Piedras del dolmen de Silera (Foto de Panoramio mYr)
Siempre que tengo una consulta en Internet sobre el patrimonio provincial, caminos, cortijos, fuentes, molinos o cualquier otro elemento agrario patrimonial, consulto primero la pagina web A Desalambrar. Hoy por hoy es, quizás con bastante diferencia, la primera base de datos sobre el patrimonio de nuestra provincia. Y justo es decir que, la página es buena, porque lo es su mantenedor.
Aérea de Apple
Tenía necesidad de comprobar, dos elementos patrimoniales, que quería conocer, el megalito de la campiña cercana, Dolmen de la Silera, y los silos parece que romanos, del Cerro de los Silos, o de "Las Tinajas" como lo llaman cariñosamente los compañeros ciclistas. Una vez comprobada la página citada, me remitió a un trabajo de Samuel de los Santos Gener, de 1932 publicado en el BRAC, a la revista Ariadna del Museo de Palma del Río, a una ruta ciclista del CD Pozuelo, de Fernán Núñez, y a un trabajo de Pedro J. Lacort Navarro sobre los "Cereales en la Hispania ulterior: silos de época ibero-romana en la campiña de córdoba", todos interesantes cada uno en su género.
Piedra con petroglifos (Foto CD Pozuelo Fernán Núñez)
Como ambas reliquias de la historia están en cercano emplazamiento decidimos Pepe Serrano y quien suscribe, visitar ambas de una tacada. A las ocho de la mañana con una temperatura ideal estábamos, en ruta por la A-45 para tomar la salida número uno, al cortijo Nuevo de la Silera, y explorar el Arroyo de Abades, en un tramo desde el paso subterráneo de la autovía a la alcubilla o pozo de Cortijo Nuevo, por tener dudas razonables de la ubicación exacta. Nos llamó la atención el lugar que no nos parecía idóneo para un tumulo funerario, en un lugar de ninguna parte a la orilla de un arroyo poco importante. Pepe manifestó que pudiera ser otro el lugar y que las trasladaran allí. Pensó incluso en el cerro de los Silos.
Lecho del arroyo de los Abades con piedras sospechosas
El Arroyo Abades nace cerca del cortijo La Sierrecita, a 330 m.s.n.m., por 3sacasos 300 m. lo hace en el término de Fernán Núñez. Cerca del cortijo de los Camachuelos se le une otro corto cauce. Luego cruza la A-45 y la carretera secundaria, por sus kilómetro 9,500. Ahora se le une, por su margen derecho, un ramal que viene de Pilas Altas, luego pasa por la puerta del Cortijo los Abades, que es el que le da su nombre.
Más piedras sospechosas
Un poco más abajo, por la izquierda se le unen otros arroyones que vienen recogiendo de Manguilla Baja, y se unen a la altura del pozo o Alcubilla de Cortijo Nuevo. A partir de ahí serpentea al oeste de la A-45, de la que se separa para cruzar la CP256, a la que abandona para acercarse al cortijo Nuevo de la Silera, para de nuevo acompañando a la A-45 desembocar en el Guadajoz, donde lo cruza la autovía. Son 8,5 kms. de recorrido aprox. teniendo en cuenta la cantidad de meandros que lo componen.
Otra
Metidos en el cauce del Arroyo de los Abades, que si bien Samuel de los Santos, decía que tenía en 1932 1,70 de profundidad, ahora supera en muchos lugares los tres metros. Una olmeda aparentemente sana, protege su orilla derecha y antes en el descansadero del camino, un enorme carrizal es el que cubre ambas orillas. Muchas piedras en el cauce pero ninguna aparentaba ser del Dolmen de la Silera. Cantos rodados y hormigón actual, procedente de un puente más arriba, o de las obras de la autovía, son la mayoría las que tapizan el cauce.
Cantos rodados y algunas que parecen losas
Otra nueva vuelta al cauce, a sabiendas que la situación es a unos trescientos metros al este de los silos, y sobre todo habiendo sacado de otros lugares las coordenadas geográficas. Pero nada el dolmen no aparecía por ningún lado, y el arroyo de los Abades no es el Amazonas desde luego. La segunda vuelta fue más minuciosa, observando cualquier derrumbe que pudiera haber tapado, pero tenía que haber sufrido mucha modificación el arroyo para que unas piedras de ese calibre no se pudieran ver.
