La botella de gaseosa con el mensaje
Mil novecientos trece, ocho de agosto. Un terrible incendio acaba en Melilla con las instalaciones de la empresa Vacuum Oil, ardieron 1000 cajas de gasolina, otras tantas de petróleo y 80 barriles de aceite mineral. Todo estaba valorado en 70.000 pesetas. En Cataluña los obreros del textil siguen con la huelga, a la que se unen otros trabajadores del agua y cerrajeros. En Tetuán, en el río Martín, había sucedido un tiroteo provocado por indígenas que se saldó con varios heridos. La intervención en Marruecos se enconaba, y sangraba a la nación. La inoperancia del gobierno, para no perder la costumbre, era manifiesta.
La impresionante Mezquita y la Catedral
Este problema había empezado al tirotear a varios trabajadores de la minas del Rif. Intervino el ejército y ya está. Dos años antes, 1911, se había desembarcado en Larache. Diez años después fue la culminación de la derrota del ejército colonial español, con el Desastre de Annual. El mundo no se esperaba que en 1914 se iba a producir la Gran Guerra. Rabindranath Tagore obtuvo ese año de 1913, el premio Nobel de Literatura, también nacía ese año Macarios III obispo y político chipriota. Se construye el estadio de San Mamés en Bilbao, y en Copenhague se instala la famosa sirenita de su puerto. Un niño al que pusieron Matías Prats Cañete nacía en Villa del Río en diciembre. También vienen al mundo ese año, Juan Ugart, Ricardo Anaya y la Chiquita Piconera, ésta en Buenos Aires.
Otra visión de la botella con el mensaje dentro
En la provinciana Córdoba, era alcalde Muñoz Pérez, que ejerció el cargo tres veces y que, junto con Cascajo, Quero, y Cruz Conde fue uno de los que prepararon el golpe fascista de 1936 en Córdoba. Ramón Guillamet y Coma el obispo. En ese año de 1913, en la Mezquita se habían acabado los trabajos de reparación del artesonado. Vigueras el arquitecto, dirigía la obra, apoyado por Rafael Aguilar como aparejador. Antes Velázquez Bosco había trabajado en profundidad restaurando la Mezquita, desde finales del siglo XIX a principios del XX.
José Manuel León, Cadena Ser, entrevistando a Manolo Soriano en la Torre
Eleuterio, Alejandro y Manolo "el Rubio"(era bajito, de ojos azules y rubio), se fumaban un cigarro en los tejados de la Mezquita, en todos los trabajos se fuma. Estaban asustados porque se acababa el tajo y sin tajo la olla no hervía. Las corruptelas eran manifiestas y el achaque de su despido era que el gasto de la guerra imposibilitaba seguir con la obra, no había dinero. Siempre, los errores de los gobernantes los han pagado los mismos. El padre de Manolo el Rubio, era el campanero de la Torre, y él vivía en ella con su familia. Era la segunda generación de Sorianos (de apellido) campaneros, pero su trabajo actual era de albañil. Lamentaban que la ansiada II República no llegara aún (todavía quedaban 18 años para que alumbrara la esperanza y 23 para que el fascismo de la bota, sacristía y casino acabará con ella y la vida de muchos republicanos).
Hoja número dos
Decidieron dejar un mensaje a los compañeros que les sucedieran si se reanudaban los trabajos. Ellos eran unos náufragos en un caluroso cordobés día de agosto, en los milenarios tejados de la Mezquita, encima del inmenso mar de columnas, y para ser más exactos encima de la nave 19. Una gaseosa de la marca Juan Vilella de Barcelona (la tiene en relieve en el cristal), era lo que tenían a mano, y unos papeles tamaño folio, de la Papelera Española de Bilbao, con la marca el Elefante (no sólo fabricaba esa empresa el papel higiénico). Decidieron dejar constancia de su paso por esa obra, de su denuncia por la inoperancia de su gobierno, y los dirigentes, y manifestar su anhelo de que un gobierno adecuado trajese la tranquilidad a la clase trabajadora y acabase con las corruptelas.
Hoja número 1-1
Eleuterio Rodríguez vivía en Siete Revueltas, y Alejandro Eufrasio en el callejón de los Ángeles, una callejita, que posiblemente tuviese por casa de paso salida al Buen Pastor, desde la actual Conde y Luque. Y Manolo Soriano en la calle de la Puerta del Perdón 1, en la torre. Tenían; 39 años Eleuterio, 58 Alejandro y 24 el "Rubio", todos casados y con cargas familiares, el primero era natural de Ávila y los dos restantes cordobeses. Eleuterio escribió, que deseaba salud a los compañeros, y a su vez dejaba constancia de que mataban a los trabajadores a traición. Que les daban por el culo y que estuvieran con ojo avizor para que no les ocurriera a los próximos lo mismo.
