"Menéndez y Pelayo en enero de 1911 se dirigió por carta a D. Agustín González de Amezúa y le preguntaba:
-¿No le parece a Vd. que hoy, que se publica todo, valía la pena el libro de los Casos de Córdoba de entrar en cualquier colección de bibliófilos, o de la Revue Hispanique?
Este fue el punto de partida.
Ramírez de Arellano en un ensayo que publicó, hablaba de un ejemplar, en la Sección de Anónimos Manuscritos que se titulaba "Casos Raros de Córdoba". Había varios ejemplares más de este libro, manuscritos también. En la Real Academia de la Historia "Sucesos y casos notables de la ciudad de Córdoba", otro propiedad del Sr. Pavón, "Casos raros ocurridos en la ciudad de Córdoba", y otro en la Biblioteca Colombina de Sevilla,"Diálogos entre Colodro, Escusado y Osario. Casos especialísimos de Córdoba".
Pues bien en 1982 un grupo de amigos constituyeron con más voluntad que medios, una editorial Albolafia, con la finalidad de recuperar documentos que fuesen útiles para la memoria de esta ciudad, y ello los lleva a editar en facsímil, este libro "Casos Notables de la Ciudad de Córdoba", partiendo de uno que estaba depositado en la Fundación Ruiz Luque de Montilla, cedido para ello por Manuel Ruiz Luque miembro destacado de la Editorial citada.
Desaparecida ésta, a los veinte años, un decidido editor, mi amigo Francisco Baena Altolaguirre, esposo que fue de mi querida amiga Tere Alcántara (si a Baena le sumas Alcántara, y le pones delante María de los Dolores, te da el nombre y apellidos de la Directora de nuestro Museo Arqueológico), edita una tirada de un libro que debía estar en la biblioteca de cualquier cordobés que se precie de ello. Yo lo busco en la Luque y me dicen que está fuera de catálogo pero que se lo pueden pedir al editor, a Paco Baena, les digo que yo hablaré con él. Hablo y me llaman de la Luque para que me pase a recoger un ejemplar. Venía con una tarjeta de Paco, que guardo, que decía "para Francisco Muñoz". Desde entonces disfruto del contenido del mismo. Todavía le quedan algunos ejemplares de esta edición especial .
La gramática del texto es muy peculiar, de la época, con palabras acentuadas que ahora no se acentúan y otras que ni siquiera se usan. Pero se entiende perfectamente, otra cosa son los dos ejemplares manuscritos a los que hay que añadir una caligrafía florida que hace dificultosa su lectura".
Aquí entresaco unos casos muy curiosos, los números 35 y 36 del caballero veinticuatro Pedro Clavijo, que quiso pasar el río con un arco roto por las ramas y tuvo que hacer un esfuerzo que afortunadamente le salió bien. Luego el caballo se batió con un toro.
"EL CABALLO DE PEDRO CLAVIJO
35
-Estoy alegre-dice Escusado-de haber sabido la historia de Ambrosio de Morales, que tanto deseaba saber, y porque no piense, señor Colodro, que se lo sabe todo, le tengo de contar otro caso de un caballo, casi como el del señor don Sancho, y me lo contó el mismo caballero a quien le sucedió, y fue de esta manera:
»Después que el invictísimo Carlos Quinto se vino a España y hizo la renunciación de sus reinos, que fué el año 1557, en manos de su hijo el gran don. Filipo, y pagó a los soldados y capitanes que le ayudaron a ganar tantos triunfos, entre otros fué un caballero que se llamaba Pedro Clavijo, hijo de cita dichosa ciudad de Córdoba. Éste trajo un caballo de Italia, criollo español y la madre alemana; sacó un mal resabio, que era echar coces en llegándole a las ancas, con [fol. 86 aro.] tanto exceso, que cuando querían tener fiesta no era menester más que ponerle cualquier cosa liviana en las ancas para echar mil coces; he dicho esto, porque hace la fuerza del caso echar el caballo coces.
Sucedió por este tiempo que una grande avenida se llevó el arco de en medio de la puente de Córdoba, y para sacarlo de cimiento fué menester hacer una estacada desde la orilla hasta el arco, y un poco más arriba, de suerte que iban hombres a traer todo lo que era menester, y también para tener el agua que diese lugar á los que labraban. Sucedió que un día del Espíritu Santo, que es una collación que está de la otra parte del puente, y festejando toda la ciudad la fiesta, visitando la collación este caballero, que tenia el caballo criollo, para hacer muestra que había sido soldado y jinete, sin determinar si la estacada llegaba al cabo o no, metió el caballo por medio, con admiración de los demás caballeros, que se espantaron de semejante temeridad. Todos le dieron voces que a dónde iba, que mirase que se había de perder, por llevar el caballo que llevaba. Muchos caballeros mandaron llamar los barqueros; todos vinieron movidos del peligro, y llevados, cada uno [fol. 87] pensó llevar un buen por qué. Al fin el caballero se llegó al fin de la estacada, que, tenía una pica de hondo; toda la gente que iba a la iglesia hizo represa; los caballeros dejaron su paseo, todos suspensos, aguardando el desdichado fin de un trance tan peligroso.
