Con una lesión en el pie derecho, me dispuse ayer a visitar, buscándola antes, una alberca y una noria que en el plano catastral de 1950 figura en el valle entre el Lagar del Naranjo y el Rosal de Tres Palacios. Había comprobado por las fotos aéreas, que no había más de doscientos cincuenta metros entre la fuente del Lagar del Naranjo y la alberca, en un terreno de olivar tapizado de hierba, y estimé que a pesar del dolor -cuando pisaba de determinada manera- podría llegar a ella.
Con las críticas de -Luego no te quejes y sarna con gusto no pica. Me dispuse a desplazarme al lugar para buscar la alberca. Cito la alberca porque es lo único que había visto, la noria no la tenía localizada, y por lógica debía estar en una altura cercana, por lo que debería investigar en la ladera noreste, única elevación de los alrededores. El plano decía que estaba allí la noria, o había estado, teniendo en cuenta que era de hace casi setenta años.
El único problema es que si me aparecía un perro o una vaca cabreada, tendría que hace de D. Tancredo obligado por no tener la movilidad reducida. Con todos esos hándicap llegué al Lagar del Naranjo, fotografié otros detalles que en la primera visita no había visto, y cruce, en dirección al valle, un pequeño huertecillo cercado con unos alambres. De momento pisando derecho y ayudado por los dos palos iba bien. Salvo cuando pisé una piedra que me hizo maldecir.
Doscientos cincuenta metros en línea recta era el camino a recorrer, algunas veces semidestruido por el escarbado de los jabalíes, al fin la alberca. Arriba el Rosal de Tres Palacios, y un hermoso valle semi abandonado pero con una apariencia de muy fértil. Olivos viejos y algunos jóvenes. Castaños, encinas, y alguna higuera, siempre acompañantes de los lugares con agua. La alberca rectangular, de unos cinco por seis metros, de un metro de profundidad, con muros de ladrillo de medio metro de anchura, era la receptora del pozo. Un canalillo a la salida suroeste determinaba o bién una estructura de regadio o la derivación al arroyo que nacia allí y tributaba en el D. Lucas.
Ahora tenía que subir a la ladera noreste, me dispuse a ello y allí, entre el olivar, divisé el blanco del pretil de un pozo, no se correspondía con lo que pensaba había visto en el plano, pero seguramente sería un error de interpretación de la marcas en el plano. Un allanamiento circular, con una pared de piedra sujetando el desnivel, abrazaban el pozo y el ingenio que le animal debería mover. Un blanqueado pretil y un réctangulo de contrucción que podría haber mantenido un motor de gasolina, pero no me aclaré.
Siempre llama la atención estos ingenios de hierro fundido, fuertes, y que con un mecanismo simple utilizaban la fuerza animal, de la sangre, para elevar el agua del pozo y llenar la alberca. Simple pero ingenioso. Se me olvidó comprobar la marca de fundición, muchas veces eso da una idea de la fecha, peor ésta no es evidente. Unas tuberías modernas denotaban que el ingenio no funcionaba hace tiempo, y que una bomba eléctrica lo había sustituido.
Fotografié desde todos los ángulos el ingenio y el pozo, cuya profundidad hasta el agua la estime en unos seis metros, Me dispuse de nuevo a cruzar el valle, pensando en la lesión del pie, y agradeciendo que no hubiese aparecido algún can eventual, pues son más pesados. El Lagar del Naranjo ahora estaba arriba de la Loma, pero de momento la cosa iba bien. La satisfacción de haber visto y comprobado que, lo señalado en el plano catastral de 1950, era evidente aún sobre el terreno.
Llegado a la fuente del Lagar del Naranjo, volví a pensar en su alimentación. No la encontré a no ser que hubiese por el lado oeste del mismo algún pozo, pero por la altura de la loma donde está situado el Lagar, lo dudaba. Por otra parte el agua era necesaria y los abrevaderos y fuente eran evidentes. Un coche estaba ahora en la explanada del Lagar, traté de buscar al conductor pero no estaba en las cercanías. Entonces decidí no forzar más el pie, y bajé de nuevo al camino de la Alhondiguilla y Bejarano.
La satisfacción de haber estado en un lugar antiguo que, afortunadamente, aún se puede visitar. Una noria, un pozo con agua, un conjunto hidráulico de una preciosa zona, fértil, que lo sería más con la ayuda de esos elementos. Pero la sensación es de abandono total del campo, sobre todo el elemento humano, sobre todo permanente, que no existe en la mayoría de los sitios. Salvo la eventualidad de los pocos trashumantes que quedan y que aprovechan los pastos de algunos lugares.
Plano catastral de 1950
Alberca y noria en el vuelo de 1977
Fotografías y víedos del autor, y Google.
Bibliografía del trabajo de campo
Saludos. Por ahí pasamos este verano Paco Rojas y yo en bicicleta. Sitio muy bonito incluso cuando no esta tan verde.
ResponderEliminarSi Señor Pedro, es un lugar muy bonito, lás tima que esté aparentemente abandonado. Gracias y un abrazo
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