Otra piedra
Ante la duda, razonable, pensamos: ¿Y si se las ha llevado algún amigo de lo ajeno? ¿Sí en unas fotos del 2008 estaban, y ya llevaban allí setenta y seis años, no van a diluirse en sólo siete? Entonces sobre la marcha decidimos llamar al arqueólogo de Cultura de la Junta, Alejandro Ibáñez:
-¿Alejandro, las piedras del Dolmen de las Sileras no las encontramos en el arroyo?
-¿Del arroyo del río Guadajoz. -preguntó.
-Si del Arroyo de los Abades.
-Pues cuando España era rica, y teníamos grúa, las recogimos y llevamos al almacén del Silo.
Misterio resuelto, Cultura de la Junta de Andalucía había puesto las piedras a buen recaudo para que no se perdieran. Por eso el Dolmen de la Silera está donde debe estar, protegido en el almacen arqueológico.
Tiempo después de escribir esta entrada, tuve oportunidad de conocer quién lo transportó, mi amigo y compañero de "mili", Agustín Rojano, que me dijo que él a encargo de Alejandro lo había llevado al silo.
Tiempo después de escribir esta entrada, tuve oportunidad de conocer quién lo transportó, mi amigo y compañero de "mili", Agustín Rojano, que me dijo que él a encargo de Alejandro lo había llevado al silo.
Y más
El artículo completo de Samuel de los Santos Gener (BRAC, 1932)
"Dólmen en el Arroyo de las Sileras
Sabido es que la región andaluza, aún no explorada de un modo suficiente, es rica en yacimientos de carácter prehistórico. Las provincias de Huelva, Granada y Almería son de importancia tal que llegan a marcar fechas y a caracterizar tipos de civilización occidental. Las de Sevilla y Córdoba, sin ser menos importantes, están menos recorridas por investigadores especializados (1), no obstante, hay ya de ellas reunidos datos suficientes que permiten comprobar que, en lo que se refiere a Arquitectura megalítica, la provincia de Córdoba continúa la zona dolménica, explorada en Extremadura por el señor Mélida, como prolongación de la portuguesa, gallega, bretona e irlandesa. Por datos aislados podemos también conjeturar que en otras manifestaciones como en los ídolos de placa (2), y en los petroglifos registrados en las piedras dolménicas, también es la cultura prehistórica cordobesa hermana de las citadas, y buen ejemplo de ello lo es el presente monumento que aquí intentamos describir y queremos enlazar con los de índole análoga ya conocidos.
En Agosto del verano de 1932, don Emilio Pérez Alcázar, culto hacendado de Espejo que conoce palmo a palmo su región, nos invitó al Delegado de las Excavaciones, en Ategua «Cortijo de Teba», don Félix Hernández y el que suscribe a visitar una curiosa piedra que se halla situada en el cortijo llamado de las «Sileras». La visita resultó provechosa.
En una llanura (3) fértil, rala de arbolado y escasa en rocas, regada por el arroyo llamado de las Sileras, se halla el monumento que nos ocupa. Sumidas en el lecho del arroyo yacen agrupadas en completo desorden una serie de interesantes piedras, rotas en su mayoría, pero mostrando ser partes de grandes losas labradas que en tiempos prehistóricos formaron una de esas construcciones megalíticas (dolmen o trilito) de la Edad del Bronce.
Por el dibujo que ofrecemos (Fig. 1) puede verse en primer término una gran losa cuadrada quebrada en varios trozos y de una magnitud aproximada de 2,10 m. por 2,00 y de un espesor de 0,40 m. (4). Es al parecer de diorita, la roca característica de los martillos y las hachas. Sus bordes tienen la particularidad de presentar las aristas redondeadas. Está tendida sobre la margen derecha del arroyo y la cara visible ostenta una serie de dibujos curvilíneos que detallaremos después. Al pie de esta gran piedra y clavada quizá verticalmente en lo profundo del lecho del arroyo hay otra gran piedra que asoma el borde de uno de sus costados en cuyo canto, de unos 3 m. de largo, tiene hasta seis signos o dibujos análogos a los anteriores esculpidos en la roca a una profundidad de unos 0'008 m. En apariencia, esta roca, hállase in situ, no habiendo sido removida ni aun por la fuerza misma del torrente que en cambio desgastó mucho sus dibujos.
