Pedro Antonio de Trevilla, Obispo de Córdoba, fue un personaje eclesiástico que aunque pueda parecer muy singular, daba perfectamente el perfil camaleónico que distingue a esta profesión en sus relaciones con el poder. Lo que en el púlpito se dice -cuando se dice-, a favor de las capas inferiores, salvo honrosas excepciones, siempre se dice teniendo en cuenta a las capas superiores. Estas cosas las hemos visto en el acompañamiento y participación plena con el golpe de estado fascista de 1936, por muchos eufemismos con los que lo adornen, e incluso en el silencio que mantuvieron durante el golpe de estado del 23 de febrero, posiblemente esperando acontecimientos.
Pues bien este Sr. Obispo, posiblemente ilustrado, era vizcaíno, de Carranza, y se sentó en la silla de Osio (que literario queda esto de la silla) entre los años 1805 y 1832, es decir 27 años, siendo el último el año de su mandato el de su fallecimiento, óbito que le sobreviene con setenta y siete años. Fue considerado de carácter despótico. Pero en verdad lo que nos interesan son dos anécdotas importantes de su mandato. La construcción del sillón de las Ermitas, y la prohibición de las procesiones de Semana Santa.
El Mariscal Claude-Victor Perrin
Pues bien, en enero de 1810, las tropas francesas del general Victor Perrin entran en Córdoba. Antes, unos dieciocho meses, se había saqueado la ciudad por el mismo ejército. La ocupación efectiva duró hasta el 1812. El 26 de enero del citado año 1810, José Bonaparte visita la ciudad de Córdoba. ¿Qué hace el obispo? ¿Coger el fusil y hacer barricadas en su palacio, antiguo alcázar califal? No, todo el clero vestido de gala le recibe en la Mezquita... Catedral. Arjona el penitenciario en la fecha le declama una oda, y se le canta un "Te Deum" (a ti Dios), además se le entregan las insignias que el ejército francés había perdido en la batalla de Bailén, por el propio Obispo Trevilla.
Procesión que quedó con la prohibición, el Santo Sepulcro (Foto de Joaconde)
Se efectuó en los días precedentes el nombramiento de un canónico francés, y hubo celebraciones religiosas con motivo de los días del santo de José y de Napoleone, antes de que cambiara éste por el afrancesado de Napoleón. Y... cosa curiosa en la institución, se le entrega al ejército francés un millón de reales para financiar la guerra. En este punto me gustaría hacer una aclaración, porque en el fondo comparto no los modos o maneras de actuar del obispo -ya he mencionado anteriormente lo que opino de su capacidad de adaptación, de apostar la mayoría de las veces a caballo ganador-, si no porque estimo que si se hubiera afianzado aquí la modernidad que traía Francia, y que exportó a la mayoría de las naciones que existen hoy en Europa, otro gallo nos hubiera cantado a los españoles.
El Sillón del ObispoTrevilla, en las Ermitas.
El cerdo de Fernando VII, el "deseado", sustituyó a la Enciclopedia, el Código de Comercio, en suma a la Ilustración y la modernidad que era lo que exportaba -eso sí violentamente Francia-, en su eterno enfrentamiento con el bloque británico, por la mediocridad, el asesinato y el atraso que nos dura hasta casi nuestros días. La herencia genética nos viene de esa y otras etapas de la historia, que además lamentablemente repetimos ciclicamente. ¿Qué diferencia existe entre el "vivan las cadenas" de ese tiempo, y el de la mayoría absoluta que el pueblo llano y trabajador ha otorgado en la actualidad a la derecha más rancia de este país? Ninguna. Es exactamente lo mismo.
El obispo... perdón, mi buen amigo Juan en pose episcopal
Sigamos con el Sr. Trevilla. Bastantes años después, a raíz de una Orden de 18 de febrero de 1820 del Consejo General de Castilla, sobre el auxilio que debía prestar la justicia a los obispos con motivo de las procesiones de Semana Santa, y los escándalos que había habido años anteriores -vamos que muchas habían acabado como el Rosario de la Aurora-, dictó un Reglamento en el mes de mayo, prohibiendo en la diócesis, todas las procesiones de Semana Santa, dejándolas reducidas a una sola a salir el viernes Santo, de la iglesia de la Compañía (San Salvador y Santo Domingo de Silos),y donde fueran representadas todas las que quisieran imágenes incluidas. Posiblemente esto sería el germen de la representación de las distintas cofradías que van en la procesión del Santo Sepulcro, el Viernes Santo actualmente.
