martes, 2 de diciembre de 2014

PASEO POR LA MESETA BLANCA, DE ORIVE, O DE LAS ABEJAS, O DEL SOL, O DE LAS CABRAS...

La Mesa Blanca y el camino que la cruza de norte a Sur

Esta mañana del día 2 de diciembre, con un tiempo primaveral, he visto satisfecho mi deseo de subir a la Meseta Blanca, o de Orive, de las Abejas, o del Sol, o de las Cabras, o como se llame realmente. El asunto de los topónimos es muy complejo y a medida que uno ve mapas se complica más. Tenemos unos mapas de consulta con errores garrafales. Como decía, desde hace tiempo he deseado subir allí y nunca he encontrado razones de fuerza para hacerlo, nunca he querido hacerlo solo. El esfuerzo es considerable, por lo menos para mí. 

El recorrido en el Sport Tracker


La meseta guarda similitud con el mapa de América del Sur

La suerte me ha venido, con la propuesta de ayer mismo de los amigos Emilio y Abén, además de Gloría, arqueóloga de profesión, que nos ha acompañado. El motivo era buscar unos aljibes en la mesa anterior a la Blanca, la de las Palomas, que es la está más al norte de la Blanca, separada por un verde collado. La paleta de color es casi completa, con los rojos de los madroñales y cornicabras, y rosas silvestres, e incluso los marrones de las algarrobas. 

Casilla de la Fajarda, al fondo el gaseoducto

Nos dispusimos a subir y lo hemos hecho desde el arroyo de los Pradillos, subiendo a la antigua vía del ferrocarril y bajando por la pista que se dirige a la finca de la Fajarda. De esta forma evitamos pasar por los Pradillos y los pesados de los perros para desde allí coger la pista. Sin embargo hemos llegado hasta ella desde arriba, por un sinuoso y pendiente sendero. Desde allí hemos puesto rumbo al arroyo de Pedroches, pasado cerca de la casilla abandonada con emparrado en el porche, rodeándola, teniendo a la vista por el norte la conducción del gasoducto que hirió toda la serranía. 

Subida desde la Fajarda a las Palomas

Hace muchos años llegué hasta la Fajarda con mi amigo Juan Lozano y Conchi, allí merendamos, hoy está casi igual. Cruzamos el puentecillo que nos evitaba mojarnos, Pedroche baja con alguna cantidad de agua. Desde el arroyo existe un camino, semidestruido por las motocicletas, que nos lleva a la primera Mesa la que he titulado de las Palomas. Son 600 mts. de sendero, que nos lleva desde la cota de los 280 mts. del arroyo, hasta los 392 de la primera mesa, es decir un porcentaje medio de desnivel del 18,66 %.

Uno de los cinco aljibes que hemos visto

He de decir que esta subida es agotadora, por lo menos para mí lo ha sido, no para mis amigos a los que acompañaba, y que seguro retrasaba su marcha que habría sido mucho más rápida sin mi presencia. De todas formas han sido bastante comprensivos. A pesar de eso se ha coronado sin problemas el sendero y nos hemos movido por una mesa de bastante vegetación y con espesura en algunos lugares. Hemos visitado una serie de aljibes que tienen la corteza caliza de la terraza. Y observado la cantidad de trozos de cerámica de diversas épocas que están a su alrededor, cuestión que justifica la presencia de personas de distintas épocas en ese lugar. 

El collado entre las Mesas de las Palomas y la Blanca

De allí hemos bajado luego el collado que separa esta Mesa con la Blanca, que más que de ese color, gracias a la primavera casi constante que existe, a pesar de estar ya en invierno, debíamos llamarla amarilla por el prado de flores de ese color que tapizan la Mesa, con apenas un par de árboles, solo rota la continuidad por un sendero que la cruza marroneándola de norte a sur. Si se guarda silencio tenemos la oportunidad de escuchar el aletear de miles de abejas que, laboriosas, extraen el néctar de los millones de flores amarillas. Sobre las flores amarillas me dice Rafael Tamajón, experto botánico que son:"botones de oro (Ranunculus bullatus), herbácea de floración otoñal muy abundante en pastizales de terrenos calizos." Eso sí, las cornisas que se asoman a los arroyos de Barrionuevo y la Ventilla, que trae el caudal del de Los Villares, son de caliza blanca con bastantes fósiles insertados en ella. 

El hermoso prado de la Meseta Blanca, al fondo Torreárboles

Hemos rodeado la mesa en su totalidad que, vista desde arriba, parece su contorno el mapa de América del Sur. Toda la parte del imaginario Pacífico es el arroyo de la Ventilla y Barrionuevo y la serranía. Pues bien bordeando estas cornisas, repletas de fósiles marinos, hemos llegado hasta la Tierra del Fuego, haciendo símil con el mencionado mapa americano, y luego subido por la costa este hasta la altura del Río de la Plata, donde está la Cueva del Sol que hemos visitado. Esta Cueva está en una terraza unos cuatro metros más abajo, vigilada por una higuera y un acebuche, he querido ver así el segundo, y rodeada con un destruido muro al borde uruguayo que es la caída hacia el Arroyo de Pedroche en este caso. Hay un trabajo extraordinario de esa cavidad del G40

Las cornisas calizas al arroyo Barrionuevo

Desde allí se nos presentaba majestuosa la Mesa de los Pradillos, inconfundible en la distancia, por el complejo de antenas de telefonía que contiene. También casi abajo, dirección sureste, divisamos el cortijo derruido de Orive Bajo, y algo más alto, arriba del Barranco de las Cabrerizas, la Cabreriza del mencionado cortijo y molino aceitero. Dejamos una de las bajadas de vértigo de los ciclistas, y rodeamos Brasil para acercarnos nuevamente al istmo de Panamá. En este caso nos dejamos caer por el imaginario Caribe porque habíamos decidido bajar por esta cara la Mesa. 