Unos seis metros más hacía abajo, siguiendo la corriente, se ve un curioso espacio circundado por numerosos trozos de piedras que parecen ser fragmentos de otras grandes losas de dimensiones y material igual que las anteriormente descritas que fueron quizá reducidas a añicos para beneficiarlas como cantera. La disposición en que se hayan estos fragmentos nada permite conjeturar, pues todo sería aventurado, sin conocer lo que aún se halla oculto bajo tierra en las márgenes y fondo del mismo arroyo, más no obstante en el modo de estar situados estos trozos se observa cierta ordenación elíptica, una organización arquitectónica destruida que muy bien pudiera acusar la cámara de un dolmen cuyas piedras laterales han sido destrozadas, bien por el tiempo y la acción de las aguas, o bien por los mismos hombres buscadores de tesoros y misterios de la antigüedad.
Como complemento de gran significación hay que anotar la presencia a una distancia de tres metros del pie de la gran piedra cuadrada, de un pavimento formado por pequeñas losas poligonales, como en las citanias de Briteiros, Sabroso y Santa Tecla pero delgadas e irregulares, hechas con piedras pizarrosas que en su mayor parte está enterrada y parte descubierta, estando muchas de ellas diseminadas por la corriente en el cauce, casi cubiertas por las arenas.
Este es, descrito a grandes rasgos, el estado actual de tan interesante monumento.
Las insculturas.
La gran piedra cuadrada comprende, en su espacio de cuatro metros cuadrados, catorce signos o dibujos cuya distribución parece responder a cierta simetría que puede observarse, a pesar de estar los trozos de que se compone la piedra algo distanciados entre sí, por efecto quizá de una brusca caída o natural desplome a consecuencia de antiguos agrietamientos de la roca misma. Los dibujos son sólo de tres ciases: dobles espirales, círculos concéntricos y elipses. La parte central del cuadrado tiene tres círculos concéntricos, grabados quizás con instrumentó sílex o de bronce en hueco, formando un ancho canal cada línea de unos 0'04 m. de anchura por unos 0`009 m. de profundidad. El círculo de mayor diámetro tiene 0'50 m. Sobre estos tres círculos hay otros cuatro de aproximadas dimensiones e igual distribución, también concéntricos. A la izquierda de los tres del centro aparece una doble espiral en forma de S, que en su parte inferior y a la derecha de la espiral de abajo, tiene otros doble y triple círculos concéntricos como formando parte con la doble espiral y haciendo un conjunto parecido a la triple espiral que tiene en el umbral el del túmulo de New Grange.
A la parte opuesta de este signo, hay otro formado por un triple círculo concéntrico, borrosamente unido por su parte superior a otra combinación de otros tres concéntricos formando s y bajo ella otros tres, quizá a modo de swástica incompleta en la que falta el brazo horizontal. A los extremos de estas constelaciones de círculos existen elipses, simples en la parte inferior de las supuestas swásticas y dobles en la parte superior, llevando además las de la izquierda otro grupo de tres círculos concéntricos. Aunque no ha podido comprobarse si esta piedra tiene análogas insculturas en su otra cara, a causa de ser dificilísimo mover los bloques por su enorme peso, suponemos que no tengan labor alguna, y por lo tanto que esta superficie con grabados corresponda a una parte interior del monumento megalítico que describimos. La otra piedra que parece completa y que se halla enterrada verticalmente en el terreno, tiene en el borde visible análogos grabados que la anterior: son dobles o triples círculos concéntricos dispuestos a lo largo del canto de la piedra sin que sus centros correspondan a una alineación, ni a distancias determinadas.
Por desgracia, las demás piedras que forman la aparente cámara no permiten, por su disposición ni por estar enterradas en parte, averiguar si ostentan grabados; se ve en algunas de ellas que son de igual naturaleza y que están labradas con igual espesor que las esculturadas, pero sólo una excavación podría comprobarlo.
