Una boca de un silo
Después de haber investigado el cauce del arroyo de los Abades ayer, y no haber encontrado el Dolmen de la Silera porque no estaba allí, decidimos andar los trescientos metros al oeste loma arriba, hasta la cresta de los silos romanos, o posiblemente íberos. Cruzamos el arroyo por un puente extraño que tiene y pasamos al margen izquierdo, para (propuesta consensuada) subir por la parte que es menos pendiente. Las dichosas medias dan un desnivel del doce por ciento, pero es que la mitad del recorrido tiene más de un veinticinco.
Vuelo de 1956
Vuelo de 1977
Una vaguada que configuraba un arroyón, y una linde separada con piedras, nos permitía una subida aceptable. En la mitad del camino un enorme piñón de cualquier máquina agrícola, yacía en el suelo de lo que fue un campo de girasol, esperando al chatarrero de la campiña. La cresta estaba definida por el color oscuro de su matorral seco, mientras todo a nuestro rededor eran ocres con restos de los cultivos recolectados. La cima se acercaba con notable rapidez, creo que fue un acierto subir por ese lado.
Una aérea de Apple donde pueden apreciarse las bocas
El arroyo y el cerro
Ahora estábamos en la cresta, las bocas blanquecinas rayadas de los depósitos o silos, se vislumbraban entre altos hinojos. Una señal de tráfico de peligro indefinido es todo aviso de peligrosidad del lugar, al principio chocaba pero hay que reconocer que ese lugar no es de peatones sino de tractores. Allí estaban a saber desde cuando, los silos romanos o íberos. Decidimos darle primero una vuelta completa al recinto, para luego tomando las precauciones lógicas, entrar en él. Podía haber algún derrumbe y no era apetecible caer en un silo.
Arroyón al sureste del cerro
Al fondo la cresta de los silos
Es increíble, en lo alto de esa loma diez silos cada uno con bocas distintas, posiblemente motivadas las diferencias por reformas de mantenimiento, aunque uniformes en su tamaño. Fotografías de ritual y conseguimos molestar del todo a un habitante de los silos, una orejuda libre salió que se las pelaba cerro abajo en dirección al arroyo que, salvo por lo blanco de los pabellones auditivos el resto se mimetizaba con la tierra removida. Investigamos la mayoría de los silos. Algunos estaban entre el matorral seco y presentaban peligro acercarse a ellos.
Más cerca
La cima
No sería plato de buen gusto caerse en uno de ellos, en principio teniendo en cuenta que el suelo del silo estaba unos seis metros por debajo, y segundo que si la caída no hubiera supuesto lo peor, sacarte de allí debía significar una verdadera odisea. Eran muchas las preguntas en el tintero, según los documentos se demostraba que fue un importante aporte de cereal al imperio, pero no era imaginable aquellas diez cajas fuertes llenas de oro de la campiña allí solas, por lo que debían tener una natural vigilancia protegiéndola.
Peligro indefinido (Foto CD Pozuelo)
La autovía dirección sureste
Un documento que puede aclarar algo, pero no todo, es el trabajo de Pedro J. Lacort Navarro "Cereales en Hispania Ulterior: Silos de Época Íbero-Romana en la campiña de Córdoba", en el trata de dos grupos de silos cercanos entre sí el de Gramalejo y el de Sileras. Yo he tratado de entresacar lo referido a los que nos ocupan, Sileras, pero está el link al documento por si se quieren ampliar datos, sobre todo de la capacidad de almacenamiento y producción.
"...Silos del Cortijo Nuevo de la Silera: en la pequeña plataforma que corona una colina de 208 m. de altitud, en tierras del mencionado cortijo, encontramos diez enormes graneros subterráneos, excavados en el suelo a modo de pozos, presentando un excelente estado de conservación (lám. nº3). Al contrario de lo que ocurría en el anteriormente descrito yacimiento del Caserío del Gramalejo, aquí no observamos ningún indicio que permita pensar en la existencia de más silos que los diez actualmente visitables. El lugar del hallazgo puede localizarse en la hoja nº 944 (Espejo) del topográfico 1:50.000 y sus coordenadas geográficas son 37º 46' 12" latitud Norte y 4º 45' 23" longitud Oeste.