Al final la realidad es esta
De la misma manera prohibió el boato de las imágenes, y que no llevaran joya alguna, así como austeridad en el vestido. Algunos se rebelaron en los pueblos y no le hicieron caso. En este país se rebela la gente por el fútbol y la fiesta, pero no cuando le pisan el cuello, pero eso seguro es genético también. Salvo esos contestatarios, cosa curiosa pueblos graneros del Partido Comunista en la democracia, Castro, Baena, Fernán Núñez, y Montemayor, lo que acrecienta las incongruencias de nuestra sociedad, el resto observó la orden episcopal. La realidad es que estuvo Córdoba sin procesiones de Semana Santa unos treinta años, y a partir de ahí se inicia nuevamente el diente de sierra -esperamos algunos- de la estadística, saliendo de su vano más profundo.
Las Ermitas tienen algo mágico. Efecto en una ocasión que llamé "un halo de santidad"
Cuando aún estaban los ermitaños en las Ermitas, D. Pedro Antonio de Trevilla, mandó construir el "Sillón del Obispo", posiblemente emulando el de Felipe II en el Escorial -no sé si hubo otro parecido en Cuelgamuros- y poder disfrutar de las hermosas vistas del valle del Guadalquivir, campiña y sierras limítrofes. Ah, una cosa lo del agujero del mismo es un desagüe, no por meter el dedo allí se casa uno. Por lo tanto y a lo mejor es una pena, dos cosas dispares entre sí, son las que marcan 27 años de mandato del obispo, y eso puede ser injusto. Yo me quedo con la valentía de la supresión de la Semana Santa -tengo un buen amigo sacerdote que la tacha de Carnaval, por la parafernalia que la rodea y su carácter mercantilista- que debería ser -estimo personalmente posiblemente sin tener derecho a ello- para los creyentes unos días de celebración más austeros y recogidos, como la muerte de la persona que conmemoran, de ámbito personal, en lugar de unos días de folclore y ostentación de riquezas, y mucho más en esta época de penuria y desahucios criminales de familias.
Pinceladas de las mejoras que trajo la invasión francesa.
Estas sin contar otras como la reducción de las órdenes religiosas que consideraban estaban sobredimensionadas, y no disculpando en absoluto los abusos, asesinatos y expolio de la ciudad, propios de una guerra.
1810.- Abril, 5, Domingo Badía y Leblich es nombrado prefecto, alcalde que llevará a cabo diferentes obras tendentes a la mejora de la ciudad. Octubre 12, se decreta la construcción de tres cementerios en la ciudad y el cierre de los parroquiales por razones de higiene. Las obras del de La Salud, que comienzan el 29 y terminan el 8 de junio de 1811. El 11 de noviembre se funda la Real Academia de Córdoba, tras la escisión de diferentes miembros de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.
1811.- En primeros de marzo se inauguran los jardines de la Agricultura llamados también de los Patos o Bajos. Se elabora el primer plano del que se tiene constancia de la ciudad de Córdoba, el Plano de los Franceses. (De la Wikipedia)
Fotografías del autor, y de mi amigo Joaconde (sin haberle pedido permiso)
Bibliografía del Ateneo de Córdoba y Wikipedia.
Buenos días, amigos. A las Ermitas no entro desde el verano de 1967, año en el que me negaron un vaso de agua-el fraile no se fue de vacío, lo más bonito que le dije fue hijo de la gran p... Bueno, a lo que voy. No conocía la historia de la suspensión de la Semana Santa. Por lo que explicas, este Obispo era más luterano que el mismísimo Lutero. Como tú bien sabes, La Semana Santa fue demostración de riqueza en contra de la austeridad el Luteranismo. Sobre este alarde, opino lo mismo que tu amigo y lo mismo que el mío, ambos curas.
ResponderEliminarMuchas obras de arte entre las que tenemos que incluir la alhambra y la Mezquita, se vieron favorecidas por la intervención de la mujer de José I Bonaparte. Este fue Rey legítimo de España, pues Napoleón pagó en Bayona la abdicación a Carlos IV.
