Inicio de la bajada, tramo común
Hay una bonita pista circular, durante un gran tramo, que baja desde el aparcamiento sur del Parque Periurbano de los Villares, hasta los primeros metros del arroyo de Pedroche, a la sombra de esa gran mole que es Torreárboles, para luego subir al mismo sitio de la partida. Hubo un momento que era de mis preferidas, un arroyo que tributa en nuestro casi río, que forma una y griega en su nacimiento, un ramal nace en el corazón mismo del Parque, en su parte este, y el otro, más al sur, prácticamente en la tapias del cortijo de Valdegrillos.
Casi siempre lleva agua, y en el último tramo de la bajada nos acompaña bastante rato con su sonido, roto a veces (muchas) con ruidos del tráfico de la nueva variante de subida al Muriano. Luego un pequeño llanete abajo, nos permite descansar y comprobar la impenetrabilidad del arroyo. Espesas zarzas impiden ni siquiera ver el agua. Luego la subida que es más intensa que la bajada por que es más corta.
El recorrido lo hago siempre en sentido contrario a las agujas del reloj, al revés es posiblemente más cómodo. Ahora tiene unos derribados, caídos mejor dicho, árboles que obligan a pasar por debajo de ellos. Por este sector, cruzó delante de mí, hace años, era casi el amanecer, una enorme masa ruidosa, oscura que interpreté, pues no me dio tiempo a verla bien y mucho menos a hacerle una fotografía, como un jabalí que estaba tardando en ponerse a buen recaudo de los humanos. Ni que decir tiene, que me entró un temblor de piernas, y aflojamiento del esfínter fuera de lo normal.
Esa fue la primera vez que vi a un jabalí tan de cerca, la segunda fue por encima del Castillo de la Albaida y por bajo de las canteras del Rodadero de los Lobos. Creo recordar que ese año estaba nevado el camino, mucho más bonito que es en realidad. La rapidez en pensar con el miedo es asombrosa, calculas el trazado de su recorrido, buscas un lugar donde protegerte de su paso, en el supuesto que no tenga otra salida, porque él, que tiene siempre más miedo que tú, buscará irse en lugar de atacarte.
Estos animales, ni ninguno, normalmente no atacan a nadie, simplemente si te encuentran en su camino te arrollan y ya está. Ahora es un tanque y con unos cuchillos en la boca que te pueden cortar una pierna a la pasada. Hay que señalar que este camino, sólo tiene vistas hermosas en su tramo más alto, en dirección este, entre la vertiente del arroyo Pedroche y la mole de Torreárboles. Cuando has subido un buen tramo paralelo al arroyo principal, te encuentras un sendero que sigue el mismo.
El arroyo tiene dos ramales, el más corto es el de la izquierda y al más largo o nacimiento se accede mejor, desde el Km. 10,500 aprox. de la CO-3408, por un camino a la derecha que tiene una cancela, traspasada esta y andados unos trescientos metros ahí tenemos el nacimiento. Este camino sigue hasta que un kilómetro adelante te encuentras con el paso inferior de la N-432, que los compañeros ciclistas se encontraron cortado con una puerta y que, en un alarde de efectividad policial no habitual, quitaron al día siguiente que se denunció.
Dejamos el sendero a la derecha y seguimos la pista arriba, no sin antes señalar que la ladera de la margen izquierda del arroyo, debajo de la nueva carretera, está colonizada de plumeros argentinos, dos grandes colonias están invadiendo la zona. "Cortaderia selloana" creo que se llaman, lo sé porque mí amigo Paco de Sestao, me ha comentado que en la cornisa norte en Euskadi son un gran problema.
Otra curiosidad, ahora seguimos subiendo y el sendero ha tomado la dirección sur, ya está haciendo el giro para volver a encontrarse con el de bajada, en esa bolsa que estamos configurando hay un espeso pinar, pues bien, siempre que he pasado por ahí he tenido la ocasión de escuchar esa especie de ametralladora que es el picoteo de un ave, y no sé si es un carpintero, o un pica pinos, pero llama la atención. 8 ó 10 "tiros" los picotazos por segundo que da, y luego un espacio amplio.
La cuesta se atraganta, pero ya vamos disfrutando de Torreárboles en toda su majestuosidad, la cercanía de Salmerón -porque sé donde está-, Sierra Mágina y la de Martos al fondo. Eso significa que estamos cerrando el círculo y ya hemos llegado a unirnos al que ya usamos en la bajada. Ahora unos metros más hay otro sendero a la derecha, que nos lleva arriba, detrás del restaurante, además de un cortafuegos que lo cruza. Fin del hermoso recorrido.
Fotografías del autor y mapa de GoogleZoom
Bibliografía particular
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