Estudiando todos estos signos, hallamos entre ellos y otros ya conocidos, identidad y parentesco muy significativo. Recordando lo conocido en el extranjero, hallamos insculturas semejantes en un bastón de mando de marfil del magdalenense antiguo de Arudy (5), cerca de nuestra frontera; hállanse también en escudos, espadas y brazaletes nórdicos de la Edad del Bronce. El Profesor Roudynsky (6) acaba de descubrir este año (1932), en la isla de Volosska, a 20 kilómetros de Iekaterinoslaw, en Ucrania, en las cataratas del Drieper, ciertas rocas con insculturas, que denomina por su forma y posible uso «cuvettes», «sabots d'equide» y «polissoirs fixes», algunos de los cuales tienen semejanza con los nuestros, por su forma, como los «sabots», más los otros sugieren ideas respecto a un uso posible de algunos de estos signos ya conocidos en España (Cuevas del Duratón).
Círculos concéntricos y espirales semejantes se advierten en la cerámica de Camarés (2000-1600 a. d. J. C.), en sepulcros micénicos (7). (Tumbas reales de Micenas), y en muchos otros puntos de Oriente; pero el que debe citarse entre los extranjeros como más afín a este de las Sileras, es el célebre monumento megalítico de Gavr' Inis (8) en Bretaña, cuya galería cubierta ostenta interiormente, en casi todas sus piedras verticales, dibujos que son hermanos de éstos.
En el dibujo adjunto (fig. 3) puede verse que cada piedra ostenta grupos de cuatro, cinco o seis signos formados por tres círculos concéntricos; algunas losas no tienen grabados, como las que forman el pavimento y las de la techumbre. La forma de estos signos es algo elipsoidal, y en una losa aparecen cuatro elipses dispuestas en cuadro, advirtiéndose en todos gran semejanza con estos del cortijo de las Sileras.
Buscando la relación que hay entre estos signos y otros existentes e n monumentos españoles, adviértese enseguida la gran analogía que tienen con los petroglifos que el culto archivero y arqueólogo don Ignacio Calvo (9) descubrió en el monte de Santa Tecla de la Guardia (Pontevedra). En estas insculturas (véase la figura 2) hay espirales simples y dobles en forma de S, y además curvas elípticas; en cambio no hay círculos concéntricos como en el nuestro. Espirales hay también en las piedras gallegas de Las Ballotas (Villagarcía), en Santa María de Sacos, Lombo d' a Costa, Pedra d' o Moura y otras descubiertas por don Juan Cabré en las rías de Arosa, Tambre y Marín; estos signos espirales, como seis de los del monte Santa Tecla, son simples.
El Marqués de Cerralbo, al pretender despejar la incógnita oculta en el problema que entrañan todos estos misteriosos signos, dice, (10) que las espirales aparecen, tanto en Galicia como en Irlanda, preferentemente en las costas y riberas, y supone significan, o bien; cuerdas para cazar a lazo o «símbolos del rodar heliostático». Don Ignacio Calvo supone que el grupo de rocas del monte de Santa Tecla, que ostenta estas espirales, era un lugar sagrado o adoratorio para el culto solar, en el que además hay una copia del paisaje que desde allí se descubre.
Sin pretender afirmar nada que niegue tan autorizadas opiniones, creemos tan sólo obligado hacer la advertencia, que cuando en la Prehistoria española se ha querido representar la idea solar, el signo general ha sido la figura circular del Sol, rodeado de rayos como puede verse en los cinco que ostenta el dolmen número 14 de la Granja del Toniñuelo explorado por el ilustre señor Mélida (11) en Jerez de los Caballeros, los sales de Cazoletas huecas con radios de pintura que existen en la Cueva del Solapo del Águila de la región del Duratón, y la piedra de Samarugo en la que profundamente se graban tres soles con sus grandes orlas de rayos análogos a los de Dowth (Irlanda).
El señor Cabré anota (12) la existencia de soles en las cuevas en que existen representaciones de danzas.
Más abundantes que las espirales son en nuestro megalito de las Sileras los dobles o triples círculos concéntricos. Hay una sola espiral, cinco elipses y en cambio nueve signos de círculos concéntricos (uno de 4 circunferencias, siete de 3 y una de 2), en la gran piedra cuadrada, y seis en la piedra que aparece clavada en tierra.