Dejando cuestiones “patrias” a un lado. La desgracia vino cuando Fernando VII- tan criminal como Hitler-nos vino a masacrar. Espero que no me den muchos capones por lo que he escrito, pero la historia, es la historia. Un abrazo
P/S: En este país el que tenía dos dedos de frente era acusado de Afrancesado, y le daban matarile. Así no va.
Las Ermitas es un lugar precioso, te tocaría un estúpido, pero normalmente están los botijos a disposición del que llega, lo que pasa es que ahora cobran la entrada a determinadas horas. Pues sí este señor Trevilla debía estar en este tiempo. Es una porfía entre distintas organizaciones, todo es mantos y parafernalia (bien es verdad que los orfebres y bordadoras tiene algo de trabajo), boato y exageración, pero a mi modo de ver se contradicen en su actuación. Así lo veo yo, de humildad poco, y pienso que si en lo que creen (si lo creen) fuese verdad, que no lo es, por lo menos para mí, no se lo permitirían los titulares, la correa y a echarles del templo.
ResponderEliminarTanto el padre como el hijo eran unos granujas y el hijo un criminal abominable. Pues yo digo a boca llena que nos hubiera ido mejor unos años con los franceses y luego a volar solos como otros países que controlaron, y aunque que cuando cayó Francia volvió a muchos el absolutismo, nunca sería igual para ellos. Hay que reconocer que marcó una pauta mundial la revolución Francesa.
Domingo, o Domènec, Badía y/i Leblich, nada menos: Ali Bey, con mención destacada en el callejero de Barcelona. Una vida de novela de aventuras. En Córdoba, corrígeme si acaso, no parece que haya quedado recogido su nombre real o el seudónimo arabizante. Todo un personaje.
ResponderEliminarMarti, en primer lugar muchas gracias, pero en este caso Córdoba se portó y le puso una calle, ésta está en un pasaje paralelo a Escritor Pérez de Rivas, entrada desde el este (Ronda de la Manca) al Cerro de la Golondrina.
ResponderEliminarEste señor efectivamente tuvo una vida de aventurero. Era belga y su padre se trasladó a Almería y allí empezó a interesarse por lo árabe. Vino a Córdoba en 1792 y se arruinó por su afición a los globos aerostáticos. Se fue a la corte, Godoy lo hizo espía y con el nombre de Ali Bey andó por los países musulmanes tratando de conseguir que España fuera protectora de algún país o en su defecto fomentar alguna guerra en él, para luego invadirlo. Luego se ofreció a Napoleón y lo nombraron Alcalde de Córdoba. Introdujo en los quince meses que duró su estancia en el cargo, el cultivo del algodón, la remolacha y la patata.
Luego hizo otro viaje por el oriente y los servicios secretos lo envenenaron en Damasco con un café. Tiene una obra extensa que fue muy leída. En Córdoba existe ese apellido aún, y puede que sea descendiente suyo, uno que conozco es un dirigente del pequeño comercio.
Aquí puedes ver unos grabados suyos: http://copepodosenlajauladefaraday.blogspot.com.es/2011/05/ali-bey-un-infiltrado-del-siglo-xviii.html
Un abrazo y nuevamente gracias por tu presencia.
Dejaron los franceses en un par de años más mejoras que el reinado de todos los borbones juntos de la época. Lo malo es que para extender las nuevas ideas reformistas surgidas a partir de la Revolución Francesa de 1789 tuvieran que usar la fuerza y la guerra, lo que fue contraproducente.
ResponderEliminarEn cuanto al obispo este, parece ser que le echó "riles" a algunas cosas, como lo de la Semana Santa,(yo personalmente veo siempre la Semana Santa como un espectáculo más, así que no le doy relevancia) pero no tardó en seguirle el juego al subnormal de Fernando VII y su política represora. Como tú bien dices, un camaleón que se amolda a su entorno.
Un saludo.
José Manuel a mi no me hubiera importado que siguieran aquí, comparando con lo que había era como de la noche al día, pero este especial pueblo "deseo" al miserable que mató a media España, que vendio a su padre y vendería a cualquiera, que tenía una cara de miserable que no podía con ella. Cuando te pones a leer las mejoras que hicieron en poco tiempo y con una economía de guerra, piensas que era increible. Había muchas cosas por hacer, pero con la reducción de las ordenes religiosas, y lo de los cementerios, ya podíamos darnos por satisfechos. Un abrazo.
