SENDERO DEL ARROYO DEL MOLINO AL DEL CORONEL

Un caprichoso pino donde parece sentarse el Guadiato

Una intensa lluvia durante el camino de aproximación, hasta el cruce con el que se dirige a la Fuente del Elefante, luego un calabobos hasta cierto punto agradable, que han bajado unos grados la temperatura. Dejé el coche en la entrada al Arroyo del Molino, me quejé a mí mismo, de la suciedad inevitable por la carencia de educación de algunos. Me pregunto hasta cuando la gente no considerará que los caminos y el campo debe ser como el salón de su casa, salvo que el salón de su casa esté lo mismo que dejan el campo, y entonces están justificados.

El frondoso sendero

Se estrecha

Bueno cuando la pista deja de serlo y se transforma en sendero, estamos en la cota de los 379 m.s.n.m., y en la desembocadura del seco Arroyo del Coronel (de nacimiento en los alrededores de la Casa que le da su nombre), junto a lámina de agua del Guadiato están los 311 m.s.n.m. una diferencia de nivel de unos setenta metros, y esa diferencia, con los seiscientos m. de recorrido, arrojan una media de un 11,66% que, si bien hacia el río las rodillas se fuerzan algo, la vuelta me obliga a subir 100 k. más los seis o siete de la mochila (si es verdad, va muy cargada y más ahora con las tijeras del chino).

Aquí es algo más ancho

El Alto de las Cabreras, sus cortados verticales y el tablero del puente

El sendero es precioso, algún claro nos permite ver el Alto de la Cabreras a la izquierda, con sus 481m. y sus cortados verticales, gemelo de Cerro Romera a la izquierda, con un metro más, en el margen izquierdo del Guadiato y arroyo del Molino. Parece mentira que el "río perezoso", el Guadiato, haya podido tallar semejante desfiladero a lo largo, eso sí de millones de años. El puente sobre el río también se deja ver mirando al oeste. Luego si seguimos la mirada río hacia arriba, podemos ver su lámina plateada, reflejo de un cielo lluvioso que, entre caprichosos troncos de pinos serpentea.

Entre pinos Cerro Romera a la izquierda

La lámina del Guadiato entre pinos

El Arroyo del Coronel, como el del Bejarano o éste del Molino que ahora está y suena a mi izquierda, son escalonados, configuran pozas, y pequeñas o medianas cascadas en función de los metros a salvar. Como son cortos de cuenca, su caudal no es exagerado habitualmente, pero en temporada de grandes lluvias se tienen que transformar en torrentosos. Luego está la tupida vegetación que los acompaña. En principio pensé continuar hasta la desembocadura del Bejarano (no llega a doscientos metros de sendero de ribera), pero el recuerdo de la cuesta que me esperaba, me hizo desistir.

El sendero hacia el Bejarano

El seco arroyo del coronel, la humedad viene del Guadiato

La verdad es que se suplen las dificultades físicas, con las bucólicas sensaciones que genera el entorno, y ambiente que hoy parece semiotoñal, y sobre todo el rumor melodioso del agua del Arroyo del Molino, que modula el silencio. Al no ser una zona de vegetación caduca, el verdor continua. Jara, labiérnago, pinos, encinas, acebuches centenarios, lentisco, coscoja, etc. acompañan todo el camino y enormes rocas que hacen de escalones, junto con raíces que lo cruzan. Una ligera brisa movía un retamal. En ocasiones la vegetación forma galería, y claro como se da aquello de que, el que se mete debajo de la hoja dos veces se moja, pues dos veces el frescor de esta tardía agua, que debió haber sido de mayo, te alegraba el camino.

El manso Guadiato 

Y la rocosa vuelta

Fotografías del autor

Las cursilerías también.