Como andamos por los terrenos usurpados (por si con un post no es suficiente) del dominio hidráulico del arroyo de San Cristóbal o las Piedras, a su paso por la Huerta del Naranjo, aprovechamos para señalar lo que queda de la huerta, mejor dicho de una instalación hidráulica del lugar que, con bastante acierto (no podemos decir lo mismo de la del Tablero que desapareció con nocturnidad, alevosía y premeditación), ha quedado como monumento en el dominio público del hermoso Parque de la Asomadilla.
Parque orgullo de los vecinos del Consejo de Distrito Norte, que al fin, después de muchos años de lucha pacífica pero intensa, vieron conseguido su anhelo. Vecinos que no figuran en ninguna placa conmemorativa (aunque si en el recuerdo de quienes lo sabemos, y uno que se siente muy honrado de ser amigo de muchos de ellos), pero que han sido el motor para arrancar a la administración ese hermoso lugar, yo diría que idílico, aunque mejor para generaciones futuras, ya que aún quedan por llegar a adultas sus arboledas. .
El tramo que va, desde el descansadero de Mirabueno -en la desaparecida Huerta de la Salud, de la que sólo queda una triste y abandonada fuente (que corre pero se recomienda no beber), llamada de Sánchez Peña, el sombrerero de la Corredera-, en el camino de los Santos Pintados, hasta el Molinillo Sansueñas (no pongo más la pintura de Barcia Pavón del Molino), es del pago de la Huerta del Naranjo.
Paralela al arroyo iba la Vereda del Naranjo, desafectada en 2006. De la huerta ha quedado la plataforma de la noria, con el lugar del ingenio tapado con losa de hormigón, y una profunda alberca, seguro recuerdo de muchos baños veraniegos. La alberca tiene aproximadamente dos metros y algo de profundidad y es cuadrada de unos dos por dos metros, Las medidas ya se ve que son al ojo por ciento. Para bajar a ella hay siete escalones.
Escalera de bajada
A la misma dan sombra seis grandes almezos, que seguro también sirvieron para que su fruto, o lo que quedaba después de degustar su dulzor, acabara en el cogote de otro muchacho, imitando el agresor a un nativo del amazonas. Por lo menos queda el recuerdo. La alberca, está sucia, y es realmente peligrosa por su profundidad para los niños del parque. Es un testigo de excepción, de cuando su huerta, a la que alimentaba, estaba vigente, todo ello a la orilla del arroyo de San Cristóbal o Las Piedras ya.
Catastro de 1950
La Huerta del Naranjo que lindaba con la de la Salud y Asomadilla, dio nombre a una barriada de gente humilde, en su mayoría de la Sierra, que bajaban a la ciudad buscando una vida mejor. Sin patera, pero por caminos tan peligrosos o más que el Mediterráneo. Mi padre tenía un paisano de "Graná", que vivía allí, y cuando lo visitábamos, la sensación que yo tenía es que el barrio era otro mundo. Calles de tierra con arroyuelos de aguas sucias por ellas, y casitas voluntariosas, e incluso vivian algunas personas en cuevas. Por esas fechas también estuvimos en Barcelona, concretamente en Badalona y San Andrés, visitando a otros amigos emigrantes andaluces, las calles eran las mismas o peor, y me apliqué el consuelo de tontos, al comprobar el mal de muchos.
Aérea de Bing actual el almezal en el centro
Luego la democracia, y la equidad del primer gobierno del PCE, que apostó por estas barriadas y se dignificaron, como no podía ser de otra manera. Hoy en día es un precioso barrio, núcleo modesto entre la vorágine de adosados, del boom ladrillero, y los "nobles" chalets -palacios algunos-, de las cercanías. Pequeñas casitas, de estrechas fachadas, con los vecinos sentados en la puerta los veranos -los varones en camiseta de tirantes-. Luego, ampliaciones de bloques de la empresa municipal de vivienda, han terminado de equilibrar el urbanismo de la zona. El resto recuerdos, de malvivir, pero desde luego con una gran dignidad.
Vuelo de 1956 Huerta del Naranjo
Fotos del autor, catastro y Bing
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