ResponderEliminarTomo buena nota de tu presteza y calidad en el manejo del callejero. Sin embargo, la calle a nombre de Domingo Badía Leblich, que no pasaje, sale en guías al otro lado del río, en la Circunvalación, al lado de un concesionario de camiones. Va a resultar que este personaje tiene huella urbana por partida doble, ganándole la partida a, por ejemplo, clérigos de mucho fuste. No hay nada como dar un vistazo in situ convenientemente orientado.
ResponderEliminarHubo un tiempo bastante lejano ya, que tuve la responsabilidad de trabajar en los expedientes de poner nombres de las calles y sustituir nombres antiguos de profesiones o de curiosidades por otros más modernos, que era más lamentable. Pero es posible lo que dices, ha habido duplicidad alguna que otra vez. Saludos.
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ResponderEliminarMuy interesante, no conocía el caso, Paco, muchas gracias por dármelo a conocer.
ResponderEliminar“…pero la historia, es la historia” , dice tu primer comentarista, Patxi, lo que no es la historia es Física, añado yo. Los hechos son los hechos, pero las interpretaciones de las ciencias sociales, que no de las ciencias ‘duras’ como la mentada física o la astronomía, son opinables y sobre todo matizables. El gris y el matiz es donde suele residir la verdad histórica, que nunca es la verdad de la física (la gravedad). Lo cierto es que Napoleón ascendió como general de la Revolución Francesa para más tarde traicionarla convirtiéndose en déspota – nada menos que emperador— absoluto. También es cierto que un déspota no hace bueno a otro (Bush a Saddam o viceversa)por el mero hecho de oponérsele, y que el nefasto Fernando VI no es menos nefasto (ni más) por oponerse a Napoleón o Napoleón al Borbón (luchas de poder, no por la libertad de sus pueblos). En realidad, como pasa siempre, las víctimas de ambos bandos fueron los más cívicos, los ilustrados españoles, los afrancesados, que eran bastante más revolucionarios, ilustrados y si me apuráis afrancesados, que el propio emperador. Y viva…¡Goya!
Es sintomático que Stendhal, uno de los artistas más inteligentes y avanzados de su tiempo, fue un bonapartista tremendo al comienzo de su carrera literaria y luego su más feroz detractor.
Un saludo
Lansky esa es la pena, que las revoluciones la mayor parte de las veces, son traicionadas por sus actores. Ejemplos tenemos para dar y regalar, la rusa, la china, y otras muchas. Yo veía con muy buenos ojos cuando Gadafi saltó al poder en Libia, y aunque luego la prensa se encargó de pintarlo a la medida de los intereses yankis (cosa que a mí me afectaba lo justo) también traicionó su ideario, y el coronel Nasser, otro. Luego hubo otros que murieron con las botas puestas, y tuvieron la posibilidad incluso de un ministerio en Cuba. A lo mejor no tuvieron tiempo de que su ego les jugase la mala pasada, pero creo que las excepciones confirman la regla. Estoy de acuerdo que la palabra afrancesado, tenía las connotaciones despectivas y no lo es menos que la mayoría eran de una cultura superior a la de los borbónicos. Napoleón no fue para mí ningún modelo a seguir, aunque si el espíritu de la Revolución Francesa que cambió al mundo. Saludos y gracias por el aporte.
ResponderEliminarGracias Patxi por tus palabras y propuestas, pero no. No pretendo dejar esto, he querido decir que muchas veces el ánimo no es el que debe ser y uno tiene altas y bajas, pero lo más seguro es que me ha traicionado el subconsciente. Que la influencia que le rodea a uno muchas veces influye, y parece que uno ve un poco más allá que la gente que quiere, y eso preocupa. Por otro lado poco podemos hacer.
ResponderEliminarEn la imagen que señalas el sombrero era bombín, por lo menos el de la época de mis lecturas, que eran revistas antiguas. Y la caricatura era muy importante en esa prensa, sobre todo la satírica. Pero que poco cambian los personajes, son el mismo modelo en distinto tiempo, y los borbones los mismos, dados a lo mismo desde siempre. Eso sí más inútiles ahora, no hay categoría en la dialéctica, no hay más que ver a "Luisma", o a la "Finiquito", o al "Registrador", es una pena que estos personajes rijan los destinos de millones de personas.
Pero en fin... Un abrazo Patxi y nuevamente muchas gracias.