Hacia el suroeste
Una negra boca
El sitio en que fueron ubicados estos silos resulta muy idóneo para la conservación del grano, pues, al estar encima de una colina, propicia el que las aguas de lluvia no empapen excesivamente el terreno y corran hacia abajo por cualquiera de las empinadas vertientes que rodean la elevación, quedando así el grano almacenado mejor defendido de la humedad. Muy cerca de la colina de los silos, a unos trescientos metros al Este, pasa el arroyo de Los Abades, en cuyo lecho permanecen semienterrados los restos del llamado Dolmen de la Silera.(1)
El sucio interior
Estos graneros subterráneos del cortijo de la Silera poseen planta circular, con un fondo de 5,50 m. de diámetro. Sus paredes de ladrillo, siguiendo un perfil curvo, perfectamente trazado, se van estrechando progresivamente desde el fondo hacia la boca, dando a la construcción el característico aspecto de «botella» (fig. 2). Las bocas tienen forma cilíndrica, con unas dimensiones que oscilan entre los 75 y 80 cm, de diámetro y 60 a 70 cm, de altura. La profundidad media de los silos es de 6 m. (Lamina° 4). Actualmente están destapados y no hemos podido encontrar ningún resto de posibles sistemas de cerramiento.
Un silo
Otro silo, este está algo más descarnado
En sus fondos no se aprecian restos de pavimentación alguna, se trata simplemente de tierra apisonada, por lo que resulta probable que para salvaguardar el grano de la humedad, se recurrieran, tal como veíamos que refieren Varrón y Plinio (2). a colocar en el suelo una especie de cama de paja. Tanto las paredes como las bocas están construidas con ladrillos cuyas medidas son 33 x 15 x 5 cm. Quizá estas paredes eran emba-durnadas con amurca (alpechín), siguiendo un sistema muy extendido en el mundo mediterráneo antiguo, con el fin de ahuyentar a los insectos nocivos para el grano, como por ejemplo el curculium (gorgojo)(3). La capacidad de cada uno de estos graneros es de aproximadamente 68 m3 y como vemos se corresponden estructuralmente con el silo tipo puteus.
Otro
Su interior
Por lo que se refiere a la cronología de este yacimiento. hemos de decir que, al igual que en el caso anterior, al no existir excavación sino simplemente prospección, resulta sin duda difícil precisar una datación absolutamente fiable. Sin embargo consideramos que, a partir de los datos que poseemos, cabe pensar que fueron construidos en época romana. La utilización del ladrillo en su construcción elimina la posibilidad de un origen prerromano. Por otro lado, las medidas que presentan dichos ladrillos (33 x 15 x 5 cm.) se corresponden con el módulo de los ladrillos romanos de un pie,
Entre hinojos
A este le han desaparecido los ladrillos de la boca
y por último es bastante significativo a nuestro juicio el hecho de que, tras la recogida que realizamos de restos cerámicos en superficie, pudimos constatar, por un lado la existencia de abundantisimos restos romanos (cerámica común, regulae, laterculi, tema sigillata), y por otro la ausencia total de cerámica ibérica y la escasa presencia de cerámica medieval. De todo ello puede deducirse, en nuestra opinión, que estos silos son de época romana y quizá, como en otros casos, siguieron siendo utilizados en momentos posteriores, lo que explicaría, en parte, el buen estado de conservación en que se encuentran hoy día.
Y a este también
Este está entre maleza
4. Tanto en los silos del Caserío del Gramalejo, como en !os del Cortijo Nuevo de la Silera, tenemos pues, unos buenos ejemplos de graneros excavados en el suelo, tipo putei. Por su parte, el segundo de estos yacimientos viene a confirmar el que, tras la llegada de los romanos, no se introdujeron, desde el punto de vista de las técnicas agrarias (en este caso técnicas de almacenamiento) importantes modificaciones en la agricultura hispana, sino que se mantuvieron con escasas variantes los sistemas ya existentes, fruto de la evolución de los métodos agrícolas autóctonos de la Península Ibérica, más las, sin duda importantes, aportaciones de los cartagineses, los cuales, como es sabido, poseían una avanzada agricultura.
Otro sin ladrillos del brocal
Este completo
Los graneros del Cortijo Nuevo de la Silera indican cómo los romanos, conscientes lógicamente de que la mejor forma de almacenamiento del cereal que podía utilizarse en estas latitudes era el putees ibérico, mantuvieron la tradición indígena, añadiendo únicamente la utilización del ladrillo, desconocido por los turdetanos, con el fin de perfeccionar aún más el sistema, obteniendo un mejor aislamiento y defensa del grano contra la humedad, los insectos y demás animales nocivos.