Hoja número 1-2
Soriano, el "Rubio", hizo un dibujo, un señor con unos atributos sexuales considerables, y escribió: "Para donde mira el moro hay un tesoro". Eran las doce de la mañana, el reloj de la torre así lo había manifestado, cuatro cuartos y doce campanadas, el calor arreciaba, entre duras sombras de los tejados los tres compañeros introdujeron el mensaje en el casco de gaseosa, en una oquedad de la pared, para sus próximos compañeros que seguro pensarían no iban a tardar tanto. Sin embargo los compañeros que han encontrado el mensaje, han sido del siglo XXI, ciento y un años después, pero con los mismos o peores problemas laborales que tenían ellos. Terminaron de fumarse el cigarro y se dispusieron a recibir el despido.
El dibujo del moro de Manolo Soriano, el "Rubio"
Año 2014, 4 de noviembre, estuve en la torre cuando la nueva apertura 24 años después de su cierre al público, con mi amigo Manolo Soriano, nieto del "Rubio". Cinco generaciones, cinco Manolos Soriano: el padre del Rubio; el "Rubio"; el padre de mi amigo Manolín, y el hijo de este Manolo. A los tres últimos los conozco personalmente, con el Rubio por razones de la edad puedo haber coincidido en este mundo, cuando yo nací el podría tener 62 años. Ellos han recibido este asunto, y los papeles de la botella, con notable curiosidad y afectividad manifiesta y lógica. Su antepasado, el campanero Manuel Soriano (a) el "Rubio", hijo de campanero también, entonces albañil, dejó junto con dos colegas más, un mensaje para futuros albañiles, y cosa curiosa, el mensaje lo recibieron otros trabajadores sí, pero más de un siglo después.
Paco Muñoz y Manuel Soriano, en la plazuela Santa Catalina
donde tiene su hijo la tienda de artesanía.
Transcripción de los textos:
"Este artesonado se concluyó el día 8 de agosto de 1913 por el oficial Manuel Soriano y los peones Alejandro Eufrasio y Eleuterio Rodríguez Morales. Quedando en el recuerdo que este papel lo encuentra todos los compañeros.
Manuel Soriano 24 años casado y vive en la Torre de la Sta. Iglesia Catedral nacio en Córdoba en el año 1889.
Alejandro Eufrasio nacio en Cordoba el año 1855 y tiene 58 años cuando se termino el artesonado y vive en la Calle los Angeles nº 2 es casado.
Eleuterio Rodríguez Morales 39 años casado y vive en Siete Revueltas de Santiago nº 14 nacio en Navas de Marques provincia de Avila el año 1873.
Cuando escribimos esto estabamos los tres presentes fumandonos un cigarro y hablando sobre que nos quedamos parados por la Guerra de Marruecos que no habia dinero.
Era aparejador Rafalito Aguilar. Cordoba 8 de agosto de 1913.
Quedaos con salud Compañeros De vosotros nos despedimos Que venga pronto la Republica y que quiten tanto pillo.
Que mientras Vigueras disfruta el arquitecto y aparejador A nosotros los Obreros Nos matan a traicion. diciendo que no hay dinero. Un compañero
Eleuterio Rodriguez
Mirarlo de reojo que no le de a Vds, por culo que anosotros bien nos ha hecho la puñeta [rúbrica]
[Un dibujo]
Para donde mira el moro hay un tesoro. el moro lo hizo Manuel Soriano
Eran las doce de la mañana cuando se coloco este papel en la botella recuerdos a nuestro compañeros los primeros que los lea y no trabajar mucho que nosotros hacímos lo que podíamos
Vuestros hermanos Rodrigez Soriano y Eufrasio
adiós salud y suerte "
San Rafael de la torre y el halo de santidad dónde estaba la bombilla
Para terminar unas anécdotas: el San Rafael de la la torre, tenía en su halo, una bombilla que se encendía por la noche, ahora no la tiene y sí un pararrayos electrónico, pues bien cuando esa bombilla se fundía el Rubio se subía a ponérsela, sobre todo en la verbena del barrio . Un vecino de la Judería, apellidado Luque, (a) "Zapatones", me dijo hace años que él ayudó de niño a Manolo Soriano a poner la bombilla. No lo dudo desde luego, en el barrio se comentaba siempre lo de la bombilla de San Rafael. Desde luego fue una hazaña. Todos esos héroes de barrio están desde luego desaparecidos por lógica.
