Para terminar con el aspecto divino del entorno del santuario de Santo Domingo, nos queda hacer la referencia a los dos lugares exteriores que restan. El calvario, o Gólgota que, en su origen deriva del arameo Golgotha. del griego Kranio Topos, o Calvario Locus en latín. Parece que el nombre es derivado de la forma de una calavera que parecen unas rocas, en el lugar de Jerusalén donde se estima se realizaban las crucifixiones. También la tradición judía cree que allí se enterró el cráneo de Adán.
Y la cueva de Getsemaní, o jardín de oración, Ermita de San Álvaro, lugar al que Fray Álvaro de Córdoba acostumbraba a retirarse a orar. Se cuenta que, en ocasiones subía a la cueva de rodillas, la empinada y pedregosa pendiente que existe para acceder desde el arroyo a la ermita, todo ello para mortificarse. Yo nunca entenderé esa crueldad de hacerse daño físico para evitar las tentaciones, cuando lo fácil es ser normal como los demás. Todas estas cuestiones forman parte de las leyendas que rodean la vida del fraile cordobés.
Como sabemos, sus viajes y experiencia, le hicieron acreedor a la confianza del monarca Juan II y su madre, además de ser su confesor. Por otro lado, estimo que eran tiempos de grandes necesidades celestiales, todo ello desde mi agnóstico punto de vista. No dudo de la honestidad de Álvaro, como tampoco del Padre Roelas, en base a sus visiones. el primero Jesucristo crucificado. cuando llegó al convento con el mendigo a hombros, después de que se lo encontrara en el camino, y se convirtió en el crucificado y el segundo al Arcángel Rafael.
Una de las leyendas
"Venía Álvaro de su labor evangelizadora en la ciudad, cuando encontró en el suelo a un mendigo moribundo y hambriento al que invitó que le acompañara al convento. Éste al no poder ni levantarse, hizo que el fraile lo tapase con su capa y se lo echase a los hombros. Llegando a la portería del santuario descubre que lo que llevaba a sus hombros es el mismo Cristo Crucificado, el mismo que según la tradición se venera aún hoy, en la iglesia del convento."
La teoría que circula es la de la alimentación con pan de centeno, y la posibilidad de que estuviera contaminado de cornezuelo, potente hongo alucinógeno, del que, en los sesenta del siglo XX, se sintetizó el LSD. Por lo tanto a la mentada honestidad yo le otorgo el beneficio de la duda. Desde luego no era lo mismo la monja del convento de Santa Inés y sus visiones, ya que ésta se descubrió que era una farsante. Su silicio sexual (el de la monja) le contaba, con pelos y señales, durante el nocturno periodo de mortificación lo que ocurría tapias afuera. De todas formas, los divinos sucesos inexplicables, permitían aumentar presupuestariamente los ingresos de la orden, que en el fondo era lo que se necesitaba.
El Gólgota o Calvario
Pues bien, el llamado Calvario está como hemos dicho al sur del Santuario, en una pequeña altura que domina bastante bien el lugar, ahora es un lugar urbanizado, circundado por unas calles, de la parcelación. Es un otero que nos permite de una tacada visual divisar todo el conjunto, sin olvidar la ciudad que está extendida abajo por el valle del Guadalquivir, en el sur del monte. Y con buena voluntad y en dirección oeste a la torre de Telefónica, suponemos el arroyo de Fray Luis (de la Palomera abajo) y su monumento.
En el día de hoy es un lugar agradable el Gólgota. Eso sí en las calurosas noches del estío, y en función de los materiales que por el suelo se encuentran esparcidos, se ve que es un lugar de encuentro de amores eventuales, "aquí te pillo aquí te mato", o menos eventuales y más periódicos, evidentemente motorizados.
Tres cruces orientadas norte sur, mirando hacia el Santuario configuran la meta del Vía Crucis es, al parecer la obra más importante de Álvaro. Este lugar como indica su nombre, se asemejaba al monte donde en Jerusalén se efectuó la crucifixión de Jesucristo. Este recorrido desde el Santuario hasta allí, lo catalogaron como el primer Vía Crucis de Occidente.
Ermita de Fray Álvaro de Córdoba o cueva de Getsemaní
El otro lugar es la cueva de Getsemaní, en un monte al este del Santuario, con el camino de acceso que menciona la leyenda de la subida de Fray Álvaro, que se ha convertido en un sendero para los vehículos a motor, que lo han destrozado como los mucho que circundan el lugar. Está mañana, cuando lo único que se escuchaba era el rumor del aire en los árboles, esta melodía se rompía por las explosiones de un motor, que de seguro no tenía ni silenciador. Claro ese ruido molesto, seguro era sinfonía celestial para el motorista.
Hoy se sube con notable facilidad a la cueva, por un cómodo camino que parte del arroyo de Santo Domingo, antes de los Cedros, hay que imaginarse que, como su nombre indica, sería por la presencia de este tipo de árbol, también originario de oriente medio. El camino bordea el valle del arroyo de Barrionuevo, para cuando llega a la explanada de donde parte el camino de bajada al ruinoso cortijo, volver ciento ochenta grados hacia el noroeste y terminar en una especie de morabito, con una canela y dos ventanas enrejadas, que en su fondo contiene la cueva.
Epílogo
Es de señalar que la pequeña charca del arroyo, que ha permanecido seca durante bastante tiempo, ahora tiene su nivel habitual de siempre. Desde la ermita de San Álvaro se divisa toda la serranía y ambos arroyos el de Santo Domingo, y el de Barrionuevo, el lado norte del Santuario y arriba al oeste la ermita de Santa María Magdalena.
Con la referencia a estos dos lugares, después de haber mencionado en una anterior entrada las Ermitas de la Santa Cruz y de Santa María Magdalena, y dejando aparte el Santuario, que requeriría una entrada más amplia, por las notables obras de arte que contiene, termino el periplo divino entre la realidad y la leyenda milagrera, de un hermoso lugar de nuestra serranía que, a escasos siete kilómetros de nuestra ciudad, nos espera desde la eternidad, por si queremos visitarlos.
Nota: No es mi intención molestar a ningún creyente con la exposición de mis criterios personales. En el siglo XXI aceptar porque sí leyendas del siglo XV inexplicables, y sobre todo aderezarlas de algo divino, no entra en mi modo de ver las cosas. Eso sí, el personaje es histórico, es un paisano, y seguro que en el fondo fue una buena persona, y su obra potenciada en estos últimos siglos es patrimonio de Córdoba (ojo, no he consultado el registro de la propiedad).