Los círculos concéntricos son muy frecuentes en los ejemplares de nuestra prehistoria. Existen con figuras antropomorfas y herraduras en la región del Duratón; con figuras de caballos en piedras de la carretera a Yecla a Villavieja (13), cuyo descubridor, señor Martín Jiménez, supone representaciones solares que pasan a ser luego un motivo decorativo en el arte ibérico. Círculos concéntricos con caballos y ciervos hay además en los petroglifos de las Ballotas de Villagarcía, y solos, sin figuras, abundan en la provincia de Pontevedra, como en Pedra de Mouro encantado; con rayas: en Outeiro d'as Apañados y en Cerro de Casa Lastra (Salcedo); con rayas y puntos: en Montes de Bao; con rayas, puntos y animales: en Combarro Juviño; con puntos, rayas, animales y estilizaciones humanas: en Gato Morto, Santa María de Noe, en Monte de Pedras, en Castelo, con rayas y puntos. Tambien suelen hallarse en muchos sitios de Andalucía, como en la Batanera de Fuencaliente, en la Laguna de la Janda y en Peña Escrita (Ciudad Real).
Las elipses, de las que aparecen cinco en nuestro megalito, son frecuentes en otros puntos de España, como en el monte de Santa Tecla y en la región del Duratón.
¿Qué significado tienen estos signos? La teoría más aceptada es la de que los círculos concéntricos representan signos astronómicos que revelan a un pueblo sabeista, adoradores del sol, quizá los mismos íberos, influidos por una invasión de celtas antehistóricos: su cultura es la megalítica del período de transición entre el neolítico y la Edad del Bronce, o sea hacia el año 2500 a. d. J. C. Esta teoría, que suele llamarse occidentalista, por suponer hallarse Europa bajo una influencia occidental atlántica, que irradia de nuestra península, tiene enfrente otra hipótesis también muy extendida entre nuestros prehistoriadores, que es la egea o civilización prehelénica mediterránea, a la que se puede referir la cueva antequerana del Romeral, de evidente parecido con el tesoro de Atreo en Micenas.
Para los partidarios de la hipótesis egea, dichos signos habrían de carecer de simbolismo religioso. Nada tendrían que ver estas espirales y círculos concéntricos con los soles y ojos de divinidades que se ven en pinturas y grabados de la época, quedando quizá reducidos a meros detalles ornamentales, como parecen expresar la idea de simetría que se advierte en la colocación de estos signos de las Sileras y en las del cerro de Santa Tecla. Aventurado en extremo es hacer por ahora conjeturas acerca de estos hallazgos, sin completar la información con el resultado que pueda suministrar una excavación en los alrededores de dicho monumento. Sólo ésta podrá revelarnos la forma que tuvo el monumento (dolmen, galería cubierta o cista), y sobre todo el ajuar o restos que puedan hallarse, bien sean eneolíticos o de la Edad del Bronce.
NOTAS
(1) Con respecto a Córdoba, podemos afirmar que desde hace varios años, el culto Ingeniero de Minas don Antonio Carbonell Trillo-Figueroa, archiva y colecciona cuantos datos halla sobre el terreno, pertenecientes a las Edades de la Piedra y del Bronce. Proyecta además, con el apoyo oficial, explorar gran cantidad de dólmenes, cuyo emplazamiento conoce.
(2) Véase Bosch Guimpera. P. La Edad del Bronce en la Península ibérica. «Investigación y Progreso». Octubre 1932. Pág. 146.
(3) En la hoja 944 del Plano del Instituto Geográfico, se halla situada a 1°4' y 37°, 47' o sea frente al kilómetro 19-20 del ferrocarril de Córdoba a Málaga.
(4) Las dimensiones y espesor de estas piedras coinciden con las de la mayoría de Extremadura, cuyos dólmenes estudia el señor Mélida en «Revista Archivos Bibliotecas y Museos». T. XXVIII, pág. 21.
(5) Véase Déchelette, «Archaeoiogie».
(6) V. Antropología, t. I. pág. 167. «Revista ucraniana del «Laboratorio T. Vook», año 1927.
(7) Cfr. Pijoan, t. 1. pág. 191.
(8) Véase figura 3.
(9) Véase el núm. 62 de las «Memorias de la Junta Superior de Excavaciones».
(10) «Boletín de la Academia de la Historia», LXVIII, pág. 30.
(11) «Revista de Archivos», t. XXVIII, pág. 21.
(12) «Revista de Archivos», t. XXXII.