Paco Muñoz y Manuel Soriano (IV) dónde estaba su casa
La torre era una vivienda más del barrio y las familias que la habitaban, con la solidaridad del que tiene lo justo unas familias más. Nosotros, de niños visitábamos la casa de nuestros amigos, no el monumento. Participábamos en determinados eventos, como pudiera ser el toque de la matraca en Semana Santa, y alguna que otra vez presenciar el repique de las campanas, a mano, por mujeres y niños de la familia del último campanero. Y al igual que su padre El Rubio, andaba por los tejados trabajando y dejando mensajes, desde las ventanas de mi casa veíamos a Manolo Soriano (III) el campanero, por los tejados de la Mezquita, controlando la población de destructivos palomos. Pero cerraremos el capítulo de las nostalgias, porque están desfilando por mi memoria muchas personas queridas de ese barrio, que sin serlo en el papel eran familia de hecho.
Manolo Soriano (hijo del Rubio), último campanero, y su esposa Elena Muñoz,
dos excelentes personas
Mi agradecimiento a Manolo (el sabe quien es) por su confianza, y a Juan Galán.
Absolutamente impresionante. Ese toque familiar y cercano que das a este tipo de entradas, no se las da nadie, Paco. Seguro que hay muchos que comparten mi opinión.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
menuda sorpresa.....quien lo diría,me has hecho trasladarme 100 años atras con esta historia,las personas desaparecen pero los hechos quedan como testigo de que nada ha cambiado,esa cápsula del tiempo al final ha cumplido su cometido.
ResponderEliminarMuchas gracias José Manuel, pero no me cuesta ningún trabajo porque en el fondo forman una parte muy directa de mi memoria y vivencias. Manolín (tiene ya 70),es siempre el Manolín de la Torre, y yo seré el Paquito de la Barbería o de la Loles, y otro amigo fallecido el Rafalín de Francisca, o el Paquete de la Manola, o el Coqui de la Encarna, o... esto de los nombres es muy primitivo, como el Sen de los nórdicos, o el Aben de los árabes, vamos fulano hijo de. También ejerzo la autocensura muchas veces y no me cuelo en cuestiones que podrían significar meterme en la vida de las personas, sobre todo su parte más íntima. Un abrazo
ResponderEliminarEmilio la capsula del tiempo, está muy bien expresado, pero quiero decir una cosa, este tema lo sé por parte cercana a la transcripción, hace bastante tiempo, y no lo he publicado hasta que no le han entregado una copia a los familiares descendientes de Soriano El Rubio. Entonces ya es público y no comprometo a nadie. Manuel Soriano era amigo de mi abuelo Rafael, que era mayor que él 5 años, y aunque yo no lo he conocido a lo mejor hemos coincidido en el mundo si éste no murió antes de los 62, que no lo sé. Los Sorianos han muerto relativamente jóvenes. A pesar de eso no pongo el nombre de mi amigo en los agradecimientos, si el de otro que me facilitó una hoja que yo no tenía del mensaje. Pero es muy curioso todo, y además cercano, fíjate que el poeta indio, Rabindannat Tagore fue el año en el que fue Premio Nobel, cuando estos sudaban la camiseta en los tejados de la Mezquita, nave 19, y en ese también se puso la famosa sirenita del puerto de Copenhague. Todo muy cercano.
ResponderEliminarEspectacular la entrada Paco! en estas pequeñas anécdotas es donde está el verdadero conocimiento de los grandes hechos históricos...
ResponderEliminarMuy bueno Paco,muy bueno.Me has hecho retroceder a los 60 cuando Manolín nos pedía,a
ResponderEliminarlos que estábamos por los patios que le ayudáramos a tocar la matraca y las campanas.
Más de una vez subí a tocar la matraca, "acojonaba",había que hacerlo
apoyándose en el suelo y estirando la pierna,que quedaba al vacio.Las campanas gordas
eran otra cosa,Mánolín se ponía entre el hueco de la "ventana" y la campana y con el pié iba dándole a la parte baja de la misma hasta conseguir desequilibrarla,desde abajo
los demás le ayudábamos a ese trabajo.Hoy día no sé como funcionan,pero entonces todo era a base de gruesas cuerdas y sobretodo piernas.