Una esquina de la cornisa

Esta bajada es algo más cómoda pero con más desnivel que la subida desde la Fajarda, por ser más corta. Yo le he calculado más de un 20%. Al bajar nos encontramos un senderista al que le preguntamos el nivel de agua que lleva el vado del arroyo de Pedroches, nos dice que una cuarta pero que por las piedras se puede pasar sin problema. Llegamos al vado y efectivamente no es problema. Ahora nos disponemos a subir por el sendero que nos lleva a la vía muerta de los Pradillos, esta que causó varias desgracias a personal de la Renfe con un par de composiciones ferroviarias que cayeron por ese barranco.

Un enorme fósil en la cornisa

Casi arriba del sendero existe una fuente entre espesa vegetación, en una umbría que sale de algo más arriba haciendo balsa antes. Una preciosa colonia de setas la vigila por el norte. Unos metros más arriba está la vía donde estaban los topes, que eran el único obstáculo que podría parar, imposible hacerlo, la composición que bajase desbocada desde el Cerro Muriano. Desde el arroyo hasta allí hay 440 mts. de sendero y una diferencia de nivel de 62 mts., lo que arroja un desnivel medio de algo más del 14 %. 

La Cueva del Sol

Seguimos la vía muerta, llamada de seguridad -pero le pega mejor el primer apelativo porque de seguridad no tenía nada-, hasta la antigua estación de los Pradillos para bajar nuevamente hasta el arroyo del mismo nombre, después de dejar a la derecha el cortijo, también en ruina, de los Pradillos.

Bajada al Arroyo Pedroche por el lado este

Esa ha sido la descripción de un par de horas de recorrido circular ya que la bajada ha sido por distinto lugar al de la subida. Para otra ocasión la visita de la Cueva de las Cabras y otra más que existe por allí, y centrarnos en determinados elemento de la zona que merecen una dedicación mayor. 

                                                  La fuente del barranco de la vía muerta.

Tenemos una maravillosa sierra, sea por donde sea el camino que cojamos, y estas últimas aguas la han dejado preciosa de vegetación. Lástima que haya tantos cafres que destrocen sus caminos, con artilugios no adecuados para ellos. Los que menos destrozan son los senderistas, que a lo más dejan un insignificante agujero de su palo, el que lo lleve. Y los que más, las motocicletas que generan grandes surcos, que luego el agua se encarga de profundizar, para hacer los senderos impracticables. 

¿Vigilancia? Para qué, si lo que falta es educación cívica.



Fotografías del autor
Bibliografía del paseo.

4 comentarios :

PATXI GUERRIKABEITIA dijo...

Buenos días, amigos. Gracias por hacerme viajar en el tiempo. Gran parte de los fósiles que tenía eran de esta zona. Los que estaban en las rocas los dejaba allí, porque no merecía la pena sacarlos, ya que se rompían. Los mejores estaban en la arenisca. Como han cambiado los tiempos, cuando extraía algún fósil, tapaba el agujero para evitar la erosión, igualito que lo de las motos, que si tienes suerte frenan, y a pesar de hacerlo cuando aceleran te apedrean y no les digas nada, que igual te clavan una hostia. La mayoría de las rutas que hacen estos con toda la morfología de centauros pero modernos. El SEPRONA no hace su trabajo como debiera, porque estos Centauros cuelgan fotografías vadeando causes de arroyos y ríos, que está prohibido y no hacen nada. Las vías estrelladero tenían su misión, que era impedir que llegase a Córdoba un tren sin control, pero era para frenar los trenes, no para que se matasen los ferroviarios. Se mataban porque esta vías tenían “arena” la entrecomillo porque no la mantenían, vamos, que no la picaban y era más dura que una piedra. Un abrazo y gracias nuevamente.

Paco Muñoz dijo...

Gracias Patxi.

En principio cuando escribía lo de la vía muerta, y cuando estábamos allí sobre ella, donde estaban los topes inútiles, conté a los compañeros la historia de tu abuelo, y lo que me habías explicado de las vías de seguridad.

La Meseta es un lugar mágico, espectacular, te sientes en un mundo que parece separado del de abajo. Como la teoría del diluvio no me la creo, estimo que es imposible que el agua llegara hasta allí arriba y luego se fuera, por lo que sigo pensando que las fuerzas de la Tierra levantaron en su momento ese terreno (fondo marino, por ello lo de los fósiles), luego, las otras fuerzas, las del agua (arroyos) separaron las mesetas o las modelaron a lo largo de millones de años, o incluso ya estuvieran separadas cuando se levantaron. Allí arriba, en la Meseta más al norte, que llaman de Las Palomas (lo de los toponímicos es para entendernos sin que sean dogma) hay muchos restos de cerámica de diversas épocas, lo que justifica la presencia del homo sapiens desde muchos años atrás. Luego el hábitat vegetal y animal, como es una explosión de flores en invierno, las abejas (miles) no paran de trabajar y el batir de sus alas es el único sonido que se escucha. Lo más complicado el subir, la próxima vez, si la hay, lo haré por otro lugar y con tranquilidad. Eché de menos pararme y hacer muchas más fotografías con tranquilidad, pero si encima que retrasé la subida a los compañeros, por cuestiones físicas, no les iba a entretener más.

En suma, un lugar mágico.

Un abrazo

José Manuel Fuerte dijo...

Precioso, absolutamente precioso. Las fotos impresionantes. ¡qué bonito! Gracias, Paco.

Paco Muñoz dijo...

José Manuel in situ maravilloso. Muchas gracias y un abrazo.