1.- De los Santos Gener, S "Prehistoria cordobesa, Dolmen con insculturas en el Arroyo de las Sileras (Córdoba, Espejo)" Cron. IV Congr. Arq. S.E. Esp. Elche 1984, pp 142-150: Ídem. "Prehistoria cordobesa, Dolmen en el arroyo de las Sileras" BRAC XI, núm. 37, de 1932,, 251 ss.
2.- Varrón. R.r,I. 57,2: Plinio N.H. XVIII, 306
3.- Con alpechín eran embadurnadas las superficies interiores de los silos, según atestiguan: Catón (Agr. 92), Varrón (R.r, I 57 2), Columnela (De r.r., I, 6, 13), Plinio (N.H. XVIII, 301-302), Paladio(I,19,2) y las Geopónicas(2,27,7), e incluso se llegaba a rociar el propio cereal con yeso o ajenjo, Varrón (R.r.I, 57.2) o bien a colocar en el trigo hojas de cilantro, que posee un olor fétido (I.19.2)..."
Aquí se aprecian los ladrillos de la bóveda
Una vez terminado el periplo por la cima de la loma, bajamos en línea recta hacia el arroyo de Los Abades, la bajada es mucho más brusca que por donde subimos, por lo que extremamos la precaución. La unión de la loma con el arroyo, configura una depresión húmeda que incluso mantenía verdes los brotes de cañas. Una oveja descarriada recién salida de la peluquería nos balaba, y como preguntándonos por su destino, se dirigía a nosotros, los únicos animales que había en muchos metros cuadrados en la redonda. Tuvimos que espantarla y se marchó en dirección norte, hacia el cortijo.
La bajada. Al frente la olmeda donde estaba el dolmen
Luego, una vez cruzado el arroyo seco, a la altura del Pozo de Cortijo Nuevo, vimos a lo lejos una polvareda que fue de cerca rebaño de ovejas. Se pararon al ver a dos extraños que no encontraron el dolmen y tuvimos que disimular para que continuaran la marcha. Dos enormes mastines pasaron por delante de nosotros. Luego al final el pastor, desconfiado y "malage", al que comunicamos que habíamos visto la oveja despistada por la loma de los silos, ni le entró frío ni calor. Un pastor que hasta guardaba la distancia de seguridad con nosotros y que se marchó enseguida, con una recién nacida de anoche mismo que llevaba en brazos.
La pelá perdida
El rebaño por el pozo
No vimos el dolmen, pero si disfrutamos los silos, y conocimos (fugazmente) a un desconfiado pastor y casi pudimos entablar amistad con una de sus protegidas. Otro lugar en las cercanías de la ciudad, lleno de historia y de interrogantes.
Fotografías y vídeos del autor y foto de CD.Pozuelo
Bibliografía citada
4 comentarios :
Buenos días, amigos. Paco, nos vas a convertir a tus amigos y lectores en unos eruditos de la ¡Hostia! No es broma, ni coba. Los silos tienen más peligro que una piraña en un bidet. Una de las cosas que me ha llamado la atención es la medida de los ladrillos. He mirado los apuntes y no cuadran con las medidas romanas. Bueno, seria de algún librillo de maestrillo. Gracias por iluminarnos, y por hacer veraces las cosas que nos contaban, y que en nuestra ignorancia creíamos que eran cuentos de abuelos. Un abrazo, salud y República.
Gracias Patxi, una amiga arqueologa, explicitó el otro día en un texto las medidas habituales de los ladrillos romanos, pero me parece que había muchas medidas. A raiz de tu comentario he estado comprobado lo que tú y evidentemente no cuadran con las medidas, pero es que hay muchas desde luego. Tampoco están la tapas, pero ya sabes la utilización de las cosas que están a mano, los silos no se pueden llevar, demasiado que están limpios (teoricamente), pues podían estar colmatados.
Un abrazo y salud compañero.
Muy buena entrada Paco, también muy vinculada a Fernán Núñez. No sé si sabes que en terrenos adyacentes hubo un proyecto para hacer la nueva ciudad deportiva del Córdoba y me eché a temblar por si afectaba en algo a este yacimiento. Quizás algún día se estudie más y se investigue, mientras nos conformamos con tus fotografías y aportaciones. ¡Gracias! Un saludo.
Leche con la ciudad deportiva Diego, vaya tela con esta gente. No lo sabía. Es un lugar mágico, me imagino habrás estado, ahora recolectados los terrenos que lo circundan un poco seco pero cuando este la cosecha en su apogeo se queda como una isla.
Gracias y un abrazo.
Publicar un comentario