Gracias amiga Sonia. O por lo menos en el conocimiento de nuestra realidad más cercana, la que no valoramos adecuadamente por tenerla tan cerca.. Un beso
ResponderEliminarCarlos, algunos lo hemos hecho a primeros de los cincuenta, en los que estamos todavía. La matraca me pillo una vez en el cilindro del manubrio y el soporte del eje, entre el índice y el pulgar un pellizco de marca mayor. Las campanas era un arte cuando las volteaban, allí trabaja todo el mundo en el repique. Otras veces desde abajo, desde la sala de cuerdas, podían tocar algunos toques. Ahora tienen una rueda y eléctricamente accionan el motor que las voltea. Más comodidad y menos mano de obra. Había, ellos lo tienen, un manual de toques que es una otro documento.
ResponderEliminarUn abrazo
Buenos días, amigos. Paco, ¡¡¡Espectacular!!! El relato histórico de los acontecimientos de 1913 así como tus puntualizaciones es impresionante. He conocido funcionado, a la que servíamos vagones, la papelera Española de Arrigorriaga donde se fabricaba el papel el Elefante. Ese de la doble utilidad, limpiaba y afeitaba. Hay una cosa que siempre relaciono con la explotación empresarial y que empezó por estas fecha, el pistolerismo. Los obreros hacían huelga en Cataluña, y los empresarios contraatacaron contratando pistoleros para matar trabajadores en huelga. Claro que de ellos también cayeron unos pocos, tan pocos como 50.
ResponderEliminarYa era hora de ponerle sino cara, si nombre y apellido, a aquel de la venganza del villancico “la campana gorda de la Catedral se te caiga encima si no me lo das”, un abrazo y gracias por ilustrarnos.
P/S: Paco, se te ve muy bien.
Patxi muchas gracias. Y sobre todo por la referencia al Elefante, no todo el mundo se puede acordar de eso, es que el folio tenía marcado el elefante en cuestión, se conoce que esa papelera era de las más importantes, era como las marcas estampadas que tenía los pliegos de barba. Pistoleros era el método "democrático" que empleaban algunos capitalistas para acabar con los derechos de los trabajadores, claro se encontraron la horma de su zapato algunos. Ahora los métodos se llaman Comunidad Económica Europea, desahucios, paro, teoría del Shock, etc. etc. que en el fondo son crímenes también. Mi abuelo Rafael además de ser un flamenco, también cantaba -ya lo decía Eugenio Noel-, y tocaba la guitarra, me imagino que por eso mi madre se entonaba también, yo fatal, Cuando cantaba Las Campanas de la Mezquita de Ramón Medina,- ahora hubiera dicho el obispo talibán que tienen aquí los católicos, Campanas de la Catedral. Ni en Google Map figura la Mezquita, pone Catedral de Córdoba- "Campanero dime,/ dime campanero / dime por favor:,/ ¿Cuál de tus doce campanas, / dime, campanero, repica mejor?/ Siempre pensaba que la canción se refería a su amigo Manolo Soriano, el padre de mi amigo. Pues sí cinco generaciones de Sorianos tres de ellas campaneros oficiales de las Campanas de la Mezquita. Un abrazo.
ResponderEliminarPD:/ Gracias es fachada aparente, las goteras y las procesiones van por dentro, y el DNI es implacable.
La verdad que me quedo sorprendido ... la historia es sorprendente y como lo relatas aun mas ,,, enhorabuena ...y gracias por rescatar tanto y tanto del olvido ..
ResponderEliminarQuerido amigo Carlos, sorprendente dentro de lo simple como la vida misma. Ayer me decía Conchi, los picos que ha escalado tu amigo Carlos (eso si que es sorprendente), y las fotografías tan bonitas que pone, además del humor medio inglés con el que adereza muchas. Y yo le contesté, por qué crees que lo envidio (sanamente), y eso que no has visto las de los Picos de Europa. Un abrazo.
ResponderEliminarMaravilloso, Paco. Es siempre un lujazo y un auténtico placer leer tus crónicas de época. He topado con esta al leer tu entrada sobre la exposición de las fotos de la Mezquita, en cuya publicación he colaborado modestamente. Un saludo de un aprendiz de recuperador de la memoria de Córdoba.
ResponderEliminarMuchas gracias Carlos, y enhorabuena por la parte que te corresponda porque el libro es una obra magnífica. Un fuerte abrazo.
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