas, que llegan con un papel -o un supuesto plano-, que escarban en la cueva y desaparecen llevándose un "tesoro". Porqué sabe el Negro que es un tesoro si no sabe lo que se llevaron. No lo sabe lo intuye, ir allí tan lejos para hacerle una visita no es lógico, iban a tiro hecho, a por algo de valor.
Pedro Flores
Pues bien, la visita la hizo Pedro Flores y sus hijos, el excavador de confianza de Luis Siret, y se llevó piezas prehistóricas, las que dibuja y cuando menos el "maltillo", como deja escrito en el cuaderno de campo, lo que no dice es como consigue las piezas, y si había habitantes en la cueva. Luego ha habido otros visitantes que también han visto cosas allí, inclusive nosotros el mes pasado, pero ya no había habitantes estables en la cueva que generaran otra leyenda. Por lo tanto, en noviembre de 1890, Pedro Flores y su hijo, o con dos de sus hijos, visita la cueva y busca lo que le interesaba, restos prehistóricos para su jefe Luís Siret.
Luis Siret
Posiblemente él le dijera al Negro lo que buscaba, o a lo mejor no, para que no sospechara de que era de "valor" lo que se llevaba. Aunque para el Negro, que había convivido con esas piedras mucho tiempo, éstas seguro, no tenía valor alguno. Escarbó, saco lo que le interesó y se marchó, sin ver al habitante, porque aún no había vuelto el Negro de su quehacer diario, y ya no se vieron más. El Negro comentó en el pueblo, lo que le había pasado a otras personas, y ya quedó para siempre la leyenda del tesoro de la Cueva del Negro, en el acervo popular de Hornachuelos.
Traducción del cuaderno de campo de Pedro Flores visita a la Cueva del Negro (Nov, 1890) .
Con esta tesis podría considerarse ya "verídica", lo que pasa es que ahora los difundidores de la leyenda, deberían decir que las personas que visitaron la Cueva del Negro a finales del siglo XIX, eran Pedro Flores y sus hijos, y el tesoro, que lo es sin duda, son los vestigios de que esa cueva estuvo habitada en época prehistórica. Aunque seguro eso no tiene la atracción de lo oculto, de tesoros valiosos. Esto es como el erotismo, hay que enseñar lo justo, porque el desnudo total es natural y bello, pero no es misterioso.
Carta explicativa de Pedro Flores a Luis Siret de su paso por Andalucia (Córdoba y Sevilla)
El tesoro. Relación de piezas que se trajo Pedro Flores de la Cueva del Negro
Fotografías de la documentación y del autor, Portada de Juan Muñoz (juam.net)
Bibliografía citada en el texto.
El agradecimiento a Abén Aljama, porque sin su investigación no hubiera sido posible el razonamiento.
El agradecimiento a Abén Aljama, porque sin su investigación no hubiera sido posible el razonamiento.
Hola, Paco: Las leyendas tienen todas un fondo de verdad y esta también lo tiene: en efecto, los visitantes se llevaron un "tesoro", pero un tesoro para ellos, no el tesoro que el Negro imaginara. O sea, no fueron joyas o monedas de oro o nada parecido, que es lo que supondría el Negro, sino, quizás, trozos de piezas de cerámica o algo por el estilo, cosas que el Negro hubiera llamado "tiestos", si hubiera sido él el que las encontrara.
ResponderEliminarEfectivamente todas las leyendas tienen una base, por pequeña que sea que es verdad y es el cimiento de la misma. Está investigación la hemos hecho Abén Aljama y yo, empezando Abén por descubrir el diario. Este hombre trabajaba para Luis Siret un ingeniero de minas, y le aportaba todo el trabajo de campo, vamos que el Negro era Pedro Flores en realidad, además del habitante de la cueva. Todo ello se ve en la correspondencia entre ellos, era un asalariado. Y lo que descubre era un tesoro verdaderamente, para el verdadero Negro, había vivido con esos restos mucho tiempo sin saber los que eran en realidad. Claro no cuentan que se llevara nada del ajuar de la cueva, seguro porque no tendría mucho el morador de la misma. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenas tardes, amigos. Paco, reproduces lo siguiente: “Poco tenía y poco podrían llevarse, y cuando volvió vio que ya no estaban, también que habían escarbado en la cueva y se habían llevado un "tesoro".
ResponderEliminarHay una cosa muy curiosa, dicen que escarbaron. No conozco el lugar, pero hay cosas que cantan. No es el primer relato de tesoros de oro y, no es la primera vez que se confunde la pirita con oro, por alga la llaman el oro de los tontos. Un abrazo, salud y República
Es que tienes que partir de que en el pueblo hay una leyenda referida a esa cueva. La tesis es que está documentado que Pedro Flores, un trabajador a sueldo o a comisión de Luis Siret, belga, ingeniero de minas de Almería, el que le buscaba los restos prehistóricos, que eran los único que les interesaba al jefe, para luego apuntarse el tanto escribiendo informes y libros, pero el trabajo de campo los hacía Pedro, estuvo en la cueva, y no podría buscar más tesoro que el suyo, los restos que están además dibujados en el cuaderno, buenos los del cuaderno son peores dibujos. Luego le mandaba los cajones y los informes a Siret. El Negro, habitante de la cueva poco podría tener para llevarse de allí, prueba de ello que no se quejaba de que le hubieran robado nada, toda vez porque Flores no era un ladrón. Por lo tanto no deja de ser una teoría de la coincidencia de la leyenda con la visita documentada de Pedro Flores a la cueva, en 1890.
ResponderEliminarUn abrazo Patxi.