Cada uno desde la orilla le daba consejo, y dábalo bien, porque estaba fuera del peligro; otros decían que le cortasen las piernas al caballo; otros, que se arrojase a un barco, y otros de otra manera. Mas el caballero, que estaba en el peligro, y que estaba a vista de toda la ciudad, no escogió ninguno de los consejos que le daban sus amigos y parientes; y llevado de su locura y del qué dirán, emprendió una hazaña, jamás vista ni pensada, y al parecer de todos, un desatino graduado de doctor como el primero, si ya no lo juzgaran por más grande, y fué poner las piernas al caballo, como el otro romano que se echó en la laguna o sima. Y como lo imaginó, lo hizo, y al tiempo que el caballo se arrojó al río, le tiró de las riendas, a tal compás, que lo rodeó en el. aire, y donde tenía puestos los pies, le hizo poner las manos, y se volvió por donde había venido, quedando todos suspensos y atónitos de ver libre aquel caballero en un trance tan peligroso al parecer [fol. 87 vto.] de todos, por ser el caballo tan indómito. Saliéronle todos a recibir, dándole mil aclamaciones, pues hasta aquel día no se tenía noticia que hombre alguno emprendiese semejante hazaña. Algunos caballeros que iban contentos de lo hecho, le dijeron que si volvería a hacer la vuelta. Respondió que si el Rey le diera la ciudad de Córdoba, no se volvería a poner en el manifiesto peligro en que se vido."
36
-Yo diré dice -Colodro- en cuanto grado era malo el caballo, que también yo le conocí; que yendo yo un día con ese caballero, que es Alférez Mayor de la ciudad, biznieto del famoso Fernando el veinte y cuatro, que mato a los Comenda dores, y me dijo: "Cada vez que paso por aquí, me acuerdo de un caso de los más notables que han sucedido a hombres Yo, de deseo de saberlo, le rogué me lo contara, y él me dijo que había traído un caballo de Alemania, bueno, pero con un resabio de tirar coces nunca vistas, cuando le tocaban en las ancas; y que un día estaba en aquella plazuela de don Luis Gómez un toro ferocísimo, a quien nadie se le osaba poner delante, y que bajando con el caballo de Santa Marina, llegó hacia [fol. 88] do estaba el toro, y luego que el toro le vido, partió tras de él con tanta furia, que a pocos lances le alcanzó, y viéndose en un peligro tan manifiesto, acordó de valerse de las mañas del caballo, dándole con la vara que llevaba en las ancas, y luego que lo sintió, le dió al toro dos coces tan fuertes ' y tan a tiempo. en aquella frente y ojos, que le quebró todos los huesos y le dejó allí muerto sin menearse más; los caballeros que acudieron a favorecerle, hallaron que estaba libre del peligro por la buena maña y diligencia del caballo."
Fotos de la red y del autor
Bibliografía "Casos Notables de la Ciudad de Córdoba", Francisco Baena Altolaguirre. fbaena@telefonica.net
2 comentarios :
Buenos días, amigo. Muy interesante lo que transcribes. Cuando se trata de caballos pongo especial interés. En mi familia materna había grandes educadores de caballos. Digo educadores, porque ellos diferenciaban entre educar y domar. Ellos llamaban salvajes a los domadores. Hay una anécdota muy curiosa. El abuelo materno de mi madre se quedó ciego, dicen que de mirar la Luna. le quisieron tomar el pelo en la feria de Córdoba, cuando esta era principalmente de ganado. Uno le pidió que examinase a un caballo. Después de palparlo, como digo era ciego, le espetó. No tiene usted, ni su familia suficiente dinero para comprar un semental del Depósito de sementales de Jerez de la Frontera.
Bueno, ya he contada la anécdota de rigor. Ahora a lo que voy. Paco, eres un afortunado siendo poseedor de tan magnífica obra. Esta mañana he estado indagando y su precio es prohibitivo, al menos para mí. Así que consérvala. Un abrazo y salud.
Gracias Patxi. Entiendo que tu bisabuelo a pesar de ser ciego no se la daban con queso. Increíble. En cuanto a la obra, déjame que haga una gestión por aquí ya te comentaré lo que sea. Esta obra se hizo en facsímil. Luego están los dos tomos de los casos raros que están manuscritos. El problema es que no hay ejemplares en stock me parece.
Salud compañero.
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