Entrada y salida del sendero de la Tranquilidad
Cuando pasee el otro día por el sendero de la Umbría, decidí hacerlo también por el de la Tranquilidad. Siempre que habíamos estado de perol en los Villares, madrugado un equipo para acotar la mesa grande del valle de al lado del aparcamiento, teniendo en cuenta el número de personas que nos precederían, nunca había decidido investigar fuera del radio del perol, o del olor de las sardinas.
Panel informativo del mismo
Sin embargo, la zona sur si había sido para mí un paseo habitual, bajando hasta el arroyo de Pedroches muchas mañanas, incluso de pleno invierno, subiendo por la pista paralela a él, y escuchado al picapinos en ese bosque inmenso de pinos, que abraza la circularidad del recorrido. En ese lado ves como el margen izquierdo del arroyo de Pedroches está colonizado por los plumeros argentinos y te das cuenta como las especies invasoras toman posesiones. Y es muy solitario y bonito porque no está abierto al público, y siempre lleva agua el arroyo que baja de Valdegrillos
Inicio del sendero
Como decía en el párrafo anterior el área de la Tranquilidad, me sonaba a la geografía lunar, cuando conocíamos la nomenclatura de sus mares de polvo, de sus desiertos. Pero este área es todo lo contrario a los espacios lunares, es uno de los sectores del Parque de más masa forestal, y si me aprietan de las más atractivas, teniendo en cuenta que todo el parque es muy hermoso.
Está situada en un triángulo que forman las tres grandes alturas de los Villares, el cerro de la Torre de Vigilancia, de 662 m. el paralelo hacia el norte, de 653, y el que hay en el oeste, y sirve también de puerta de entrada al área junto con el primero, de 638 m. por cuya cima pasa el límite oeste del Parque, configurado por un gran cortafuegos limitador. La línea verde de puntos y rayas es el límite del Parque.
Triángulo del valle entre las tres alturas
Está situada en un triángulo que forman las tres grandes alturas de los Villares, el cerro de la Torre de Vigilancia, de 662 m. el paralelo hacia el norte, de 653, y el que hay en el oeste, y sirve también de puerta de entrada al área junto con el primero, de 638 m. por cuya cima pasa el límite oeste del Parque, configurado por un gran cortafuegos limitador. La línea verde de puntos y rayas es el límite del Parque.
Dirección NO
Ese es el triángulo de la Tranquilidad, la zona más agreste y alejada, geográficamente, del mundanal ruido de peroles. Entre las dos alturas citadas en primer lugar, el cerro de la Torre y el de más al norte, nace el arroyo que luego desaguará en la charca o embalse del Guadalnuño, que abastece al Campo de Golf con su agua, y a la que también alimenta el arroyo del Moral. Un arroyo como la mayoría de los cortos, estacional, que recoge en esos primeros metros solo lo que aporta el triángulo de la Tranquilidad.
Va bajando levemente
Es un sendero circular precioso, variado en su flora, con un gran predominio del pinar. Quebrado, pues bajamos primero al cauce del arroyo, donde hay dos charcas con anfibios, y luego subimos escalonadamente (hay tramos de escalera) hasta acercarnos a la pista de subida al cerro de la torre de Vigilancia, para salir por donde hemos entrado, después de hacer un círculo de unos seiscientos cincuenta metros, de baja dificultad.
Bajando al arroyo
Estas charcas están alimentadas por una surgencia en su margen izquierdo, ya que el arroyo, como he dicho en un párrafo anterior es estacional, y normalmente solo en temporadas de grandes lluvias tendrá caudal. Lo que no pude comprobar es si la surgencia era natural o del circuito hídrico del Parque. Pero eso es lo de menos, cumple su cometido de crear un hábitat a los anfibios, abundantes, como demuestran sus chapoteos cuando te acercas, dejando su estela de inmersión en la verdina de la superficie.
El punto más bajo del recorrido
Debido a su posición y a gran masa forestal, de grandes y altos pinares, está normalmente sombreado -lo que justifica la altura de estos-, mucho más en la mañana pues sus dos grandes alturas, las patas norte y sur del ésta estrébedes geográfica, aguantan los rigores del sol, en cambio al mediodía se solea más, para volver al principio al atardecer. Cuando me emparejé con la pista de subida a la torre decidí seguir castigándome la costilla dañada, forzando la respiración, y subir a los 653 m. de su atalaya -cuyo desarrollo dejo para otra entrada-, para después incorporarme al trozo del sendero que me quedaba cuando bajé.
El puente sobre las charcas
Es recomendable el paseo, y al alcance de todos, eso sí, por aquí no hay acondicionamiento para personas en sillas de ruedas, como en el de la Umbría. Una serie de paneles didácticos nos documentan sobre la flora y la fauna del lugar, y otros nos recomiendan un silencio de hospital, para poder escuchar los latidos de la naturaleza. Muchas veces -la mayoría-, el mejor de los sonidos es el silencio, roto por el simple rumor de las hojas cuando las bate el aire, o el trinar de algún pájaro, el croar de las ranas de la charca, o el tabletear bélico del picapinos.
Escaleras
Aquí lo mejor que ocurre es que no nos encontraremos guardas "fieles" de sueldo mísero (no nos debe extrañar porque el refranero sabio ya lo dice), ni obstáculos en los caminos, a pesar de que la mayoría de las veces los obstáculos son de época feudal, abusadores e ilegales. Y cuentan -en muchas ocasiones-, como los señores de antaño, con la protección uniformada de a quienes les pagamos el sueldo.
Un panel de los habitantes
Eso ha sido siempre así aunque queda la esperanza de que cambie. El otro día comentábamos Pepe Serrano y Carlos Montes que, en determinados países europeos no había puertas en los caminos ni cercas de propiedades. Carlos hablaba de Noruega y yo comenté lo que me dijo una chica de un país del este europeo que se quejaba de tanta cerca de prohibición en España. No será desde luego todo el monte orégano pero hay mucho de verdad.
Una fuente
Texto del panel
"Longitud del trazado: 650 m., Duración (ida): 40 minutos, Grado de dificultad: Baja, Tipo de trazado: Circular. Este sendero, como su propio nombre indica, no deja de atraer a todos aquellos que buscan la tranquilidad de la naturaleza. En una de las zonas más naturales del Parque Periurbano, este sendero circular nos permite recorrer el paisaje vegetal de este espacio protegido, Poco a poco, nos internaremos en un bosque de encinas, pinos, durillos, madroños y otras especies de plantas.
La salida y cierre del círculo
Si la curiosidad nos puede, tal vez alcancemos a distinguir los cantos de pájaros como el ruiseñor, mosquitero, cuanta o petirrojo. Es un recorrido acogedor para todos los sentidos, por la tranquilidad que ofrece en la sutileza de los sonidos a descubrir. Sendero adecuado para los que buscan horizontes propicios para el sosiego del espíritu."
Fotografías y vídeo del autor
Textos del panel
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