(13) Véase Luis Martín Jiménez. «Boletín de la Academia de la Historia», t. LXXX, página 265."
Curiosas formaciones en el arroyo
Fotografías del autor, de Panoramio (mYr), CD. Pozuelo y Apple
Bibliografia citada de Samuel de los Santos Gener (BRAC 1932)
Buenos días, amigos. El arado y la falta de formación han hechos más daño que la bomba de Hiroshima. El trabajo que nos trasladas está magnificente documentado. Los restos prehistóricos están bajo sospecha, porque hay muchos tunantes, unos con ánimo de lucro, y otros para quedarse con el personal. ¿Te acuerdas de la fotografía que te mande sobre los círculos concéntricos que había hecho una hierba en la arena de la playa? Pues eso lo ve un uno de estos y crea una religión.
ResponderEliminarUn abrazo, salud y República.
P/S: Sobre las falsificaciones dice C.W Ceran en Dioses Tumbas y Sabios: No sabemos por qué extraño y divertido hado, además de las falsificaciones «profesionales», la ciencia ha de enfrentarse también con otras sorpresas. Veamos, por ejemplo, el relato autobiográfico del famoso autor contemporáneo francés André Malraux, antes comisario en China y después ministro de Cultura del general De Gaulle. Por no ofrecer ninguna clase de duda, aunque naturalmente no debe ser tomado como regla general, es por lo que lo contamos aquí, sólo a título de hecho curioso. En el año 1925, Malraux conoció en un bar de Singapur a un coleccionista ruso que viajaba a expensas del Museo de Boston para comprar objetos de arte. Tras la primera conversación, en la que el ruso se mostró muy locuaz, le enseñó cinco pequeños elefantes de marfil, escalonados en su tamaño, comprados a un hindú.
«— Vea usted, amigo mío: voy comprando pequeños elefantes, y cuando hacemos excavaciones los meto en los sarcófagos abiertos antes de volverlos a cubrir de nuevo con tierra. Dentro de cincuenta años, cuando otras personas vuelvan a abrir estos sarcófagos, hallarán mis elefantes patinados y roídos por la humedad y se romperán la cabeza... Me gusta gastar estas bromas a mis sucesores en la tarea investigadora. En una de las torres de Angkor-Wat he grabado en sánscrito una inscripción un tanto incidental; cuando esté bien sucia, parecerá antiquísima. Y no faltará algún listo que la descifre. Hay que reírse un poco de la gente...»
Gracias amigo: no había yo pensado en esa posibilidad de la broma, pero es cierto que entra dentro de lo posible, aunque estimo que hoy en día la antiguedad de las cosas es relativamente fácil averiguarla. Es suficientemnte gráfica la conversación, del cachondo Malraux desde luego.
ResponderEliminarUn abrazo y salud
Hola Paco! Cuánto tiempo, las interinidades, oposiciones, nuevos estudios... me tienen alejaillo de internet y los blogs. Tu amigo pensaba bien, no tiene sentido estar en el lecho de un arroyo, probablemente estaba arriba en algún cerro, incluso el de los silos. Lo normal, y hay agricultores que me lo han confirmado, es que para facilitar el tractoreo las grandes piedras se arrojen hasta el lecho de arroyos, allí como no entra el tractor no estorban. Por la proximidad a Fernán Núñez, conocemos esos cortijos puesto que nuestros mayores han trabajado durante muchos años en ellos.
ResponderEliminarLo que más me alegra de todo es que el dolmen estén a buen recaudo, ya que hace unos años intenté ir a localizarlas y pensé que ya habían desaparecido.
Gracias por estos apuntes, y qué alegría que sigas con esta labor. Un saludo.
Querido amigo Diego muchas gracias por tu presencia, y alegría porque todo vaya bien. Efectivamente no es el sitio, la única salida es que el arroyo cambiase de curso o pasase por el dolmen, sin dejar a un lado el que estuviera en alto y lo echaran al lecho del arroyo. Ya ves que en el transcurso de unos años (los vuelos) ha cambiado en ese sitio precisamente la cavidad de las margas que es muy bonita.
ResponderEliminarYo también me alegro que esté recuperado, iba a decirte para el futuro museo de Fernán Núñez, pero es el término de Córdoba.
Un abrazo y nuevamente gracias.